Te he dicho que no mires atrás
por que el cielo no es tuyo
He buscado en la desesperanza una nueva razón para no hundirme una vez
más, el pequeño demonio susurra en mi oído la sentencia, mientras fuera los
gritos desesperados siguen su clamor.
Una pequeña luz se filtra entre las sombras, me conduce a la orilla del lago, mi
reflejo me devuelve alguien que no conozco, el alma adolorida exige que ceje en
el intento mientras el corazón va dejando girones entre las espinas de la
indiferencia.
Morir es la soledad del poeta, dormir sin mayor cargo que la angustia de lo que
pudo ser y nunca fue, la tormenta seguirá entonces lobo de estepa
acompañando tus noches.