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Ver la Versión Completa : Vidas ejemplares: Capitán Andrés Trozón.



Zamiel
24-jun.-2014, 12:09
Me tocó ir a la mili por mi quinta en muy mala hora porque en aquel momento todos los de cualquier país estaban cabreados con todos los demás. Cuando llegué a la guerra estaba en su punto más álgido. O sea, que por aquel tiempo todos decían que iban ganando.
Lo de ser un buen soldado no es muy difícil, basta con que uno vaya a donde le manden, dispare contra los que vienen en dirección contrario y los que le digan y que se chinche cuando lo maten. Pero esta última parte no es obligatoria, puedes morirte sin chincharse también.

Mi compañía era de las que iban siempre por delante porque teníamos un capitán muy bruto que acababa con las alambradas enemigas a manotazos. Se llamaba Andrés Trozón y quería ser héroe, porque siempre queda bonito el lucir medallas. Pero como le daban ninguna tenía un cabreo de “notemenees”.
Quería ser herido en combate, porque un héroe ileso no mola. Hay que derramar sangre para salir valiente en la foto. Pero las balas siempre iban lejos de él y bastante más cerca de nosotros que lo único que queríamos era salir vivos de allí.

Los disparos no le atinaban ni aunque llevara la linterna encendida en la noche para facilitar su puntería. Pero su cruel destino se distrajo un buen día y por fin Andrés se vio lanzado por los aires por la onda expansiva de un obús que cayó a pocos metros de él.
-“Debo de estar destrozado”, pensó con orgullo.
Pero no lo estaba, de hecho no tenía un solo rasguño. En el Hospital se reían de él:

-“Mira el pobre, padece de onda expansiva”.
-“Lo que tiene es mucho cuento”, decía otro.
-“Que nos venga a nosotros con el truco de la ondita” .

Los destrozos internos de poco valen porque no se ven. Para ser un herido de pro se te tienen que salir los intestinos por las orejas.
Así que del cabreo que se cogió pregunto:

- ¿Dónde está la guerra desde aquí?.
- “A 15 kilómetros cuesta abajo. Guíate por el sonido”.

Cuatro días después volvieron a traerlo al Hospital, pero esta vez sonreía plenamente.
El tórax parecía una serie porno, no ocultaba nada.
Todos lo admiraban ahora. Y él saboreaba con gusto la admiración.
Pero al poco la tuvo que saborear desde el otro mundo.
Inconvenientes de convertirse en un héroe.

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