"...No hay nada más triste que una ausencia". (“El Memorial del Convento” Saramago)
Perdió la cuenta de las veces que marco el mismo número,
con la madrugada vino la conciencia de que no contestará,
retorno entonces el sentimiento de rabia, no ante otros,
sino ante sí misma… solo entonces se dio cuenta de que había
perdido un radio comunicador más, los enanos en su cabeza
seguían royendo las celdas, la respuesta estaba en el piso,
ahí estaba en partes el teléfono, ni se regresó a recuperar
el sim, ya se encargaría más delante de eso, ahora debía
aplicarse en cuestiones más terrenales y prácticas..
Y como suele suceder en estos casos los días se desvanecieron
como hojas en el calendario, trascurriendo semanas y meses enteros,
la consigna es simple no mirar atrás, no engancharse,
buscar en las pequeñas tareas la lucidez necesaria para no caer
en un ataque de demencia, sobre todo dejar de pensar en que
alguien más vendrá a liberarte, velo por algunas madrugadas
todo aquello que le ato a ese absurdo recuerdo.
Lenta e irreversiblemente se vuelve más dura y cínica,
regresa a ver todo como un gigantesco escenario,
se sienta a la orilla de la carretera a ver pasar la vida,
dejo las listas, los inventarios, las visitas a los otros.
El aire por momentos espeso le indica que no esta sola,
entonces voltea y aún están, le atan a que continúe..