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[REPOSO MENTAL, comentario 147].
Recién llegado a su país natal, se sintió lleno de temores y confuso, y recurrió a personas aparentemente idóneas para aclarar sus inquietudes: “Estaban adaptados a la corriente de las tradiciones transmitidas por el hinduismo, pero también tenían como referente a los evangelios. Puse mi confianza en este grupo que se decía cristiano, pero que sospechosamente mezclaba el concepto de energía y con el de reencarnación. Ciertamente no lo sabía en ese momento, pero había entrado en una escuela esotérica”. Verlinde comenzó a naufragar en ese ambiente, pues la comunidad esotérica pronto experimentó un cambio radical: “Dimos un giro al ocultismo. Me vi envuelto en prácticas ocultistas, en el seno de lo que hoy se llamaría Terapias Energéticas; es decir, manipular las energías ocultas con el fin de obtener curaciones. Entonces me hice amigo de un naturista y éste se admiró de mis habilidades como médium capaz de usar las fuerzas ocultas sin dificultad para penetrar en la mente de otros. Estas sesiones de curación ocupaban todo mi tiempo libre, aunque, en realidad, no había sanación sino solamente un desplazamiento de los síntomas”.
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[REPOSO MENTAL, comentario 148].
Dado que Verlinde también comenzó a participar en eucaristías católicas y en el rezo del rosario, él opina que ese choque de diferentes credos hizo que se manifestaran ciertas “entidades” extrañas que estaban sutil y enajenadoramente presentes en su trabajo de sanador. Afirma que empezó a escuchar voces misteriosas en el lugar de empleo con cada vez mayor frecuencia y que se lo comentó a los dirigentes del grupo de terapia de manipulaciones especiales llamado “colectividad magnética”, en donde él trabajaba, quienes se lo tomaron a risa y finalmente le dijeron que se trataba de voces provenientes de “ángeles sanadores”. Posteriormente, en un viaje a París, cuando acudió a una misa católica al mediodía y en el momento de la “consagración”, dice: “Escuché a estos seres blasfemar vergonzosamente de Cristo y quedé petrificado. En ese instante comprendí que había sido muy engañado. Al final de la celebración, busqué al sacerdote y le conté mi historia; y me respondió que eso no le asombraba, pues él era el exorcista de la diócesis”.
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[REPOSO MENTAL, comentario 149].
El señor Verlinde empezó a asistir diariamente a misas católicas y con esto consiguió, según él, que los espíritus malignos que lo incomodaban dejaran de manifestarse, pero él mismo sospechaba de que simplemente estaban acomodándose a la situación y permaneciendo quietos hasta que la ocasión se les tornara propicia. Verlinde asegura que el sacerdote de la diócesis, el exorcista, obligó a aquellos seres a revelarse y a continuación efectuó en él una “gran limpieza”. Sin embargo, según Verlinde, la total liberación requirió de oraciones intensas. Entonces nuestro protagonista decidió aferrarse a la iglesia católica y, tras diez años de formación, fue ordenado sacerdote en 1983, integrándose en la Comunidad de San José, donde es prior en un monasterio de Francia, hasta la fecha.
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[REPOSO MENTAL, comentario 150].
Estas historias no son fantásticas, pero son típicas de muchas confesiones religiosas, algunas de las cuales son irreconciliables entre sí. Por ejemplo, en la segunda mitad de la década de 1970, la iglesia anglicana, la cual no acepta la autoridad del papa de Roma ni la liturgia católica, nombró a un obispo suyo, de 70 años de edad, como exorcista oficial. Se asegura que éste es el primer clérigo de alto rango que ha ocupado este cargo recientemente en dicha iglesia, mientras que algunos teólogos anglicanos critican los ritos de exorcismo llevados a cabo en su propia religión. Son rituales que incluyen salmodias y oraciones para expulsar a los “demonios intrusos”; y en dicho ámbito, no católico, también podemos encontrar testimonios más o menos parecidos a los de Verlinde.
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[REPOSO MENTAL, comentario 151].
La “Encyclopædia of Religion and Ethics” (Enciclopedia de religión y ética), de Hastings, dice: “En el cristianismo occidental el credo de los apóstoles ocupa una posición paralela con el padrenuestro. Se emplea para la curación, especialmente en el exorcismo”. Este “credo (o símbolo) de los apóstoles” es una fórmula recitatoria que se originó, probablemente, en el siglo III ó IV de nuestra era, pero que adoptó su forma actual en el siglo V en la Galia, cuando la única iglesia vigente y dominante en todo el imperio romano era la católica romana. La autoridad de dicho credo viene de las siguientes palabras del obispo Ambrosio de Milán (340-397), considerado uno de los padres de la iglesia de Roma: “Es el símbolo que guarda la Iglesia romana, la que fue sede de Pedro, el primero de los apóstoles, y a la cual él llevó la doctrina común”.
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[REPOSO MENTAL, comentario 152].
El famoso “credo de los apóstoles”, surgido en el catolicismo original, ha sido adoptado y adaptado por el protestantismo y el anglicanismo, ramas éstas derivadas del primigenio catolicismo, así como por la casi la totalidad de las llamadas iglesias cristianas (cristiandad), pero con los pequeños retoques que cabrían esperar por parte de que cada una de ellas, al objeto de no hacerlo desentonar demasiado de sus respectivas creencias particulares. Por lo tanto, esto implica que, salvo ligeras diferencias, este credo es empleado en el protocolo exorcista por la mayoría de las iglesias de la cristiandad, donde oraciones, fórmulas religiosas y textos bíblicos han sido amalgamados y convertidos en conjuros mágicos, exactamente como se hace en las religiones paganas. Por ejemplo, los sanadores de la iglesia de la Ciencia Cristiana emplean textos bíblicos en conexión con la autosugestión; y muchos todavía supersticiosamente consideran que el persignarse constituye la “defensa más segura contra los demonios, y el remedio para toda enfermedad”, dice el doctor Kurt Koch en su libro “Demonology Past and Present” (pasado y presente de la demonología).
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[REPOSO MENTAL, comentario 153].
