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KIMO
“Y después de los tres días y medio, espíritu de vida procedente de Dios entró en ellos, y se pusieron de pie, y gran temor cayó sobre los que los contemplaban. Y oyeron una voz fuerte procedente del cielo decirles: ‘Suban acá’. Y subieron al cielo en la nube, y sus enemigos los contemplaron”. (Revelación 11:11,*12.)
Como se ve, tuvieron una experiencia parecida a la de los huesos secos en el valle que Ezequiel visitó en una visión
Jehová sopló sobre aquellos huesos secos, y estos cobraron vida y suministraron un cuadro del renacimiento de la nación de Israel después de 70*años de cautiverio en Babilonia
en Ezequiel 37:1-10, donde se registra la visión simbólica del valle de los huesos secos, se dice que los huesos se juntan, se cubren con tendones, carne y piel, pero “en cuanto a aliento [werú·aj], no*había ninguno en ellos”. A Ezequiel se le mandó que profetizara al “viento [ha·rú·aj]”, diciendo: “De los cuatro vientos [rú·aj] ven, oh viento, y sopla sobre estos que han sido muertos, para que lleguen a vivir”. La referencia a los cuatro vientos muestra que el término “viento” es la traducción apropiada de rú·aj en este caso. Sin embargo, cuando este “viento”, que simplemente es aire en movimiento, entró en las narices de las personas muertas de la visión, se convirtió en “aliento”, que también es aire en movimiento. Por lo tanto, traducir rú·aj por “aliento” en este punto del relato (vs.*10) es más apropiado que traducirla por “espíritu” o “fuerza de vida”. Ezequiel también podría ver los cuerpos empezando a respirar, aunque no*podría ver la fuerza de vida o espíritu que daba energía a dichos cuerpos. Como muestran los versículos 11 al 14, esta visión simbolizaba una revivificación espiritual (no física) del pueblo de Israel, que por un tiempo estuvo en una condición de muerto en sentido*espiritual debido a su exilio en Babilonia. Como en sentido físico ya estaban vivos y respirando, es lógico que en el versículo 14, donde Dios dice que pondrá ‘su espíritu’ en su pueblo para que viva espiritualmente, el término rú·aj se traduzca “espíritu”.