Peterdomin
08-nov.-2011, 16:34
Indiscutiblemente, una de las creaciones más impresionantes de esta época, en materia de electrónica, lo es la computadora.
El surgimiento de tal invención se debe, ante todo, a que el hombre es por naturaleza amante de la comodidad.
Hoy, por ejemplo, ya no es necesario romperse la cabeza calculando una operación aritmética o despejando una ecuación algebraica, puesto que para tal fin basta con pulsar los delicados botones de una diminuta calculadora de bolsillo, obteniendo el resultado mas rápido y con mayor precisión que con un lápiz y papel.
Es obvio que todo este desborde de invenciones tecnológicas ha ido originando cierta dependencia del hombre por las maquinas, al extremo que paulatinamente, nos hemos vuelto adictos al manejo de esa misma calculadora, hasta para resolver sencillos asuntos matemáticos, como estamos viendo en los centros de estudio, donde los estudiantes no quieren esforzarse por aprenderse de memoria las tablas de multiplicar, como es lo correcto, sino que prefieren usar la calculadora, sin embargo, derrochan toda su energía mental para memorizar una larga y tonta canción de reguetón.
Es innegable que la comunidad científica, al fabricar grúas y robots computarizados con el objetivo de que ejecuten con mayor eficiencia la labor humana, está tratando de suplantar, dentro de las factorías y empresas, al mismo hombre.
Sin embargo, se puede asegurar que el cerebro humano, esa computadora biológica tan admirable y excepcional, creado y diseñado por el científico más genial del universo, o sea, el Supremo, difícilmente podrá ser sustituido por ningún artefacto creado por el hombre.
El surgimiento de tal invención se debe, ante todo, a que el hombre es por naturaleza amante de la comodidad.
Hoy, por ejemplo, ya no es necesario romperse la cabeza calculando una operación aritmética o despejando una ecuación algebraica, puesto que para tal fin basta con pulsar los delicados botones de una diminuta calculadora de bolsillo, obteniendo el resultado mas rápido y con mayor precisión que con un lápiz y papel.
Es obvio que todo este desborde de invenciones tecnológicas ha ido originando cierta dependencia del hombre por las maquinas, al extremo que paulatinamente, nos hemos vuelto adictos al manejo de esa misma calculadora, hasta para resolver sencillos asuntos matemáticos, como estamos viendo en los centros de estudio, donde los estudiantes no quieren esforzarse por aprenderse de memoria las tablas de multiplicar, como es lo correcto, sino que prefieren usar la calculadora, sin embargo, derrochan toda su energía mental para memorizar una larga y tonta canción de reguetón.
Es innegable que la comunidad científica, al fabricar grúas y robots computarizados con el objetivo de que ejecuten con mayor eficiencia la labor humana, está tratando de suplantar, dentro de las factorías y empresas, al mismo hombre.
Sin embargo, se puede asegurar que el cerebro humano, esa computadora biológica tan admirable y excepcional, creado y diseñado por el científico más genial del universo, o sea, el Supremo, difícilmente podrá ser sustituido por ningún artefacto creado por el hombre.