pana
18-dic.-2007, 10:19
Se nos echa encima la navidad y me sorprende que aun no se haya creado ningún Post sobre ella, así que, por mi que no quede.
Hace algo mas de 2000 años el imperio romano se había extendido por toda Europa y había alcanzado parte de Asia. Esta ocupación había traído grandes mejoras en las rutas de comercio ya que los Romanos cuidaban y daban protección a los pueblos que ocupaban, habían conseguido que los caminos fueran seguros, al igual que la navegación por el mar mediterráneo.
En un lugar remoto del basto imperio se encontraba una aldea palestina llamada Belén. Los profetas de la antigüedad habían dicho de ella: Y tú, Belén, de la tierra de Judá, No eres la más pequeña entre los príncipes de Judá; Porque de ti saldrá un guiador, Que apacentará a mi pueblo Israel.
La realidad social de Israel era bastante compleja, los Romanos habían ocupado la nación y la autoridad o gobierno les había sido arrebatado, eran muchos los que esperaban el cumplimiento de la promesa del advenimiento del Mesías, aunque también es verdad que la clase sacerdotal se sentía a gusto con el régimen Romano. Ante esta realidad social los Zelotes se preparaban militarmente en Egipto para poder dar apoyo al Mesías cuando este se presentara. Era necesario estar del lado de los buenos pues el Mesías vendría y traería juicio y retribución, juicio y condenación para los enemigos de Israel y libertad para el pueblo de Dios.
La realidad que conocemos es bastante diferente a la esperada por muchos de los habitantes de Juda de aquellos tiempos.
Augusto Cesar había promulgado un edicto, ordenaba que todos debían ser empadronados, cada cual en su ciudad. Esto molesto grandemente al pueblo Judío, pero no pudiendo hacer nada al respecto cada cual debió de dirigirse a su ciudad para así ser empadronado. Es así como José llega a Belén junto con su esposa, la ciudad está abarrotada de gente por causa del edicto y para colmo de males, el Khan “posada” estaba hasta los topes, debido a que la caravana de Siria se había acercado hasta allí.
Probablemente José debió de intercambiar algunas palabras con el portero del Khan, hasta es probable que hubiese apelado a su procedencia, a fin de cuentas el era un hijo de David, pero la ley era la ley: “El extraño que viva contigo ha de ser considerado como si hubiera nacido entre los tuyos y tu deberás amarle como a ti mismo”.
En cualquier caso la situación del matrimonio debió mover a misericordia al portero y este les llevo a la cueva donde probablemente su antepasado David, hubo de refugiarse junto con las ovejas de su padre Isai, en los días lluviosos y fríos.
Es así como viene al mundo Jesús, en una remota y olvidada aldea de Juda llamada Belén, tal y como habían anunciado los profetas. Después, el tiempo y el desarrollo de la historia nos muestran una realidad bastante diferente a las expectativas de la mayoría de los israelitas. Estos esperaban en el Mesías a un Rey que vendría a liberarla del yugo Romano y a traer juicio sobre las naciones que durante los siglos la habían oprimido. La realidad es que allí, en Belén, nació un niño, pequeño, indefenso, pero ese niño pequeño tiene un nombre, sin duda el mas admirable de los nombres que nadie pueda tener, ese niño es Emmanuel “Dios con nosotros”
Hace algo mas de 2000 años el imperio romano se había extendido por toda Europa y había alcanzado parte de Asia. Esta ocupación había traído grandes mejoras en las rutas de comercio ya que los Romanos cuidaban y daban protección a los pueblos que ocupaban, habían conseguido que los caminos fueran seguros, al igual que la navegación por el mar mediterráneo.
En un lugar remoto del basto imperio se encontraba una aldea palestina llamada Belén. Los profetas de la antigüedad habían dicho de ella: Y tú, Belén, de la tierra de Judá, No eres la más pequeña entre los príncipes de Judá; Porque de ti saldrá un guiador, Que apacentará a mi pueblo Israel.
La realidad social de Israel era bastante compleja, los Romanos habían ocupado la nación y la autoridad o gobierno les había sido arrebatado, eran muchos los que esperaban el cumplimiento de la promesa del advenimiento del Mesías, aunque también es verdad que la clase sacerdotal se sentía a gusto con el régimen Romano. Ante esta realidad social los Zelotes se preparaban militarmente en Egipto para poder dar apoyo al Mesías cuando este se presentara. Era necesario estar del lado de los buenos pues el Mesías vendría y traería juicio y retribución, juicio y condenación para los enemigos de Israel y libertad para el pueblo de Dios.
La realidad que conocemos es bastante diferente a la esperada por muchos de los habitantes de Juda de aquellos tiempos.
Augusto Cesar había promulgado un edicto, ordenaba que todos debían ser empadronados, cada cual en su ciudad. Esto molesto grandemente al pueblo Judío, pero no pudiendo hacer nada al respecto cada cual debió de dirigirse a su ciudad para así ser empadronado. Es así como José llega a Belén junto con su esposa, la ciudad está abarrotada de gente por causa del edicto y para colmo de males, el Khan “posada” estaba hasta los topes, debido a que la caravana de Siria se había acercado hasta allí.
Probablemente José debió de intercambiar algunas palabras con el portero del Khan, hasta es probable que hubiese apelado a su procedencia, a fin de cuentas el era un hijo de David, pero la ley era la ley: “El extraño que viva contigo ha de ser considerado como si hubiera nacido entre los tuyos y tu deberás amarle como a ti mismo”.
En cualquier caso la situación del matrimonio debió mover a misericordia al portero y este les llevo a la cueva donde probablemente su antepasado David, hubo de refugiarse junto con las ovejas de su padre Isai, en los días lluviosos y fríos.
Es así como viene al mundo Jesús, en una remota y olvidada aldea de Juda llamada Belén, tal y como habían anunciado los profetas. Después, el tiempo y el desarrollo de la historia nos muestran una realidad bastante diferente a las expectativas de la mayoría de los israelitas. Estos esperaban en el Mesías a un Rey que vendría a liberarla del yugo Romano y a traer juicio sobre las naciones que durante los siglos la habían oprimido. La realidad es que allí, en Belén, nació un niño, pequeño, indefenso, pero ese niño pequeño tiene un nombre, sin duda el mas admirable de los nombres que nadie pueda tener, ese niño es Emmanuel “Dios con nosotros”