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JRM
10-feb.-2018, 14:36
LAS LLUVIAS DE LA TARDE

I

Las lluvias de la tarde
llenaron los paisajes
dormidos de tu pelo,
los reinos de tus ojos, siempre verdes,
la luz del cristalino cuya hierba
respeta los colores vencidos del otoño.
Y, entonces,
encendiendo tu bostezo,
recorres cada parte del Aramo,
perdiéndote en aldeas olvidadas.

II

Y aquel abrevadero
cuajado de ilusiones
refleja las alturas,
de donde cae la lluvia que te moja,
burlándose de ti, mientras te hiere
con esos besos llenos de pura picardía.
Y, entonces,
contemplándote, mirándote,
me siento más dichoso que los montes
que saben de los pueblos apartados.

III

Y dices, con tu risa,
que sabes los idiomas
que hablaron las estrellas,
en esas noches llenas de misterio
que oyeron el pregón de aquellos cárabos
que cantan en la noche secretos ancestrales.
Y, entonces,
recordando aquellos días,
las tardes compartidas de las playas,
recuerdo algunos nombres de la zona.

IV

Me dices que un vencejo
nubló las esperanzas
de aquellos tiempos locos,
y agosto desfiló como desfilan
las gentes de las bandas militares,
luciendo sus trompetas, mostrando sus clarines.
Y, entonces,
suponiendo que el verano
se fue sin la promesa de agotarse,
septiembre se hizo lluvia entre nosotros.

V

De hecho, somos lluvia,
vivimos siendo lluvia,
amamos nuestros cuerpos
igual que la neblina, si no hay lluvia,
y, siempre con la lluvia que nos llena,
queremos ser cobijo de todas las auroras.
Y, entonces,
despertando de ese sueño,
la lluvia se hace gracia en los cristales
y amamos enredarnos en la lluvia.

VI

Y, siendo ya esa lluvia,
te vuelves un otoño
de luz y claridades,
y quiero repetirte entre mis brazos
como ese fruto dulce que nos hace
soñar sabores frescos, tan puros como el agua.
Y, entonces,
con la lluvia que te envuelve,
me explicas que eres mía, pero libre,
que nunca habrás de ser mi prisionera.

VII

Y sé que es paradójico
que digas esas cosas,
que quieras ser un bosque
de eterna libertad donde se pierdan
los sueños que soñé con inocencia
en un tiempo sin ti, después de tantos siglos.
Y, entonces,
porque fue el mejor momento,
te supe replicar y te maldije,
dejándote volar al ancho cielo.

VIII

Y sé que es paradoja
que digas que eres libre
y sepas que eres mía,
pues cierto es que te sientes prisionera,
ligada a los grilletes con que quiero
tenerte prisionera, volverte siempre mía.
Y, entonces,
porque siempre digo entonces,
dijiste la verdad, rompiendo sueños
de lluvias y de versos infinitos.

IX

Existen mil lugares
de prosas que son versos
y versos que son prosas.
Existen mil lugares que contemplan
la luz de las lloviznas que soñamos,
pues somos las lloviznas que bañan la esperanza.
Y, entonces,
caprichosa como siempre,
destrozas ese sueño a la deriva,
destrozas la esperanza y te repites
amando con locura el desengaño.

X

Ignoro si un poeta
escribe nuevas odas
que quieran halagarte.
Tal vez este septiembre nos separa,
tal vez este septiembre trae los hielos
que quieren los otoños que cantan soledades.
Y, entonces,
porque siempre será entonces,
regresas, como voz arrepentida,
al alma arrepentida de tu marcha.


LOS VIEJOS CASTAÑARES

I

Los viejos castañares
sabrán decir tu nombre,
sabrán adivinarlo,
podrán gritar alegres que lo saben,
después de que la brisa los condene.
Y, siendo condenados,
dejados en la nada,
dirán también a todos mis tristezas,
el duelo que contemplan los anhelos
frustrados de mi voz y mis pasiones.

II

Sus voces mensajeras
habrán de hacerme pobre,
más triste y miserable,
si, paje de tu reino y tu mirada,
soy súbdito del halo de tu encanto.
Los ecos cadenciosos
del aire que los roza
dirán así mi pena a los mochuelos
que gritan los rumores a los sapos
que salen de las fuentes enlodadas.

III

Y, siendo yo tan pobre,
querrán burlarse, acaso,
los duendes del camino,
los duendes de la zona, cuyas risas
parecen sonar ya, siempre burlonas.
Y ruego que las aguas
del Dobra purifiquen
mis ansias, mi dolor y mis anhelos,
después de que me rindo ante tus ojos,
igual que un caballero de otros siglos.

Y ASTURIAS SIGUE SIENDO ESA MAÑANA

Y Asturias sigue siendo esa mañana
que se alza con pereza y entre grises,
jugando con las nubes que galopan.
Y Asturias sigue siendo esa mañana
que quiero sospechar donde tus ojos
confunden claridades y crepúsculos.
Y Asturias sigue siendo esa mañana
que siento en el ocaso que contemplo
en esta Asturias nuestra, oscura y verde.
Y Asturias sigue siendo esa mañana
y luego es mediodía y luego tarde,
para volver a ser la noche oscura.
Y Asturias sigue siendo esa mañana
que siento en mi interior cuando despierto,
sabiendo que renazco cada día.
Y Asturias sigue siendo esa mañana
que besa con su beso mi esperanza,
tendida hacia los mares, si madrugo.
Y sigue siendo Asturias el aliento
que me hace redactar esta poesía
que vive confundida con tus ojos.

2018 © José Ramón Muñiz Álvarez

Mªndrªg°rª
10-feb.-2018, 16:50
Es complejo apreciar tres excelentes poemas en un solo post.... sin embargo esta es la parte que más me agrado.


Me dices que un vencejo
nubló las esperanzas
de aquellos tiempos locos,
y agosto desfiló como desfilan
las gentes de las bandas militares,
luciendo sus trompetas, mostrando sus clarines.
Y, entonces,
suponiendo que el verano
se fue sin la promesa de agotarse,
septiembre se hizo lluvia entre nosotros.