PDA

Ver la Versión Completa : Ancianos solitarios



Marcussi
21-jul.-2016, 10:33
Os pongo este tema, pues hoy en día en nuestra avanzada sociedad es de rabiosa actualidad, sus causas son diferentes se que al trabajar la mujer ya no se puede atender a los ancianos como antiguamente, pero eso es una factor, aunque importante, pero hay más factores, hoy los mayores son incordio, debido al egoísmo y la falta de cariño. Tengo un amigo en Urgencias de un Gran Hospital y me dice y eso es de dominio público, que cuando llega el verano y las vacaciones muchos hijos llevan a sus padres a urgencias para ver si pueden internarlos y ellos marcharse tranquilamente de vacaciones, el otro día me dijo algo que yo no sabía, al que lo internan, como es lógico le piden el número de teléfono al familiar, pues parece ser que muchos se “equivocan” al dar en número.

Ancianos solitarios


En un lugar del planeta, sobrevive un hombre de mirada triste y cansada. Un hombre abandonado de todos, a quien nadie habla ni escucha, a quien nadie pide ni da, a quien nadie arropa cuando sus brazos carecen de fuerzas.

Le veo al pasar con mi vida por la calle, y puedo palpar como se evade desde su ventana con los que caminamos activos, acompañándonos con la mirada y olvidando así su incapacidad por un momento.

Le veo cuando reímos, mirarnos desde su tristeza solitaria, y confío que nuestras risas, sean para el la nota alegre de ese instante.

Le he visto gritar al viento, cuando ve nuestras vidas corriendo sin sentido ni dirección, desde suya, anclada en la inmovilidad. Y gritan también sus pies, cansados de las zapatillas y el ladrillo rojizo, y ansiosos por pisar tierra y hierba verde, suelo vivo.

Las personas de su generación mueren y enferman, pero el, solo está inmóvil, ni muerto ni enfermo, a la espera de que ese silencio que le rodea se rompa, y le libere de vivir así.
A veces le escucho rezar, diciendo a Dios que ya olvidó como se reza, como se confía, como se recupera la fe...
Susurra en voz baja que se olvidó de soñar. Que lo perdió todo.
Cuando me acerco hasta su ventana se sorprende.
Me dice, que no está acostumbrado a que le vean.
Y que solo puede hablarme de tristezas. Que ya no encuentra el modo de alegrarse por estar vivo.
Sus palabras surgen pausadas pero imparables, felices de encontrar oídos en los que resonar, después de tanto tiempo calladas o dirigidas al viento.

No compartí lo mejor ni lo peor de mi vida.
Estoy solo, ¿pero que puedo esperar yo, que no soñé ni ayudé a alcanzar sueños? No creí, ni me esforcé. No regalé momentos, palabras ni silencios. Tan solo aprendí a justificarme. Solo ahora se que vivir, es otra cosa, pero no tengo a quien contarlo.

Cuando le veo, se que algo tiene que cambiar. Tenemos que encontrar un modo de ser diferentes, y ver la necesidad a nuestro alrededor.

Los pájaros, cantan sobre su tejado todos los días como un himno a la alegría. Y yo, creo que también tendría que hacer de mi vida un himno, un himno a la esperanza, a la solidaridad, a la generosidad, a la gratitud... y un alto en el camino para escuchar. Y un paquetito de tiempo cada día, para regalar.

Que el sentido de mi vida, vaya más allá de mi misma, incluyendo vidas y necesidades ajenas.
Y que todos entendamos que las personas como él, no son una sombra, un desecho, ni un estorbo... son seres humanos llenos de cicatrices, de carencias y de necesidad de dar.

¿Sabes? Me dijo una tarde con la mirada cansada, las personas como yo necesitamos tan poco... una mirada, la atención de un solo momento. Que nos vean, solo necesitamos eso. Durante años, me aterraba la palabra cáncer. Ahora, se que hay enfermedades más dolorosas y largas, casi eternas. Que no necesitan medicamentos caros. Que podrían curarse con muy poco. Pero muchas personas enfermamos y morimos por ellas sin ser vistas.

Aquí, en esta casa solitaria, estoy muriendo de soledad como tanta gente, pero todos tienen prisa, por eso nadie se da cuenta.

