rorschach
30-jun.-2008, 10:14
Desde que José Argüelles publicó sus investigaciones y conclusiones sobre el Calendario Maya, e hiciera su propuesta a las Naciones Unidas en 1994 y al recién difunto Papa, en 1993, para un cambio de calendario al de 13 lunas, mucho se ha hablado sobre el final de los tiempos en relación al año 2012, fecha en que culmina el calendario de la cuenta larga de los Mayas. Lamentablemente Argüelles cometió algunos errores de interpretación sobre dicho calendario y por consiguiente sus conclusiones carecen de base. Sin embargo, es cierto que nos acercamos a un tiempo de profundos cambios en el planeta Tierra y por ende para la humanidad tal y como la conocemos ahora.
Al leer un texto profético, cualquiera sea su origen y contenido, uno se pregunta de qué manera pueden llegar a suceder los eventos allí planteados. La imaginación, fantasía, deseos y temores personales suelen interferir en la interpretación de la profecía y por eso es importante una investigación profunda.
Sobre el final de los tiempos se ha escrito mucho en casi todas las culturas y religiones que alguna vez existieron sobre esta tierra, y es algo que fascina al hombre, a su vez que despierta todo tipo de controversias.
La Tierra está cambiando, de eso no cabe duda, pero lo viene haciendo desde su origen hace millones de años en el tiempo. Actualmente nos enfrentamos ante un nuevo cambio que tiene su origen en una transformación profunda de las dinámicas en juego de nuestro sistema solar y de la galaxia a la que pertenecemos.
Básicamente, las transformaciones físicas que están sucediendo en el planeta están causadas por la no uniformidad material y energética en el espacio interestelar. En su viaje por el espacio, la heliosfera (sistema solar) se mueve en dirección al ápex solar en la constelación de Hércules. En su camino se topa con materia y energía que contiene iones de hidrógeno, helio e hidróxilo, además de otros elementos y combinaciones. Esta clase de plasma disperso en el espacio interestelar está presente en estructuras de bandas magnéticas. El tránsito de la heliosfera a través de esta estructura ha conducido a un incremento de la onda de choque frente al sistema solar de 3-4 UA (unidades astronómicas) a 40 UA e incluso más. Este engrosamiento está causando la formación de un plasma colusivo en la capa parietal, generando cambios en los planetas del sistema solar, como el crecimiento de manchas oscuras en Plutón, la aparición de auroras en Saturno, cambios polares en Urano y Neptuno y un fuerte y abrupto crecimiento en la intensidad de la magnetosfera (campo magnético) de Júpiter y Urano, así como en la intensidad de las manchas lumínicas en Neptuno. Un fuerte flujo de hidrógeno ionizado, oxígeno y nitrógeno está siendo dirigido a Júpiter desde las áreas volcánicas de Io a través de un canal de flujo de un millón de amperes que está afectando el carácter magnético de Júpiter e intensificando su generación de plasma. Un incremento en la calidad de la biosfera de Marte con un particular crecimiento de nubosidad en su ecuador y una inusual concentración de ozono, y lo más sorprendente, los primeros pasos en la generación de una atmósfera de sodio en nuestra Luna, alcanzando los 9.000 Km. de altura. Tal vez Venus sea el caso más importante porque este planeta juega un rol destacado en las profecías de casi todas las culturas en relación con cataclismos globales aquí en la Tierra. Los cambios físicos, químicos y ópticos observados en Venus son sorprendentes: inversión de manchas oscuras y de luz detectados por primera vez y una marcada caída en los niveles de gases sulfurosos de su atmósfera. Venus está cambiando.
