Preciosas, Rusko. Muchas gracias.
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Preciosas, Rusko. Muchas gracias.
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2 de abril de 2012. Podría estar disponible ya en la segunda semana de mayo —con ocasión dela fiesta de la madre— en todas las parroquias de Estados Unidos el texto del rito de la bendición de niños en el seno materno, que ha recibido la aprobación de la Santa Sede. La bendición, puntualiza, se podrá ofrecer tanto en el contexto de la celebración de un misa como fuera de ella. Por tanto, en las próximas semanas las parroquias podrán prepararse para recibir el texto
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3 de abril de 2012 (VIS).-El cardenal Jean-Louis Tauran y el arzobispo Pier Luigi Celata, respectivamente presidente y secretario del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso firman el mensaje que, con motivo de la festividad de Vesakh, ese dicasterio dirige anualmente a los seguidores del budismo. El mensaje de este año se titula “Cristianos y budistas: compartir la responsabilidad de educar a las nuevas generaciones en la justicia y la paz a través del diálogo interreligioso”.
Imágenes del LUNES SANTO en Málaga: http://www.diariosur.es/multimedia/f...-santo-10.html
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Esas imágenes son impresionantes. Cuando presencias una procesión con tal multitud de gente, te impresiona sobre todo, el silencio respetuoso que hay. Cuando para la banda de tocar, tan sólo se oye el ritmo marcado que da el paso a los costaleros y todo el mundo callado.
Ya sea en Málaga, Linares o Zaragoza, sea dónde sea, procesión grande o pequeña... a mí, me emociona de siempre.
Gracias Pumby. :)
Tengo una duda, respecto a lo de la bendición de niños en el seno materno. Equivaldría a un bautismo? O lo uno no quita lo otro? Podrías explicarlo un poco más, por favor? Gracias de nuevo, Pumby.
Hola, MagAnna. No, no es un bautismo. Esta bendición equivale a cuando el sacerdote nos bendice al terminar la misa, es más o menos lo mismo. No es un sacramento sino un sacramental, que también es una cosa muy importante porque otorga muchas gracias, pero no es un sacramento. El alma del niño no participa todavía de la vida divina, le falta esa dimensión, que es lo que hace el Bautismo, donde es el mismo Dios el que se hace presente en el alma del niño. Es el sacramento más importante de todos, en el sentido de que es el que mayor bien hace a la persona.
A un feto no se le bautiza a no ser que esté en peligro de muerte. Por ejemplo, el año pasado uno entró en una iglesia española con una pistola y mató a una mujer embarazada (recordaremos la noticia seguramente). Bien, pues la mujer murió, pero en la ambulancia el médico consiguió sacarle el feto para poder mantenerlo con vida a ver si salía adelante (aunque días después murió también). Pero el sacerdote estuvo ahí pendiente y bautizó al feto tan pronto fue sacado del vientre materno, por si se moría (y de paso también dio la extremaución a la mujer y al asesino que se suicidó y estaba agonizando). Bien, pues ese niño entra en el Cielo de pleno derecho, participando a tope de la vida divina, gracias al sacerdote valiente que se lanzó a bautizarle. Y yo tengo un amigo que hizo bautizar a su hijo a través de la incubadora, e hizo bien porque falleció. Hay que dejar entrar a Dios cuanto antes en los niños, lo cual no les quita la libertad para dejar de ser católicos si quieren de mayores, pero los padres deben darle lo mejor a sus hijos, y luego de mayores que hagan lo que quieran. Pero si el niño necesita una vacuna se le dará aunque no pueda razonar ni hablar para pedirla, y si el Bautismo es un gran bien se le administra igualmente tan pronto nace, porque un padre quiere lo mejor para su hijo, faltaría más. Saludos.
_Pumby, a propósito de la historia real que cuentas de este feto.
_O sea, que depende de la suerte de estar allí un sacerdote para bautizar a este feto. Entonces este niño, dices, puede ir de pleno derecho al cielo y gozar participando a tope de la vida divina por toda la eternidad. En otras circunstancias, este niño, no podría haber conseguido ir de pleno derecho al cielo, al no haber sido bautizado.
_Hay que tener fé a toneladas para tener este tipo de creencias. Un hombre al que la religión cristiana católica ha nombrado sacerdote, hace un rito y el niño gozará del dios cristiano por toda la eternidad, pero si no se lo hacen, ¡va a ser que no! ¡Que injusticia!
_Al dios cristiano se le atribuye la omnisciencia, entonces, los seres humanos no pueden tener libre albedrío, pues todas sus acciones las sabe, aun desde antes de crear el mundo. ¿Dónde queda su bondad y misericordia?, si ya conoce, qué seres humanos condenará al infierno por toda la eternidad, y sabiéndolo los crea. Lo racional és creer, que este dios, -caso de existir- sería un dios cruel, malévolo e injusto.
_Hay creencias irracionales tan contradictorias.
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gabin, los niños que mueren en el seno de su madre o los no bautizados también van al Cielo. Antes había una teoría teológica que es que iban al Limbo un lugar de gran felicidad pero sin ser todavía el Cielo, hoy se considera que la infinita Misericordia de Dios hace que esos niños estén en el Cielo (no hay dogma de fe respecto de esto, son suposiciones, no nos lo ha revelado Dios). Lo que pasa es que hay diferentes grados en el Cielo, siendo todo felicidad infinita (no todos los infinitos son iguales, como sabe cualquiera que haya estudiado límites en mates), no es la misma felicidad infinita la de la Madre Teresa de Calculta o la de San José, por ejemplo, que la de alguien que entre en el Cielo por una confesión antes de morir. Entonces, probablemente un niño no bautizado no tenga el mismo grado que un niño bautizado, pero todos con felicidad INFINITA y participación en la vida de Dios. En el Cielo no hay envidias sino amor, nadie dice "mi infinito tiene menor grado que el tuyo, qué rabia", sino que cuanto más gozan los demás, más gozas tú porque les amas, y por eso el paso por la Tierra es un aprendizaje de amor a Dios y al prójimo, y según lo que hayas aprendido a amar así tienes un grado de Cielo u otro, o bien vas al Purgatorio a purificarte o bien vas al infierno si has rechazado el amor. Los niños abortados, por ejemplo, tendrán una felicidad infinita aunque no estén bautizados, cosa que no se merecen ni ellos ni ninguno de nosotros, es un regalo de Dios, nosotros no somos nada aunque hiciéramos millones de obras buenas, todo viene de Él.
Dios le da al Hombre una libertad para obrar y aceptarle o rechazarle. Esa libertad no puede venir cortada por la Omnisciencia de Dios, es decir, que si Dios ve que el Hombre va a ser un santo, le da la libertad, pero si ve que va a rechazarle no se la da o no lo crea. Eso sería una "libertad" falsa. Es como si un amigo confiara en ti porque viera el futuro y supiera ya que no le ibas a traicionar, menuda confianza sería esa, una confianza con garantía y si no, no confía. La Omnisciencia de Dios quizá se ocultaría a sí mismo en el preciso momento de crear al Hombre, no lo sé, para que no interfiriera en el regalo del don de la Libertad. Son cosas que no sabemos, sólo sabemos que el Amor que nos tiene Dios es infinito y absoluto, porque no es que nos tenga amor, es que Él es el mismo Amor. Y también es la Justicia, no puede hacer nada injusto ni nada que no sea bondadoso, todo lo malo viene por causa nuestra y Él está ahí para ayudarnos, perdonarnos si queremos, y morir por nosotros clavado en una cruz, como celebramos este Viernes Santo.
Hay que tener fe a toneladas, sí, pero fe racional, todo es comprensible si uno quiere aprender, informarse y estudiar, y ante cualquier cosa que no entienda preguntar y volver a preguntar con intención de saber y de salir de nuestros errores. Pero cuando uno ya ha decidido rechazar a Dios, la primera dificultad que le surge le sirve de excusa y de arma arrojadiza. En esos casos no se puede hacer nada, cada cual es dueño de adorar al Amor o de rechazarle. No voy a seguir con estas explicaciones porque es fácil que deriven en discusiones; si tú o cualquiera quiere saber más, de buena voluntad y con la intención de aprender y no de atacar, que me envíe un privado. :001_smile: Saludos.
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Dios es amor por todos y cada uno de nosotros en particular. Sólo hay que acercarse a beber de la fuente de su Gracia, mediante la confesión, la Eucaristía y el cambio de vida a uno de amor a Dios y al prójimo. No obliga a nadie, sino que respeta a tope, pero no cesa de llamarnos durante toda nuestra vida.