Toda esta parafernalia sostenida por los diversos credos religiosos en torno a la necesidad de disponer de supuestas medidas defensivas contra el ataque demoníaco, propia no sólo en la cristiandad sino también de prácticamente toda confesión de fe del Oriente (próximo y lejano), del Norte y del Sur, hace surgir una serie de preguntas pertinentes: ¿Cómo pueden ser válidas todas y cada una de las diferentes y discordantes fórmulas religiosas antidemoníacas? ¿Es posible que seres mucho más astutos, inteligentes y poderosos que los simples humanos puedan ser puerilmente sometidos por fórmulas pseudomágicas o supersticiosas sin más valor efectivo que una voz que clama en el desierto? ¿No será, más bien, que dichos seres sobrehumanos están jugando astuta, egoísta y ventajosamente con la estupidez y la ignorancia de muchas personas?
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[REPOSO MENTAL, comentario 154].
Son muchas las fuentes que hablan de seres perversos de la región invisible, por denominarla de alguna manera. Hay comentaristas periodísticos que recogen muchos extraños sucesos, libros y tratados de demonología, datos parapsicológicos y sus interpretaciones, y así por el estilo, que exponen de una forma seria esta peculiar fenomenología que escapa a la comprensión humana y que queda fuera del dominio de la ciencia elaborada por el hombre (pues mientras que el ser humano puede estudiar a los seres inferiores ocultos del mundo microscópico, con herramientas técnicas y métodos efectivos, no puede hacer lo mismo con los seres superiores del mundo sobrehumano porque éstos son los que establecen el método: un método desorientativo y engañoso). Así, acceder a este tipo de informaciones no parece esclarecer mucho el tema, sino, más bien, sobredimensionarlo y engorrarlo. Sin embargo, examinar el asunto desde la perspectiva de la sagrada escritura, y construir un mapa conceptual con los datos revelatorios que ésta ofrece, permite adoptar una visión cósmica y coherente de toda esta fenomenología; y, además, permite vislumbrar conexiones aparentemente dispares e inexistentes entre muchas áreas de la actividad humana que tienen que ver con el ocultismo, adivinación, ufología, sanación, curanderismo, magia negra, iluminación, supraconciencia, espiritismo, etcétera. Al parecer, la mejor opción es obtener la iluminación procedente de la revelación sagrada, esto es, la información contenida en el mensaje bíblico, la cual, dicho sea de paso, nada tiene de misterioso ni esotérico, ya que simplemente se trata de un conjunto de datos que se pueden extraer de manera natural a partir de un estudio profundo del mensaje sagrado (verbigracia, tal como un investigador arqueológico se provee de información fidedigna que le permite reconstruir la realidad histórica del pasado mediante el examen minucioso de documentos y objetos valiosos que se encuentran ordenados y fechados en los museos).
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[REPOSO MENTAL, comentario 155].
La primera mención que se registra en la sagrada escritura acerca de la actividad de seres sobrehumanos peligrosos es en el Génesis, en el relato de la caída en desgracia de la primera pareja humana. Todo indica que antes de eso la maldad era absolutamente desconocida, tanto en el suprauniverso como en nuestro universo material. Al parecer, con la tentación a Eva para que comiera del fruto prohibido, se inició una saga de envilecimiento moral que perdura hasta el presente. Un estudio profundo de la Biblia arroja la idea de que el ser sobrehumano que manipuló a la serpiente en Edén, engañando exitosamente a la primera mujer, fue un querubín cubridor o protector, probablemente asignado a las inmediaciones del Edén con el objeto de cubrir protectoramente a la primera pareja humana, como una especie de vigía de seguridad o similar. Pero el resultado de su actividad no pudo ser más nefasto, pues al estar dotado de libre albedrío deseó para sí la hegemonía que le correspondía al Creador y materializó sus ambiciones desde aquel fatídico momento. El problema se multiplicó enormemente cuando primero Eva y después Adán decidieron secundar la línea de conducta de esa criatura sobrehumana, reclamando estúpidamente el derecho a dirigir sus vidas en independencia de la guía divina sin tener en cuenta los riesgos colosales que ello implicaba.
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[REPOSO MENTAL, comentario 156].
El profeta Ezequiel (siglo VII antes de la era cristiana) fue inspirado, según la sagrada escritura, para que denunciara y condenara a la dinastía real de Tiro, la cual había degenerado desde los días de Salomón, cuando colaboró con este monarca sabio en la construcción del gran Templo de Jerusalén, hasta convertirse en una ciudad cuyos líderes estaban progresando en descaro y falta de respecto al Dios de los israelitas, en un imparable delirio de grandeza, altanería y soberbia que desafiaba cada vez más al Creador. El mensaje, dirigido por el profeta al “rey de Tiro”, contiene expresiones aplicables tanto a la dinastía tiria como a un querubín cubridor traidor, pues la conducta de ambos se había convertido en un modelo de maldad característico. Dicho querubín cubridor sólo encaja con la actuación de Satanás, quien, por lo visto, en los comienzos de su existencia era un ser sobrehumano leal a la guía divina y que formaba parte de la organización de hijos celestiales de Dios. La causa básica de la deslealtad de la dinastía tiria y de Satanás se expresa en el pasaje sagrado que citaremos a continuación.
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[REPOSO MENTAL, comentario 157].
«La palabra de Yahveh me fue dirigida (se sobreentiende: a Ezequiel el profeta) en estos términos: Hijo de hombre (observación: al profeta se le llama hijo de hombre, no de Dios, a causa del pecado original heredado, una tara involuntaria que impide al ser humano reflejar debidamente la personalidad del Creador, a diferencia de Adán y Eva antes de su caída en desgracia), entona una elegía (una especie de poema amargo y acongojado) sobre el rey de Tiro. Le dirás: Así dice el Señor Yahveh: Eras el sello de una obra maestra, lleno de sabiduría, acabado en belleza. En Edén estabas (se sobreentiende: no el rey de Tiro sino su equivalente egocentrista sobrehumano, a saber, el ser angélico que algunos comentaristas bíblicos llaman Luzbel o Lucifer), en el jardín de Dios. Toda suerte de piedras preciosas formaban tu manto: rubí, topacio, diamante, crisólito, piedra de ónice, jaspe, zafiro, malaquita, esmeralda; en oro estaban labrados los aretes y pinjantes que llevabas, aderezados desde el día de tu creación (se sobreentiende: este Luzbel fue creado con un cuerpo celeste o sobrehumano extremadamente hermoso). Querubín protector de alas desplegadas te había hecho yo, estabas en el monte santo de Dios, caminabas entre piedras de fuego (se sobreentiende: el Creador había dotado a este ser sobrehumano no sólo de gran belleza, sino también de gran poder). Fuiste perfecto en conducta desde el día de tu creación (se sobreentiende: este querubín, Luzbel, manifestó un primer tramo de su existencia reflejando la personalidad divina y adhiriéndose a la guía divina), hasta el día en que se halló en ti iniquidad (se sobreentiende: dicho querubín aparentemente inició su perversa andadura existencial cuando, posesionándose de una serpiente y usando técnicas de ventriloquía o similar, engañó a la primera mujer en el jardín edénico)» (Libro de Ezequiel, capítulo 28, versículos 11-16; Biblia de Jerusalén).
