No estas COMPLETAMENTE SOLO, sigo invadiendote.
Deja de medir los tiempos y disfruta de las vacaciones, con que no te las tomes de mi basta.
Saludos
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Serenata
Como la voz de un muerto que cantara
desde el fondo de su fosa,
amante, escucha subir hasta tu retiro
mi voz agria y falsa.
Abre tu alma y tu oído al son
de mi mandolina:
para ti he hecho, para ti, esta canción
cruel y zalamera.
Cantaré tus ojos de oro y de onix
puros de toda sombra,
cantaré el Leteo de tu seno, luego el
de tus cabellos oscuros.
Como la voz de un muerto que cantara
desde el fondo de su fosa,
amante, escucha subir hasta tu retiro
mi voz agria y falsa.
Después loare mucho, como conviene,
A esta carne bendita
Cuyo perfume opulento evoco
Las noches de insomnio.
Y para acabar cantaré el beso
de tu labio rojo
y tu dulzura al martirizarme,
¡Mi ángel, mi gubia!
Abre tu alma y tu oído al son
de mi mandolina:
para ti he hecho, para ti, esta canción
cruel y zalamera.
Paul Verlaine
Letras
En ocasiones solemos coger la pluma
y escribimos, sobre una hoja en blanco,
signos que dicen esto y aquello: todos los conocen,
es un juego que tiene sus reglas.
Si viniera, en cambio, algún salvaje o loco,
y, curioso observador, acercase a sus ojos
una de esas hojas con su campo rúnico,
otra imagen del mundo, extraña, de ahí lo observaría.
Acaso un salón de mágicos retratos;
vería la A y la B como un hombre o animal
moverse, como los ojos, cabellos y miembros,
allí pensativos, impulsados aquí por el instinto;
leería como en la nieve las huellas de las cornejas,
correría, reposaría, sufriría y volaría con ellas
y vería trasguear entre los signos negros, fijos,
o deslizarse entre los breves trazos,
de cualquier creación, las posibilidades.
Vería arder el amor, al dolor contraerse,
y se admiraría, reiría, lloraría, temblaría,
pues tras las mejillas de aquella escritura
el mundo entero, con su ciego impulso,
pequeño se le antojaría, embrujado, exiliado
entre los signos que, con rígida marcha,
avanzan prisioneros y tanto se asemejan
que impulso vital y muerte, deseos y pesares,
fraternizan hasta hacerse indiscernibles...
Gritos de intolerable angustia lanzaría
finalmente el salvaje, atizaría el fuego y,
entre golpes de frente y letanías,
la blanca hoja entregaría a las llamas.
Luego, tal vez adormilado, sentiría
cómo ese No-mundo, ese espejismo
insoportable lentamente retorna
a lo Nunca-sido, al Ningún-lado,
y suspiraría, sonreiría, sanaría...
Herman Hesse
Que genial, ¿Cual es el nombre del libro?
El amenazado
Es el amor. Tendré que ocultarme o huir.
Crecen los muros de su cárcel, como en un sueño atroz. La
hermosa máscara ha cambiado, pero como siempre es la única.
¿De qué me servirán mis talismanes: el ejercicio de las letras,
la vaga erudición el aprendizaje de las palabras que usó
el áspero Norte para cantar sus mares y sus espadas, la serena amistad,
las galerías de la Biblioteca, las cosas comunes, los hábitos, el joven
amor de mi madre, la sombra militar de mis muertos, la noche
intemporal, el sabor del sueño?
Estar contigo o no estar contigo, es la medida de mi tiempo.
Ya el cántaro se quiebra sobre la fuente, ya el hombre se levanta a la voz
del ave, ya se han oscurecido los que miran por la ventana, pero la
sombra no ha traído la paz.
Es ya lo se, el amor: la ansiedad y el alivio de oír tu voz, la espera y la
espera y la memoria, el horror de vivir en lo sucesivo.
Es el amor con sus mitologías, con su pequeñas magias inútiles.
Hay una esquina por la que no me atrevo a pasar.
Ya los ejércitos que cercan, las hordas.
(Esta habitación es irreal; ella no la ha visto.)
El nombre de una mujer me delata.
Me duele una mujer en todo el cuerpo.
De Borges
"sin los sentimientos, el latido del corazon solo es el tik tak de un reloj anunciando la proximidad de la muerte"