Ver la Versión Completa : La Mirada de Alice
Esta es una corta redaccion creada por un amigo muy kerido llamado
ADAM GARCIA.
espero y les guste mucho al igual ke no puedan dormir, se llenen de horor
y mucho terror.....posdata: no mires bajo tu cama
La Mirada de Alice
Las peores cosas de la vida suceden poco a poco, el camino hacia infierno no es un trayecto corto y preciso, si no que se llega a él paso a paso, así como una larga enfermedad que te mantiene pegado a la cama varios años, es horrible en comparación a un ataque al corazón en el que casi no te da tiempo a reaccionar.
En todo esto la palabra clave es sutileza, y así es como ella entró en mi vida, tan sutilmente que no pude ver el siguiente paso hasta que mi pierna se hallaba tan metida dentro de la mierda que ya no la podía sacar.
Ni siquiera me di cuenta de cómo empezó todo.
Como cada último día del mes me dirigí al bosque de ShadowLess en busca de algún conejo despistado que llevar a casa. Cuando a pocos metros adelante oí un suave sollozo, pensé que podía tratarse de alguien que necesitase ayuda, así que me dirigí a toda prisa hacia allí. Desde luego no esperaba encontrarme la terrible escena que vi ante mí.
Entre los frondosos matojos, con las manos atadas tras la espalda, había una chica rubia, su cara vuelta hacia el suelo no me dejaba discernir sus rasgos, y proyectando sombra sobre su cuerpo se hallaba su verdugo.
Durante un instante el hombre que sujetaba el hacha me miró, y en lugar de salir corriendo se apresuró a acercarse más a la mujer maniatada, hacha en mano, para asestarle el golpe final.
Era un hombre de mediana edad, por su apariencia debía ser un agricultor o un ganadero, quizás un granjero, y estaba a punto de cometer un asesinato justo delante de mis narices. Así que sin pensarlo un segundo más levanté mi escopeta y grité:
-¡ Eh! ¡Alto! ¡Deje ahí ese hacha o disparo!.
El hombre pareció hacer caso omiso a mi advertencia y levantó el hacha. Yo sólo tenía unos instantes para actuar o la chica moriría, así que casi sin apuntarle apreté el gatillo.
¡¡¡¡¡¡BLAM!!!!!!. El disparo resonó con fuerza entre los árboles y cientos de pequeños pájaros alzaron el vuelo asustados por el estampido.
Un brazo y parte de su pecho desparecieron como por arte de magia y se esparcieron sobre la tierra varios metros atrás de él.
- ¡Dios mío!.- grité y fui corriendo hacia donde él se encontraba.- ¿Por qué no me hizo caso?.- pregunté inútilmente.
Al acercarme me di cuenta de que movía los labios, trataba de decirme algo, así que coloqué mi oreja cerca de su boca para oírle. Sólo pronunció una palabra, quizás una sentencia, lo que dijo fue...
- A... Alice.
- Ha muerto.- le dije al vacío bosque testigo mudo de mi primer asesinato.- Era él quien sollozaba. -Dije, pues por sus mejillas aún caían lágrimas calientes que resbalaban hasta el suelo.- ¡La chica!. He de ver si la chica está bien. -dije y me levanté para acercarme a ella, y justo en ese momento la muchacha levantó su cara hacia mí.- - ¡¡¡LOADO SEA DIOS!!!. -grité al ver sus facciones, si es que a eso se le podían llamar facciones.
Tenía la cara totalmente desfigurada. Sus ojos, negros como el ébano, eran totalmente desproporcionados, uno de ellos carecía de pestaña, del centro de su cara, una nariz chata y torcida trataba de surgir entre los numerosos bultos que poblaban el rostro de la mujer, y su boca... su boca era lo peor de todo, su labio superior asomaba bajo la nariz, cubriendo unos dientes totalmente deformados y dispares, algunos de ellos afilados y puntiagudos como cuchillas. No tenía labio inferior.
<<-Nunca ví nada tan horrible. -pensé.- De todos modos aunque esté deformada no se merece esta suerte. >>
Mientras le soltaba las muñecas le pregunté cómo se encontraba, si ese hombre le había hecho daño. No me contestó, así que llegue a la conclusión de que era retrasada.