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[REPOSO MENTAL, comentario 158].
Un examen reflexivo de varios pasajes de la sagrada escritura que mencionan explícita o implícitamente la actividad de la criatura sobrehumana denominada Lucifer muestra que, a partir del momento en que Eva cayó en desgracia por su causa, se empezó a generar un progresivo malestar y recelo en la región celestial o suprauniverso, en el seno mismo de la multimillonaria cantidad de seres angélicos que componen la colectividad sobrehumana. Dicho clima enrarecido debió someter a dura prueba a esas criaturas del suprauniverso, en cuanto a si confiarían en la guía divina o no. La semilla de la desconfianza produjo su mala cosecha también entre dichos seres inteligentes, a juzgar por lo que se narra en el Génesis. La habilidad para presentar la mentira como si fuera una verdad razonable, la cual entrampó exitosamente a la primera mujer, fue probablemente la principal herramienta que usó este Luzbel para hacer caer igualmente a muchos de sus compañeros angélicos. A este respecto, la sagrada escritura declara que algún tiempo después del asesinato de Abel a manos de Caín su hermano y algún tiempo antes del Diluvio, ocurrió lo siguiente.
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[REPOSO MENTAL, comentario 159].
“Y acaeció que, cuando comenzaron los hombres a multiplicarse sobre la faz de la tierra (se sobreentiende: la prole de Adán y Eva), y les nacieron hijas, viendo los hijos de Dios (se sobreentiende: los seres angélicos o sobrehumanos eran esos hijos de Dios y no los hombres, pues los seres humanos estaban ya afectados por el pecado original heredado de sus primeros padres, Adán y Eva, cuya transmisión era tal vez de naturaleza fuertemente epigenética) las hijas de los hombres que eran hermosas (se sobreentiende: de una hermosura muchísimo más acentuada que la de hoy día, dado que, según el relato sagrado, la gente de aquellos tiempos era longeva y vivía cerca de mil años; y esto debía estar relacionado con una salud radiante actualmente desconocida, la cual se traduciría en una ausencia de defectos físicos y consecuentemente en una apariencia estética cautivadora), tomaron mujeres (se sobreentiende: algunos seres angélicos materializaron cuerpos y, a través de los mismos, gozaron de relaciones sexuales con determinadas mujeres, probablemente seduciéndolas), escogiendo entre todas (se sobreentiende: esos seres angélicos debieron tener mucho éxito entre la población femenina, pues los tales se permitieron el lujo de seleccionar a las féminas más apetecibles para ellos)” (Génesis, capítulo 6, versículos 1-2; Biblia de Reina-Valera).
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[REPOSO MENTAL, comentario 160].
Este texto sagrado, al ser visto a la luz del Apocalipsis y del pasaje del Génesis que narra la caída en desgracia de Adán y Eva, permite extraer un denominador común aleccionador, a saber: La sutil y engañosa forma de actuar de la criatura Luzbel consiguió sembrar necesidades no naturales tanto en los primeros padres humanos como en una multitud de seres angélicos del suprauniverso, de tal manera que todos ellos quedaron entrampados y esclavizados a un sistema de vida independiente de la guía del Creador. La cita del Apocalipsis, que comentaremos después, es la siguiente: “Y apareció otra señal en el cielo: y he aquí un grande dragón bermejo, que tenía siete cabezas y diez cuernos, y en sus cabezas siete diademas. Y su cola arrastraba la tercera parte de las estrellas del cielo, y las echó en tierra. Y el dragón se paró delante de la mujer que estaba de parto, a fin de devorar a su hijo cuando hubiese nacido” (Libro del Apocalipsis, capítulo 12, versículos 3-4; Biblia de Reina-Valera).
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[REPOSO MENTAL, comentario 161].
Los exegetas más acreditados de la sagrada escritura convienen en que el “dragón bermejo” (rojo o de color del fuego) del Apocalipsis, que aparece tres veces en este libro y sólo en él en toda la Biblia, representa a un monstruo terrorífico que, cual serpiente, devora a sus víctimas de una manera sigilosa y silenciosa, tal como lo hace el Diablo. Se trata, pues, del Luzbel antedicho, cuya capacidad de persuasión ha llevado a una tercera parte de las simbólicas “estrellas” de los cielos (criaturas angélicas, como él) al desastre existencial. El número de tales víctimas debió ser de millones (o de miles de millones) de seres angélicos, los cuales, azuzados por las instancias satánicas, permitieron que germinara en ellos una serie de deseos antinaturales que culminaron en un alejamiento definitivo e irreversible de la guía divina. Y todo ello desembocó, por lo visto, en una mixtura humano demoníaca con impregnaciones sexuales, poco antes del Diluvio, la cual generó una sociedad prediluviana extremadamente pervertida y viciosa, que amenazaba con arruinar de la peor manera imaginable todo vestigio de sana conducta que pudiera hallarse. De ahí que el Creador se viera en la necesidad de traer un Diluvio y preservar a Noé y su familia, quienes vivieron al filo de la amenaza de ser engullidos.
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[REPOSO MENTAL, comentario 162].
