Iniciado por
misericordia
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Antes de que Jesucristo nos predicara el Evangelio, el Señor a través del profeta Isaías había dicho a Israel:
"Lo que vio Isaías hijo de Amoz acerca de Judá y de Jerusalén.
Acontecerá en lo postrero de los tiempos, que será confirmado el monte de la casa de Yavé como cabeza de los montes, y será exaltado sobre los collados, y correrán a él todas las naciones. Y vendrán muchos pueblos, y dirán: Venid, y subamos al monte de Yavé, a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará sus caminos, y caminaremos por sus sendas. Porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Yavé. Y juzgará entre las naciones, y reprenderá a muchos pueblos; y volverán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra". (Isaías 2:1-4)...
Estas palabras de Isaias demuestras que la verdadera Ley de Dios no mandaba guerras ni matar a las personas, y esto es lo que nos enseñó Jesucristo cuando nos predicó el Evangelio, cumpliéndose así la profecía que nos decía que de Jerusalén saldría la Ley (la verdadera Ley de Dios), pues cuando Jesucristo predicó el Evangelio, restableció la verdadera Ley de Dios, los verdaderos mandamientos de Dios que había recibido el pueblo en tiempos de Moisés.
Antes de que viniera Jesucristo, el pueblo ya no conocía los verdaderos mandamientos de Dios porque los escribas habían cambiado la Ley de Dios, como nos dice Jeremías 8:7-8, y por eso el viejo testamento estaba cargado de preceptos de hombres.
Jesucristo nos enseña que lo que Dios quiere es el respeto a la vida de las personas, el amor, la misericordia, el perdón y el reparto de los bienes.
Sigue............