Hace un par de semanas me encontraba en Garibaldi en compañìa de una judìa que viene en intercambio de universidades, y yo me hice la misiòn de darle el recibimiento propicio a su aventura, y a unas mesas de nosotros se encontraban cuatro personas : una bella morena, muuuy bonita por cierto, dos batos fortachones sacados de un gimnasio, y un.........indeciso, o mejor dicho, un hidrocanoideo, pa' los indiorantes : un maricòn.
Al buen rato de estar libando en el salòn, de una mesa adyacente, se descolgaron dos bestias embrutecidas por el alcohol,por su acento,parecìan norteños.
Los susodichos empezaron a molestar a la belleza morena sin que los fortachones les pararan el agravio.
Un animal se atreviò a tocar obsenamente a la dama,.... y el gay le reclamò al bastardo.
Y los dos animales se le fueron encima al pobre fulanito sin que los modelos de mùsculos hicieran algo por èl, todo lo contrario, los malditos perros salieron huyendo como ratas muertos de miedo, y el jotito se la rifò con los dos batos norteños, hasta que uno sacò un fierro y ahì fue donde le brindè ayuda al jotito.
Tomè de la muñeca al maldito aventajador y le fracturè el codo derecho con un tajo a la parte adversa de su brazo, al otro pendejo solamente le di, sin mucha fuerza, un golpe de nudillos a la tràquea, pa' que pierda la fuerza de su cuerpo al estarse asfixiando con la hinchazòn instantànea de su garganta, y allì acabò todo porque ya les iba yo a dar una jarana de patadas cuando llegò la autoridad.
Se aclarò todo y a los malditos perros bravucones los llevaron a la faria pa' que pasen la noche entre tepos y malnacidos.
En esta vida se aprecia el valor de las personas,y yo quedè anonadado por la valentìa del jotito en comparaciòn a los alfrñiques de azùcar de los cobardes que ostentaba como amigos.
El gay resultò màs macho que muchos que se proclaman hombres recios a prueba de todo.
Sorpresas que da la vida.
Lo anterior fue una elocuaciòn, no deseo causar polèmica.
