Cita:
No debemos preocuparnos por los impúberes que sucumben al nacer. Es verdad que ya no será viable que vean la luz del día ni probarán los gozos o insipiencias de este mundo pero, no obstante, no se pierden de gran cosa, incluso tendríamos que alegrarnos y bendecirlos exaltando una plegaria como ésta:
¡Qué feliz eres, criatura, por haber llegado tan pronto al colofón que millones de hermanos tuyos sólo logran después de mortíferos azotes e innumerables amarguras!
¿Infortunado?, todo lo contrario, te envidio porque regresaste al estado de la nada, en donde no te harán daño alguno ni sufrirás por ilusiones que jamás se cumplirían en tu efímera existencia. La armonía de la que tú te deleitas ahora, millones de infortunados y hermanos tuyos, tienen que obtenerla con su sangre bajo el flagelo de negociantes y gobernantes indignos. Nada, absolutamente nada, has perdido en éste estado terrenal en el que tus pensamientos ya estaban sobornados, vendidos y comprados, y tu señor hubiera sido un empresario insaciable o un amor jamás realizado. La sociedad, que ya tenía preparados tus grilletes, el vestir que ibas a portar, tus ratos de ocio y diversión e inclusive tus amigos, hubiera preferido más no ver, como tú, el alba del día pero, ¡oh, infortunio!, los que no contamos con tu estrella tenemos que consumar el escarmiento pavoroso de vivir.
Vamos: