Texto Diario miércoles, 24 de enero de 2018
Texto Diario miércoles, 24 de enero de 2018
La sabiduría está con los modestos (Prov. 11:2).
Al principio de su reinado, Saúl era un hombre modesto y respetado (1 Sam. 9:1, 2, 21; 10:20-24). Pero, poco después, cometió una serie de actos atrevidos y arrogantes. Como Samuel, el profeta de Dios, no se presentó en Guilgal el día que habían quedado, Saúl se impacientó. Los filisteos se estaban preparando para la batalla y los israelitas estaban abandonando el ejército. Seguramente pensó que debía hacer algo, y que debía hacerlo rápido, así que le ofreció un sacrificio a Dios. Saúl no tenía la autoridad para hacer eso, y a Jehová no le gustó (1 Sam. 13:5-9). Cuando Samuel llegó a Guilgal, reprendió a Saúl. Pero este, en vez de aceptar la corrección, puso excusas, les echó la culpa a los demás y minimizó lo que había hecho (1 Sam. 13:10-14). Eso desencadenó una serie de acontecimientos que acabaron costándole el reino y, lo que es más importante, la aprobación de Jehová (1 Sam. 15:22, 23). Aunque Saúl tenía un futuro prometedor, su vida acabó en un completo desastre (1 Sam. 31:1-6)
Texto Diario jueves, 25 de enero de 2018
Texto Diario jueves, 25 de enero de 2018
He hallado a David, varón agradable a mi corazón
(Hech. 13:22).
David fue un hombre fiel prácticamente toda su vida. Pero cayó en un pecado grave: cometió adulterio con Bat-seba (2 Sam. 11:1-21). David no podía deshacer lo que había hecho. Tampoco podía librarse de las consecuencias de sus errores. Es más, sufriría algunas de ellas durante toda su vida (2 Sam. 12:10-12, 14). Así que necesitaba fe. Tenía que confiar en que, como se había arrepentido de verdad, Jehová lo perdonaría y lo ayudaría a afrontar las consecuencias de sus actos. Todos somos imperfectos y pecamos. Algunos pecados son más graves que otros. Hay casos en los que no podremos deshacer lo que hemos hecho y tendremos que aprender a vivir con las consecuencias (Gál. 6:7). Pero podemos confiar en que Dios cumplirá su palabra de que, si nos arrepentimos, nos apoyará cuando pasemos por dificultades, aunque sean culpa nuestra (Is. 1:18, 19; Hech. 3:19).
Texto Diario viernes, 26 de enero de 2018
Texto Diario viernes, 26 de enero de 2018
La humanidad no puede averiguar la obra que se ha hecho bajo el sol; por mucho y duro que siga trabajando la humanidad en buscar, sin embargo no averiguan. Y aunque dijeran que son suficientemente sabios para saberlo, no podrían averiguarlo (Ecl. 8:17).
La modestia nos puede ayudar a tomar buenas decisiones incluso cuando no sabemos o no podemos controlar todo lo que va a ocurrir. Por ejemplo, si empezamos a servir de tiempo completo, ¿qué pasará si enfermamos? ¿Y si necesitan ayuda nuestros padres mayores? ¿Quién cuidará de nosotros cuando hayamos envejecido? Por mucho que oremos o investiguemos, no lograremos encontrar la respuesta a este tipo de preguntas. La confianza en Jehová nos ayudará a reconocer y a aceptar nuestras limitaciones. Después de investigar, pedir consejo y buscar la guía de Jehová en oración, debemos ir por donde nos dirija el espíritu de Dios (Ecl. 11:4-6). De ese modo, Jehová puede bendecir nuestra decisión o encaminarnos con cariño hacia otras metas (Prov. 16:3, 9).
Texto Diario sábado, 27 de enero de 2018
Texto Diario sábado, 27 de enero de 2018
No debes comer de él
(Gén. 2:17).
Adán y Eva tenían que decidir qué hacer. ¿Obedecerían a Jehová o harían caso a la serpiente? Optaron por desobedecer a Dios (Gén. 3:6-13). Al rebelarse contra Jehová, Adán y Eva dejaron de ser perfectos. Y su acción también los alejó de Dios, pues los ojos de él son “demasiado puros para ver lo que es malo” y no puede tolerar la maldad (Hab. 1:13). Si lo hubiera hecho, habría estado en peligro el bienestar de todos los seres vivos del cielo y de la Tierra. Y, lo que es más importante, si hubiera ignorado el pecado cometido en Edén, se habría puesto en duda que él fuera alguien confiable. Pero Jehová es fiel a sus normas, siempre las cumple (Sal. 119:142). De modo que Adán y Eva no tenían derecho a despreciar las leyes de Dios, aunque tuvieran libertad de elección. Debido a su rebelión, murieron y volvieron al polvo, del que habían sido creados (Gén. 3:19).
Texto Diario domingo, 28 de enero de 2018
Texto Diario domingo, 28 de enero de 2018
No de pan solamente debe vivir el hombre,
sino de toda expresión que sale de la boca de Jehová (Mat. 4:4).
Desde el principio de su ministerio, Jesús se dejó guiar por las Escrituras. Incluso en sus últimas palabras citó de profecías mesiánicas (Mat. 27:46; Luc. 23:46). Los líderes religiosos de ese tiempo eran muy diferentes. Despreciaban la Palabra de Dios cuando contradecía sus tradiciones. Hablando de ellos, Jesús citó lo que Jehová dijo mediante el profeta Isaías: “Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está muy alejado de mí. En vano siguen adorándome, porque enseñan mandatos de hombres como doctrinas” (Mat. 15:7-9). Jesús dejó que la Palabra de Dios guiara tanto su conducta como su enseñanza. No recurrió a su profunda sabiduría ni a su experiencia sin igual al enfrentarse a controversias doctrinales. Más bien, se aferró a las Escrituras como máxima autoridad (Mat. 22:33-40).
Texto Diario lunes, 29 de enero de 2018
Texto Diario lunes, 29 de enero de 2018
Honren a hombres de toda clase, den honra al rey (1 Ped. 2:17).
Los testigos de Jehová estamos dispuestos a honrar a los servidores públicos, y a hacerlo como se espere y sea costumbre en el lugar. Colaboramos con ellos en el cumplimiento de sus funciones. Claro está, la Biblia pone límites razonables a la honra y el apoyo que les damos. No podemos llegar al grado de desobedecer a Dios o violar la neutralidad cristiana (1 Ped. 2:13-16). Los siervos de Jehová del pasado nos dejaron un modelo de cómo tratar a los gobiernos y a sus representantes. José y María obedecieron la orden del Imperio romano de que la gente se inscribiera en un censo. Viajaron a Belén aunque María estaba a punto de dar a luz a su primer hijo (Luc. 2:1-5). Años después, Pablo se defendió respetuosamente de las acusaciones contra él y les mostró la debida honra al rey Herodes Agripa y a Festo, el gobernador de la provincia romana de Judea (Hech. 25:1-12; 26:1-3).