Ya es hora de empezar a ver esto, a lo largo de estos días.
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_Critico lo irracional de su fé. Por más vueltas que le dé, seguirá siendo irracional su creencia, y el dios en el que cree: injusto y malévolo, al condenar a suplicio eterno en el infierno, a personas que su dios sabe desde siempre las condenará y ¡¡las crea!! Y dicen que su dios es bondadoso y misericordioso.
_Si el dios en el que cree es omnisciente, sabe TODO LO QUE SUCEDERÁ DESDE ANTES DE CREARLO. No tiene excusa por más que lo intente, sus argumentos son contradictorios, inconsistentes. Ahora, inventiva le pone.
_Sin más, que usted se lo crea bien.
el domingo pasado, domingo de Ramos, estuve procesionando con mi cofradía... -soy costalero- y todo muy emotivo, muy bien.
Yo pienso que sin libertad, no seríamos más que vulgares animales sin responsabilidad… pero no. Aunque nuestra libertad esté “condicionada” en algún grado, somos libres y en base a nuestra libertad, elegimos. No me supone ningún problema la omnisciencia de Dios (a diferencia de gabin), porque el futuro no es uno solo como lo es el pasado. Dios no nos ha creado para condenarnos, pues nuestra condena es un acto libre de nuestra elección. Siempre pongo el ejemplo del libro de Jonás: Dios dice que Nínive va a sufrir un fuerte castigo y que será destruida………., pero no ocurre eso (Nínive se arrepiente, se salva y Jonás se queda a cuadros…). ¿Hay dos futuros?. Hay infinitas posibilidades de futuros, que dependen de nuestra libre elección. Dios conoce cada posibilidad de futuro, que para eso es Dios, pero no hay predestinación ni un futuro que no se pueda cambiar.Cita:
Iniciado por Pumby
gabin sigue en sus trece… En mi anterior mensaje mencioné a Jonás… Pues gabin es el nuevo Jonás, que se ofusca cuando Dios cambia el “futuro” que estaba establecido (o eso se creía Jonás, que el futuro ya estaba establecido. Craso error)Cita:
Iniciado por gabin
Palabrería que ni fina és.
Y no lo debes ser más, porque no debes entrenar lo suficiente. Pero no desistas que tú lo logras.
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Tener fé, ser costalero, sentir el compañerismo de la cofradía, sí, debe ser emotivo.
Pues qué quieres que te diga... Sigues en tus trece (que viene del "papa Luna"... aunque tu no tienes nada de papa, salvo en lo de la infalibilidad :biggrin: ).
En serio, o libertad y semejanza con Dios, o no hay libertad, y nuestra semejanza es con los animales. Yo pienso lo primero. Tú piensas lo segundo.
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La libertad se alcanza sirviendo a Dios, dice el Papa durante Misa de Jueves Santo
Queridos hermanos y hermanas:
El Jueves Santo no es sólo el día de la Institución de la Santa Eucaristía, cuyo esplendor ciertamente se irradia sobre todo lo demás y, por así decir, lo atrae dentro de sí.
También forma parte del Jueves Santo la noche oscura del Monte de los Olivos, hacia la cual Jesús se dirige con sus discípulos; forma parte también la soledad y el abandono de Jesús que, orando, va al encuentro de la oscuridad de la muerte; forma parte de este Jueves Santo la traición de Judas y el arresto de Jesús, así como también la negación de Pedro, la acusación ante el Sanedrín y la entrega a los paganos, a Pilato. En esta hora, tratemos de comprender con más profundidad estos eventos, porque en ellos se lleva a cabo el misterio de nuestra Redención.
Jesús sale en la noche. La noche significa falta de comunicación, una situación en la que uno no ve al otro. Es un símbolo de la incomprensión, del ofuscamiento de la verdad. Es el espacio en el que el mal, que debe esconderse ante la luz, puede prosperar. Jesús mismo es la luz y la verdad, la comunicación, la pureza y la bondad. Él entra en la noche. La noche, en definitiva, es símbolo de la muerte, de la pérdida definitiva de comunión y de vida. Jesús entra en la noche para superarla e inaugurar el nuevo día de Dios en la historia de la humanidad.
Durante este camino, él ha cantado con sus discípulos los Salmos de la liberación y de la redención de Israel, que recuerdan la primera Pascua en Egipto, la noche de la liberación. Como él hacía con frecuencia, ahora se va a orar solo y hablar como Hijo con el Padre. Pero, a diferencia de lo acostumbrado, quiere cerciorarse de que estén cerca tres discípulos: Pedro, Santiago y Juan. Son los tres que habían tenido la experiencia de su Transfiguración – la manifestación luminosa de la gloria de Dios a través de su figura humana – y que lo habían visto en el centro, entre la Ley y los Profetas, entre Moisés y Elías. Habían escuchado cómo hablaba con ellos de su «éxodo» en Jerusalén.
El éxodo de Jesús en Jerusalén, ¡qué palabra misteriosa!; el éxodo de Israel de Egipto había sido el episodio de la fuga y la liberación del pueblo de Dios. ¿Qué aspecto tendría el éxodo de Jesús, en el cual debía cumplirse definitivamente el sentido de aquel drama histórico?; ahora, los discípulos son testigos del primer tramo de este éxodo, de la extrema humillación que, sin embargo, era el paso esencial para salir hacia la libertad y la vida nueva, hacia la que tiende el éxodo. Los discípulos, cuya cercanía quiso Jesús en está hora de extrema tribulación, como elemento de apoyo humano, pronto se durmieron. No obstante, escucharon algunos fragmentos de las palabras de la oración de Jesús y observaron su actitud.
Ambas cosas se grabaron profundamente en sus almas, y ellos lo transmitieron a los cristianos para siempre. Jesús llama a Dios «Abbá».Y esto significa – como ellos añaden – «Padre». Pero no de la manera en que se usa habitualmente la palabra «padre», sino como expresión del lenguaje de los niños, una palabra afectuosa con la cual no se osaba dirigirse a Dios. Es el lenguaje de quien es verdaderamente «niño», Hijo del Padre, de aquel que se encuentra en comunión con Dios, en la más profunda unidad con él.
Si nos preguntamos cuál es el elemento más característico de la imagen de Jesús en los evangelios, debemos decir: su relación con Dios. Él está siempre en comunión con Dios. El ser con el Padre es el núcleo de su personalidad. A través de Cristo, conocemos verdaderamente a Dios. «A Dios nadie lo ha visto jamás», dice san Juan. Aquel «que está en el seno del Padre… lo ha dado a conocer» (1,18).
Ahora conocemos a Dios tal como es verdaderamente. Él es Padre, bondad absoluta a la que podemos encomendarnos. El evangelista Marcos, que ha conservado los recuerdos de Pedro, nos dice que Jesús, al apelativo «Abbá», añadió aún: Todo es posible para ti, tú lo puedes todo (cf. 14,36). Él, que es la bondad, es al mismo tiempo poder, es omnipotente. El poder es bondad y la bondad es poder. Esta confianza la podemos aprender de la oración de Jesús en el Monte de los Olivos.
Antes de reflexionar sobre el contenido de la petición de Jesús, debemos prestar atención a lo que los evangelistas nos relatan sobre la actitud de Jesús durante su oración. Mateo y Marcos dicen que «cayó rostro en tierra» (Mt 26,39; cf. Mc 14,35); asume por consiguiente la actitud de total sumisión, que ha sido conservada en la liturgia romana del Viernes Santo. Lucas, en cambio, afirma que Jesús oraba arrodillado.
En los Hechos de los Apóstoles, habla de los santos, que oraban de rodillas: Esteban durante su lapidación, Pedro en el contexto de la resurrección de un muerto, Pablo en el camino hacia el martirio. Así, Lucas ha trazado una pequeña historia del orar arrodillados de la Iglesia naciente. Los cristianos con su arrodillarse, se ponen en comunión con la oración de Jesús en el Monte de los Olivos.
En la amenaza del poder del mal, ellos, en cuanto arrodillados, están de pie ante el mundo, pero, en cuanto hijos, están de rodillas ante el Padre. Ante la gloria de Dios, los cristianos nos arrodillamos y reconocemos su divinidad, pero expresando también en este gesto nuestra confianza en que él triunfe.
Jesús forcejea con el Padre. Combate consigo mismo. Y combate por nosotros. Experimenta la angustia ante el poder de la muerte. Esto es ante todo la turbación propia del hombre, más aún, de toda creatura viviente ante la presencia de la muerte.