Cuando miré al hombre tendido sobre el suelo del bosque con los ojos aun abiertos, vi cómo una mosca se posaba en uno de ellos. Tras observarlo durante un rato me dije a mí mismo que había arrebatado una vida, y que aunque me absolviesen en el juicio, los periódicos formarían un escándalo, acabarían destrozando mi negocio. Me pregunté qué otra cosa podía hacer, y sin pensarlo demasiado encontré la solución.
Cavé con la culata de la escopeta un hoyo lo suficientemente grande y profundo como para que cupiese su cadáver y el hacha. Lo enterré allí. Al fin y al cabo nadie me había visto ni oído el disparo, como la muchacha era retrasada, no podría dar explicaciones. Bastaría con decirles a las autoridades que la encontré perdida en el bosque. ¡¡¡SALVADO!!!
Quizás fue en ese momento en el cual debí darme cuenta de que empezaba a desvariar, pero toda la situación era tan inocente, ella estaba tan desvalida, todo parecía tan sencillo, y yo... yo era tan crédulo...
La llevé a la comisaría más próxima, después de varias horas de papeleo todo quedó arreglado, creyeron todo lo que les conté sobre Alice y lo sucedido en el bosque.
A la pequeña no le encontraron ni familiares, ni parientes, ni tutores, y fue en ese preciso instante, en el que el juez manifestó su intención de enviar a Alice a una institución, cuando ella me miró por primera vez... una profunda mirada de sus ojos negros y sin darme cuenta comencé a hablar, sin tener muy claro lo que estaba saliendo de mi boca.
- Permita su señoría, yo... yo quisiera adoptar a la muchacha.
- ¿Qué quiere qué?.-preguntó el juez, supongo que sintiendo repugnancia ante mi proposición. Pero por supuesto aceptó y ese mismo día Alice formaba parte de mi familia. Creo que su señoría vio el cielo abierto al poder deshacerse de semejante monstruo.
Y la llevé a casa, me engañé a mí mismo pensando que Nadia y los chicos lo entenderían, pero el susto no se lo quitó nadie. Cuando llamé a la puerta de casa y les presenté a Alice diciéndoles que se iba a quedar con nosotros todos dieron un paso atrás al verla, no puedo culparles por aquello.
En las semanas que siguieron, la vida en casa fue un auténtico infierno, incluso Alice, a su extraño y perdido modo debido a su retraso mental, llevaba el sufrimiento plasmado en su mutilada cara. Las comidas eran lo peor, ni Georgie ni Pam, ni siquiera mi propia esposa eran capaces de probar bocado teniéndola a ella delante, incluso a mí a veces me costaba tragar teniendo la turbia expresión de Alice a tan pocos centímetros de mí, pero lo hacía para dar ejemplo, y poco a poco me acostumbré a su presencia.
Nadia, en cuanto Alice se alejaba lo suficiente como para que no nos oyese, me repetía una y otra vez lo mismo.
- ¡¡¡Tienes que librarnos de ella, Peter!!!. No soy despiadada, ¡¡¡pero no podemos seguir así!!!. ¡¡¡ESTÁ DESTRUYENDO A NUESTRA FAMILIA!!!.
- ¿Qué quieres que haga?, confía en mí. Si la metemos en ese sitio morirá de dolor. -mi réplica siempre era la misma, vacía y carente de sentido. Ella tenía razón, nos estaba destrozando, lenta y sutilmente se inmiscuía más y más en nuestras vidas, haciendo del día a día una pesadilla.
Empecé a sufrir insomnio, también perdí peso y mi carácter se agrió visiblemente, los incidentes con Alice, las miradas de mis hijos y la contínua presión de mi mujer era demasiado para mí, y entonces sucedió...
Yo estaba leyendo el periódico dominical en el salón, trataba de traer a mi vida una paz que ya no existía evadiéndome en la lectura, y mientras mi mente desaparecía entre las páginas de deportes escuché un grito, salí corriendo y cuando llegué al salón vi a Nadia arrodillada, se apretaba las manos contra el pecho, y entre los dedos de una de ellas caían gotas de sangre.
