Jesús era Dios y gobernante de todos los pueblos del mundo, y a Jesús nadie le tenía que entrenar en nada. Porque Jesucristo lo sabía todo, porque Él era Dios. Y Él no vino a ponerse debajo de nadie y menos de las viejas leyes judías, que estaba sobrecargada de preceptos de hombres. Pues Jesucristo que es Dios, vino a enseñarnos los verdaderos mandamientos de Dios, y estos mandamientos de Dios son los que enseña el Evangelio.