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Ayer
Ayer estuve muerto,
supino, agazapado entre las voces
del día. Me llamaron de repente
-fue ayer-, querían verme
en mi costado de costumbre,
en mi turbia silueta de persona diaria.
Ya les dije: he muerto y me parece
que esta tarde no estoy en mi indumento
ni en mi risa,
disculpadme.
Ayer estuve muerto hasta la cena.
Me morí como siempre
de un dolor pequeñito en el recuerdo,
de esas nubes tenaces, de esas lloviznas crónicas
que encharcan mansamente las rayas de mi mano,
haciéndose más grandes y más grises
según transcurre el día por medio de mi cara.
Bien sé que es poco lo que cuento y que, no obstante, es mucho,
y que es incómodo
morirse a cada instante, y que a este paso,
si no pongo remedio,
dejarán de llamarme los amigos.
Ayer me di a la sombra, perdonadme.
Fernando Aramburu
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VAMOS A HACERLO BIEN
Llorar a lágrima viva.
Llorar a chorros.
Llorar la digestión.
Llorar el sueño.
Llorar ante las puertas y los puertos.
Llorar de amabilidad y de amarillo.
Abrir las canillas, las compuertas del llanto.
Empaparnos el alma, la camiseta.
Inundar las veredas y los paseos, y salvarnos, a nado, de nuestro llanto.
Asistir a los cursos de antropología, llorando.
Festejar los cumpleaños familiares, llorando.
Atravesar el África, llorando.
Llorar como un cacuy, como un cocodrilo... si es verdad que los cacuies y los cocodrilos no dejan nunca de llorar.
Llorarlo todo, pero llorarlo bien.
Llorarlo con la nariz, con las rodillas.
Llorarlo por el ombligo, por la boca.
Llorar de amor, de hastío, de alegría.
Llorar de frac, de flato, de flacura.
Llorar improvisando, de memoria.
¡Llorar todo el insomnio y todo el día!
Oliverio Girondo
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Cómo me parecerá extraño el aire que me envuelve...
Cómo me parecerá extraño el aire que me envuelve,
cómo será así extraño,
cuando tú ya no estés,
la catedral del día,
el claustro que condensa la gran edad de la luz
y el carácter de las tormentas.
Amor mío, amor mío, tú sin día para ti,
enjambrado entre espejos y entre las cosas malas,
muerta la plata trascendental
y las ya antiguas anémonas de égloga,
muerta esta versión, que ahora oscuro, y declino, para leerla, más joven.
Amor mío de nunca, afiebrado y pacífico,
versos para el pequeño pulpo de la muerte,
versos para la muerte rara que hace la travesía de los teléfonos,
para mi mente debelada versos, para el circuito del violín,
para el circuito de la garza,
para el confín del sur, del sueño,
versos que no me asilen ni sean causa de vida,
que no me den la dulce serpiente umbilical
ni la sala glucosa del útero.
Blanca Andreu, El sueño oscuro (1994)
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¿que harias si tuvieras la oportunidad?, pero responde con sinceridad.
mi alma escucha y conmovida esta,
pues no puede responder al azar,
con esta pregunta ya no puedo ni hablar.
lo unico puedo decir es que si no tuviera la oportunidad de amar,
aun asi seria feliz,
porque me he encontrado a mi.
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VINTON, OH
igual que esas estrellas que están muertas
tu cuerpo brilla aún en la pantalla tus pechos
no han perdido consistencia tu boca sigue subiendo y bajando
dónde te ha lanzado la suerte a qué punto del mapa
ahora que tu estrella sólo brilla en mis ojos cómo te trata la vida
ahora que debes acercarte a los cuarenta
qué corazón ocupa tus mañanas ¿es un hombre? ¿un esposo?
o ese hijo de 11 años que descubre a su mamá
en un vídeo acompañada de otros hombres
Pablo García Casado.
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MUJER DE
INVIERNO
Hoy que la soledad
es la última forma del amor,
esta triste ciudad ha hecho que pierda
lo que había perdido, ya, de ti.
¿A qué has venido?
¿Quién eres, si eres sólo
la imagen en el fondo del pozo de mí mismo?
He quemado tu cuerpo en mi interior,
todo ha llegado demasiado tarde.
Joan Margarit
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El beso
Se iluminó la estancia de una venusta gracia
cuando acerqué a tu boca la mía temblorosa,
mientras por tierra y cielo relampagueó mi audacia
cortándole a la vida su más intacta rosa.
¿Qué jugo, di, qué jugo el corazón invoca
tiene como tus labios tan íntimos dulzores?
Mujer, dime: ¿Qué abejas buscaron en qué flores
las mieles trasegadas al panal de tu boca?
¡Oh, beso! con la gloria de tu emoción celeste
-comunión de alma y boca, brasa y diafanidad-
abriste en el más puro de los espasmos: Este,
a nuestro barro efímero rutas de eternidad.
Tu labio, jardín donde la fiebre es jardinera;
botón de calentura mi labio nunca ahíto,
fundiéronse en las llagas de la inmortal hoguera
para beberse juntos de un beso el infinito.
FLAVIO HERRERA ( Guatemala )
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ESTANCIA (IV)
No es que desee amar especialmente,
porque amor ni me sirve ni le sirve
normalmente a quien dices que lo amas.
Pero yo no seré yo. Yo soy tu hijo,
y esta inercia me conduce a postura
de decir. Tengo que amarte. Déjame
que te ame. Te levantarás. Los muertos
se incorporan nunca, cuando nadie
los mira. Tú, con tus ojos perfectos
que me vieron nacer, pronunciarás
-o dirás nada y sonará lo mismo-
esperé muchos años a que me pidieses.
Quiero bailar contigo. El momento es éste.
Cuando la orquesta se ha ido, cuando
no queda plaza ni noche. Entremos
en esta música que no está sucediendo.
Sergio Gaspar
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de II. Mi pequeña barca
"Ho sfilato via la mia vita dai miei desideri. Se tu potessi risalire il
mio cammino,
li troveresti lì uno dopo l´altro, incantati, immobili,
fermati lì per sempre a segnare
la rotta di questo viaggio strano..."
Alessandro Baricco, Novecento
Concertino
Educada
para entretener
pequeñas plateas
suonatore ambulante
sin placer
en un acto de
extrema excentricidad
resuelvo
la sirenita cambia
de forma
o muere
amar en uno
anonimato tranquilizador
liquida respiro
impune
planeo un monstruo
lineal
medieval y geométrico
rápido e invisible
algún día caerás
mortal y para siempre.
Vanna Andreini
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Cornejas
Conmovedor el clamor de las cornejas
roto en metálicas estridencias
dispersas por el aire como esquirlas
de maldiciones, u oraculares voces.
Silenciosos los campos dormidos
en el sopor del tardío verano,
envueltos apenas los árboles mudos
en la tenue exhalación del humus nasal.
Y de pronto los rudos fonemas
de un áspero grito quebrándose
en duros fragmentos de incorpóreo metal,
en guturales sílabas de gargantas
estranguladas, tal vez, de presagios,
oraculares en su desolación.
Luctuoso volátil de alas de luto,
pájaro azabache de la malaventura,
algo en mí conmovedoramente alerta,
algo en mí en tu graznido electrizado,
algo que a mi corazón los augurios
de seres de ultratumba manifestándose.
Y acosado de obscuros presentimientos,
la mano al corazón, los pasos de prisa,
perseguido por rotas estridencias
de metal intangible acuchillándome.
Ulises Varsovia, es poeta chileno.