¿Qué credibilidad puede tener la religión cristiana, si su mayor dogma le fue impuesto por un emperador pagano, Constantino, en el famoso Concilio de Nicea (325)?
Ninguna.
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¿Qué credibilidad puede tener la religión cristiana, si su mayor dogma le fue impuesto por un emperador pagano, Constantino, en el famoso Concilio de Nicea (325)?
Ninguna.
No podemos dudar de la honestidad de los 318 obispos asistentes al Concilio de Nicea (de los 1.800 obispos invitados por Constantino). Todo lo que acordaron fue inspirado por el Espíritu Santo.
Ellos no tienen la culpa de que todo lo que les inspiró el Espíritu Santo coincidiera con los intereses del Emperador Constantino.
Una historia sospechosa; muy sospechosa; extremadamente sospechosa.
No se peca contra la verdad si pensamos que María Magdalena era la persona que mejor conocía a Jesús. Y seguimos sin pecar contra la verdad si decimos que María Magdalena era la persona que mejor conocía el cuerpo de Jesús. En todos los sentidos.
¿Cómo pudo María Magdalena no reconocer a Jesús? Al que, seguramente, tuvo muchas veces entre sus brazos.
¿Cómo pudo María Magdalena confundir a un Jesús resucitado y glorificado por su Padre, con un simple hortelano?
Jesús, cuando gozaba de sus favores ¿Nunca le susurró al oído que resucitaría al tercer día?
¿Qué vestimenta llevaba Jesús resucitado? ¿La propia de un hortelano?
¿Por qué nadie que veía al Jesús resucitado le reconocía?
¿Por qué, incluso presente, dudaban que fuera él?
Existe una evidencia que los cristianos han ignorado. María Magdalena desaparece. La mujer más importante en la vida de Jesús desaparece.
Por que en la supuesta resurrección de Jesús solamente hay una cosa cierta:
--María Magdalena se encontró la piedra del sepulcro removida y el sepulcro vacío—. Todo lo demás, falso.
¿Cuál es la verdad? ¡Vaya usted a saber!
La historia sospechosa:
14 Dicho esto, se volvió y vio a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús.
15 Le dice Jesús: «Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?» Ella, pensando que era el encargado del huerto, le dice: «Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo me lo llevaré.»
(Juan).
Y esta absurda historia deja como embusteros a los otros tres evangelistas.
¡No ganamos para sustos!