Lucian
07-sep.-2011, 20:49
Habría oído el cielo que mi vida
desde siempre estuvo apagada
y antes que le solicite mi partida
ella me iluminó con su llegada.
Era yo un silencio en catarata
y con ella aprendí el palpitar primero;
en el filo de la soledad que mata
me grabó el brillo del lucero.
Trajo en sus dedos sedosos roces
que dejó varados en mi frente;
Llovieron de sus labios los goces
que calmaron mi vacío ardiente.
Sus brazos, como un lecho de flores,
recibieron a mi espíritu fatigado
y flechó a mis suspiros con los colores
que sueña un pintor enamorado.
A ella me sujeto, es mi rosario.
No temo ya al camino de la pena;
Llevo conmigo su paz de santuario;
Me alumbra su rostro de luna llena.
Río ¿La viste pasar, acaso?
Bosques, ¿respiraron su perfume?
¿Te dieron celos sus ojos, ocaso?
¡Ella es la obra que Dios tanto presume!
desde siempre estuvo apagada
y antes que le solicite mi partida
ella me iluminó con su llegada.
Era yo un silencio en catarata
y con ella aprendí el palpitar primero;
en el filo de la soledad que mata
me grabó el brillo del lucero.
Trajo en sus dedos sedosos roces
que dejó varados en mi frente;
Llovieron de sus labios los goces
que calmaron mi vacío ardiente.
Sus brazos, como un lecho de flores,
recibieron a mi espíritu fatigado
y flechó a mis suspiros con los colores
que sueña un pintor enamorado.
A ella me sujeto, es mi rosario.
No temo ya al camino de la pena;
Llevo conmigo su paz de santuario;
Me alumbra su rostro de luna llena.
Río ¿La viste pasar, acaso?
Bosques, ¿respiraron su perfume?
¿Te dieron celos sus ojos, ocaso?
¡Ella es la obra que Dios tanto presume!