Pantera Negra
18-nov.-2011, 20:17
No se porqué hay ya dos mundos paralelos en los foros, en estos; en uno donde se pueden crear solo algunos mensajes nuevos, y el otro restringido por no se que razón. Apelemos de nuevo a la labor de los moderadores, para que coloquen donde corresponda el presente.
Por la calle, donde necesitan transitar mis hijos por la simple razón de que son jovenes, y de que tienen que vivir su vida; se respira sólo temor. Temor al peligro que de cualquier sitio inesperado salte de súbito a arrebatar inocencia y tranquilidad.
Cuando transitaba yo, por la tarde, en un pesero; por la ventanilla vi como una mujer vociferaba en la puerta de un microbús detenido; escoltada por dos policias armados. Un joven que estaba por bajar, se regrsó al interior del microbús antes de que la puerta cerrándose lo atrapara. No se pudo ver mucho, solo pude hacer conjeturas.
En esa ruta suele haber muchos asaltos, a mi hija le tocó uno de ellos. Supongo que en esta ocasión le tocaría la de perder a los jovenzuelos vándalos. En tanto, los policias hacian gala de su impericia para afrontar eventos así; no tienen un protocolo de acción; actuan como bien decía uno de mis expatrones, "a la viva México".
Hoy mi hijo llegará tarde, y tendrá que avenírselas solo en este lugar, como tantos otros de México, peligroso. Pero uno no puede estar siempre ahí, a su lado resguardándolos; tarde o temprano tiene que transitar solos los caminos. Por eso uno trata de que esos caminos sean mas seguros. Un intento limitado, inútil; porque a nadie se le dan las herramientas para mejorar las cosas.
Podría ser desalentador para cualquiera, de hecho lo es. Ver perdidas causas de nobleza. Pero las almas grandes suelen no dejarse abatir. Y esas almas grandes suelen parecerse a las almas, puras aún, de los jovenes de las generaciones nacientes.
A uno solo le queda seguir en la brega, y seguir enunciando verdades; tratando de mejorar todos esos caminos plagados de abrojos. Ya José Martí se lo decía a su poética madre: "Madre, pero por tu amor no llores. Si esclavo de mi edad y mis doctrinas; tu martir corazón llené de espinas. Piensa que nacen entre espinas, flores".
Las madres y los padres, efectivamente debemos tratar de no llorar; sino de seguir limpiando de abrojos el camino espinoso de la vida. Los hijos, ellos traen su propia fuerza, su propia luz; y ya les tocará el turno de limar de peligros el camino de los hijos de ellos.
Por la calle, donde necesitan transitar mis hijos por la simple razón de que son jovenes, y de que tienen que vivir su vida; se respira sólo temor. Temor al peligro que de cualquier sitio inesperado salte de súbito a arrebatar inocencia y tranquilidad.
Cuando transitaba yo, por la tarde, en un pesero; por la ventanilla vi como una mujer vociferaba en la puerta de un microbús detenido; escoltada por dos policias armados. Un joven que estaba por bajar, se regrsó al interior del microbús antes de que la puerta cerrándose lo atrapara. No se pudo ver mucho, solo pude hacer conjeturas.
En esa ruta suele haber muchos asaltos, a mi hija le tocó uno de ellos. Supongo que en esta ocasión le tocaría la de perder a los jovenzuelos vándalos. En tanto, los policias hacian gala de su impericia para afrontar eventos así; no tienen un protocolo de acción; actuan como bien decía uno de mis expatrones, "a la viva México".
Hoy mi hijo llegará tarde, y tendrá que avenírselas solo en este lugar, como tantos otros de México, peligroso. Pero uno no puede estar siempre ahí, a su lado resguardándolos; tarde o temprano tiene que transitar solos los caminos. Por eso uno trata de que esos caminos sean mas seguros. Un intento limitado, inútil; porque a nadie se le dan las herramientas para mejorar las cosas.
Podría ser desalentador para cualquiera, de hecho lo es. Ver perdidas causas de nobleza. Pero las almas grandes suelen no dejarse abatir. Y esas almas grandes suelen parecerse a las almas, puras aún, de los jovenes de las generaciones nacientes.
A uno solo le queda seguir en la brega, y seguir enunciando verdades; tratando de mejorar todos esos caminos plagados de abrojos. Ya José Martí se lo decía a su poética madre: "Madre, pero por tu amor no llores. Si esclavo de mi edad y mis doctrinas; tu martir corazón llené de espinas. Piensa que nacen entre espinas, flores".
Las madres y los padres, efectivamente debemos tratar de no llorar; sino de seguir limpiando de abrojos el camino espinoso de la vida. Los hijos, ellos traen su propia fuerza, su propia luz; y ya les tocará el turno de limar de peligros el camino de los hijos de ellos.