él, sólo necesita un brazo en el que apoyarse para salir al sol. Otros, una mirada que les confirme que siguen siendo alguien. O un corazón que escuche, o una tarde de merienda en compañía. Son muchos los que en nuestra sociedad, enferman de soledad. Pero los otros, somos muchos más, hagamos algo para poner remedio.

Autor: Desconocido


P/D: Si os interesaís por el tema, en las grandes ciudades existen muchas persona mayores muy solas, algunos se detecta su muerte porque los vecinos no los ven y huele mal, eso son noticias frecuentes.

EsquizOfelia
21-jul.-2016, 10:43
.


Una lección de Medicina.


Rubén Omar Sosa escuchó la lección de Maximiliana en un curso de terapia intensiva, en Buenos Aires. Fue lo más importante de todo lo que aprendió en sus años de estudiante.
Un profesor contó el caso. Doña Maximiliana, muy cansada por los trajines de una larga vida sin domingos, llevaba unos cuantos días internada en el hospital, y cada día pedía lo mismo:
-Por favor, doctor, ¿podría tomarme el pulso?
Una suave presión de los dedos en la muñeca, y él decía:
-Muy bien. Setenta y ocho. Perfecto.
-Sí, doctor, gracias. Ahora por favor, ¿me toma el pulso?
Y él volvía a tomarlo, y volvía a explicarle que estaba todo bien, que mejor imposible.
Día tras día, se repetía la escena. Cada vez que él pasaba por la cama de doña Maximiliana, esa voz, ese ronquido, lo llamaba, y le ofrecía ese brazo, esa ramita, una vez, y otra vez, y otra.
Él obedecía, porque un buen médico debe ser paciente con sus pacientes, pero pensaba: Esta vieja es un plomo. Y pensaba: Le falta un tornillo.
Años demoró en darse cuenta de que ella estaba pidiendo que alguien la tocara.


Eduardo Galeano
("Bocas del tiempo")


.

Marcussi
21-jul.-2016, 10:48
.


Una lección de Medicina.


Rubén Omar Sosa escuchó la lección de Maximiliana en un curso de terapia intensiva, en Buenos Aires. Fue lo más importante de todo lo que aprendió en sus años de estudiante.
Un profesor contó el caso. Doña Maximiliana, muy cansada por los trajines de una larga vida sin domingos, llevaba unos cuantos días internada en el hospital, y cada día pedía lo mismo:
-Por favor, doctor, ¿podría tomarme el pulso?
Una suave presión de los dedos en la muñeca, y él decía:
-Muy bien. Setenta y ocho. Perfecto.
-Sí, doctor, gracias. Ahora por favor, ¿me toma el pulso?
Y él volvía a tomarlo, y volvía a explicarle que estaba todo bien, que mejor imposible.
Día tras día, se repetía la escena. Cada vez que él pasaba por la cama de doña Maximiliana, esa voz, ese ronquido, lo llamaba, y le ofrecía ese brazo, esa ramita, una vez, y otra vez, y otra.
Él obedecía, porque un buen médico debe ser paciente con sus pacientes, pero pensaba: Esta vieja es un plomo. Y pensaba: Le falta un tornillo.
Años demoró en darse cuenta de que ella estaba pidiendo que alguien la tocara.


Eduardo Galeano
("Bocas del tiempo")


.


!!Que bonito y que triste!!

EsquizOfelia
21-jul.-2016, 11:08
.

Hace años escribí esto en el foro:


http://www.elforo.com/showpost.php?p=825159&postcount=118

Mi viejo ya pasó los 80. Ni sus hijas ni nietos, nunca tuvimos que hacer una mesa.


.

DarkWarlock86
13-oct.-2016, 07:06
El secreto de una buena vejez no es otra cosa que un pacto honrado con la soledad, decia Gabriel Garcia Marquez.

Biby
13-oct.-2016, 15:39
El secreto de una buena vejez no es otra cosa que un pacto honrado con la soledad, decia Gabriel Garcia Marquez.

Y una muy buena cuenta bancaria que lo sostenga no solo con decoro, sino con comodidad, para que pueda viajar, atender su salud, y tener a todos "interesados"

-----