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pana
26-abr.-2008, 13:26
En un pequeño pueblecito hace muchos, muchos años viva un zapatero que había pasado la mayor parte de su vida remendando zapatos y arreglando paraguas. Siendo joven se había casado con la Juana y habían tenido dos hermosas hijas.

Como viera que ya el tiempo se le echara encima, pues sus hijas habían alcanzado ya la edad de estar casadas, decidió el hombre mandarse hacer un traje a medida y buscar dos buenos mozos con los que casar a sus hijas.

Contó pues su dinero, hablo con su mujer y sus hijas sobre la dote que habían acumulado a lo largo de los años y pregúntoles a ellas si la fortuna había logrado levantar candores en alguno de los mozos del condado, sorprendiéndose gratamente al constatar que varios eran los pretendientes de sus hijas, aunque ellas habían entregado su corazón a hombres muy concretos y específicos.

El zapatero constatando que aquellos pretendientes eran dos buenos partidos se dispuso a poner manos a la obra para así poder llevar a cabo los desposorios.

Ala mañana siguiente dirigiose pues al taller del sastre y contándole lo que pretendía se dispuso a que este le tomara medidas. Así que el sastre aprovechando la oportunidad empezó a alabar el buen porte que tenia y lo bien que la madre naturaleza lo había conservado.

- Caballero, puede estar usted orgulloso de su aspecto, le aseguro que pocos hombres en el pueblo se conservan como Uds.
- gracias , gracias – dijo el zapatero-
-Le haré un traje digno de un rey. Lo que a Uds. mejor le sentara será un traje de corte recto con dos botones, al pantalón le pondremos una trabilla lateral para que pueda ajustarlo como mejor le parezca, aunque no creo que vaya Uds. a necesitarlo, por los bolsillos no se preocupe, le haré un corte tan magnifico que no se podrá ver el forro cuando tome asiento. ¡Por cierto! ¿desea Uds. que los bolsillos de la chaqueta vayan cosidos.
-No se, ¿Qué será lo mejor?
- Bueno, es para gustos, no conviene utilizar esos bolsillos para evitar que se deforme la chaqueta, por eso algunos los prefieren cosidos, así evitan la tentación.
-Cósalos entonces.
-Perfecto, buena elección, el forro de la chaqueta puede ser de raso o de seda, supongo que lo preferirá de seda ¿Verdad?
-¿Y cuanto me va a costar?
- Bueno, es verdad que la seda es algo mas cara que el raso, pero amigo la diferencia es notable y el cuerpo se lo agradecerá. Además, la seda permite que el cosido sea mas esmerado y si le agrada puedo hacérselo con diversos motivos, que siempre le dan un toque mas elegante y vistoso.
- Pues adelante con la seda.
-Aunque algunos dicen que el ojal en la solapa esta desfasado, yo creo que es fundamental, ¿a Uds. que le parece?
-¿ Y cuanto me costara?
-Nada hombre, el ojal se lo pongo gratis.
- Pues con ojal entonces.
En las mangas le pondré botones que se puedan desabrochar, le da al traje un toque de artesano que lo caracterizara frente a cualquier otro y, además le pondré un tercer bolsillo sobre el bolsillo inferior derecho, en el cual podrá Uds. meter el reloj.
¿Si, pero cuanto me va a costar?

- Pues bueno, venga Uds. mañana y le presentare el presupuesto.

Al día siguiente el zapatero fue al taller y el sastre tras darle la bienvenida saco la libreta de los apuntes:
-Tela de traje 1100 reales, forro de chaqueta 360 reales, botones de 4 agujeros 26 reales
-¿Pero cuanto me va a costar?
-Pues si que esta Uds. impaciente amigo, pues contado el trabajo y todo lo demás, serán exactamente 3356 reales.
- Muy bien, 3356 reales, ¿ Y para cuando estará listo?
- En dos semanas podrá venir a por el.

Pasadas las dos semanas el zapatero se dirigió al taller del Sastre y este al verle le invito a pasar y le hizo probarse el traje. Cuando el zapatero húbose vestido con él, quedo asombrando de lo bien que le sentaba y reconoció y alabo el buen trabajo realizado. Al disponerse este a pagar los 3356 reales el sastre le dijo que debía pagarle un real mas, ya que los botones que había utilizado eran un poco mas caros que los que el le había presupuestado, pero el zapatero muy indignado le dijo:
- Quedamos en 3356 reales y aquí están no te daré por el ni un solo real mas.

Paso el tiempo y el zapatero caso a sus hijas pero cada vez que se cruzaba con el sastre este le repetía la misma frasecita:

- Págame mi real.

La vida continuo y en vez de pasársele al sastre la manía, esta fue acentuándose hasta el punto que cada día increpaba al zapatero con la inoportuna frasecita y algunos días mas de una vez, hastiado el zapatero de la tenacidad del sastre decidió fingir su muerte de manera que su mujer y sus hijas hasta llegaron a creerlo y decidieron velarlo en la capilla de la iglesia.

El sastre, no obstante, incrédulo por la repentina muerte de un hombre que gozaba de una esplendida salud, decidió hacer guardia dentro de la iglesia ocultándose dentro de un confesionario.

Estando así las cosas, a media noche entraron en la iglesia tres ladrones que venían con el dinero que habían robado en sus correrias nocturnas. El jefe se acerco al féretro e hizo 4 montones de dinero, a lo cual otro de los ladrones pregunto:

- ¿Por qué has hecho 4 montones cuando solo somos tres?
- El cuarto montón se lo daré al que sea capaz de clavarle este puñal a ese muerto.

El zapatero al oír aquello se asusto mucho, pero fue incapaz de moverse ya que sabia que el sastre estaba dentro del confesionario.

- Venga cobardes, cual de vosotros se atreve.
- Ah!!! No, yo no, a mi eso de meterme con los difuntos me da muy mala espina.
- Pues a mi no me mires, ese muerto se parece a un zapatero que me hizo unos zapatos que nunca me sentaron bien y acabaron con mis pobres pies, así que como pá clavarle un puñal.
- Sois una pandilla de cobardes, yo mismo le clavare el puñal.

Al oír el zapatero al ladrón se levanto del ataúd y grito con todas sus fuerzas:

- ¡A mi todas las animas del purgatorio!
- Ahora vamos todas juntas a ayudarte –dijo el sastre desde el confesionario-

Los pobres ladrones tras aquellas manifestaciones fantasmagóricas pusieron pies en polvorosa y salieron de la iglesia dejando allí los 4 montones.
Juntáronse pues el sastre y el zapatero y tras reírse de lo acontecido pusiéronse a repartir los dineros. Mientras tanto, el jefe de los ladrones ya un poco repuesto del susto decidió volver a la iglesia a por el dinero, entro en ella justo al tiempo en que los dos terminaban con el reparto y óyeles decir lo siguiente:

-Este para ti y este para mi. –decía el zapatero-

Y el sastre contéstale:
-Muy bien, ahora dame mi real.

El jefe de los ladrones salio de la iglesia como alma que lleva el diablo. Cuando se encontró con sus compinches, al verlo tan blanco le preguntaron que es lo que pasaba.
-¡Son tantas las animas del purgatorio que solo tocan a un real cada una!

Gweny
27-abr.-2008, 03:10
Estimado Pana,
Termino muy bien, me ha agradado demasiado. No estoy segura si usted es el autor, pero si es asi, le aplaudo por talento. Con admiracion se le saluda...