- ¡¡¡ESA BRUJA ME HA MORDIDO!!! ¡¡¡MONSTRUO!!! ¡¡¡PÉCORA ASQUEROSAAAAA!!!. –gritó ella mientras Alice se escondía detrás del sofá.
Creo que fue aquello lo que me decidió a intentar encontrar otra cosa para Alice. Nadia me puso un ultimátum, o se iba la muchacha, o ella cogía a nuestros hijos y se marchaba a otra parte. Así que monté a Alice en el coche y nos fuimos a la institución especial que nos recomendó el juez.
Lo intenté, juro por Dios que intenté sacarla de nuestras vidas, pero cuando estábamos ya a poco camino del orfanato ella dio rienda suelta a su horrible súplica silenciosa... las oscuras formas que eran sus ojos se llenaban de lágrimas, y yo volvía a casa, con ella por supuesto, le dije a mi mujer que no había sitio para Alice, que probaría mañana... pero transcurrieron las semanas y los meses, y ella seguía con nosotros.
Nadia y yo apenas hablábamos, la tensión era insoportable y lo que hizo que definitivamente reventase el dique fue lo sucedido con Mr. Church, el rechoncho gato familiar.
Yo me estaba desnudando, mientras la bañera se llenaba de agua, fui a mi habitación en busca de una muda limpia, tardé menos de un minuto, estoy seguro de ello, y cuando volví al baño...
- ¡¡¡OH DIOS MIO!!!.- Church estaba dentro de la bañera, muerto en el agua, que se había vuelto de color rojo intenso, mientras sus vísceras flotaban a su alrededor.
- ¿Peter, qué pasa?.- era Nadia.
- ¡No te acerques! ¡¡¡no mires!!!.- pero ella no me hizo caso, entró en el baño y vio a Mr Church.
De nada me sirvió pedirle que lo reconsiderara, no tenía caso rogarle que se quedara, de modo que la dejé ir, con lágrimas en mis ojos la vi a través de la ventana coger un taxi y alejarse con mis hijos. En ese momento odié a Alice con toda mi alma, y me acerqué a ella gritando todo lo que pude.
- ¡¡¡CRIATURA DEL DEMONIO!!! ¡¡¡ME LAS PAGARÁS, LO JURO!!! ¡¡¡ME LIBRARE DE TI AUNQUE SEA LO ÚLTIMO QUE HAGA!!!.
Pero no me deshice de ella, no pude, cada vez que lo intentaba ella me lanzaba aquella mirada que me detenía. Una noche la situación tomó un cariz de locura, fue la noche en la que ella vino a mi cuarto...
- ¿Qué...? ¿Qué pasa? ¿Qué quieres? ¿De dónde has sacado ese camisón?.
Llevaba puesto uno de los camisones de Nadia, incluso se había rociado con su perfume, podía olerlo desde mi cama mientras ella se acercaba poco a poco hacia mí.
- Es uno de los camisones de mi esposa. ¡¡¡Lo robaste!!!. ¡¡¡Fuera de mi vista, no te acerques!!!.- despacio ella se metió en mi cama y comenzó a rodearme con sus brazos, trató de besarme, yo aparté mi boca horrorizado.
- Alice ¡¡¡NO!!!, ¡¡¡POR LO QUE MÁS QUIERAS!!!. ¡¡¡APARTA!!!... Señor ayúdame, ayúdame... ayúdame.
Cerré los ojos, traté de no pensar en nada y cubrí a Alice con mi cuerpo, asqueado de mí mismo por lo que estaba punto de hacer con aquella monstruosidad...
La escasa cordura que me quedaba trataba de salvarse, de aferrarse a cualquier posibilidad de escape por loca que pareciera, así es como decidí intentar que alguien se llevase a Alice sin tener que intervenir yo.
En una de mis salidas vi un cartel de una de esas ferias donde se exponen monstruos. Mujeres barbudas, hombres lagarto, hombres de tan solo un metro de estatura, o algunos tan altos como cabinas telefónicas. Al ver aquello, se me ocurrió que tal vez...
- ¿Entonces estamos de acuerdo? ¿Se la queda usted?.- pregunté al dueño de la feria, intentando cerrar el trato cuanto antes.
- No sé, entrar así en su casa, podría ocasionarme un lío.- El hombre no parecía muy convencido.
- ¡Hombre! pero si es mi casa, no voy a denunciarle. Incluso le daré las llaves. Es que yo no puedo traerla. Ella... ella... ¡ella no se fía de mí!. Acepte usted, ¡verá como sale bien!. -le dije desesperado, necesitaba que aquel tipo sacase a Alice de mi vida, era la única opción que me quedaba.
- Está bien... lo haré.
Después de tres días volví a casa, rezando porque a mi regreso Alice no estuviese allí. Cuando por volví por fin vi las llaves en el buzón y entré, la casa estaba...
- ¡¡¡Vacía!!!, ¡salió bien!. Me he librado de ella por fin. - El mundo era maravilloso, respiré tranquilo por primera vez desde que empezó toda aquella pesadilla y fui a la cocina, iba a tomarme una copa y luego llamaría a Nadia, volvería a casa con los chicos, todo se había arreglado...
Y abrí el frigorífico. Mi gritó debió escucharse en todo el barrio, el dueño de la feria estaba dentro, me miraba con ojos vidriosos, unos ojos que a pesar de estar muertos me culpaban de lo sucedido, sus intestinos colgaban fuera de su abdomen y se esparcían por el suelo del refrigerador. Grité hasta que pareció que me iba a reventar la garganta y entonces comencé a reír, me estaba volviendo completamente loco. Alice apareció delante de mí, y si no fuese porque estoy seguro de que sus facciones no se lo permitían, habría jurado que estaba sonriendo.
Enterré al dueño de la feria en un yermo. A la semana, el dinero escaseaba, así que vendí la casa y mi negocio, el trabajo de toda una vida. Cogí a Alice y nos fuimos, sin rumbo fijo, huyendo estúpidamente de nuestros propios recuerdos. La vida se convirtió en una sucesión de moteles baratos.
Incluso cuando dormía el extraño poder de Alice me tenía cogido.
Daba largos paseos nocturnos, en los cuales pensé en el suicidio más veces de las que puedo contar.
Cuando se acabó el dinero para costearnos el alojamiento nos mudamos a una granja abandonada, allí la única compañía existente aparte de Alice eran las ratas.
Me di a la bebida y dejé de buscar trabajo definitivamente, me aislé de todo y de todos, menos de ella. Mi vida se redujo a unas jarras de vino barato, a los labios babeantes de Alice, sus manos huesudas, los largos e interminables paseos, y por supuesto a mis amigas las ratas.
Sólo conseguía descansar un poco de todo cuando ella por fin dormía y me dejaba en paz.
Pero por supuesto todo tiene un límite, y una vez más Alice lo traspasó, hubiese sido capaz de aguantar cualquier cosa, pero incluso los locos tienen un límite y aquello fue demasiado.
Recuerdo que me alejé de ella durante unos días, paseé sin rumbo fijo y fui a pie hasta un pueblo cercano, pensé que estaba a punto de escapar de ella, sentí el regocijo del triunfo en cada célula de mi ser.
No sé cómo fui tan estúpido al creer que realmente estaba ganando. De repente, el hilo invisible que me tenía atado a ella dio un tirón y paso a paso, apenas sin fijarme por donde iba, volvía hacia Alice, hacia ese océano profundo y oscuro que eran sus ojos.
Caminé durante bastante rato, como hipnotizado, hasta que un movimiento en el suelo atrajo mi atención, era...
- Un periódico... quizás pueda encontrar trabajo, volver a ser el antes.- Me agaché y recogí el arrugado diario. Ni siquiera me dio tiempo de buscar la sección de empleo, toda mi atención quedó fija en el titular de la primera página: NIÑO DESAPARECIDO SE TEME RAPTO
- ¡¡¡Oh Dios!!!. ¡¡¡Señor no lo permitas!!!.- Repetí una y otra vez todo el camino hacia la granja.
