KIMO
11-ago.-2017, 07:31
Los siervos de Dios basan sus enseñanzas en la Biblia. La propia Palabra de Dios dice: “Toda Escritura es inspirada de Dios y provechosa para enseñar, para censurar, para rectificar las cosas, para disciplinar en justicia, para que el hombre [o mujer] de Dios sea enteramente competente y esté completamente equipado para toda buena obra”
(2 Timoteo 3:16, 17).
El apóstol Pablo escribió a sus hermanos cristianos: “Cuando ustedes recibieron la palabra de Dios, que oyeron de parte de nosotros, la aceptaron, no como palabra de hombres, sino, como lo que verdaderamente es, como palabra de Dios”
(1 Tesalonicenses 2:13).
Por lo tanto, las enseñanzas y prácticas de la religión verdadera no se basan en creencias ni tradiciones de hombres. Más bien, tienen su origen en la Biblia, la Palabra inspirada de Dios.
Jesucristo dio el ejemplo, pues él también basó sus enseñanzas en la Palabra de Dios. En una oración a su Padre celestial dijo: “Tu palabra es la verdad”
(Juan 17:17).
Jesús creía en la Palabra de Dios, y todo lo que enseñaba estaba de acuerdo con las Escrituras. A menudo decía: “Está escrito”, y a continuación citaba un texto bíblico (Mateo 4:4, 7, 10).
Del mismo modo, los siervos de Dios de la actualidad no enseñan sus propias ideas. Más bien, creen que la Biblia es la Palabra de Dios y se basan firmemente en lo que esta dice
(2 Timoteo 3:16, 17).
El apóstol Pablo escribió a sus hermanos cristianos: “Cuando ustedes recibieron la palabra de Dios, que oyeron de parte de nosotros, la aceptaron, no como palabra de hombres, sino, como lo que verdaderamente es, como palabra de Dios”
(1 Tesalonicenses 2:13).
Por lo tanto, las enseñanzas y prácticas de la religión verdadera no se basan en creencias ni tradiciones de hombres. Más bien, tienen su origen en la Biblia, la Palabra inspirada de Dios.
Jesucristo dio el ejemplo, pues él también basó sus enseñanzas en la Palabra de Dios. En una oración a su Padre celestial dijo: “Tu palabra es la verdad”
(Juan 17:17).
Jesús creía en la Palabra de Dios, y todo lo que enseñaba estaba de acuerdo con las Escrituras. A menudo decía: “Está escrito”, y a continuación citaba un texto bíblico (Mateo 4:4, 7, 10).
Del mismo modo, los siervos de Dios de la actualidad no enseñan sus propias ideas. Más bien, creen que la Biblia es la Palabra de Dios y se basan firmemente en lo que esta dice