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CHORIZO MAN
28-jul.-2011, 16:00
Las experiencias narradas por personas que han tenido un episodio de muerte y que por algún procedimiento mèdico casual u otro con resultados similares son de características de una semejanza extraordinaria, tomando en consideración que indistintamente creyentes en las religiones mas conocidas e incluso de pensamiento escéptico o ateìsta, son experiencias de las que difícilmente puedo uno sustraerse. Sagan en su libro El Cerebro de Broca retoma estos relatos y los coloca en el terreno del análisis, asì como la documentación realizada por médicos que de alguna manera están inmersos en el interés que despiertan en los que no hemos sido protagonistas de episodio semejante.

Al experimentar un “episodio de muerte”, y después de “resucitar”, la persona explica que mientras estuvo en esa estadìa, pudo ver su cuerpo muerto mientras observaba todo el cuadro en una especie de plano ascendente, es decir, siempre miran hacia abajo; se habla también de un sentimiento de tristeza mientras prosiguen con su viaje , y a medida que avanzan, el entorno se vuelve oscuro, algunos escuchan algún tipo de sonido o música, y en cierto punto miran una luz, un sitio en el final radiante y con una silueta iluminada, quizá hasta reverenciada.

Sagan señala la posibilidad de que estas experiencias se hayan ido reproduciendo excepcionalmente a lo largo de la existencia humana, y que el valor que cada cultura les haya dado, pueden ser uno de los principales razonamientos para la creencia de la vida después de la muerte, incluyendo desde luego una entidad o deidad que les espera; después de todo, el impacto que pudiese causar un “regresado de la muerte” puede plantearse una diversidad de especulaciones a través de los diferentes individuos receptores por la persona que lo experimentò.

La pregunta es: Como es posible que a lo largo del tiempo existan este tipo de relatos cercanos a la muerte?, mas aùn, porquè se suceden indistintamente de cultura, credo y religión? Quizà la respuesta mas adecuada sería que son inducidos por las drogas anestésicas, es decir, siempre que fuera ocasionada por un factor externo; de no ser asì, Sagan señala que debe de existir en la “aquitectura neuronal” un hecho común en la especie humana: el nacimiento.

“La única alternativa que se me ocurre es la de que todo ser humano sin excepción ya debe haber sufrido una experiencia similar a la de los viajeros que regresan de la tierra de la muerte, la sensación de vuelo, el paso de la oscuridad a la luz. Una experiencia en la que, al menos en algunas ocasiones, puede entreverse una figura heroica, bañada en resplandor y gloria. Esa experiencia común a todos es el nacimiento”

Lo siguiente es una explicación de Sagan que tiene base en la investigación de Stanislav Grof pisquiatra e investigador; según sus estudios acerca de la vida perinatal, llegó a las siguientes conclusiones:

Grof distingue cuatro estadios perinatales, cubiertos por la terapia con fármacos psicodélicos. El Estadio 1 es el de la complacencia dichosa del niño en el seno, libre de cualquier ansiedad y centro de un pequeño universo oscuro y caliente —un cosmos en una bolsa amniótica—. En ese estado intrauterino, parece ser que el feto experimenta algo muy parecido al éxtasis oceánico descrito por Freud como una de las fuentes de la sensibilidad religiosa. Evidentemente, el feto se mueve. Posiblemente justo antes de nacer esté bien alerta, tal vez más incluso que justo después de nacer. No parece imposible que podamos recordar de manera imperfecta ese edén, esa edad de oro cuando cualquier necesidad —de alimentos, oxígeno, calor y expulsión de restos— quedaba cubierta automáticamente por un sistema de apoyo a la vida soberbiamente diseñado. Un estado que, en una reposición más o menos precisa, se describe como «estar fundido con el universo».

En el Estadio 2 se inician las contracciones uterinas. La base del estable ambiente intrauterino, las paredes a las que se fija la bolsa amniótica, se vuelven traidoras. El feto es comprimido terriblemente. El universo parece pulsar; un mundo benigno se convierte de repente en una cámara de tortura. Las contracciones pueden durar horas, y se presentan en forma intermitente. A medida que pasa el tiempo, aumenta su intensidad. No hay posibilidad de que cesen. El feto no ha hecho nada para merecer esa suerte; es un inocente
cuyo cosmos se le ha vuelto en contra, proporcionándole una agonía en apariencia sin fin. La dureza de esa experiencia es evidente para cualquiera que haya visto una distorsión craneal neonatal, la que sigue apreciándose bastantes días después del nacimiento. Así como es fácil comprender una fuerte motivación por borrar decididamente toda traza de esa agonía, ¿no es posible admitir que resurja acaso, bajo determinadas condiciones? (proximidad a la muerte) Acaso, sugiere Grof, el vago y reprimido momento de esa lejana experiencia puede incitar fantasías paranoicas. Incluso puede explicar nuestras humanas predilecciones por el sadismo y el masoquismo, por la identificación entre asaltante y víctima, por ese gusto infantil por la destrucción. Grof indica que las reposiciones en el siguiente estadio están relacionadas con imágenes de mareas y terremotos, las imágenes análogas en el mundo físico a la traición intrauterina.