No podía ser verdad, este sucio presentimiento que recorría todo mi cuerpo no podía ser real. Así que tan sólo para confirmar que no era cierto tenía que comprobarlo con mis propios ojos.
Cuando llegué a la granja mi aliento ardía por la larga carrera hasta casa, llamé a Alice varias veces, la busqué en cada rincón, sólo me quedaba el sótano.
- ¡Alice! ¡Sé que estás ahí! ¡¡¡No me quieras engañar, sal ahora mismo!!!.- Pero no obtuve respuesta, así que abrí la puerta y me asomé. Lo que vi hizo que la poca cordura que me quedaba se desintegrase.
Al final de la escalera Alice tenía a sus pies al chico del que hablaba el periódico que había visto antes. Tenía el vientre abierto, y sus entrañas salían de él, pero lo peor de todo era que parte de esas entrañas estaban en la boca de Alice, chorreones de sangre empapaban su vestido y de sus labios caían largos hilos de babas, cuando levantó su cabeza no hizo ademán alguno de huir o esconderse, sino que introdujo su mano en la tripa del muchacho y se deslizó dentro de su boca otro puñado de su tétrico banquete.
Lo que pasó después fue como un sueño. Recuerdo que recorrí los callejones preñados de sombras nocturnas... un solo pensamiento daba vueltas en mi cabeza: El ansia de acabar con Alice.
Recuerdo que me detuve frente al escaparate de una ferretería, lo hice añicos con un ladrillo para apoderarme de un objeto pesado. Un hacha.
En la calle tropecé con ella, me estaba mirando a los ojos, no paraba de mirarme insistentemente, de mirarme, de mirarme...
De alguna manera nos metimos en el bosque, lejos de nuestra casa, de cualquier casa, recuerdo que le até las manos a la espalda y me senté cerca de ella, tranquilamente, con el hacha en mi regazo, no sentía nada.
Yo miraba a Alice y ella me devolvía la mirada. Debimos seguir así durante horas...
Hasta que escuché las pisadas. Sólo entonces me di cuenta de cuán grande era el poder de la chica, me había tenido preso de su extraña hipnosis durante demasiado tiempo para que pudiese hacer algo, pero aún así tenía que conseguirlo.
Intenté gritar sin resultado, las lágrimas me corrían por las mejillas, no podía parar de sollozar.
- Alice por favor... no me obligues.- dije mientras me acercaba a ella y levantaba el hacha.- ¡¡¡¡¡POR FAVOR!!!!
- ¡Eh! ¡¡¡Usted el del hacha!!! ¡¡¡¡ALTO!!!!
¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡BLAM!!!!!!!!!!!!!!!
Escuché una fuerte explosión y luego el dolor, dolor en cada centímetro de mi cuerpo. El hombre se inclinó para sostenerme. No pude explicarle nada, no tenía tiempo, apenas logré murmurar una advertencia cuando ya la noche se cerraba en torno mío para siempre...
- A... Alice.
la lore
26-nov.-2007, 13:34
muy buena descriptiva, aunque el final es predecible....buen relato, muy oscuro e intenso....interesante.
shamukita
26-nov.-2007, 17:44
cuando termine de leer el de niña Lucía tal vez lea este.... ;P
Gracias por sus comentarios chicas....***Saludos
DIAVOLO
27-nov.-2007, 13:05
que buena historia de verdad de alice.
el final estubo muy bueno.
SI MAL NO RECUERDO POR AHI TENGO OTRA BUENA NOVELA
ENCUANTO LA ENCUENTRE LA POSTIARE
la lore
28-nov.-2007, 17:17
espero que al menos no conste de 35 capitulos como la "niña lucia". (que a como va, llegarà a ser la "abue lucia").....:D
shamukita
28-nov.-2007, 17:24
espero que al menos no conste de 35 capitulos como la "niña lucia". (que a como va, llegarà a ser la "abue lucia").....:D
jajajaja ya me imagino a la viejita toda cachonda :D
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