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parzival
13-nov.-2012, 22:02
Este otoño es viejo, taciturno,
abrumado de luces que nacen huecas,
solitario, sombrío, sin un ayer que recordar,
solo con un futuro que no llegará jamás.
Caminamos sobre sus hojas pardas,
las pisamos y las olvidamos,
como olvidamos el perdón y la esperanza.
Respiramos su aire frío,
lleno de canciones sordas,
y nos hacen recordar que somos polvo
y no un recuerdo eterno dentro de una mirada fija.
Caminamos bajo sus nubes grises
y sus lunas lejanas, como sueños idos,
somos sus prisioneros, sus esclavos,
bailamos bajo su sombra y su mirada,
mientras soñamos con la primavera,
que está tan distante y tan inalcanzable,
es solo un sueño roto, un muñeco desmembrado.
Aún así, transitamos por tu nostalgia,
con pasos cortos y aburridos,
bajo tu lluvia y tu ventisca,
mirando hacia el horizonte, con ojos ciegos,
el corazón mojado y la idea estéril
de iniciar un nuevo ciclo.

Parzival

KarenV
14-nov.-2012, 00:41
Bonito lo que expresas, Parzival.

Mªndrªg°rª
14-nov.-2012, 15:50
Bonito lo que expresas, Parzival.

See Karen el Parsi es un excelente poeta.

Mis respetos.

parzival
14-nov.-2012, 20:30
Bonito lo que expresas, Parzival.
Hola Karen, bienvenida al foro. Gracias por tus palabras.


See Karen el Parsi es un excelente poeta.

Mis respetos.
Agradezco mucho lo que expresas de mí, en serio.

Mªndrªg°rª
15-nov.-2012, 14:04
Es preciso explicar ahora el tipo de hombre que soy. Mi nombre no interesa, ni
ningún otro pormenor exterior y particular que me concierna. Es sobre mi
carácter sobre lo que debo hablar.

Toda la constitución de mi espíritu es de irresolución y duda. Nada es o puede
ser positivo para mí; todas las cosas oscilan a mi alrededor, y yo oscilo con
ellas, una inseguridad para mí mismo. Todo es para mí incoherencia y cambio.

Todo es misterioso y todo está cargado de significación. Todas las cosas son
un símbolo <<desconocido>> de lo Desconocido. Consecuentemente, horror,
misterio, miedo extrainteligente.

Por mis propias tendencias naturales, por el medio en que me crié desde
pequeño, por la influencia de los estudios emprendidos bajo su impulso (el de
aquellas mismas tendencias), por todo eso tengo una de esas clases de
carácter ensimismado, egocéntrico, mudo, no autosuficiente, sino
autoperdido. Toda mi vida ha sido una vida de pasividad y sueño. Todo mi
carácter consiste en el odio, en el horror de, en la incapacidad para actos
decisivos, para pensamientos definidos, que atenaza físicamente y
mentalmente todo mi ser. Nunca tomé una resolución que naciera de mi
autodominio, nunca una expresión de mi voluntad consciente. Mis escritos
quedaron siempre inacabados; siempre se entrometieron nuevos
pensamientos, extraordinarias, inexcusables asociaciones de ideas que sólo
tienen por límite el infinito. No consigo dejar de odiar mentalmente la idea de
concluir alguna cosa; a propósito de la cosa mas simple, surgen diez mil
pensamientos y diez mil interasociaciones de esos diez mil pensamientos, y no
tengo fuerza de voluntad para eliminarlos o detenerlos, ni para reunirlos en un
pensamiento central, donde sus poco importantes pero interrelacionados
pormenores podrían perderse. Pasan dentro de mí, no son pensamientos míos,
sino pensamientos que pasan a través de mí. No pondero, sueño; no me
siento inspirado, deliro. Sé pintar, pero no pinté nunca; se componer música,
pero nunca compuse. Extrañas concepciones sobre las tres artes, adorables
pinceladas de imaginación cruzan por mi espíritu; pero las dejo allí dormidas
hasta que terminan muriendo, pues no tengo poder para darles el cuerpo que
les pertenece, para hacer de ellas cosas del mundo exterior.

Mi carácter mental consiste en el odio a los principios y a los fines de las
cosas, pues son puntos definidos. Me acongoja la idea de que pueda
encontrarse una solución para los más elevados y nobles problemas de la
ciencia y de la filosofía, me horroriza que cualquier cosa pueda ser
determinada por Dios o por el mundo. Me enloquece que las cosas
inmediatamente se cumplan, que los hombres sean algún día más felices, que
se pueda encontrar una solución para los males de la sociedad. Y sin embargo
no soy malo ni cruel; estoy loco y eso es lo que me resulta difícil de entender.

Aunque haya sido siempre un lector voraz y apasionado, no recuerdo ningún
libro que haya leído, tales eran mientras los estaba leyendo los estados de
lectura de mi propio espíritu, mis propios sueños, o mejor, provocaciones de
sueños. Más que incoherente, es vaga mi memoria de los sucesos, de las
cosas exteriores. Me estremezco al pensar lo poco que ha quedado en mi
espíritu de mi vida pasada. Yo, el hombre que afirma que es el hoy no sueño,
soy menos que una cosa de hoy.

Fernando Pessoa - Fragmentos

KarenV
15-nov.-2012, 15:29
Genial fragmento, Mandrágora.