Si, como sostienen algunos investigadores, la mayor parte de la mitología griega se basa en hechos reales que con el tiempo sufrieron la erosión de la fantasía popular, cabe preguntarse si tales hechos tuvieron que ver de alguna manera con la situación prediluviana narrada en el Génesis. Pues dicha mitología presenta un colectivo de dioses de moralidad más baja que la de los propios humanos, dioses que incluso empleaban animales como señuelo para seducir a algunas mujeres hermosas (verbigracia: Leda y el cisne); y todo esto cuadraría bastante bien con la identidad de los seres angélicos que, según el Génesis, cohabitaron con las atractivas hijas de los hombres. A grandes rasgos considerado, ello detraería probablemente de que hoy se vislumbrara pormenorizadamente la verdadera dimensión de las prácticas pervetidas que sin duda debieron sucederse en aquel ambiente malsano (bestialismo, incesto, lascivia indescriptible, refinamientos extremadamente morbosos, etc.). O sea, la vida en la biosfera pudo haber entrado en una fase amoral terminal, por lo menos en lo que respecta al tejido social antrópico y a los animales cercanos o incorporados a él. Así que, desde este prisma, no tiene nada de extraño que el Diluvio fuera una medida terapéutica divina muy oportuna, que pusiera el punto final a la vorágine creciente de un mundo pervertido.
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[REPOSO MENTAL, comentario 163].
Un examen profundo de las sagradas escrituras revela que el Creador siempre ha optado por permitir que una operación de error individual o colectiva, llevada a cabo por algunas de sus criaturas inteligentes, siga su curso creciente o decreciente hasta desembocar en un estadio final resolutivo, para mal transitorio o para bien. Esta actuación divina tiene su base en las mismas premisas creativas que impulsaron al Todopoderoso a traer a la existencia seres inteligentes dotados de libre albedrío; y también en el alcance perspicaz del Altísimo, que prevé que el desarrollo de ciertos acontecimientos alejados de su sabia guía serán el mejor testimonio experiencial que permitirá a sus criaturas inteligentes comprender las gravísimas consecuencias que se derivan de hacer caso omiso de la norma divina o de, peor aún, resistirla deliberadamente. Desde el Génesis hasta el Apocalipsis, una y otra vez, se documentan ejemplos de la historia sagrada en este sentido. La rebelión edénica fue el primero de ellos, y sus desenvolvimientos posteriores mostraron con claridad los resultados lamentables (enfermedad, vejez, muerte; primer crimen, deterioso social prediluviano, etc.) que tuvieron que cosecharse sin remedio. Tras el Diluvio, la rebelión nemródica y la terca obstinación faraónica, a pesar de diez plagas de virulencia creciente, estuvieron entre esos testimonios documentales; y así sucesivamente. Además, ciertos pasajes sagrados dejan entrever que hay en curso un proceso judicial a nivel universal, que aparentemente comenzó cuando se produjo la rebelión edénica y el cual continúa hasta el momento presente; es un proceso abierto, cuya sede principal se encuentra en el suprauniverso.
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[REPOSO MENTAL, comentario 164].
No es que Dios mismo tenga que demostrarse nada, pues la sagrada escritura dice que su sabiduría no conoce límites. Sin embargo, al hacerse Creador de seres inteligentes hechos a su imagen (como señala el Génesis), adquirió un compromiso con sus criaturas inteligentes, las cuales sí necesitan aprender por las buenas o por las malas cuáles son las terribles consecuencias de eludir el consejo divino. Parece que Dios no deja el asunto a modo de ensayo y error, de tal manera que sus criaturas inteligentes tengan que pagar un alto precio por carecer de guía apropiada. Más bien, en determinados aspectos arriesgados, Dios expone cuál es la norma adecuada a seguir mediante heraldos, maestros y profetas, y espera que la sensatez natural de los seres inteligentes los induzca a obedecer unas instancias provenientes de la más alta sabiduría. La obediencia a la guía divina es, en tal caso, una salvaguarda; aunque se espera que con el transcurso del tiempo y con el acúmulo de experiencia teórica y práctica, los seres inteligentes que logren sobrevivir gracias a su obediencia se percaten en todo detalle de las razones profundas y convincentes que subyacen a toda norma divina. Es parecido a un niño, cuya obediencia a los padres le procura seguridad; pero ya de adulto, comprende bien las razones incuestionables que refrendaban una tal obediencia.
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[REPOSO MENTAL, comentario 165].
Si, como se infiere de algunas porciones de la sagrada escritura, estamos viviendo actualmente una etapa judicial suprauniversal que viene de antiguo y que permite la posibilidad de posicionarse (a nivel individual y colectivo) a favor o en contra de la causa divina, es patente que la toma de decisiones que un ser humano o un grupo humano efectúe con respecto a su derrotero existencial lo acercará o lo alejará de la guía divina y, consecuentemente, de la eventual protección divina. Pues bien, dado que en toda la extensión de la realidad (universo material y suprauniverso) no parece haber un terreno de nadie, el derrotero existencial que cada cual opte por seguir lo colocará en un ámbito u otro. Esto explicaría porqué al presente todavía persiste la influencia demoníaca, a saber: estamos viviendo tiempos de posicionamiento. La libertad decisoria de cada criatura inteligente, y en especial la de los humanos, debe culminar en un punto candente de la historia venidera, según la profecía: “Y vi salir de la boca del dragón (se sobreentiende: una propagando subliminal de índole satánica), y de la boca de la bestia (se sobreentiende: de gobiernos humanos que se comportan como bestias depredadoras), y de la boca del falso profeta (se sobreentiende: agencias religioso-políticas que profetizan o vaticinan paz y seguridad para el mundo antrópico, cuando la realidad es bien distinta), tres espíritus inmundos a manera de ranas (se sobreentiende: tres influencias morbosas de persistente croar a modo de telón de fondo que sirven para alejar de la guía divina a la humanidad). Porque son espíritus de demonios (se sobreentiende: influencias morbosas demoníacas que usan a humanos poseídos, como Hitler y otros), que hacen milagros (se sobreentiende: consiguen proezas increíbles, a pesar de tener una mente enfermiza o psicopática que teóricamente los incapacitaría), para ir a los reyes de toda la tierra y de todo el mundo (se sobreentiende: el objetivo es controlar malsanamente a todo el mundo, bien de manera tiránica o de forma persuasiva), para congregarlos para la batalla de aquel gran día del Dios Todopoderoso (se sobreentiende: el estado final es una confrontación inevitable contra el Todopoderoso, al acometer no sólo contra la obra creativa del Altísimo en este planeta sino también contra todo aquello que de alguna manera favorezca la guía divina). Y los congregó en el lugar que en hebreo se llama Armagedón (se sobreentiende: un enclave simbólico caracterizado por dar pie a una confrontación de carácter decisivo)” (Apocalipsis, capítulo 16, versículos 13, 14 y 16; Biblia de Reina-Valera).