En Jesús, sin embargo, se trata de algo más. En las noches del mal, él ensancha su mirada. Ve la marea sucia de toda la mentira y de toda la infamia que le sobreviene en aquel cáliz que debe beber. Es el estremecimiento del totalmente puro y santo frente a todo el caudal del mal de este mundo, que recae sobre él. Él también me ve, y ora también por mí. Así, este momento de angustia mortal de Jesús es un elemento esencial en el proceso de la Redención.
Por eso, la Carta a los Hebreos ha definido el combate de Jesús en el Monte de los Olivos como un acto sacerdotal. En esta oración de Jesús, impregnada de una angustia mortal, el Señor ejerce el oficio del sacerdote: toma sobre sí el pecado de la humanidad, a todos nosotros, y nos conduce al Padre.
Finalmente, debemos prestar atención aún al contenido de la oración de Jesús en el Monte de los Olivos. Jesús dice: «Padre: tú lo puedes todo, aparta de mí ese cáliz. Pero no sea como yo quiero, sino como tú quieres» (Mc 14,36). La voluntad natural del hombre Jesús retrocede asustada ante algo tan ingente. Pide que se le evite eso. Sin embargo, en cuanto Hijo, abandona esta voluntad humana en la voluntad del Padre: no yo, sino tú. Con esto ha transformado la actitud de Adán, el pecado primordial del hombre, salvando de este modo al hombre.
La actitud de Adán había sido: No lo que tú has querido, Dios; quiero ser dios yo mismo. Esta soberbia es la verdadera esencia del pecado. Pensamos ser libres y verdaderamente nosotros mismos sólo si seguimos exclusivamente nuestra voluntad. Dios aparece como el antagonista de nuestra libertad. Debemos liberarnos de él, pensamos nosotros; sólo así seremos libres. Esta es la rebelión fundamental que atraviesa la historia, y la mentira de fondo que desnaturaliza la vida.
Cuando el hombre se pone contra Dios, se pone contra la propia verdad y, por tanto, no llega a ser libre, sino alienado de sí mismo. Únicamente somos libres si estamos en nuestra verdad, si estamos unidos a Dios. Entonces nos hacemos verdaderamente «como Dios», no oponiéndonos a Dios, no desentendiéndonos de él o negándolo. En el forcejeo de la oración en el Monte de los Olivos, Jesús ha deshecho la falsa contradicción entre obediencia y libertad, y abierto el camino hacia la libertad. Oremos al Señor para que nos adentre en este «sí» a la voluntad de Dios, haciéndonos verdaderamente libres. Amén.
Sabes que se dice del personaje Juan Palomo, pues aplícate el cuentito.
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La libertad se alcanza sirviendo Dios, dice el Papa durante Misa de Jueves Santo.
Pues que bien la libertad de los creyentes que así lo sientan, si les proporciona felicidad. Pero, si sólo se lo creen.
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Homilía del Viernes Santo en la misa del Papa, predicada por el P. Rainiero Cantalamessa.
Algunos padres de la Iglesia han encerrado en una imagen todo el misterio de la redención. Imaginemos, decían, que tenga lugar en el estadio una lucha épica. Un valiente ha enfrentado al cruel tirano que tenía esclavizada la ciudad, y con enorme esfuerzo y sufrimiento, lo ha vencido. Tú estabas en las graderías, no has luchado, ni te has esforzado ni te han herido. Pero si admiras al valiente, si te alegras con él por su victoria, si le tejes coronas, provocas y agitas a la asamblea por él, si te inclinas con alegría por el vencedor, le besas la cabeza y le das la mano, en definitiva, si tanto deliras por él, hasta considerar como tuya su victoria, te digo ciertamente que tú tendrás parte en el premio del vencedor.
Pero aún hay más: supongamos que el vencedor no tenga ninguna necesidad del premio que ganó, pero quiera más que nada, ver honrado a su sostenedor y considerar el premio por el que luchó, como la coronación del amigo. ¿En tal caso aquel hombre no obtendrá quizás la corona, incluso si no ha luchado ni ha sido herido? ¡Por supuesto que sí!
Así, dicen estos padres, sucede entre Cristo y nosotros. "Él, en la cruz, ha vencido a su antiguo enemigo". "Nuestras espadas --exclama san Juan Crisóstomo--, no están ensangrentadas, no estábamos en la lucha, no tenemos heridas, la batalla ni siquiera la hemos visto, y he aquí que obtenemos la victoria. Suya fue la lucha, nuestra la corona. Y visto que hemos ganado también nosotros, debemos imitar lo que hacen los soldados en estos casos: con voces de alegría exaltamos la victoria, entonamos himnos de alabanza al Señor".
No se podría explicar de una manera mejor el significado de la liturgia que estamos celebrando.
¿Pero lo que estamos haciendo es también eso una imagen, la representación de una realidad del pasado, o es la misma realidad? ¡Las dos cosas! "Nosotros, --decía san Agustín al pueblo--, sabemos y creemos con fe certera que Cristo murió una sóla vez por nosotros [...]. Sabéis perfectamente que todo esto sucedió una sola vez y sin embargo la solemnidad lo renueva periódicamente [...]. Verdad histórica y solemnidad litúrgica no están en conflicto entre sí, como si la segunda fuera falsa y sólo la primera correspondiera con la verdad. De aquello que la historia afirma que ha sucedido, en realidad, una sola vez, la solemnidad a menudo lo renueva en los corazones de los fieles".
La liturgia "renueva" el evento: ¡Cuántas discusiones, durante cinco siglos, sobre el significado de esta palabra, especialmente cuando se aplica al sacrificio de la cruz y a la misa! Pablo VI utilizó un verbo que podría allanar el camino para un entendimiento ecuménico sobre este tema: el verbo "representar", entendido en el sentido fuerte de re-presentar, es decir, hacer nuevamente presente y operante el hecho.
Hay una diferencia sustancial entre la representación de la muerte de Cristo y aquella, por ejemplo, de la muerte de Julio César en la tragedia homónima de Shakespeare. Nadie atiende, siendo vivo, al aniversario de su muerte; Cristo sí, porque Él ha resucitado. Sólo él puede decir, como lo hace en el Apocalipsis: "Estuve muerto, pero ahora estoy vivo por los siglos de los siglos". (Ap. 1,18). Debemos estar atentos en este día, al visitar los llamados "Repositorios" o al participar en las procesiones del Cristo muerto, no merezcamos el reproche que Cristo resucitado dirige a las pías mujeres en la mañana de Pascua: "¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo?" (Lc. 24,5).
Es una afirmación osada, pero verdadera la de ciertos autores ortodoxos. “La anamnesi, o sea el memorial litúrgico vuelve al evento más verdadero de lo que sucedió históricamente la primera vez”. En otras palabras es más verdadero y real para nosotros que lo revivimos “según el Espíritu” de lo que era para quienes lo vivían “según la carne”, antes que el Espíritu Santo le revelara a la iglesia el significado pleno.
Nosotros no estamos celebrando solamente un aniversario, sino un misterio. Y nuevamente san Agustín explica la diferencia entre las dos cosas. La celebración “como en un aniversario”, no pide otra cosa –dice– si no la de “indicar con una solemnidad religiosa el día del año en el que se fija el recuerdo de este hecho”; en la celebración como un misterio (“en sacramento”), “no solamente se conmemora un hecho sino que se hace de tal manera que se entienda su significado y sea acogido santamente”.
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Esto cambia todo. No se trata solamente de asistir a una representación, sino de “acoger” el significado, de pasar de espectadores a actores. Nos toca a nosotros por lo tanto elegir qué parte queremos representar en el drama, quién queremos ser: si Pedro, Judas, Pilato, la muchedumbre, el Cirineo, Juan, María… Ninguno puede quedarse neutral; no tomar posición es pretender una bien precisa: la de Pilatos que se lava las manos, o la de la muchedumbre que desde lejos “estaba mirando” (Lc 23,35). Si volviendo a casa esta noche alguien nos pregunta: “¿De dónde vienes, dónde has estado?” respondamos al menos en nuestro corazón: “¡En el Calvario!”.
Todo esto no se realiza automáticamente, solamente por el hecho de haber participado de esta liturgia. Se trata, decía san Agustín, de “acoger” el significado del misterio. Esto se realiza con la fe. No hay música si no existe un oído que escuche, por más que la música de la orquesta toque fuerte; no hay gracia allá donde no hay una fe que la acoja.
