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Manugar
10-nov.-2019, 04:55
Un muchacho de un pueblecito de la provincia de Alicante, cuyo padre lo sacó del colegio a los quince años para ayudarle a cuidar las cabras. Tenía un espíritu tan grande dentro de sí que ni el rebaño, ni su padre, ni la propia guerra civil española pudieron retener su alma inmensa.

Al finalizar la guerra, la represalia de los vencedores se ensañó, entre otros, con este joven que fue condenado a muerte y luego, tras interceder a su favor amigos que le conocían, conmutada la pena por otra de cadena perpetua. Aunque murió en la cárcel víctima del frío y la malnutrición, solo tres años después, cuando tenía treinta y un años de edad.

Seis meses antes de morir enfermo, su esposa que subsistía como podía en la España oprimida de postguerra, con su segundo bebé en brazos. (El primero murió al año de nacer.) Da noticias a su amado con una carta en la que le cuenta que sobrevive comiendo solo pan y cebollas.
Y aquél muchacho consumido ya por la enfermedad, e impotente desde la cárcel, le hace llegar lo único que está a su alcance, unas letras.

Esas letras que para mí significan poesía en mayúsculas. Amor en mayúsculas. Os las copio aquí como homenaje a aquel muchacho. Y con la seguridad de que si tenéis la más mínima gotita de sangre corriendo por las venas, os harán humedecer los ojos como a mí.

Por favor, Imagínate tu, retenido a la fuerza. Sin posibilidad de escapar. Enfermo. Hambriento. Y que tu mujer, a la que no te dejan ver, te cuenta que vuestro bebé y ella misma pasan hambre…






NANAS DE LA CEBOLLA

La cebolla es escarcha
cerrada y pobre:
escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla:
hielo negro y escarcha
grande y redonda.

En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre,
escarchada de azúcar,
cebolla y hambre.

Una mujer morena,
resuelta en luna,
se derrama hilo a hilo
sobre la cuna.
Ríete, niño,
que te tragas la luna
cuando es preciso.

Alondra de mi casa,
ríete mucho.
Es tu risa en los ojos
la luz del mundo.
Ríete tanto
que en el alma al oírte,
bata el espacio.

Tu risa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca.
Boca que vuela,
corazón que en tus labios
relampaguea.

Es tu risa la espada
más victoriosa.
Vencedor de las flores
y las alondras.
Rival del sol.
Porvenir de mis huesos
y de mi amor.

La carne aleteante,
súbito el párpado,
el vivir como nunca
coloreado.
¡Cuánto jilguero
se remonta, aletea,
desde tu cuerpo!

Desperté de ser niño.
Nunca despiertes.
Triste llevo la boca.
Ríete siempre.
Siempre en la cuna,
defendiendo la risa
pluma por pluma.

Ser de vuelo tan alto,
tan extendido,
que tu carne parece
cielo cernido.
¡Si yo pudiera
remontarme al origen
de tu carrera!

Al octavo mes ríes
con cinco azahares.
Con cinco diminutas
ferocidades.
Con cinco dientes
como cinco jazmines
adolescentes.

Frontera de los besos
serán mañana,
cuando en la dentadura
sientas un arma.
Sientas un fuego
correr dientes abajo
buscando el centro.

Vuela niño en la doble
luna del pecho.
Él, triste de cebolla.
Tú, satisfecho.
No te derrumbes.
No sepas lo que pasa
ni lo que ocurre.

Miguel Hernández.



Si no conocías este poema búscalo en Youtube cantado por Joan Manuel Serrat, con música Alberto cortez.

welcome
10-nov.-2019, 09:02
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Hola Manugar.
Juntas las almas de poeta a la tuya.




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