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[REPOSO MENTAL, comentario 166].
Como en todos los fenómenos emergentes de carácter biológico, no existe una delimitación absolutamente precisa entre la libertad de elección individual y la colectiva. Muchas decisiones individuales comportan una componente de presión colectiva borrosa y fuerte, y numerosas decisiones colectivas pueden estar bastante determinadas por la influencia de líderes carismáticos y totalitarios o por sugestiones propagandísticas hábiles y eficaces. Este medio heterogéneo y fluctuante es bien aprovechado por las fuerzas inteligentes malignas sobrehumanas, las cuales se infiltran por los numerosos recovecos ambiguos del sistema social humano para lanzar sus sutiles y corrosivas influencias devastadoras contra la guía divina. Es por esta razón por la que, aparentemente, la sagrada escritura expresa: “Aborrezco la doblez (se sobreentiende: aborrecer la falta de resolución de cara a posicionarse a favor de la guía divina) y amo tu ley (se sobreentiende: amar o apegarse a la guía divina)” (Libro de los salmos, capítulo 119, versículo 113; Biblia de Jerusalén).
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[REPOSO MENTAL, comentario 167].
Desde este prisma se puede comprender cuál es la influencia que está detrás, y cuál es el resultado previsible, de todo aquel sendero que se aleja de la guía divina, máxime cuando la sagrada escritura también advierte: “Y no es maravilla (se sobreentiende: no es una sorpresa que coja desprevenido al estudioso de la sagrada escritura), porque el mismo Satanás se transfigura (se sobreentiende: adopta una forma ficticia o un disfraz) en ángel de luz (se sobreentiende: agente de iluminación espiritual y existencial). Así que, no es mucho (se sobreentiende: no es una exageración increíble) si sus ministros se transfiguran como ministros de justicia (se sobreentiende: servidores de una causa de justicia o equidad aparente, no fundamentada en la norma moral divina); cuyo fin (se sobreentiende: las consecuencias, o la relación de causa a efecto) será conforme a sus obras” (Segunda epístola del apóstol Pablo a los cristianos de Corinto, capítulo 11, versículos 14-15; Biblia de Reina-Valera).
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[REPOSO MENTAL, comentario 168].
Ésta es, pues, la iluminación que ofrece la sagrada escritura, es decir, un esclarecimiento revelatorio que nos permite elevarnos a una considerable altura para poder ver todo el paisaje que pertenece a una realidad incapaz de ser detectada por los miopes medios humanos; así que no se trata de una sabiduría esotérica ni mística, que hipotéticamente están más allá de la razón o de la capacidad cognitiva natural humana, sino simplemente de una revelación de datos proporcionados por una fuente dotada de un “telescopio” y de un “microscopio” que deja en pañales a toda la ciencia y la tecnología desarrolladas por el hombre. La misma sagrada escritura dice al respecto: “No hay sabiduría, ni inteligencia, ni consejo (se sobreentiende: no hay consejo acertado para la toma de decisiones existenciales), contra el Señor (se sobreentiende: echando a un lado la guía divina)” (Libro de los proverbios de Salomón, capítulo 21, versículo 30; Biblia de Reina-Valera).
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[REPOSO MENTAL, comentario 169].
Según Watkins, como ya se ha mencionado anteriormente, el segundo líder espiritual más famoso del mundo actualmente parece ser Ekhart Tolle (Lunen, Alemania, 1948), considerado por el New York Times como el autor de textos espirituales más leído de Estados Unidos. Es un alemán que se consagró como una de las máximas autoridades en el campo de la denominada “transformación interior” y el “despertar de la conciencia”. Tan sólo su obra más famosa, “El poder del ahora”, ha vendido más de cinco millones de copias.
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[REPOSO MENTAL, comentario 170].
Eckhart Tolle vivió con su padre en Alicante (España) desde los 13 años, hasta que se trasladó a Inglaterra a los 20 años. No recibió una educación formal a partir de los 13 años, aunque sí recibió cursos de idiomas y otras materias. Acudió a la escuela nocturna para cumplir los requisitos de admisión en las universidades inglesas. Estudió en las Universidades de Londres y Cambridge. Tras pasar por algún templo budista en Glastonbury, a los 29 años, Tolle experimentó lo que él considera una transformación espiritual que marcó el principio de su labor como consejero y maestro espiritual. Desde 1996 Tolle vive en Vancouver, Columbia Británica (Canadá), con su mujer, Kim Eng. Él afirma haber experimentado un despertar espiritual a los 29 años, después de padecer largos periodos de depresión, y estando a punto del suicidio. Tras la “iluminación”, abandonó su tesis doctoral en la Universidad de Londres y, sin empleo, durmió bastantes noches en los bancos de Hampstead Heath, a la intemperie. Pasó varios años de vagabundo sin trabajo, en un estado de profunda “paz interior”, según él, antes de convertirse en “maestro espiritual”; tras lo cual se mudó a Canadá. Su ensayo “El poder del ahora” enfatiza la importancia de ser consciente del momento presente para no perderse en los pensamientos. En su opinión, el presente es la puerta de acceso a una elevada sensación de paz; afirma que “Ser ahora” conlleva una conciencia que está más allá de la mente, la cual ayuda a trascender el “cuerpo-dolor”, que es creado por la identificación con la mente y el ego. Su último libro, “Una nueva tierra”, cuyo título de la edición española es “Un nuevo mundo, ahora”, explora la estructura del ego humano y cómo éste actúa para distraer a la gente de su experiencia presente en el mundo. Otras obras suyas son “El silencio habla” y “Practicando el poder del ahora”.
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[REPOSO MENTAL, comentario 171].
