Pantera Negra
24-nov.-2012, 17:39
Ah, no estoy hablando de la compra-venta de plazas laborales, actividad muy común en tanto sindicato "charro" (la verdad, nunca he entendido este modismo, ¿porqué diablos se les denomina así?).
Es algo mas grave el tema. Y a manera de introducción, tendrán que botanerar primero con mi foro "de cobardes, traidores y poco hombres"; considerando pues este foro como una extensión de aquél de 2009; sin que por ello tengan que fusionarse dado que a partir de aquí hay una derivación del tema aquél.
En pláticas por aquí y por allá, con observaciones de allá y de mas allá; así como por rumores de mas allá y de acullá, he podido obtener estas conclusiones que enuncio, a manera de tema nuevo.
Los mafiosos mexicanos (que antes llamaba los malos) han enaltecido su poder, alcanzando cumbres que antes no solian o podian escalar. Ahora son capaces de comprar plazas (aquí aclaro lo que es una plaza. Una plaza es una región, ciudad o grupo de ciudades o poblados cercanos territorialmente entre sí; incluso un estado completo o un grupo de ellos puede ser una plaza). La manera en que operan es la siguiente:
Acude un representante de la mafia a ver al gobernador, presidente municipal o jerarca político de la región, le dicen: "Señor. Nuestra gente quiere comprar esta plaza; a usted le va a tocar una renta mensual de tanto, para que nos deje trabajar. Ya sabe, nomás dígale a su jefe de policía que nos de el avión; también le vamos a dar su mochada. Acuérdese de que su hermano tal, hace tales cosas. Que su esposa tiene este calendario semanal. Que sus hijos tienen este santo y seña. Que lo que le vamos a dar es diez veces mas de lo que trinquetea aquí".
Una vez que "se hicieron" de la plaza, empiezan a talonear de la siguiente manera: hacen la visita de las siete casas (en realidad y mejor dicho, de las chorrocientas mil empresas de la plaza recién adquirida), ya antes hicieron un grandioso "estudio de campo", y llegan con este otro discurso, empresa por empresa; ya séa grande, mediana e incluso pequeña empresa.
"Señor. Nosotros lo vamos a proteger para que nadie venga a molestarlo, ni los zetas, ni la familia michoacana (aquí apuntan "a la que me honro representar"), ni los templarios ni nadie. Nada mas va a tener que entrarle con una rentita mensual de tanto, y asunto arreglado, a puro ganar billete sin que nadie lo chingue. Porque su señora tiene que pagar el club tal, y luego la colegiatura de sus chavos en este y este otro colegio; y la natación en tal acuática; ah, y las clases de inglés con el maestro fulano, o las de guitarra eléctrica con la maestra zutana".
El comerciante, empresario, con los ojos desorbitados y el sudor empapándole la ropa, haciendo calculos mentales finalmente dice "está bien".
Y esas rentitas mensuales, en conjunto, son un dineral. Más, mucho mas de la bagatela que pagaron por comprar su plazita.
Todo con el poder de la organización, y el poder conferido por las armas que los gringos les dieron a cambio de otra bagatela de dolares.
Así las cosas.
Es algo mas grave el tema. Y a manera de introducción, tendrán que botanerar primero con mi foro "de cobardes, traidores y poco hombres"; considerando pues este foro como una extensión de aquél de 2009; sin que por ello tengan que fusionarse dado que a partir de aquí hay una derivación del tema aquél.
En pláticas por aquí y por allá, con observaciones de allá y de mas allá; así como por rumores de mas allá y de acullá, he podido obtener estas conclusiones que enuncio, a manera de tema nuevo.
Los mafiosos mexicanos (que antes llamaba los malos) han enaltecido su poder, alcanzando cumbres que antes no solian o podian escalar. Ahora son capaces de comprar plazas (aquí aclaro lo que es una plaza. Una plaza es una región, ciudad o grupo de ciudades o poblados cercanos territorialmente entre sí; incluso un estado completo o un grupo de ellos puede ser una plaza). La manera en que operan es la siguiente:
Acude un representante de la mafia a ver al gobernador, presidente municipal o jerarca político de la región, le dicen: "Señor. Nuestra gente quiere comprar esta plaza; a usted le va a tocar una renta mensual de tanto, para que nos deje trabajar. Ya sabe, nomás dígale a su jefe de policía que nos de el avión; también le vamos a dar su mochada. Acuérdese de que su hermano tal, hace tales cosas. Que su esposa tiene este calendario semanal. Que sus hijos tienen este santo y seña. Que lo que le vamos a dar es diez veces mas de lo que trinquetea aquí".
Una vez que "se hicieron" de la plaza, empiezan a talonear de la siguiente manera: hacen la visita de las siete casas (en realidad y mejor dicho, de las chorrocientas mil empresas de la plaza recién adquirida), ya antes hicieron un grandioso "estudio de campo", y llegan con este otro discurso, empresa por empresa; ya séa grande, mediana e incluso pequeña empresa.
"Señor. Nosotros lo vamos a proteger para que nadie venga a molestarlo, ni los zetas, ni la familia michoacana (aquí apuntan "a la que me honro representar"), ni los templarios ni nadie. Nada mas va a tener que entrarle con una rentita mensual de tanto, y asunto arreglado, a puro ganar billete sin que nadie lo chingue. Porque su señora tiene que pagar el club tal, y luego la colegiatura de sus chavos en este y este otro colegio; y la natación en tal acuática; ah, y las clases de inglés con el maestro fulano, o las de guitarra eléctrica con la maestra zutana".
El comerciante, empresario, con los ojos desorbitados y el sudor empapándole la ropa, haciendo calculos mentales finalmente dice "está bien".
Y esas rentitas mensuales, en conjunto, son un dineral. Más, mucho mas de la bagatela que pagaron por comprar su plazita.
Todo con el poder de la organización, y el poder conferido por las armas que los gringos les dieron a cambio de otra bagatela de dolares.
Así las cosas.