En una homilía pascual del siglo IV, el obispo pronunciaba estas palabras extraordinariamente modernas y se diría existencialistas: “Para cada hombre, el principio de la vida es aquel, a partir del cual Cristo fue inmolado por él. Pero Cristo se ha inmolado por él en cuanto él reconoce la gracia y se vuelve consciente de la vida que le ha dado aquella inmolación”.
Esto sucedió sacramentalmente en el bautismo, pero tiene que suceder conscientemente y siempre de nuevo en la vida. Antes de morir debemos tener el coraje y hacer un acto de audacia, casi un golpe de mano: apropiarse de la victoria de Cristo. !Una apropiación indebida! Una cosa lamentablemente común en la sociedad en la que vivimos, pero que con Jesús ésta no solamente no nos está prohibida, sino que se nos recomienda. “Indebida” que significa que no nos es debida, que no la hemos merecido nosotros, pero que nos es dada gratuitamente por la fe.
Más bien vayamos a lo seguro, escuchemos a un doctor de la iglesia. “Yo –escribe san Bernardo– lo que no puedo obtener por mi mismo, me lo apropio (literalmente, !lo usurpo!) con confianza del costado traspasado del Señor, porque está lleno de misericordia. Mi mérito por lo tanto es la misericordia de Dios. No soy pobre de méritos mientras Él sea rico de misericordia. Pues si la misericordia del Señor es mucha (Sal 119, 156), yo tendré abundancia de méritos. ¿Y que es de mi justicia? Oh Señor, me acordaré solamente de tu justicia. De hecho esa es también la mía, porque tú eres para mí justicia de parte de Dios”. (cf. 1 Cor 1, 30).
¿Acaso este modo de concebir la santidad volvió a san Bernardo menos celoso de las buenas obras, menos empeñado en adquirir la virtud? Quizás descuidaba la mortificación de su cuerpo y de reducirlo a esclavitud (cf. 1 Cor 9,27), el apóstol Pablo quien antes que todos y más que todos había hecho de esta apropiación de la justicia de Cristo la finalidad de su vida y de su predicación (cf. Fil 3, 7-9).
En Roma, como en todas las ciudades grandes existen los que no tienen un techo. Tienen un nombre en todos los idiomas: homeless, clochards, barboni, mendigos: personas humanas que lo único que tienen son unos pocos trapos que visten y algún objeto que llevan en bolsas de plástico.
(Sigue del mensaje anterior)
Imaginemos que un día se difunde esta voz: en via Condotti (¡todos saben lo que significa en Roma la via Condotti!), está la dueña de una boutique de lujo que, por alguna razón desconocida, por interés o generosidad, invita a todos los mendigos de la estación Termini a ir a su negocio, a dejar sus trapos sucios, a ducharse y después a elegir el vestido que deseen entre los que están expuestos y llevárselos, así, gratuitamente.
Todos dicen en su corazón: “¡Esta es una fábula, no sucederá nunca!”. Es verdad, pero lo que no sucede nunca entre los hombres es lo que puede suceder cada día entre los hombres y Dios, porque, ¡delante de Él, aquellos mendigos somos nosotros! Esto es lo que sucede con una buena confesión: te despojas de tus trapos sucios, los pecados; recibes el baño de la misericordia y te levantas “cubierto por ropas de fiesta, envuelto en manto de victoria” (Is. 61, 10).
El publicano de la parábola que fue al templo a rezar dijo simplemente, pero desde lo profundo de su corazón: “¡Oh Dios, ten piedad de mí, que soy pecador!”, y “volvió a su casa justificado”. (Lc. 18,14), reconciliado, hecho nuevo, inocente. Igual, si tenemos su fe y su arrepentimiento, podrán decirlo de nosotros volviendo a casa después de esta liturgia.
Entre los personajes de la pasión con los cuales podemos identificarnos me doy cuenta que he omitido uno, que más que todos espera a quien quiera seguir su ejemplo: el buen ladrón. El buen ladrón confiesa completamente su pecado; le dice a su compañero que insulta a Jesús: “¿Es que no temes a Dios, tú que sufres la misma condena? Y nosotros con razón porque nos lo hemos merecido por nuestros hechos; en cambio este, nada malo ha hecho” (Lc. 23, 40s.). El buen ladrón se muestra como un excelente teólogo. Solamente Dios, de hecho, sufre absolutamente como inocente; cada persona que sufre debe decir: “Yo sufro justamente”, porque aunque si no es el responsable de la acción que le viene imputada, no está enteramente libre de culpa. Solamente el dolor de los niños inocentes se asemeja al de Dios y por esto es así misterioso y sagrado.
Cuántos delitos atroces se quedaron, en los últimos tiempos, sin un culpable, ¡Cuánto casos no resueltos! El buen ladrón lanza un llamado a los responsables: hagan como yo, salgan al descubierto, confiesen su culpa; experimentareis también vosotros la alegría que yo he sentido cuando escuché la palabra de Jesús: “¡Hoy estarás conmigo en el paraíso!” (Lc 23,43).
Cuántos reos confesos pueden confirmar que fue así también con ellos: que pasaron del infierno al paraíso el día que tuvieron el coraje de arrepentirse y confesar su culpa. También yo he conocido a alguno. El paraíso prometido es la paz de conciencia, la posibilidad de mirarse en el espejo y mirar a los propios hijos sin necesidad de tener que despreciarse.
No llevéis a la tumba vuestro secreto; os procuraría una condena más temible que aquella humana. Nuestro pueblo no es despiadado con quien se ha equivocado, si reconoce el mal realizado, sinceramente, no solamente por conveniencia. Por el contrario, está listo a apiadarse y acompañar al arrepentido en su camino de redención (que en todo caso se vuelve más breve). “Dios perdona muchas cosas, por una obra buena”, dice Lucia en “Los Novios” de Alessandro Manzoni, al hombre que la había raptado. Aún más, tenemos que decir, Él perdona muchas cosas debido a un acto de arrepentimiento. Lo ha prometido solemnemente: “Aunque fuesen sus pecados rojos como la grana, como nieve blanquearán; y así rojeasen como el carmesí, como lana quedarán” (Is. 1, 18).
Volvamos ahora a hacer lo que hemos escuchado al inicio, que es nuestra tarea en este día: con voces de júbilo exaltemos la victoria de la cruz, entonemos himnos de alabanza al Señor. “O Redemptor, sume carmen temet concinentium”. Y tú, Redentor nuestro, acoge el canto que elevamos hasta ti (Traducido del italiano por H. Sergio Mora, No RV)
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¡¡¡JESUCRISTO HA RESUCITADO!!!
¡¡¡ALELUYA!!! ¡¡¡GLORIA A DIOS EN EN CIELO Y EN LA TIERRA PAZ A LOS HOMBRES QUE AMA EL SEÑOR!!!
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Qué Dios te bendiga Pumby .....he estado un buen rato ....leyendo de tu hilo ,y escuchando esas maravillosas canciones .....La verdad ,es que me he cargado las pilas ....gracias
Un abrazo
Que Dios te bendiga a ti y a toda tu familia, Tomás.
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Vigilia Pascual
Queridos hermanos y hermanas!
Pascua es la fiesta de la nueva creación. Jesús ha resucitado y no morirá de nuevo. Ha descerrajado la puerta hacia una nueva vida que ya no conoce ni la enfermedad ni la muerte. Ha asumido al hombre en Dios mismo. «Ni la carne ni la sangre pueden heredar el reino de Dios», dice Pablo en la Primera Carta a los Corintios (15,50). El escritor eclesiástico Tertuliano, en el siglo III, tuvo la audacia de escribir refriéndose a la resurrección de Cristo y a nuestra resurrección: «Carne y sangre, tened confianza, gracias a Cristo habéis adquirido un lugar en el cielo y en el reino de Dios» (CCL II, 994). Se ha abierto una nueva dimensión para el hombre. La creación se ha hecho más grande y más espaciosa. La Pascua es el día de una nueva creación, pero precisamente por ello la Iglesia comienza la liturgia con la antigua creación, para que aprendamos a comprender la nueva. Así, en la Vigilia de Pascua, al principio de la Liturgia de la Palabra, se lee el relato de la creación del mundo. En el contexto de la liturgia de este día, hay dos aspectos particularmente importantes. En primer lugar, que se presenta a la creación como una totalidad, de la cual forma parte la dimensión del tiempo. Los siete días son una imagen de un conjunto que se desarrolla en el tiempo. Están ordenados con vistas al séptimo día, el día de la libertad de todas las criaturas para con Dios y de las unas para con las otras. Por tanto, la creación está orientada a la comunión entre Dios y la criatura; existe para que haya un espacio de respuesta a la gran gloria de Dios, un encuentro de amor y libertad. En segundo lugar, que en la Vigilia Pascual, la Iglesia comienza escuchando ante todo la primera frase de la historia de la creación: «Dijo Dios: “Que exista la luz”» (Gn 1,3). Como una señal, el relato de la creación inicia con la creación de la luz. El sol y la luna son creados sólo en el cuarto día. La narración de la creación los llama fuentes de luz, que Dios ha puesto en el firmamento del cielo. Con ello, los priva premeditadamente del carácter divino, que las grandes religiones les habían atribuido. No, ellos no son dioses en modo alguno. Son cuerpos luminosos, creados por el Dios único. Pero están precedidos por la luz, por la cual la gloria de Dios se refleja en la naturaleza de las criaturas.
