JoseAntonio1
16-dic.-2012, 02:39
http://imgs.laprensa.com.ni/2012/12/288x318_1355619093_283-DOM-dario,04.jpg
Nació cuando su madre huía de Nicaragua, hacia Honduras, escapando de su marido quien era muy vicioso.
A los 3 años ya sabía leer y con diez ya leía libros como la Biblia, Las Mil y una noches , Don Quijote y clásicos de comedias españolas.
A los 10 años ya componía versos y por eso le decían el “Niño Poeta”.
En 1882, a la edad de 15 años se enamora de Rosario Emelina Murillo, la “garza morena”.
La mayor parte de su vida pasó problemas financieros.
Su mayor debilidad siempre fue la bebida alcohólica.
Fue una agonía muy escandalosa con frecuentes cambio de humor y unos intensos dolores que le hacían alucinar. Yo leí la biografía del amigo de Darío, el Dr Luis Debayle quien ejercía como medico en la ciudad de León, Nicaragua en donde murió Darío. Cuenta la biografia, que Darío entro en una coma profunda en sus ultimas horas. Luego que falleció, el doctor le practica una autopsia. Le extrae el cerebro a Darío. Lo envuelve en una manta y lo envía con un mensajero por las calles de la ciudad para la oficina del mismo medico, a ser metido en una jarra con formalina, en la cual quería preservarlo para subsecuentes estudios. La mala suerte que el mensajero que eligieron para llevar el cerebro fue un chico torpe, quien en su Carrera por las calles de la ciudad se tropieza y se le zafa de las manos el cerebro, el cual se desenvuelve de la manta y cae en el pavimento sucio de la calle. Parte del órgano se parte y lo vuelven a recoger. Algunos dicen que el cerebro fue enterrado con Darío pero otros afirman que se desconoce su paradero.
Para finalizar he aquí ese bello poema que Dario dedica a Margarita De Bayle, la niña hija de su amigo el Doctor Henry De Bayle, quien le practico la autopsia.
A Margarita Debayle
Margarita está linda la mar,
y el viento,
lleva esencia sutil de azahar;
yo siento
en el alma una alondra cantar;
tu acento:
Margarita, te voy a contar
un cuento:
Esto era un rey que tenía
un palacio de diamantes,
una tienda hecha de día
y un rebaño de elefantes,
un kiosko de malaquita,
un gran manto de tisú,
y una gentil princesita,
tan bonita,
Margarita,
tan bonita, como tú.
Una tarde, la princesa
vio una estrella aparecer;
la princesa era traviesa
y la quiso ir a coger.
La quería para hacerla
decorar un prendedor,
con un verso y una perla
y una pluma y una flor.
Las princesas primorosas
se parecen mucho a ti:
cortan lirios, cortan rosas,
cortan astros. Son así.
Pues se fue la niña bella,
bajo el cielo y sobre el mar,
a cortar la blanca estrella
que la hacía suspirar.
Y siguió camino arriba,
por la luna y más allá;
más lo malo es que ella iba
sin permiso de papá.
Cuando estuvo ya de vuelta
de los parques del Señor,
se miraba toda envuelta
en un dulce resplandor.
Y el rey dijo: «¿Qué te has hecho?
te he buscado y no te hallé;
y ¿qué tienes en el pecho
que encendido se te ve?».
La princesa no mentía.
Y así, dijo la verdad:
«Fui a cortar la estrella mía
a la azul inmensidad».
Y el rey clama: «¿No te he dicho
que el azul no hay que cortar?.
¡Qué locura!, ¡Qué capricho!...
El Señor se va a enojar».
Y ella dice: «No hubo intento;
yo me fui no sé por qué.
Por las olas por el viento
fui a la estrella y la corté».
Y el papá dice enojado:
«Un castigo has de tener:
vuelve al cielo y lo robado
vas ahora a devolver».
La princesa se entristece
por su dulce flor de luz,
cuando entonces aparece
sonriendo el Buen Jesús.
Y así dice: «En mis campiñas
esa rosa le ofrecí;
son mis flores de las niñas
que al soñar piensan en mí».
Viste el rey pompas brillantes,
y luego hace desfilar
cuatrocientos elefantes
a la orilla de la mar.
La princesita está bella,
pues ya tiene el prendedor
en que lucen, con la estrella,
verso, perla, pluma y flor.
* * *
Margarita, está linda la mar,
y el viento
lleva esencia sutil de azahar:
tu aliento.