Hace muchos siglos atrás, Venus era considerado un cometa y no un planeta, y esto era así por la presencia de una cola que emanaba de ella. Los Vedas dicen que la estrella Venus es de fuego y humo, con una cola oscura en la luz diurna y luminosa durante la noche. También se menciona lago semejante en el Talmud. Descrita por los Caldeos como una antorcha en el cielo, se decía que Venus tenía una 'barba', expresión usada en la astronomía moderna al referirse a cometas. Los antiguos mexicanos la llamaban la 'estrella humeante'; los textos astronómicos antiguos chinos dicen que Venus era visible a plena luz del día, rivalizando con la luz del Sol. Venus (Ishtar) "quien está vestida con fuego y soporta en lo alto una corona de horrible esplendor". Los antiguos egipcios también la mencionan como Sekhmet: una estrella circular que derrama su fama en fuego. Para los árabes era Zebbaj o "la que tiene pelo", al igual que los babilónicos. Pelo o 'coma' es una característica de los cometas, palabra que deriva del griego y significa "pelo". Al parecer Venus tenía una cabellera, dos largos apéndices que se asemejaban a los cuernos de un toro. Estos largos cuernos eran porciones iluminadas de su melena que se destacaban al pasar cerca de la Tierra. ¿Qué pudo haber pasado? Los registros astronómicos antiguos hablan de un Sol más grande, de un día más corto que se extendió luego de que el Sol fuera arrastrado en su camino. De acuerdo a los indios norteamericanos, "la estrella fugaz y el taladro de fuego pusieron al mundo en llamas. Era muy caliente, el Sol se puso un palmo más alto en el cielo, pero aún estaba caliente. Siete veces el Sol fue levantado más alto bajo el arco celestial, hasta que se hizo más frío. En el mundo ardiente uno podía ver solo olas de fuego, las rocas se quemaban, el suelo se quemaba, todo estaba ardiendo con grandes remolinos de humo y chispas que se elevaban; el fuego explotó hacia lo alto del cielo y rugió por toda la Tierra quemándolo todo. El agua se precipitó, apresurada como una multitud de ríos y cubrió toda la Tierra y apagó el fuego mientras rodaba hacia el sur, elevándose hasta la altura de las montañas.
El monstruo celestial voló con un silbato en la boca mientras avanzaba, y sopló con toda su fuerza e hizo un terrible ruido. Vino flotando y soplando, parecía un enorme murciélago con sus alas extendidas, y sus plumas se batían de arriba a abajo. Crecieron hasta tocar el cielo en ambos lados."
Los registros de los antiguos mexicanos ponen este evento en orden: "El Sol fue atacado por Quetzal-cohuatl luego de la desaparición de este cuerpo celeste en forma de serpiente, el Sol se negó a brillar y durante cuatro días el mundo fue desprovisto de su luz. Mucha gente murió en ese entonces. El cielo, para mostrar su enojo, hizo que mucha gente pereciera de hambre y pestilencias. La Tierra tuvo convulsiones abrumada por la inundación que siguió; el cataclismo, acompañado por una prolongada oscuridad, el día del éxodo, cuando una tempestad de cenizas oscurecieron al mundo perturbado en su rotación. La secuencia de las estaciones y la duración del día y de la noche se desacomodaron, fue entonces que la gente reguló una nueva medición de los días, las noches y las horas, de acuerdo con la diferencia en el tiempo".
Al leer un texto profético, cualquiera sea su origen y contenido, uno se pregunta de qué manera pueden llegar a suceder los eventos allí planteados. La imaginación, fantasía, deseos y temores personales suelen interferir en la interpretación de la profecía y por eso es importante una investigación profunda.
Sobre el final de los tiempos se ha escrito mucho en casi todas las culturas y religiones que alguna vez existieron sobre esta tierra, y es algo que fascina al hombre, a su vez que despierta todo tipo de controversias.
La Tierra está cambiando, de eso no cabe duda, pero lo viene haciendo desde su origen hace millones de años en el tiempo. Actualmente nos enfrentamos ante un nuevo cambio que tiene su origen en una transformación profunda de las dinámicas en juego de nuestro sistema solar y de la galaxia a la que pertenecemos.
Básicamente, las transformaciones físicas que están sucediendo en el planeta están causadas por la no uniformidad material y energética en el espacio interestelar. En su viaje por el espacio, la heliosfera (sistema solar) se mueve en dirección al ápex solar en la constelación de Hércules. En su camino se topa con materia y energía que contiene iones de hidrógeno, helio e hidróxilo, además de otros elementos y combinaciones. Esta clase de plasma disperso en el espacio interestelar está presente en estructuras de bandas magnéticas. El tránsito de la heliosfera a través de esta estructura ha conducido a un incremento de la onda de choque frente al sistema solar de 3-4 UA (unidades astronómicas) a 40 UA e incluso más. Este engrosamiento está causando la formación de un plasma colusivo en la capa parietal, generando cambios en los planetas del sistema solar, como el crecimiento de manchas oscuras en Plutón, la aparición de auroras en Saturno, cambios polares en Urano y Neptuno y un fuerte y abrupto crecimiento en la intensidad de la magnetosfera (campo magnético) de Júpiter y Urano, así como en la intensidad de las manchas lumínicas en Neptuno. Un fuerte flujo de hidrógeno ionizado, oxígeno y nitrógeno está siendo dirigido a Júpiter desde las áreas volcánicas de Io a través de un canal de flujo de un millón de amperes que está afectando el carácter magnético de Júpiter e intensificando su generación de plasma. Un incremento en la calidad de la biosfera de Marte con un particular crecimiento de nubosidad en su ecuador y una inusual concentración de ozono, y lo más sorprendente, los primeros pasos en la generación de una atmósfera de sodio en nuestra Luna, alcanzando los 9.000 Km. de altura. Tal vez Venus sea el caso más importante porque este planeta juega un rol destacado en las profecías de casi todas las culturas en relación con cataclismos globales aquí en la Tierra. Los cambios físicos, químicos y ópticos observados en Venus son sorprendentes: inversión de manchas oscuras y de luz detectados por primera vez y una marcada caída en los niveles de gases sulfurosos de su atmósfera. Venus está cambiando.