Tolle no está alineado con ninguna religión o tradición en particular. Sin embargo, en el libro “Diálogos con maestros espirituales emergentes”, de John W. Parker, Tolle habla de tener una fuerte conexión con Jiddu Krishnamurti y Ramana Maharshi, y afirma que sus propias enseñanzas son una síntesis de las enseñanzas de estos dos maestros. Además, sostiene que escuchando y hablando con Barry Long comprendió las cosas más profundamente. Por otra parte, las influencias a las que se hace referencia en “El poder del ahora” son los escritos de Meister Eckhart, Advaita Vedanta, un curso de milagros, el sufismo y la poesía de Rumi, así como la escuela Rinzai de Budismo Zen; y el libro también interpreta frases de Jesucristo recogidas en la Biblia.
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[REPOSO MENTAL, comentario 172].
Es comprensible que Tolle se haya convertido en un líder espiritual del momento presente, como ya se ha comentado antes. El ser humano promedio es fundamentalmente una unidad psicofísica de preeminencia mental, cosa que no tiene nada de extraño si observamos que su morfología está fuertemente supeditada al protagonismo del sistema nervioso central y, dentro de él, al neurocórtex (soporte físico de las funciones racionales superiores). Entonces, como cabría esperar, desde ese centro nervioso superior y sus anexos se producen fenómenos emergentes de autoconsciencia y autorreferencia que se traducen en preguntas existenciales que deben ser respondidas, so pena de causar graves conflictos mentales. Un ejemplo aclarativo nos servirá al respecto, una analogía: Un niño sano y bien criado, que posee una necesidad imperiosa de quemar energía mediante el juego, debido a una demanda interior de su organismo en crecimiento; pero si se cohibe esa necesidad de manera permanente, se estaría agrediendo seriamente la salud integral del infante; por lo tanto, conculcar la libre expresión de preguntas existenciales que son demandadas por la mente humana para poder dar algún rumbo satisfactorio a la vida del individuo tiene que acarrear necesariamente un efecto de insalubridad mental; aunque estas consecuencias no son uniformes para todo el mundo, ya que hay individuos muy sensibles a la necesidad de respuestas existenciales y hay otros individuos bastante obtusos a ellas; incluso, frecuentemente, hay personas que sólo se ven apremiadas por las cuestiones existenciales en una determinada etapa de la vida (juventud, madurez, vejez) y no en otras. La biografía de Tolle lo suscribe aparentemente a este último caso, es decir, a la experimentación de una pulsión interrogativa existencial que le acaeció hacia los 29 años de edad.
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[REPOSO MENTAL, comentario 173].
Cuando un individuo se ve aquejado de una crisis existencial y se toma la iniciativa de buscar alguna clase de respuesta que satisfaga a su mente, caben dos posibilidades. O bien el sujeto no encuentra en su entorno una respuesta convincente (es decir, un convencimiento fundamentalmente subjetivo más bien que objetivo) y entonces no tiene más remedio que elaborar su propia doctrina, usando para ello los conocimientos adquiridos y sus propias ocurrencias especulativas, como aparentemente ha sido el caso de Sócrates con el “alma inmortal”, Sidharta Gautama con la “vía intermedia” y, más recientemente, Ekhart Tolle con “El poder del ahora”. O bien el individuo encuentra en su medio social una respuesta subjetivamente convincente vinculada a algún tipo de culto o filosofía, como es el caso de la mayoría de las personas que se hacen seguidoras sinceras de un líder espiritual. Pero, prescindiendo de las experiencias decepcionantes relacionadas con la hipocresía y la manipulación egoísta del liderazgo para beneficio personal, lo cierto es que no pocos líderes espirituales se han convertido en tales porque de una manera natural se les han ido agregando personas con inquietudes existenciales que han encontrado respuesta en la forma de entender la vida de dichos personajes.
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[REPOSO MENTAL, comentario 174].
En este punto, llegamos a una interesante conclusión. Hay una pulsión natural en la mayoría de los seres humanos que los impulsa a buscar el sentido de la vida, es decir, a satisfacer unas preguntas de carácter existencial; sin embargo, las respuestas que se obtienen pueden ser fidedignas o ficticias, siendo estas últimas las que más abundan. Por lo tanto, surgen las siguientes cuestiones pertinentes: ¿Quiénes son aquéllos, si es que los hay, que han podido encontrar las respuestas fidedignas? ¿Existen siquiera tales respuestas?
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[REPOSO MENTAL, comentario 175].
Bueno, la sagrada escritura nos permite comprender que el mundo de la humanidad se halla en un estado tan elevado de confusión doctrinal que es prácticamente imposible que un individuo pueda encontrar una respuesta acertada a sus interrogantes existenciales sin que medie alguna clase de ayuda benévola procedente del Creador, debiéndose contentar en el mejor de los casos, en ausencia de la ayuda divina, con unas pautas ilusorias que le permitan silenciar su necesidad de rumbo vital. Se trata de una situación similar a la del hambiento desesperado, que es capaz de saciar su apetito ingiriendo serrín de corcho empapado en agua. A este respecto, es interesante el siguiente pasaje sagrado: “Hijo mío, si das acogida a mis palabras, y guardas en tu memoria mis mandatos, prestando tu oído a la sabiduría, inclinando tu corazón a la prudencia; si invocas a la inteligencia y llamas a voces a la prudencia; si la buscas como la plata y como un tesoro la rebuscas, entonces entenderás el temor de Yahveh y la ciencia de Dios encontrarás. Porque Yahveh es el que da la sabiduría, de su boca nacen la ciencia y la prudencia” (Libro de los proverbios de Salomón, capítulo 2, versículos 1-6; Biblia de Jerusalén).
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[REPOSO MENTAL, comentario 176].
Por lo tanto, parece que el individuo afectado es el que debe evidenciar, mediante su propia toma de deciciones, que realmente desea encontrar respuestas a sus preguntas existenciales; y no sólo eso sino, además, debe hacer patente que busca respuestas fidedignas y no simplemente respuestas que tengan el efecto de calmar sus inquietudes aunque sea por autoengaño. De hecho, para los que siguen tratando de asegurarse de la verdad existencial, Jesucristo, conocedor de que el Padre Celestial no es insensible a este tipo de demandas, declaró: “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; tocad, y se os abrirá. Porque cualquiera que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que toca, se le abre. ¿Qué hombre hay de vosotros, a quien si su hijo le pidiere pan, le dará una piedra? ¿Y si le pidiere un pez, le dará una serpiente? Pues si vosotros, siendo malos (se sobreentiende: en comparación con la elevada perfección divina), sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos, dará buenas cosas a los que le piden?” (Evangelio de Mateo, capítulo 7, versículos 7-11; Biblia de Reina-Valera).