¿Qué quiere decir con esto el relato de la creación? La luz hace posible la vida. Hace posible el encuentro. Hace posible la comunicación. Hace posible el conocimiento, el acceso a la realidad, a la verdad. Y, haciendo posible el conocimiento, hace posible la libertad y el progreso. El mal se esconde. Por tanto, la luz es también una expresión del bien, que es luminosidad y crea luminosidad. Es el día en el que podemos actuar. El que Dios haya creado la luz significa: Dios creó el mundo como un espacio de conocimiento y de verdad, espacio para el encuentro y la libertad, espacio del bien y del amor. La materia prima del mundo es buena, el ser es bueno en sí mismo. Y el mal no proviene del ser, que es creado por Dios, sino que existe sólo en virtud de la negación. Es el «no».
En Pascua, en la mañana del primer día de la semana, Dios vuelve a decir: «Que exista la luz». Antes había venido la noche del Monte de los Olivos, el eclipse solar de la pasión y muerte de Jesús, la noche del sepulcro. Pero ahora vuelve a ser el primer día, comienza la creación totalmente nueva. «Que exista la luz», dice Dios, «y existió la luz». Jesús resucita del sepulcro. La vida es más fuerte que la muerte. El bien es más fuerte que el mal. El amor es más fuerte que el odio. La verdad es más fuerte que la mentira. La oscuridad de los días pasado se disipa cuando Jesús resurge de la tumba y se hace él mismo luz pura de Dios. Pero esto no se refiere solamente a él, ni se refiere únicamente a la oscuridad de aquellos días. Con la resurrección de Jesús, la luz misma vuelve a ser creada. Él nos lleva a todos tras él a la vida nueva de la resurrección, y vence toda forma de oscuridad. Él es el nuevo día de Dios, que vale para todos nosotros.
Pero, ¿cómo puede suceder esto? ¿Cómo puede llegar todo esto a nosotros sin que se quede sólo en palabras sino que sea una realidad en la que estamos inmersos? Por el sacramento del bautismo y la profesión de la fe, el Señor ha construido un puente para nosotros, a través del cual el nuevo día viene a nosotros. En el bautismo, el Señor dice a aquel que lo recibe: Fiat lux, que exista la luz. El nuevo día, el día de la vida indestructible llega también para nosotros. Cristo nos toma de la mano. A partir de ahora él te apoyará y así entrarás en la luz, en la vida verdadera. Por eso, la Iglesia antigua ha llamado al bautismo photismos, iluminación.
¿Por qué? La oscuridad amenaza verdaderamente al hombre porque, sí, éste puede ver y examinar las cosas tangibles, materiales, pero no a dónde va el mundo y de dónde procede. A dónde va nuestra propia vida. Qué es el bien y qué es el mal. La oscuridad acerca de Dios y sus valores son la verdadera amenaza para nuestra existencia y para el mundo en general. Si Dios y los valores, la diferencia entre el bien y el mal, permanecen en la oscuridad, entonces todas las otras iluminaciones que nos dan un poder tan increíble, no son sólo progreso, sino que son al mismo tiempo también amenazas que nos ponen en peligro, a nosotros y al mundo. Hoy podemos iluminar nuestras ciudades de manera tan deslumbrante que ya no pueden verse las estrellas del cielo. ¿Acaso no es esta una imagen de la problemática de nuestro ser ilustrado? En las cosas materiales, sabemos y podemos tanto, pero lo que va más allá de esto, Dios y el bien, ya no lo conseguimos identificar. Por eso la fe, que nos muestra la luz de Dios, es la verdadera iluminación, es una irrupción de la luz de Dios en nuestro mundo, una apertura de nuestros ojos a la verdadera luz.
Queridos amigos, quisiera por último añadir todavía una anotación sobre la luz y la iluminación. En la Vigilia Pascual, la noche de la nueva creación, la Iglesia presenta el misterio de la luz con un símbolo del todo particular y muy humilde: el cirio pascual. Esta es una luz que vive en virtud del sacrificio. La luz de la vela ilumina consumiéndose a sí misma. Da luz dándose a sí misma. Así, representa de manera maravillosa el misterio pascual de Cristo que se entrega a sí mismo, y de este modo da mucha luz. Otro aspecto sobre el cual podemos reflexionar es que la luz de la vela es fuego. El fuego es una fuerza que forja el mundo, un poder que transforma. Y el fuego da calor. También en esto se hace nuevamente visible el misterio de Cristo. Cristo, la luz, es fuego, es llama que destruye el mal, transformando así al mundo y a nosotros mismos. Como reza una palabra de Jesús que nos ha llegado a través de Orígenes, «quien está cerca de mí, está cerca del fuego». Y este fuego es al mismo tiempo calor, no una luz fría, sino una luz en la que salen a nuestro encuentro el calor y la bondad de Dios.
El gran himno del Exsultet, que el diácono canta al comienzo de la liturgia de Pascua, nos hace notar, muy calladamente, otro detalle más. Nos recuerda que este objeto, el cirio, se debe principalmente a la labor de las abejas. Así, toda la creación entra en juego. En el cirio, la creación se convierte en portadora de luz. Pero, según los Padres, también hay una referencia implícita a la Iglesia. La cooperación de la comunidad viva de los fieles en la Iglesia es algo parecido al trabajo de las abejas. Construye la comunidad de la luz. Podemos ver así también en el cirio una referencia a nosotros y a nuestra comunión en la comunidad de la Iglesia, que existe para que la luz de Cristo pueda iluminar al mundo.
Roguemos al Señor en esta hora que nos haga experimentar la alegría de su luz, y pidámosle que nosotros mismos seamos portadores de su luz, con el fin de que, a través de la Iglesia, el esplendor del rostro de Cristo entre en el mundo (cf. Lumen gentium, 1). Amén.
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Queridos hermanos y hermanas de Roma y del mundo entero
«Surrexit Christus, spes mea» – «Resucitó Cristo, mi esperanza» (Secuencia pascual).
Llegue a todos vosotros la voz exultante de la Iglesia, con las palabras que el antiguo himno pone en labios de María Magdalena, la primera en encontrar en la maña de Pascua a Jesús resucitado. Ella corrió hacia los otros discípulos y, con el corazón sobrecogido, les anunció: «He visto al Señor» (Jn 20,18). También nosotros, que hemos atravesado el desierto de la Cuaresma y los días dolorosos de la Pasión, hoy abrimos las puertas al grito de victoria: «¡Ha resucitado! ¡Ha resucitado verdaderamente!».
Todo cristiano revive la experiencia de María Magdalena. Es un encuentro que cambia la vida: el encuentro con un hombre único, que nos hace sentir toda la bondad y la verdad de Dios, que nos libra del mal, no de un modo superficial, momentáneo, sino que nos libra de él radicalmente, nos cura completamente y nos devuelve nuestra dignidad. He aquí porqué la Magdalena llama a Jesús «mi esperanza»: porque ha sido Él quien la ha hecho renacer, le ha dado un futuro nuevo, una existencia buena, libre del mal. «Cristo, mi esperanza», significa que cada deseo mío de bien encuentra en Él una posibilidad real: con Él puedo esperar que mi vida sea buena y sea plena, eterna, porque es Dios mismo que se ha hecho cercano hasta entrar en nuestra humanidad.
