De lo que quedo del 8º...
NOVIEMBRE 04, 2005
Despertó el demonio de mi furia, conocedor de la naturaleza que habitaba
empezó a trepar por el estomago hasta la garganta, cuando hubo pasado las
tripas llenas de ulceras se aferró a la mucosa, en una bolsa llevaba un lote
completo de malas palabras, frascos repletos de cinismo, una botella raza de
ironía.
Así la llama creció, el diagnostico de esquizofrenia fungió como mecha, la
mutación fue inevitable, con el cabello se fueron las buenas maneras, el
ropaje acorde a cada ocasión se sacrifico en una pira con los restos de
civilidad. Una noche los ojos se escondieron tras el velo del odio, ya sin tomar
en cuenta como se sentía el nuevo ser que emergía de entre los escombros de
la vieja vida.
Llore horas interminables por aquella que despedí junto a tu tumba, esa que
lleno sus muslos de sangre una y otra dolorosa vez, ¿cuánto más hay que
perder? ¿qué nuevo sacrificio esta en mi cuenta? ¿cuánto vale un segundo de
amor?……
El infierno se desato esos veinticuatro meses, alimentándome por días
completos de la ansiedad de la caza, con la firme creencia que la redención
llegaría más tarde que temprano, la sangre que escurría por mis manos se
podría al ser tocada por el aliento de los resecos labios.
Y la culpa, noche tras noche cambiando de piel, envolviendo, permeando el
sueño; en medio de un gigantesco nubarrón, lloviendo sobre mojado,
saciándose en la yugular de cualquier canalla, el vapor que acompaña cada
evento, sorbo tras sorbo, llueve tupido acompañándote mientras tratas de
encontrarle sentido a lo que sigues haciendo. La cabeza que esta a punto de
estallarte, las tiras de pastillas en tu mano mientras la otra sostiene el licor
para bajártelas.