Hay que ser muy necio para atribuirle, por ejemplo, una curación del cuerpo a un santo difunto en vez de darle la gloria a Dios. Según la Biblia, en el libro de Eclesiastés, dice que los muertos ya nada tienen para hacer debajo del sol. Y ni que hablar de la necedad de los que hacen procesiones con estatuas siendo que uno de los diez Mandamientos prohibe que se lez rinda culto a esas imágenes.