ahora sigue chupándote el dedo
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Quincuagésimo noveno asesinato de Jehová.
¡Qué historia más golfaaaaaaaaa! Con David, claro.
37 Pero a la mañana, cuando se le pasó el vino a Nabal, le contó su mujer lo sucedido; el corazón se le murió en el pecho y se le quedó como una piedra.
38 Al cabo de unos diez días hirió Yahveh a Nabal y murió.
39 Oyó David que Nabal había muerto y dijo: «Bendito sea Yahveh que ha defendido mi causa contra la injuria de Nabal y ha preservado a su siervo de hacer mal. Yahveh ha hecho caer la maldad de Nabal sobre su cabeza.» Envió David mensajeros para proponer a Abigaíl que fuera su mujer.
(1 Samuel 25:37-39 - Biblia de Jerusalén)
Sexagésimo segundo asesinato de Jehová.
6 Al llegar a la era de Nakón, extendió Uzzá la mano hacia el arca de Dios y la sujetó porque los bueyes amenazaban volcarla.
7 Entonces la ira de Yahveh se encendió contra Uzzá: allí mismo le hirió Dios por este atrevimiento y murió allí junto al arca de Dios.
(2 Samuel 6:6-7 - Biblia de Jerusalén)
(2 Samuel 6:6, 7) Pero, cuando llegaron a la era de Nacón,
Uzá extendió la mano y agarró el Arca del Dios verdadero, porque los toros casi la vuelcan.
7?Entonces Jehová se enojó muchísimo con Uzá.
El Dios verdadero lo ejecutó allí mismo por esa falta de respeto,
y él murió al lado del Arca del Dios verdadero.
Aunque las intenciones de David eran buenas,
su idea de llevar el Arca en un carruaje iba
en contra del mandamiento divino y no tuvo éxito
Cuando Uzah agarró el Arca también se demostró que
las buenas intenciones no cambian los requisitos de Dios.
El relato de Uzah, el hijo de Abinadab, ilustra que Jehová no permite ninguna frivolidad
con respecto a su Soberana Presencia y los objetos relacionados con ella.
Este hombre agarró el arca del pacto para que no volcara y como resultado,
“la cólera de Jehová se encendió contra Uzah,
y el Dios verdadero lo derribó allí por el acto irreverente”. (2Sa 6:3-7.)