Como digo en algún lado, ayer fue jornada de reflexión, y reflexionando y reflexionando, me puse a hacer cuentas. Largas y antiguas cuentas. Sumando y sumando, me encontré alguna sorpresa. Las cuentas me decían que a fin de cuentas, uno debe aprender de los que saben hacer cuentas.
Aunque bien es cierto que no es tan bueno juntar todos los huevos en la misma canasta, también es verdad que la gallina no vale más que cinco duros tal cual ha sabido enseñar el hacedor de cuentas,por más que en las sucesivas transacciones se venda y comprevenda por mil.
Esto me llevó a pensar que los que saben son más inteligentes, y si uno intenta serlo, hay que aprender de ellos. Sacando cuentas, en ese reino aparte que es el de la imágen, es decir el de lo que se vé, la "butxaca" llena la tiene -al parecer- el que más se vé, y la conclusión elemental que saqué, fue que es un error poner veinte plazos fijos de cien, a dos por ciento,en lugar de uno de dos mil al dos con ochenta. En última instancia, son solo dos mil en cualquiera de las dos alternativas... ¡y que son dos mil...!
Esto me llevó a pensar que debía tomar unos mates, y cebándolos y reflexionando no ya sobre esto sino sobre un aspecto de la tipología criolla y otro sobre el pupo del mundo, debí arribar a la conclusión de que era un error hacer plazos fijos diferenciados al respecto, poniendo las cosas si no en el mismo plazo, al menos en el mismo banco.
Me dije que no hay que comer vidrio, y en todo caso, si toca masticarlo -que por allí toca-, por lo menos escupir el carozo. Y así será.
Chau