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Reposo mental es
Silencio
Música
Amor
Sol
Amistad
...
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[REPOSO MENTAL, comentario 177].
Es sorprendente la enorme cantidad de personas que viven sus vidas complacidas en el autoengaño, y peor aún: sin demostrar siquiera un mínimo asomo de inquietud existencial. No sabemos hasta qué grado las presiones culturales y las taras mentales hereditarias pueden causar tan impresionante predisposición, porque da la impresión de que dichos factores tienen un elevado peso específico en cuanto a ello. Quizás por eso, Jesucristo dijo: «No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzguéis seréis juzgados, y con la medida con que midáis se os medirá. ¿Cómo es que miras la brizna que hay en el ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que hay en tu ojo? ¿O cómo vas a decir a tu hermano: “Deja que te saque la brizna del ojo”, teniendo la viga en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces podrás ver para sacar la brizna del ojo de tu hermano» (Evangelio de Mateo, capítulo 7, versículos 1-5; Biblia de Jerusalén).
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[REPOSO MENTAL, comentario 178].
Por lo tanto, dada la extremada complejidad de las causas que dan lugar a la conducta humana (tan complicadas que ni siquiera el individuo promedio atina a comprenderse a sí mismo; y el que cree que sí se autoconoce bien suele caer en perplejidad cuando, al enfrentarse a situaciones límite, contempla cómo su propia personalidad se dispara y se escapa de control), es inútil que uno trate de efectuar un juicio acertado acerca del grado de culpabilidad del comportamiento ajeno e incluso, a veces, del propio modo de actuar. De ahí la importancia de seguir la guía divina, la cual ha sido dada con el propósito, no de recriminar sino, de evitar peligros y riesgos fatales. Tal guía nos advierte de ámbitos y enclaves que es conveniente bordear, e incluso de indiviuos o colectividades que conviene evitar, siempre con la precaución de no juzgar a las personas intrínsecamente sino más bien valorar extrínsecamente las influencias y situaciones en las que dichas personas se encuentran y eludir el riesgo de aproximación. Como el caso de un enfermo de ébola, no se debería juzgar como mala persona al individuo que es portador sino que se tildaría de abominable a la enfermedad.
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[REPOSO MENTAL, comentario 179].
Pues bien, en este sentido la guía iluminatoria propuesta por el señor Tolle parece colisionar en determinados aspectos con la guía propuesta por la sagrada escritura, aunque esto no quiere decir que la intención de este hombre “iluminado” sea mala; posiblemente él esté persuadido de que ha encontrado una respuesta existencial digna de ser compartida, para bien de otros, ya que que él mismo asegura haber alcanzado con ella una gran bendición. Sin embargo, como ya se ha mencionado anteriormente, John Parker ha recogido de Tolle la declaración de tener una fuerte conexión con Jiddu Krishnamurti y Ramana Maharshi, así como la afirmación de que sus propias enseñanzas son una síntesis de las enseñanzas de estos dos maestros. ¿Qué enseñaban estos dos “grandes” maestros?
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[REPOSO MENTAL, comentario 180].
Según la Wikipedia, Jiddu Krishnamurti (1895-1986) fue un conocido escritor y orador en materia filosófica y espiritual. Entre sus principales temas se incluían el propósito de la meditación, las relaciones humanas, la naturaleza de la mente y cómo llevar a cabo un cambio positivo en la sociedad global. Alegaba no tener nacionalidad, ni pertenecer a ninguna religión, clase social o pensamiento filosófico. Pasó la mayor parte de su vida como conferenciante y profesor, viajando por el mundo y enseñando sobre la mente humana, tanto a grandes como a pequeños grupos. Fue autor de varios libros y a la edad de 90 años dio una conferencia en la ONU acerca de la paz y la conciencia, y recibió la Medalla de la Paz de la ONU en 1984.
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[REPOSO MENTAL, comentario 181].
Importantes e insólitos acontecimientos se destacan en la vida temprana de Krishnamurti, además de los años de formación en Inglaterra, bajo la instrucción y disciplina de diversos tutores privados, en los que se subraya su fracaso académico al suspender en distintas oportunidades los exámenes de admisión de la universidad de Oxford. Hacia la edad de treinta años, sus ideas se encontraban plenamente maduras, habiéndose gestado progresivamente dentro de él, desde algún tiempo atrás, una revolución silenciosa radicalmente contraria a todo el adoctrinamiento y a la educación que hasta el momento había recibido. A partir de entonces, y durante casi sesenta años, Krishnamurti viajó por todo el mundo realizando conferencias a grandes audiencias, escribiendo, estableciencdo escuelas y fundaciones, y hablando de la urgente e inaplazable necesidad de un cambio radical y fundamental en la humanidad.
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[REPOSO MENTAL, comentario 182].
Las innumerables conferencias, diálogos, seminarios y escritos que constituyen el cuerpo de la enseñanza de Krishnamurti no se entienden en profundidad sino a la luz de su biografía, observándose un hilo conductor muy claro y definido entre ambas. Sus ideas no son más que la esencia destilada de lo que fue su existencia. Pues la vida de este pensador se realizó bajo dos orientaciones bastante marcadas y opuestas, las cuales segmentan su trayectoria en dos grandes etapas: los años de adoctrinamiento y formación, y los años como librepensador u observador de la naturaleza humana. A lo que se debe añadir que la mente de Krishnamurti jamás fue realmente adoctrinada. Permaneció inmutable y no comprometida, nunca aleccionada ni condicionada de ningún modo. Murió auténticamente libre en este sentido, tal cual nació. Además, ambas orientaciones y etapas en su trayectoria articulan el sentido de su cosmovisión, encontrándose fielmente expresadas bajo distintas formas y terminologías a lo largo de su narrativa: el condicionamiento y la negación crítica de lo conocido, la ilusión y la verdad, la ignorancia y la inteligencia, el pensamiento y la meditación. En definitiva, sus vivencias marcaron su pensamiento y sus creencias, por lo que su “iluminación” quedó supeditada a su particular percepción de la realidad.