Pero María Magdalena, como los otros discípulos, han tenido que ver a Jesús rechazado por los jefes del pueblo, capturado, flagelado, condenado a muerte y crucificado. Debe haber sido insoportable ver la Bondad en persona sometida a la maldad humana, la Verdad escarnecida por la mentira, la Misericordia injuriada por la venganza. Con la muerte de Jesús, parecía fracasar la esperanza de cuantos confiaron en Él. Pero aquella fe nunca dejó de faltar completamente: sobre todo en el corazón de la Virgen María, la madre de Jesús, la llama quedó encendida con viveza también en la oscuridad de la noche. En este mundo, la esperanza no puede dejar de hacer cuentas con la dureza del mal. No es solamente el muro de la muerte lo que la obstaculiza, sino más aún las puntas aguzadas de la envidia y el orgullo, de la mentira y de la violencia. Jesús ha pasado por esta trama mortal, para abrirnos el paso hacia el reino de la vida. Hubo un momento en el que Jesús aparecía derrotado: las tinieblas habían invadido la tierra, el silencio de Dios era total, la esperanza una palabra que ya parecía vana.
Y he aquí que, al alba del día después del sábado, se encuentra el sepulcro vacío. Después, Jesús se manifiesta a la Magdalena, a las otras mujeres, a los discípulos. La fe renace más viva y más fuerte que nunca, ya invencible, porque fundada en una experiencia decisiva: «Lucharon vida y muerte / en singular batalla, / y, muerto el que es Vida, triunfante se levanta». Las señales de la resurrección testimonian la victoria de la vida sobre la muerte, del amor sobre el odio, de la misericordia sobre la venganza: «Mi Señor glorioso, / la tumba abandonada, / los ángeles testigos, / sudarios y mortaja».
Queridos hermanos y hermanas: si Jesús ha resucitado, entonces – y sólo entonces – ha ocurrido algo realmente nuevo, que cambia la condición del hombre y del mundo. Entonces Él, Jesús, es alguien del que podemos fiarnos de modo absoluto, y no solamente confiar en su mensaje, sino precisamente en Él, porque el resucitado no pertenece al pasado, sino que está presente hoy, vivo. Cristo es esperanza y consuelo de modo particular para las comunidades cristianas que más pruebas padecen a causa de la fe, por discriminaciones y persecuciones. Y está presente como fuerza de esperanza a través de su Iglesia, cercano a cada situación humana de sufrimiento e injusticia.
Que Cristo resucitado otorgue esperanza a Oriente Próximo, para que todos los componentes étnicos, culturales y religiosos de esa Región colaboren en favor del bien común y el respeto de los derechos humanos. En particular, que en Siria cese el derramamiento de sangre y se emprenda sin demora la vía del respeto, del diálogo y de la reconciliación, como auspicia también la comunidad internacional. Y que los numerosos prófugos provenientes de ese país y necesitados de asistencia humanitaria, encuentren la acogida y solidaridad que alivien sus penosos sufrimientos. Que la victoria pascual aliente al pueblo iraquí a no escatimar ningún esfuerzo para avanzar en el camino de la estabilidad y del desarrollo. Y, en Tierra Santa, que israelíes y palestinos reemprendan el proceso de paz.
Que el Señor, vencedor del mal y de la muerte, sustente a las comunidades cristianas del Continente africano, las dé esperanza para afrontar las dificultades y las haga agentes de paz y artífices del desarrollo de las sociedades a las que pertenecen.
Que Jesús resucitado reconforte a las poblaciones del Cuerno de África y favorezca su reconciliación; que ayude a la Región de los Grandes Lagos, a Sudán y Sudán del Sur, concediendo a sus respectivos habitantes la fuerza del perdón. Y que a Malí, que atraviesa un momento político delicado, Cristo glorioso le dé paz y estabilidad. Que a Nigeria, teatro en los últimos tiempos de sangrientos atentados terroristas, la alegría pascual le infunda las energías necesarias para recomenzar a construir una sociedad pacífica y respetuosa de la libertad religiosa de todos sus ciudadanos.
Feliz Pascua a todos.
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Hoy es la Fiesta de la Divina Misericordia. La fiesta más importante del año después de la Resurrección, que fue el domingo pasado. Innumerables gracias pueden ser concedidas en este día al alma que se deja caer confiada en los brazos amorosos del Señor, sobre todo a la hora de las tres de la tarde de hoy, la Hora de la Misericordia. Jesús todo lo perdona, todo lo da, a través de la Sangre y el Agua que manaron de su costado como un manantial de amor y de vida para todos los pecadores. Ningún pecado es tan grande ni tan numeroso para que Dios no lo pueda perdonar al precio infinito de su Sangre redentora.
Explicación de la devoción:PUMBY RECUERDA EN QUE QUEDAMOS QUE NADA DE LINKS ATTE KENY
Revelaciones de Jesucristo, según el diario de Santa Faustina en pdf:
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:confused1: :confused1: :confused1:Cita:
Explicación de la devoción: PUMBY RECUERDA EN QUE QUEDAMOS QUE NADA DE LINKS ATTE KENY
Pues no se por qué lo prohíben porque tampoco es para tanto... Yo pongo enlaces junto al contenido del mensaje, más para dar a entender de dónde he sacado el contenido de ese mensaje (por ejemplo, un texto de la wikipedia, seguido del enlace a esa página web). Poner enlaces de vez en cuando sin abusar no lo veo mal (siempre que sean a contenidos, no a publicidad o a otros fines que no sean muy buenos). Pero, donde hay patrón, no manda marinero...
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Cada día 159 desahucios, 159 dramas.
El perfil del desahuciado es español, en paro, con hijos a su cargo y una hipoteca media entre 100.000 y 200.000 euros. Colaboremos orando, donando o como voluntarios en Cáritas.
La acogida en las Cáritas Parroquiales, con más de 5.000 equipos de voluntarios y voluntarias, probablemente constituye la red de ayuda más extensa y cercana de apoyo para las personas en situaciones de exclusión y vulnerabilidad.
Las Cáritas Parroquiales no se limitan a dar repuesta a las principales demandas provocadas por la crisis (alimentación, vivienda, acceso al empleo…). Más allá, su tarea consiste en hacerse cercana a las personas, reivindicar su dignidad, buscar con ellos respuestas a sus necesidades y descubrir sus potencialidades.
Las Cáritas Parroquiales son además una oportunidad de compromiso y solidaridad para las personas que se implican participando en los equipos o con aportaciones económicas.
Finalmente, pretenden ser un espacio de coordinación con otras entidades generando, con ellas y con la sociedad, una red de ayuda, promoción y sensibilización.
Personas atendidas: 281.030
Personas sin hogar
Programa orientado a todas aquellas personas que no disponen de una vivienda digna, que carecen de recursos, de lazos comunitarios y familiares. Cáritas desarrolla acciones que posibiliten la configuración de un itinerario personal, que cubra tanto las necesidades básicas (alojamiento, alimentación, salud e higiene, etc.) como acciones de recuperación personal que rompan su aislamiento social.
Los recursos que estructuran y determinan la intervención son los servicios de alojamiento, en torno a los cuales se desarrolla el trabajo de inserción:
1. Servicios para la toma de contacto/ reducción del daño: se realizan trabajos de calle, servicios de acogida especializados en personas sin hogar, alojamientos inferiores a una semana, comedores, servicios de higiene, centros de baja exigencia y alojamientos indefinidos para situaciones cronificadas.
2. Servicios para la recuperación personal: La confederación ofrece centros de día, talleres rehabilitadores y ocupacionales y alojamientos donde pueden permanecer hasta seis meses.
3. Servicios para la normalización, que comprenden líneas de acción encaminadas al logro de niveles de mayor autonomía y responde a actuaciones sobre capacitación profesional, inserción laboral, vida autónoma, etc.
Personas atendidas: 79.616
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Corpus Christi (en latín, "Cuerpo de Cristo") o Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo, antes llamada Corpus Domini ("Cuerpo del Señor"), es una fiesta de la Iglesia católica destinada a celebrar la Eucaristía.
Su principal finalidad es proclamar y aumentar la fe de los católicos en la presencia real de Jesucristo en el Santísimo Sacramento. La celebración se lleva a cabo el jueves posterior a la solemnidad de la Santísima Trinidad, que a su vez tiene lugar el domingo siguiente a Pentecostés (es decir, el Corpus Christi se celebra 60 días después del Domingo de Resurrección). Específicamente, Corpus Christi es el jueves que sigue al noveno domingo después de la primera luna llena de primavera del hemisferio norte. En algunos países esta fiesta ha sido trasladada al domingo siguiente para adaptarse al calendario laboral
Gracias, Annagabby, muy interesante.