Hace muchos siglos atrás, Venus era considerado un cometa y no un planeta, y esto era así por la presencia de una cola que emanaba de ella. Los Vedas dicen que la estrella Venus es de fuego y humo, con una cola oscura en la luz diurna y luminosa durante la noche. También se menciona lago semejante en el Talmud. Descrita por los Caldeos como una antorcha en el cielo, se decía que Venus tenía una 'barba', expresión usada en la astronomía moderna al referirse a cometas. Los antiguos mexicanos la llamaban la 'estrella humeante'; los textos astronómicos antiguos chinos dicen que Venus era visible a plena luz del día, rivalizando con la luz del Sol. Venus (Ishtar) "quien está vestida con fuego y soporta en lo alto una corona de horrible esplendor". Los antiguos egipcios también la mencionan como Sekhmet: una estrella circular que derrama su fama en fuego. Para los árabes era Zebbaj o "la que tiene pelo", al igual que los babilónicos. Pelo o 'coma' es una característica de los cometas, palabra que deriva del griego y significa "pelo". Al parecer Venus tenía una cabellera, dos largos apéndices que se asemejaban a los cuernos de un toro. Estos largos cuernos eran porciones iluminadas de su melena que se destacaban al pasar cerca de la Tierra. ¿Qué pudo haber pasado? Los registros astronómicos antiguos hablan de un Sol más grande, de un día más corto que se extendió luego de que el Sol fuera arrastrado en su camino. De acuerdo a los indios norteamericanos, "la estrella fugaz y el taladro de fuego pusieron al mundo en llamas. Era muy caliente, el Sol se puso un palmo más alto en el cielo, pero aún estaba caliente. Siete veces el Sol fue levantado más alto bajo el arco celestial, hasta que se hizo más frío. En el mundo ardiente uno podía ver solo olas de fuego, las rocas se quemaban, el suelo se quemaba, todo estaba ardiendo con grandes remolinos de humo y chispas que se elevaban; el fuego explotó hacia lo alto del cielo y rugió por toda la Tierra quemándolo todo. El agua se precipitó, apresurada como una multitud de ríos y cubrió toda la Tierra y apagó el fuego mientras rodaba hacia el sur, elevándose hasta la altura de las montañas.
El monstruo celestial voló con un silbato en la boca mientras avanzaba, y sopló con toda su fuerza e hizo un terrible ruido. Vino flotando y soplando, parecía un enorme murciélago con sus alas extendidas, y sus plumas se batían de arriba a abajo. Crecieron hasta tocar el cielo en ambos lados."
Los registros de los antiguos mexicanos ponen este evento en orden: "El Sol fue atacado por Quetzal-cohuatl luego de la desaparición de este cuerpo celeste en forma de serpiente, el Sol se negó a brillar y durante cuatro días el mundo fue desprovisto de su luz. Mucha gente murió en ese entonces. El cielo, para mostrar su enojo, hizo que mucha gente pereciera de hambre y pestilencias. La Tierra tuvo convulsiones abrumada por la inundación que siguió; el cataclismo, acompañado por una prolongada oscuridad, el día del éxodo, cuando una tempestad de cenizas oscurecieron al mundo perturbado en su rotación. La secuencia de las estaciones y la duración del día y de la noche se desacomodaron, fue entonces que la gente reguló una nueva medición de los días, las noches y las horas, de acuerdo con la diferencia en el tiempo".