[REPOSO MENTAL, comentario 186].
En resumen, Krishnamurti sintió en carne propia los efectos de la meditación trascendental y, tras la dolorosa pérdida de su hermano, decidió rechazar todo lo concerniente al hinduismo y sus métodos de adoctrinamiento, así como cualquier otro tipo de influencia doctrinal o convencional. En dicho alejamiento sistemático de los viejos paradigmas doctrinales y existenciales, sustituídos en su caso particular por una anhelada e hipotética concienciación existencial tras efectuar “tabula rasa” mental, echó igualmente fuera de su camino la guía divina contenida en las sagradas escrituras. También, al ser un excelente y exitoso propagador de sus novedosas ideas, con elogios procedentes incluso de la ONU, imperceptiblemente y sin mala intención por supuesto, generó un clima adverso a la guía divina para muchos de los que fueron afectados por semejantes ideas. Es por esto, y por otra serie de acontecimientos paralelos que desacreditaron terriblemente a las sagradas escrituras, por lo que el siglo XX puede ser considerado como un período de ruptura renovada y progresiva del hombre con relación al Sumo Hacedor.