La realidad del futbol.

Escribo “deprimente” solo por no escribir “patético”, ya que este último adjetivo lo he utilizado demasiado en mis mas recientes escritos. Puesto que el patetismo parece ser una enfermedad social nacional.
Es deprimente, decía, escuchar a los televisos ensañarse “educadamente” contra Rafa Márquez por su expulsión durante el juego que México perdió ante gringolandia, en eliminatoria de selecciones hace ya varios días.
Para empezar, el juego ya estaba 1-0 en contra. Los medio campistas mexicanos se habían hartado de mandar (en realidad entregar) pases al lugar justo donde no había jugadores mexicanos , y sí defensas gringos.
Criticando la paja en el ojo ajeno, los aztecas y televisos, con sendas vigas en los ojos suyos, se lanzan contra el sistema de Ericcson (como alguna vez lo hicieran contra Bora, Mejía Barón, Meza, Lavolpe, Hugo y otros), anteponiendo siempre el “con todo respeto a su trayectoria” (se refieren al ridiculum vitae de cada cual). Es decir que siempre hallan chivo expiatorio.
Que el árbitro, que los cambios, que las tarjetas, que el gol fantasma, que el penal no marcado, etc. Siempre hay excusas para no matar las esperanzas de los mexicanos. Porque siempre habrá un próximo partido, o una revancha; los que promoverán con todo su aparato publicitario, dado que es un negociazo.
Pero no nos engañemos (y que no nos engañen más), en México los únicos buenos y grandes futbolistas (y deportistas en general) son los que se forman solos. El futbol comercial es solo un espectáculo, y sobre todo un negocio. Es un futbol con futbolistas inflados, sobrevaluados.
¿cómo se pueden exigir resultados si no se trabaja para conseguirlos?. Pagar por los buenos resultados no garantiza ni significa obtenerlos. Si no se hacen futbolistas (y deportistas en general) desde la niñez ¿Cómo se exigen jóvenes expertos en el futbol? ¡por favor!
Sólo hay dos alternativas, a saber: La primera , hacer caso a lo que he escrito sobre organizar verdaderamente el deporte desde las escuelas primarias, con continuidad, persistencia, interés y apoyo económico entre otros.
O la segunda, buscar a los dos o tres mexicanos de valor, de entre el mundillo actual de futbolistas mexicanos. E ir a Brasil, Italia o Alemania a comprar el resto, pero de entre los que están por consagrarse, y no de entre los despojos de futbolistas de aquellas naciones.
Ambas alternativas sí garantizan buenos resultados, o por lo menos garantizan ir erradicando la enfermedad del patetismo, ya casi congénita en el país nuestro.