por medio de fe.
Solo los que tienen FE en el unico nombre que Dios ha dado bajo el cielo para ser salvos son los que Dios tiene y tendra misericordia.
Es un tema largo, pero tratare de resumirlo...
Volvamos a 1 Timoteo 2:4 que dice : Dios “quiere que todos los hombres sean salvos”. Dios quiere y desea que todo ser humano sea salvo y para eso ha dado a su Hijo para que todo aquel que crea en El no se pierda, sino que tenga vida eterna.
Dios sabe que no todos buscaran de Su Hijo para ser salvos, ( que no se pierdan ) en su presciencia Dios ya sabe que tu lo haras, mientras que otros no.
La presciencia de Dios es el previo conocimiento de las cosas. Por eso en 1 Pedro 1:2 dice que fuimos “elegidos según la presciencia de Dios”
O sea, segun el previo conocimiento de Dios fuimos elegidos porque supo de antemano que le elegerias.
la presciencia de Dios sabe que tu le escogeras a El, mientras que tu vecino no.. y por eso eres elegido por tu eleccion, por tu voluntad hacia El y no a dedo como es el caso de la pre-destinacion.
La predestinacion no te da ninguna eleccion, eres pre-destinado a ser salvo y punto, no puedes elegir no serlo ni el apostata podra elegir cambiar y salvarse, porque esta pre-destinado para eso, para condenarse.
Por eso, somos de Dios por eleccion y no por pre-destinacion.
Del mismo modo que el no creyente lo es por eleccion y no por pre-destinacion.
Tranquilo ya se que eres un robot configurado y que nunca tuviste voluntad ni libre albedrio para elegir..
Los hijos de Dios eligen hacer el bien, porque Dios lo puso en sus corazones, y esa es la voluntad y la libertad de los hijos de Dios, procurar guardar los mandamientos que Dios les dio desde el principio, que son los mandamientos que Jesucristo nos enseña en el Evangelio y son los mandamientos del verdadero Pacto que Dios dio para siempre.
Los mandatos del Viejo Testamento que ordenaban a los hombres practicar el ojo por ojo, las guerras, las penas de muerte y los sacrificios, no fueron realmente dados por Dios, sino que eran mandatos de hombres, por eso Jesucristo los abolió, pues Jesucristo no había venido a abolir la verdadera ley de Dios.