El Estadio 3 es el final del proceso del nacimiento, cuando la cabeza de la criatura se ha introducido en la cérvix y, a través de sus párpados cerrados, percibe un túnel iluminado en su extremo por el radiante esplendor del mundo extrauterino. El descubrimiento de la luz realizado por una criatura que ha vivido toda su existencia en la oscuridad debe constituir una experiencia profunda e inolvidable. Y allí se entrevé confusamente, por la poca resolución de los ojos del recién nacido, una figura enorme parecida a un dios, rodeada de un halo de luz (la comadrona, el medico o el padre). Al término de un trabajo monstruoso, el bebé vuela desde el universo intrauterino y se eleva hacia las luces y los dioses.


El Estadio 4 es la época inmediatamente posterior al nacimiento, cuando ya se ha disipado la apnea perinatal, cuando la criatura es fajada y cubierta, acariciada y alimentada. Si estos supuestos de Grof son acertados, el contraste entre los Estadios 1 y 2 y los Estadios 2 y 4, en una criatura totalmente desprovista de otras experiencias, debe ser profundo y
sorprendente; y la importancia del Estadio 3, como tránsito entre la agonía y, cuando menos, un tierno simulacro de la unidad cósmica del Estadio 1, debe ejercer una poderosa influencia en la visión posterior del mundo que tendrá esa criatura.

CHORIZO MAN
28-jul.-2011, 16:00
Si Grof está efectivamente en lo cierto, debemos preguntarnos por qué son posibles esos recuerdos. Por qué, si la experiencia perinatal ha producido una enorme desdicha, la evolución no ha descartado las consecuencias psicológicas negativas.

Pero, ¿deben ver imágenes de su entorno los recién nacidos? ¿Deben recordar los horrores de la experiencia perinatal? ¿En qué sentido hay un valor de supervivencia en ello? La respuesta puede ser la de que los pros superan a las contras; tal vez la pérdida de un universo al que estamos perfectamente ajustados nos estimula poderosamente a cambiar el mundo y a mejorar las condiciones del hombre. Tal vez esta voluntad de esfuerzo y búsqueda que posee el espíritu humano no existiría si no fuese por los horrores del nacimiento.

Estas ideas pueden arrojar alguna luz sobre el origen y la naturaleza de la religión. La
mayoría de las religiones occidentales defienden la existencia de una vida después de la muerte; las orientales hablan de un alivio gracias a un amplio ciclo de muertes y
nacimientos. Pero ambas prometen un cielo o un satori, una reunión idílica del individuo con el universo, un retorno al Estadio 1. Cada nacimiento es una muerte, cuando la criatura abandona el mundo amniótico. Pero los devotos de la reencarnación sostienen que toda muerte es un nacimiento: una proposición que hubiese podido surgir de experiencias peritanáticas en las que la memoria perinatal fuese identificada como una reposición del nacimiento.

Si tomamos como ciertas las conclusiones del estudio mencionado, necesariamente tendríamos que reconocer que la memoria del ser humano adolece de un recuerdo acerca de su propio génesis, y que de alguna manera logramos obstaculizarlo, pero quizá de forma inconsciente evocamos al menos la etapa uno durante toda nuestra existencia; esto nos propone un consecuentemente un idilio constante con un ideal fundido entre un universo o cosmos ideal, en el que todas nuestras necesidades se ven cubiertas por una función ajena y automatizada, es decir, en un mundo oscuro, acuoso y caliente, en el que quien hace las veces de Dios es la madre, y ese sentimiento o percepción se manifiesta psicológicamente, probablemente en comportamientos que se consideran parte de la naturaleza humana. No es èste acaso el ideal propuesto por la mayor parte de las religiones; “El cielo”, “el paraíso”?. Podrìa ser èsta la clave para desentrañar finalmente el origen de la religiosidad?. Esto puede explicar el porque la creencia en un ser superior, asì como el fenómeno milenario y transcultural religioso?. Adoramos, y nos esperanzamos, en un recuerdo?.

Para algunos probablemente signifique una respuesta satisfactoria y definitiva. Personalmente me sumo a los que, bajo el espíritu del esceptisismo, solo logro formularme mas peguntas sobre el tema. Si me permiten terminarè este post con una cita de Sagan:

“No todos los que se plantean preguntas sobre la hipótesis de Dios y la hipótesis del alma son ateos. Un ateo es aquel que tiene la seguridad de que Dios no existe, alguien que dispone de pruebas convincentes en contra de la existencia de Dios. Yo no conozco esas pruebas convincentes. Dado que Dios puede relegarse a tiempos y lugares remotos y a las ultimas causas, tendríamos que saber mucho más acerca del universo de lo que hoy sabemos para estar seguros de que no existe ese Dios. Estar seguros de la existencia de Dios, y estar seguros de la inexistencia de Dios me parecen los extremos definitivos de un tema tan repleto de dudas e incertidumbres, que inspira poca confianza pensar en nada definitivo. Podrán admitirse muchas posiciones intermedias y, teniendo en cuenta la enorme carga emocional que pesa sobre el tema, la herramienta esencial para ir cubriendo nuestra ignorancia colectiva sobre la existencia de Dios es una mente abierta, valiente e indagadora.”