El Papa dialoga con cinco familias y anima a los divorciados a seguir dentro de Iglesia
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ROMA, 06 Jun. 12 / 10:06 pm (ACI/EWTN Noticias).- Durante el Encuentro Mundial de las Familias en Milán, el Papa Benedicto XVI conversó personalmente con algunos matrimonios, novios, e hijos, que buscan vivir su unión arraigados en la fe y animó a los divorciados a seguir dentro de la familia de la Iglesia.
Durante la llamada "Fiesta de los Testimonios" celebrada el 2 de junio en el Parque de Bresso, Milán, Benedicto XVI habló con una niña nacida de un matrimonio vietnamita; dos novios de Madagascar; y tres matrimonios provenientes de Brasil, Nueva York, y Grecia.
Cat Tien, la niña que quería saber más de la juventud del Papa
En su diálogo con Cat Tien, una joven vietnamita interesada en saber más del Papa en su papel de hijo, Benedicto XVI recordó que su crecimiento en la fe proviene de una familia sólida y unida.
Señaló, que el día esencial para su familia era el domingo, iba a Misa con ellos, y después, en casa, almorzaban y cantaban unidos, "fueron momentos inolvidables", recordó.
Benedicto XVI indicó que además, solían hacer viajes y caminatas en medio de la naturaleza, "en una palabra, éramos un solo corazón y un solo alma, con muchas experiencias en común, también en los tiempos difíciles, porque era la época después de la guerra, de la primera dictadura, y después de la pobreza". "Pero este amor recíproco que había entre nosotros, esta alegría también por las cosas sencillas era fuerte, y así se podían superar y soportar también estas cosas", expresó.
"Si trato de imaginar un poco como será el Paraíso, me parece siempre el tiempo de mi juventud, de mi infancia. Así, en este contexto de confianza, de alegría y de amor, estábamos felices y creo que en el Paraíso será similar a como era en mi niñez", concluyó.
Divorciados y "vueltos a casar"
El Santo Padre agradeció a un matrimonio de Brasil su ayuda a las demás familias, y explicó que "la realidad es que el problema de los divorciados vueltos a casar es uno de los grandes sufrimientos de la Iglesia de hoy".
"El sufrimiento es grande y podemos ayudar a través de las parroquias. Por ejemplo, los solteros pueden ayudar a estas personas a soportar el sufrimiento de la soledad de la situación de divorciados. Yo diría que es muy importante trabajar en la prevención, es decir, profundizar desde el inicio en que el enamoramiento tenga la característica de una decisión profunda, madura, y también en el apoyo espiritual durante el matrimonio, para que las familias no se encuentren solas ante las dificultades de la vida, sino que realmente estén acompañadas en su camino".
En cuanto al rechazo que algunos divorciados creen tener por la Iglesia, el Santo Padre indicó que "la Iglesia los ama, pero ellos deben ver y sentir este amor".
"Aunque los divorciados vueltos a casar no puedan recibir la absolución ni la Eucaristía, deben ver que también así viven plenamente en la Iglesia".
Para enmendar esta carencia, "el contacto permanente con un sacerdote, con un guía espiritual, es muy importante para que puedan sentirse acompañados".
En este sentido, "también, sin la recepción corporal del Sacramento, podemos estar espiritualmente unidos a Cristo en su Cuerpo. Y hacer entender que esto es importante, que realmente encuentren la posibilidad de vivir una vida de fe, con la Palabra de Dios, en comunión con la Iglesia, y que puedan ver que su sufrimiento es un don para la Iglesia, porque sirven así a todos también para defender la estabilidad del amor, del Matrimonio, y que este sufrimiento no es solo un tormento físico y psíquico, sino también un sufrimiento en comunidad, en la Iglesia por los grandes valores de nuestra fe".
Con los novios El Santo Padre señaló a estos novios asustados por los compromisos del matrimonio, que después del enamoramiento y el noviazgo, el matrimonio implica estar realmente comprometidos en el amor y ser conscientes de que a través del sacrificio por amor puro, se alcanza la felicidad.
"Yo pienso en las bodas de Caná –dijo-. El primer vino es hermosísimo: es el enamoramiento. Pero no dura hasta el final: debe venir un segundo vino, es decir debe fermentar y crecer, madurar. Un amor definitivo que se convierta realmente en un ‘segundo vino’, que es más hermoso, mejor que el primero. Y esto es lo que debemos buscar, y después, con el apoyo de la comunidad, de los amigos, de la Iglesia, de la fe, de Dios mismo, nace un vino que dura para siempre", explicó.
Familia y crisis económica
Al ser consultado por una familia de Grecia, sumergida en apuros económicos y sin esperanzas de futuro para sus hijos, Benedicto XVI indicó que hay que exigir a los partidos políticos una mayor responsabilidad, "que no prometan cosas que no pueden realizar, y que nos busquen solo los votos para sí mismos, sino que sean responsables con el bien de todos y que se entienda que la política es siempre una responsabilidad humana y moral ante Dios y los hombres".
El Santo Padre propuso el compromiso de ayudarse entre diversas familias del mundo, una especie de familias gemelas que se ayuden cuando lo necesitan, y en esta perspectiva, "estad seguros de que yo y muchos otros oramos por vosotros, y esta oración no consiste sólo decir palabras, sino abrir el corazón a Dios y así crear también creatividad en la búsqueda de soluciones. Esperemos que el Señor os ayude", alentó.
Familia y secularización
Benedicto XVI dijo a los Rerrie, una familia que sumergida en las prisas de la sociedad secularizada, y con problemas para vivir el tiempo de la fiesta en familia que hay que reconciliar el trabajo con el ente familiar.
Ante esta situación, Benedicto XVI señaló que el puesto de trabajo "es fundamental, y la prioridad de la familia", pero cuando existe competencia entre el tiempo de trabajo y el de descanso, debe utilizarse la creatividad y buscar en el domingo la fiesta, "de este modo pienso que defendemos la libertad del hombre, defendemos el domingo y las fiestas de Dios, y así días para el hombre".
¿Por qué el Corpus Christi es el día de las mulas? / P. José Aguilar Valdés.
La fiesta del Cuerpo y la Sangre de Cristo llamada también Corpus Christi tiene su origen en un milagro sucedido a un sacerdote que había peregrinado desde el norte de Europa hasta Roma, porque comenzaba a dudar en que Cristo estuviera realmente presente en la hostia. Cuando regresaba ... a su ciudad de origen se detuvo en Bolsena, Italia, para celebrar con toda devoción la Santa Misa.
A la celebración acudió gente de la población y todos fueron testigos de un milagro. Durante el momento de la consagración, cuando el sacerdote elevaba la hostia, de ella comenzaron a brotar gotas de sangre que cayeron sobre el mantel del altar.
Algunos de los presentes se acercaron al sacerdote pensando que la sangre había salido de alguna herida pero pudieron constatar que la sangre surgía de la hostia consagrada pero no la manchaba. Afortunadamente el Papa Urbano IV se encontraba cerca de la población y pudo acudir para constatar el portento.
La hostia fue consumida en comunión pero, el pequeño mantel fue llevado por el Papa a la ciudad de Orvieto y se conservó en un relicario que se puede visitar hasta el día de hoy. A raíz del milagro, Urbano IV decidió instituir una fiesta que recordara la presencia real y verdadera de Cristo en la hostia consagrada, en el Santísimo Sacramento.
Fue así como instituyó, a partir del año 1264, la fiesta del Corpus Christi (1264). Santo Tomás de Aquino fue el encargado de escribir la letra de los cantos para la bendición con el Santísimo: el Pange Lingua y el Tantum ergo Sacramentum. Dichos cantos se siguen utilizando en la actualidad.
Con la llegada de los misioneros a tierras mexicanas, en el siglo XVI, se comenzaron a celebrar todas las fiestas del calendario litúrgico, incluyendo la del Corpus Christi que se llevaba a cabo ton toda solemnidad. A ella acudían citadinos y fuereños. El virrey y la aristocracia lucían sus mejores galas y monturas. Los hombres humildes estrenaban calzón de manta y sombrero mientras las mujeres lucían blusa bordada, cabello trenzado y collares con cuentas de vidrio.
Quienes llegaban de lejos traían sendos burros cargados con huacales, con las ofrendas del diezmo y los alimentos necesarios para el viaje. La presencia de estos animalitos hizo que los habitantes de la ciudad le llamaran el “Día de las mulas”.