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[REPOSO MENTAL, comentario 183].
Es interesante lo que le ocurrió a Krishnamurti en 1922, es decir, cuando frisaba los 27-28 años de edad. Ese año viajó junto a su hermano Nitya a Estados Unidos, concretamente a California. Allí se sumergió en un intenso proceso de “despertamiento espiritual” que cambió el curso de su vida. Este despertar espiritual fue presenciado y testimoniado por Nitya, quien describió que su hermano, durante semejante proceso, padecía fuertes dolores, se desmayaba, llamaba en lengua nativa a su madre, pedía que lo llevaran al bosque de la India y hablaba de la presencia de seres poderosos. Nitya afirmó que parecía evidente que se estaba produciendo un vaciado de la conciencia de Krishnamurti, junto a extraños momentos en los que sentía una “gran presencia”. A este respecto, Krishnamurti, más tarde, describió: “El 17 de agosto sentí un dolor agudo en la base de la nuca y tuve que reducir mi meditación a quince minutos. El dolor, en vez de mejorar como había esperado, empeoró. El clímax fue alcanzado el día 19. Yo no podía pensar, no era capaz de hacer nada, y mis amigos me obligaron a permanecer en cama. Luego quedé casi inconsciente, aunque me daba cuenta muy bien de lo que sucedía a mi alrededor. Volvía en mí diariamente cerca del mediodía. Ese primer día, mientras estaba en tal estado y más consciente de las cosas que me rodeaban, tuve la primera y más extraordinaria experiencia. Había un hombre reparando la carretera; ese hombre era yo mismo, yo era el pico que él sostenía, la piedra misma que él estaba rompiendo era parte de mí, la tierna hoja de hierba era mi propio ser y el árbol junto al hombre era yo. Casi podía sentir y pensar como el hombre que reparaba la carretera, podía sentir el viento pasando a través del árbol, y la pequeña hormiga sobre la hojita de pasto. Los pájaros, el polvo, y el mismo ruido eran parte de mí. Justo en ese momento pasaba un auto a cierta distancia; yo era el conductor, la máquina y las llantas. Conforme el auto se alejaba, yo también me alejaba de mí mismo. Yo estaba en todas las cosas o, más bien, todas las cosas estaban en mí, tanto las inanimadas como las animadas, las montañas, el gusano y toda cosa viviente”.
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[REPOSO MENTAL, comentario 184].
Nitya, en una carta a Annie Besant, aseguraba que hacia el fin de sus terribles dolores, Krishnamurti decía haber tenido visiones del Buda, de Maitreya y de otros maestros de la jerarquía “oculta”: “El proceso de Krishna ha dado ahora un definitivo paso adelante. La otra noche (...) todos sentimos un gran embate de poder en la casa, (...) Krishna vio al Señor y al Maestro; pienso que también vio la Estrella brillando afuera esa noche, porque todos nosotros experimentamos una intensa sensación de reverente temor (...). Después Krishnamurti me dijo que la corriente comenzó como de costumbre en la base de su espina dorsal y alcanzó la base posterior de su cuello, luego una parte pasó al lado izquierdo y la otra al lado derecho de la cabeza, y por fin se encontraron ambas en la frente. Cuando se encontraron, desde su frente surgió una llama. Ése es el desnudo resumen de lo que ocurrió; ninguno de nosotros sabe lo que ello significa, pero el poder era tan inmenso esa noche, que parece señalar una etapa definitiva. Presumo que debe significar la apertura del tercer ojo”. Estos hechos constituyen para nosotros, por lo tanto, una referencia a lo paranormal o sobrehumano; es decir, una influencia o una posesión de carácter demoníaco (refrendado por el hecho de que las consecuencias de semejante “iluminación” llegaron a tener un claro efecto de alejamiento de la guía divina contenida en la sagrada escritura, como veremos a continuación).
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[REPOSO MENTAL, comentario 185].
El 13 de noviembre de 1925, en medio de una tempestad, sobrevino la muerte de Nitya y Krishnamurti quedó destrozado; sollozaba, gemía y lloraba a gritos por su hermano. Con su madre muerta, exiliado de su padre y demás hermanos a quienes no había vuelto a ver, su pequeño Nitya había sido su única familia y su querido compañero. Pero no era sólo esa la fuente de su desesperación. Había puesto la vida de su hermano en manos de los grandes maestros espirituales Maitreya y Buda, ante quienes consideraba tener acceso directo a través de practicas esotéricas. Por lo tanto, la muerte de Nitya hizo desmoronar como un castillo de naipes sus creencias y su fe en los maestros y en la jerarquía oculta. Entonces, experimentó en esos momentos una revolución adicional y total. Las consecuencias se pueden deducir de un diario de Krishnamurti titulado “El libro de la vida”, el cual contiene el siguiente pasaje: “Si hemos de crear un mundo nuevo, una nueva civilización, un arte nuevo, no contaminado por la tradición, el miedo, las ambiciones, si hemos de originar juntos una nueva sociedad en la que no existan el tú y el yo, sino lo nuestro, ¿no tiene que haber una mente que sea por completo anónima y que, por lo tanto, esté creativamente sola? Esto implica, ¿no es así?, que tiene que haber una rebelión contra el conformismo, contra la respetabilidad, porque el hombre respetable es el hombre mediocre, debido a que siempre desea algo; porque su felicidad depende de la influencia, o de lo que piensa su prójimo, su gurú, de lo que dice el Bhagavad Gita o los Upanishads o la Biblia o Cristo. Su mente jamás está sola. Ese hombre nunca camina solo, sino que siempre lo hace con un acompañante, el acompañante de sus ideas. ¿No es, acaso, importante descubrir, ver todo el significado de la interferencia, de la influencia, ver la afirmación del yo, que es lo opuesto de lo anónimo? Viendo todo eso, surge inevitablemente la pregunta: ¿Es posible originar de inmediato ese estado de la mente libre de influencias, el cual no puede ser afectado por su propia experiencia ni por la experiencia de otros, ese estado de la mente incorruptible, sola? Únicamente entonces es posible dar origen a un mundo diferente, a una cultura y una sociedad diferentes donde puede existir la felicidad”.