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KIMO
9 Pero habló esta ilustración también a algunos que confiaban en sí mismos como justos, y que consideraban como nada a los demás: 10 “Dos hombres subieron al templo a orar, el uno fariseo y el otro recaudador de impuestos. 11 El fariseo se puso de pie y oraba para sí estas cosas: ‘Oh Dios, te doy gracias de que no soy como los demás hombres, dados a extorsión, injustos, adúlteros, ni siquiera como este recaudador de impuestos. 12 Ayuno dos veces a la semana, doy el décimo de todas las cosas que adquiero’. 13 Pero el recaudador de impuestos, estando de pie a la distancia, no quería ni siquiera alzar los ojos hacia el cielo, sino que se golpeaba el pecho, y decía: ‘Oh Dios, sé benévolo*para conmigo, [que soy] pecador’. 14 Les digo: Este hombre bajó a su casa probado más justo que aquel; porque todo el que se ensalza será humillado, pero el que se humilla será ensalzado”.
Lucas 18
Porque el recaudador de impuestos
ha reconocido humildemente sus faltas,
Jesús dice: “Les digo: Este hombre bajó a su casa
probado más justo que aquel; porque todo el que
se ensalza será humillado, pero el que se humilla será ensalzado”.
Así Jesús de nuevo recalca la importancia de la humildad.
En vista de que los discípulos de Jesús se han criado
en una sociedad en que los fariseos, que se creen justos,
son tan influyentes, y siempre se da énfasis al puesto y
la categoría social, no sorprende que hasta los discípulos
de Jesús hayan sido afectados. Sin embargo,
¡qué excelentes lecciones sobre la humildad enseña Jesús