Va llegando el 1 de Noviembre, el Día de Todos los Santos, es decir, de los hombres y mujeres que están en el Cielo con el Señor, no sólo los del santoral sino millones y millones de personas desconocidas, y de cuyos méritos sólo nos enteraremos después de nuestra muerte. Pero ¿son santos realmente? No. Completamente santos fueron sólo Jesús y la Virgen. Todos los demás cometieron muchos pecados, contra Dios y contra el prójimo, pero supieron volver y arrodillarse ante Dios pidiendo perdón en confesión. Esa humildad es lo que les diferencia de los soberbios, tan pecadores quizá como ellos pero con el corazón lleno de engreimiento e incapaces de arrodillarse y de ser humildes frente a Dios. La historia de la oveja perdida, es la historia de todos los santos que están en el Cielo, y nuestra historia si queremos que el Señor nos salve y nos lleve al Cielo con Él. Falta muy poco para que muramos porque los años pasan volando. Esto es lo más importante que hay que solucionar en la vida; todo lo demás se lo llevará el viento, se desvanecerá porque aunque no lo parezca, está todo vacío salvo Dios.