Ya que lejos de mí vas a estar,
guarda, niña, un gentil pensamiento
al que un día te quiso contar
un cuento.
Nació cuando su madre huía de Nicaragua, hacia Honduras, escapando de su marido quien era muy vicioso.
A los 3 años ya sabía leer y con diez ya leía libros como la Biblia, Las Mil y una noches , Don Quijote y clásicos de comedias españolas.
A los 10 años ya componía versos y por eso le decían el “Niño Poeta”.
En 1882, a la edad de 15 años se enamora de Rosario Emelina Murillo, la “garza morena”.
La mayor parte de su vida pasó problemas financieros.
Su mayor debilidad siempre fue la bebida alcohólica.
Fue una agonía muy escandalosa con frecuentes cambio de humor y unos intensos dolores que le hacían alucinar. Yo leí la biografía del amigo de Darío, el Dr Luis Debayle quien ejercía como medico en la ciudad de León, Nicaragua en donde murió Darío. Cuenta la biografia, que Darío entro en una coma profunda en sus ultimas horas. Luego que falleció, el doctor le practica una autopsia. Le extrae el cerebro a Darío. Lo envuelve en una manta y lo envía con un mensajero por las calles de la ciudad para la oficina del mismo medico, a ser metido en una jarra con formalina, en la cual quería preservarlo para subsecuentes estudios. La mala suerte que el mensajero que eligieron para llevar el cerebro fue un chico torpe, quien en su Carrera por las calles de la ciudad se tropieza y se le zafa de las manos el cerebro, el cual se desenvuelve de la manta y cae en el pavimento sucio de la calle. Parte del órgano se parte y lo vuelven a recoger. Algunos dicen que el cerebro fue enterrado con Darío pero otros afirman que se desconoce su paradero.
Para finalizar he aquí ese bello poema que Dario dedica a Margarita De Bayle, la niña hija de su amigo el Doctor Henry De Bayle, quien le practico la autopsia.
A Margarita Debayle
Margarita está linda la mar,
y el viento,
lleva esencia sutil de azahar;
yo siento
en el alma una alondra cantar;
tu acento:
Margarita, te voy a contar
un cuento:
Esto era un rey que tenía
un palacio de diamantes,
una tienda hecha de día
y un rebaño de elefantes,
un kiosko de malaquita,
un gran manto de tisú,
y una gentil princesita,
tan bonita,
Margarita,
tan bonita, como tú.
Una tarde, la princesa
vio una estrella aparecer;
la princesa era traviesa
y la quiso ir a coger.
La quería para hacerla
decorar un prendedor,
con un verso y una perla
y una pluma y una flor.
Las princesas primorosas
se parecen mucho a ti:
cortan lirios, cortan rosas,
cortan astros. Son así.
Pues se fue la niña bella,
bajo el cielo y sobre el mar,
a cortar la blanca estrella
que la hacía suspirar.
Y siguió camino arriba,
por la luna y más allá;
más lo malo es que ella iba
sin permiso de papá.
Cuando estuvo ya de vuelta
de los parques del Señor,
se miraba toda envuelta
en un dulce resplandor.
Y el rey dijo: «¿Qué te has hecho?
te he buscado y no te hallé;
y ¿qué tienes en el pecho
que encendido se te ve?».
La princesa no mentía.
Y así, dijo la verdad:
«Fui a cortar la estrella mía
a la azul inmensidad».
Y el rey clama: «¿No te he dicho
que el azul no hay que cortar?.
¡Qué locura!, ¡Qué capricho!...
El Señor se va a enojar».
Y ella dice: «No hubo intento;
yo me fui no sé por qué.
Por las olas por el viento
fui a la estrella y la corté».
Y el papá dice enojado:
«Un castigo has de tener:
vuelve al cielo y lo robado
vas ahora a devolver».
La princesa se entristece
por su dulce flor de luz,
cuando entonces aparece
sonriendo el Buen Jesús.
Y así dice: «En mis campiñas
esa rosa le ofrecí;
son mis flores de las niñas
que al soñar piensan en mí».
Viste el rey pompas brillantes,
y luego hace desfilar
cuatrocientos elefantes
a la orilla de la mar.
La princesita está bella,
pues ya tiene el prendedor
en que lucen, con la estrella,
verso, perla, pluma y flor.
* * *
Margarita, está linda la mar,
y el viento
lleva esencia sutil de azahar:
tu aliento.
Ya que lejos de mí vas a estar,
guarda, niña, un gentil pensamiento
al que un día te quiso contar
un cuento.