La fiesta se sigue celebrando el jueves siguiente a la fiesta de la Santísima Trinidad pero, los adultos visten ya según la moda. Sólo los infantes continúan vistiendo ropas típicas, calzan huarache y cargan huacales. Ellos lucen bigote pintado, ellas trenzas de estambre. Las mulas de hojas de maíz o barro recuerdan la presencia de antaño de los animales de carga. También recuerdan aquel milagro con que San Antonio de Padua comprobó ante una mula que Cristo estaba realmente presente en la hostia.
En un pueblo con humor como el de México, no puede faltar ese día la clásica felicitación a quienes se comportan como verdaderas “Mulas”.
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"Entender ahora los porqués de las cosas que nos pasan en la vida, es tan difícil como si quisiéramos explicar uno de nuestros razonamientos filosóficos o científicos a un mono y que lo entendiera. Ese entendimiento ocurrirá en el Cielo, no ahora con nuestra limitadísima inteligencia. Confía en Jesús".
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Una de las verdades más difíciles de entender para los tiempos actuales en donde todo vale y en donde prima la indulgencia con cualquier tipo de comportamiento mientras sea legal -y a veces sin serlo-, es el tema de la Justicia Divina. El que exista un infierno eterno, con la categoría de dogma de fe, el cual ha sido mencionado por Jesucristo 25 veces a lo largo del Evangelio, y también el que tengamos que sufrir los males que hay en el mundo como respuesta de la Naturaleza a la ruptura de su armonía a través pecado del Hombre, pero que también proviene en última instancia de la misma Justicia Divina. ¿Cómo se concilia la Bondad infinita de Dios con su Justicia infinita? ¿Es correcto hablar de que Dios castiga, como nos decía la antigua formulación del Catecismo "Dios es nuestro padre que está en los cielos, creador y señor de todas las cosas, que premia a los buenos y castiga a los malos"? ¿O la Justicia es más bien que el Hombre se aparta de Dios metiéndose él mismo en el Mal, pero sin intervenir Dios castigando sino sólo la libertad humana? (esta forma de hablar es la que utilizaba Juan Pablo II). He buscado algunas palabras contenidas en el Diario de Santa Faustina Kowalska, supuestamente de revelaciones de Jesucristo, en las que se aborda el tema; también lo que dice el Catecismo al respecto y unas palabras de Juan Pablo II ; pueden ser por lo menos una fuente que ayude a reflexionar sobre la difícil cuestión.
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"En el Antiguo Testamento enviaba a los profetas con truenos a Mi pueblo . Hoy te envío a ti a toda la humanidad con Mi misericordia. No quiero castigar a la humanidad doliente, sino que deseo sanarla, abrazarla a Mi Corazón misericordioso. Hago uso de los castigos cuando Me obligan a ello, Mi mano resiste a tomar la espada de la justicia. Antes del día de la justicia envío el Día de la Misericordia" (Diario, 1588).
"A cambio de los beneficios recibo la ingratitud; a cambio del amor obtengo el olvido y la indiferencia. Mi Corazón no puede soportarlo" (Diario, 1537).
"Las almas mueren a pesar de Mi amarga Pasión. Les ofrezco la última tabla de salvación, es decir, la Fiesta de Mi misericordia. Si no adoran Mi misericordia, morirán para siempre. Secretaria de Mi misericordia, escribe, habla a las almas de esta gran misericordia Mía, porque está cercano el día terrible, el día de Mi justicia" (Diario, 965).
"Escribe: Soy Santo, tres veces Santo, y siento aversión por el menor pecado. No puedo amar al alma manchada por un pecado, pero cuando se arrepiente, entonces Mi generosidad para ella no conoce límites. Mi misericordia la abraza y justifica. Persigo a los pecadores con Mi misericordia en todos sus caminos y Mi Corazón se alegra cuando ellos vuelven a Mí. Olvido las amarguras que dieron a beber a Mi Corazón y Me alegro de su retorno. Di a los pecadores que ninguno escapará de Mis manos. Si huyen de Mi Corazón misericordioso, caerán en Mis manos justas. Di a los pecadores que siempre los espero, escucho atentamente el latir de sus corazones (para saber) cuándo latirán para Mí. Escribe que les hablo a través de los remordimientos de conciencia, a través de los fracasos y los sufrimientos, a través de las tormentas y los rayos, hablo con la voz de la Iglesia y si frustran todas Mis gracias, Me molesto con ellos dejándoles a sí mismos y les doy lo que desean" (Diario, 1728).
"Que los más grandes pecadores pongan su confianza en Mi misericordia. Ellos más que nadie tienen derecho a confiar en el abismo de Mi misericordia. Hija Mía, escribe sobre Mi misericordia para las almas afligidas. Me deleitan las almas que recurren a Mi misericordia. A estas almas les concedo gracias por encima de lo que piden. No puedo castigar aún al pecador más grande si él suplica Mi compasión, sino que lo justifico en Mi insondable e impenetrable misericordia. Escribe: Antes de venir como juez justo abro de par en par la puerta de Mi misericordia. Quien no quiere pasar por la puerta de Mi misericordia, tiene que pasar por la puerta de Mi justicia..."
"Oh, cuánto Me hiere la desconfianza del alma. Esta alma reconoce que soy santo y justo, pero no cree que Yo soy la Misericordia, no confía en Mi bondad. También los demonios admiran Mi justicia, pero no creen en Mi bondad." (Diario #300, p.153)
"Vi a Nuestra Señora visitando a las almas del Purgatorio, la llamaban Estrella del Mar. Luego mi ángel guardián me pidió que regresáramos, al salir de esta prisión de sufrimiento, escuché la voz interior del Señor que decía: ‘Mi Misericordia no quiere esto, pero lo pide mi Justicia’".
Fuente: Diario de Santa Faustina.
"Quien acuda a Mi Santa Madre y se refugie en Ella no padecerá, porque Ella es como el Arca de Noé que salvaguardará a quienes se le acerquen y la amen de todo corazón, pues Mi Madre pide incesantemente que Mi brazo castigador se aplaque y la dureza del castigo que merecéis sea más leve, pero hijos, Mi justicia exige satisfacción y si vosotros voluntariamente no Me la queréis dar, no os unís para hacer oración, no formáis horas de vela ante el Santísimo, Yo tengo que emplear la justicia que por ser Dios Me corresponde, pues por ser Dios, no recibo más que ingratitudes, blasfemias, reproches, dudas, así sucesivamente.
Cuando en un jardín las malas hierbas impiden que las flores se luzcan, hay que quitarlas de raíz para que las flores se vean en todo su esplendor y crezcan sin obstáculo alguno. Así haré con los impíos que Me dieron una y otra vez la espalda, que se rieron de Mis leyes, que se mofaron de Mis mandamientos y tomaron la vida como un medio para el goce y los placeres pecaminosos."
Fuente, página sobre otras supuestas revelaciones, titulada oraciones y devociones católicas.
"Las guerras no son sino castigos por los pecados del mundo. Nuestra Señora ya no puede retener el brazo castigador de su Hijo sobre el mundo. Es preciso hacer penitencia. Si la gente se enmienda, Nuestro Señor todavía salvará al mundo; mas si no se enmienda, vendrá el castigo."
Fuente: Revelaciones de la Virgen de Fátima a Jacinta.
"Salvo que elijamos libremente amarle no podemos estar unidos con Dios. Pero no podemos amar a Dios si pecamos gravemente contra El, contra nuestro prójimo o contra nosotros mismos: “Quien no ama permanece en la muerte. Todo el que aborrece a su hermano es un asesino; y sabéis que ningún asesino tiene vida eterna permanente en él” (1 Jn 3, 15). Nuestro Señor nos advierte que estaremos separados de El si no omitimos socorrer las necesidades graves de los pobres y de los pequeños que son sus hermanos (cf. Mt 25, 31-46). Morir en pecado mortal sin estar arrepentido ni acoger el amor misericordioso de Dios, significa permanecer separados de El para siempre por nuestra propia y libre elección. Este estado de autoexclusión definitiva de la
comunión con Dios y con los bienaventurados es lo que se designa con la palabra “infierno".
Fuente: Catecismo de la Iglesia Católica p.1033
"La «condenación» no se ha de atribuir a la iniciativa de Dios, dado que en su amor misericordioso él no puede querer sino la salvación de los seres que ha creado. En realidad, es la criatura la que se cierra a su amor. La «condenación» consiste precisamente en que el hombre se aleja definitivamente de Dios, por elección libre y confirmada con la muerte, que sella para siempre esa opción. La sentencia de Dios ratifica ese estado".
Fuente: Catequesis de Juan Pablo II sobre el infierno.
El Padre Loring aborda el tema sobre algunos tópicos habituales en contra de la Iglesia Católica.