COMENTARIOS A LA BIBLIA LITÚRGICA AT
EDIC MAROVA/MADRID 1976.Pág. 801 s.
6. Dn/12/01-03
6-1. RV/PROGRESO: RS/RV:
Todo lo que tiene de breve la presente lectura lo tiene de importante en la historia de la revelación. Por su lenguaje, repetido en algunos pasos al pie de la letra por Jesús refiriéndose a los últimos tiempos, somos conscientes de que el apocalíptico hace ahora de profeta. Por vez primera en todo el Antiguo Testamento se nos asegura, con inspirada garantía, la resurrección de los muertos.
La chispa fue provocada por la persecución de Antíoco. El rescoldo donde había ido incubándose el problema de la retribución durante varios siglos sin respuesta definitiva. Ahí quedaba Job revolviéndose en su inocencia y sufrimiento. Fue necesaria la crisis macabaica, los mártires de la persecución, para que brotara la fe en la resurrección, que terminaría convirtiéndose en dogma.
En los capítulos precedentes el autor había insistido, con todos los artificios del lenguaje apocalíptico, en la instauración del reino de los santos, que sustituiría a todos los reinos históricos. Animados por esta esperanza, muchos habían defendido su fe hasta la muerte. El interrogante surgió angustioso. Cuando llegue el reino de los santos, de los judíos fieles a su Ley y a Dios, ¿cuál será la suerte de todos estos mártires de su fe? ¿Podrá ser la muerte y el sheol común su premio? Y el autor, inspirado, abre las puertas a una nueva y desconocida esperanza. "Entonces", sin precisar tiempo, pero con garantía absoluta, "los que duermen... despertarán". El eufemismo es ya toda una revelación. Cristo lo usará refiriéndose a la muerte de su amigo Lázaro y deberá explicárselo a sus apóstoles. Es el sueño de la muerte, porque la muerte, para quien cree, es el dormirse de un glorioso despertar en Dios.
Pero esta resurrección queda muy particularizada y lejana aún de la perfección que dará el Nuevo Testamento. Sólo se salvarán -resucitarán- los inscritos en el libro de la vida. Porque no todos los hijos de su pueblo habían sido fieles a su fe. Entonces ¿no resucitarán todos? Ateniéndonos al texto y al contexto, nuestra respuesta no puede ser afirmativa. En el texto (vv. 1-2) se habla tan sólo del pueblo escogido. Por el contexto sabemos que las esperanzas se mantenían aún a nivel terreno. La resurrección o vuelta a la vida, concebida como recompensa, sólo podía ser concedida a los justos. Eran éstos los únicos que necesitaban revivir para recibir en justicia el premio de sus obras y de su fe. Era absurdo concebir esta grandiosa recompensa para los pecadores. Y menos en el alborear de este articulo de fe. La resurrección de los pecadores y la resurrección universal de todos los hombres será un desarrollo posterior neotestamentario.
Nada se nos dice sobre el objeto de la futura felicidad de los resucitados en este mundo. Se les supone, por el contexto, participantes del reino mesiánico eterno. Al autor sólo se le ocurre, para realzar su situación, compararlos con el esplendor y brillo de las estrellas del firmamento. Eso sí, ellos serán los "sabios", no quienes se lo creyeron con la sabiduría de este mundo. A la misma comparación estelar acudirá Pablo para contrastar la diferencia entre los escogidos.
Casi sin percatarnos estamos llegando a las puertas del Apocalipsis o Revelación plena en Cristo.
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EDIC MAROVA/MADRID 1976.Pág. 801 s.
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6-2.
* Situación ambiental.
-Nuestro texto nos dice que "entonces"... serán tiempos difíciles como no los ha habido desde que hubo naciones hasta ahora" (12, 1).
En un primer plano, nuestro autor parece referirse a la etapa de opresión contra los judíos llevada a cabo por Antíoco III y IV, de los que fue contemporáneo. El sumo sacerdote Onías es vilmente asesinado, se comete un robo sacrílego en el templo de Jerusalén al apoderarse de las copas de oro y demás utensilios. Antíoco IV llega a proscribir el judaísmo y coloca una estatua de Zeus en el mismísimo templo (cfr. II Mac. 5). Alguno judíos colaboraron con Antíoco: son los apóstatas; otros se resisten con fuerza: Los Macabeos, los mártires (11, 21-39).
Así nacen algunos de los partidos político-religiosos de los judíos.
-Pero Daniel no se conforma con desarrollar los hechos históricos conocidos (cap. 10-11, 39) sino que nos describe, con motivos tradicionales del A.T., los últimos momentos que precederán a la instauración definitiva del reinado de Dios (11, 40-12, 1ss.) El rey del Sur (= Egipto) atacará y Antíoco morirá, no en algún lugar de Palestina "entre el mar y la Perla de la Santa Montaña" como nos dice el texto (I Mac. 6 y II Mac. 9), sino en Persia el año 163 a. Xto, como consecuencia de una misteriosa enfermedad. Guerras e intensos sufrimientos antes de la instauración del reino de Dios son temas básicas de toda la Apocalíptica.
* Texto.
-Los vs. que leemos hoy constituyen la lógica conclusión al relato que comenzó con el cap. 10. En medio del sufrimiento y de la gran tribulación, el Arcángel Miguel protegerá y librará al pueblo de Dios que ha permanecido fiel. Está tan seguro de ello el autor que llega a afirmar que los nombres de los salvados están "inscritos en el libro".
En esta época tardía encontramos la idea de ángeles guardianes o tutelares de los reinos. De la porción escogida de Dios, Israel, se ocupará Miguel (no quiero entrar en el oscurísimo origen de estos seres angélicos. Una opinión muy en boca los considera como divinidades inferiores de los panteones orientales, desclasadas).
-Por dar testimonio de Dios, los mártires han perdido su vida durante la persecución. ¿Su final será el mismo que el de los malvados?
¿Buenos y malos acabarán sus días en el "sheol" compartiendo una misma suerte? Daniel introduce algo nuevo en la revelación veterotestamentaria: "muchos de los que duermen en el polvo despertarán..." (v. 2). Se trata de una resurrección individual, no universal: Daniel parece mencionar sólo a los caídos durante la última persecución.
Y tras la resurrección un juicio de separación: "...unos para vida eterna, otros para ignominia perpetua" (v. 2). Pero debemos ser muy cautos con el significado de "eterno". No se trata de un algo sin final absoluto (concepción filosófica griega) sino de una vida en la nueva etapa que Dios instaura (nuevo reino), libre de sufrimientos y de persecuciones. En esta nueva etapa del reino (siempre dentro de una continuidad histórica). Lo que nosotros entendemos hoy por vida eterna no aparece en Daniel. Los llantos, gritos, cadenas, fuego... que sufrirán los perversos, son ideas no bíblicas sino de la literatura apocalíptica no canónica.
* Aplicación: ¿Y cómo instaurar este nuevo reino de Dios de paz y felicidad? En el v. 3 el autor señala "un grupo privilegiado entre los salvados: no son los guerreros (Macabeos y secuaces), ni siquiera los mártires (Eleazar y otros), sino un grupo de maestros que predican con éxito la conversión... Convertir es en hebreo Masdikê Harabbim, o sea, devolver al estado de justicia; es decir, la instauración del nuevo reino no es un acto soberano independiente de las actitudes humanas..." (Alonso Schoker, L., Los Libros Sagrados, Daniel..., p. 106).
A. GIL MODREGO
DABAR 1988 57