Fuente: EL CEREBRO DE BROCA (El Universo amniótico). CARL SAGAN.

CHORIZO MAN
28-jul.-2011, 16:02
Lamento la pèrdida de sus valiosas opiniones, pero al parecer el Administrador la cajeteò todita, y se borraròn tanto temas como los post de los usuarios de cierta hora de la tarde de ayer.

Ya lo repuse.

P.D. El administrador se la come.

Socorp
28-jul.-2011, 21:48
Hola,
Como siempre ni Carl Sagan ni Chorizo Man podían desilusionarme. Cuando leìa Carl Sagan, me recuerdo que era aun contaminado del pensamiento ateo y me chocaban ciertas aclaraciones como lo escrito en el paràgrafo final del post. Hoy como agnóstico logro disfrutarlo màs y le agradezco, Chorizo Man, que lo cite de vez en cuando.

Esa metamorfosis del ser humano, de intrauterino a ser humano libre, me hizo siempre recordar de la mariposa que deja el capullo.

Como siempre hemos dicho, algo hay en la mente humana que reacciona a la divinidad en modos diferentes y además limita la posibilidad de entender y creer. Considero que no sea el proceso del nacimiento en sì mismo porque hoy, con el parto cesareo, mucho de ese sufrimiento de la transición viene eliminado.

De todas maneras, el hecho de recibir la vida para el mundo externo es un hecho conflictivo que seguramente nos despierta la curiosidad, por ser ignorado y porque es completamente inexplicable para nuestra mente; al menos hasta hoy.

Lo leeré màs detenidamente para poder debatir con màs argumentos.

Saludos.

Mechanic Hamlet
28-jul.-2011, 21:50
Es que somos réplica, Socorp.

Lo que otorga Chofrizo son perlas para los cuinos.

He dicho.

CHORIZO MAN
29-jul.-2011, 02:07
Hola,
Como siempre ni Carl Sagan ni Chorizo Man podían desilusionarme. Cuando leìa Carl Sagan, me recuerdo que era aun contaminado del pensamiento ateo y me chocaban ciertas aclaraciones como lo escrito en el paràgrafo final del post. Hoy como agnóstico logro disfrutarlo màs y le agradezco, Chorizo Man, que lo cite de vez en cuando.

Esa metamorfosis del ser humano, de intrauterino a ser humano libre, me hizo siempre recordar de la mariposa que deja el capullo.

Como siempre hemos dicho, algo hay en la mente humana que reacciona a la divinidad en modos diferentes y además limita la posibilidad de entender y creer. Considero que no sea el proceso del nacimiento en sì mismo porque hoy, con el parto cesareo, mucho de ese sufrimiento de la transición viene eliminado.

De todas maneras, el hecho de recibir la vida para el mundo externo es un hecho conflictivo que seguramente nos despierta la curiosidad, por ser ignorado y porque es completamente inexplicable para nuestra mente; al menos hasta hoy.

Lo leeré màs detenidamente para poder debatir con màs argumentos.

Saludos.

Hi Don Soco.

Tiene Ud. razòn, y de hecho se hace menciòn en el libro mismo, pero, tampoco podemos asegurar que el recuerdo del nacimiento impacte unicamente por el trauma de nacer, por el dolor, por el cambio o metamorfosis que con tan buen garbo sintetiza Ud.. Las memorias armònicas deben de constituìr tambièn un ideal para el ser humano como parte del proceso de unicidad con el Universo. Al parecer a partir de ver la primer luz, logramos eludir cualquier recuerdo conciente anterior, pero esta cualidad o defecto, debe de estar permanentemente sellada en la mente y existencia humana.

Esto debe ser mas que exponer el miedo a la muerte, como tantas veces se ha utilizado para denostar la existencia divina, pero al màrgen de eso, probablemente estemos ante la posibilidad de arañar una respuesta a ese miedo que se antoja de una irracionalidad evidente.

Os ruego si alguien conoce o sabe de mas teorìas acerca del tema, sea tan amable de dar a vistas.

Socorp
30-jul.-2011, 05:04
Hola,
Cada proposición de Carl Sagan es una fuente de interrogantes.

Las percepciones del ser humano en su mundo amniótico son indiscutible. Ya sea por las sensaciones de la madre o directas a través del oido. Esa vida es larga a tal punto de permitir que en esa se forme nuestro cerebro; podríamos decir que es màs genuino para nuestra mente ese mundo con sus recuerdos.

La búsqueda de la felicidad, objetivo primario del hombre, debe estar muy estrechamente vinculado con esa vida de seguridad, calor y protección. Pretender un retorno a ese estado puede tener mucha influencia en las creencias de mundos mejores; un mundo sin culpas y con seguridad.

El nuevo mundo lo conocemos con los sentidos luego que nuestro cerebro estuvo ya formado y en marcha. El conocimiento de este mundo es adquirido por experiencias vividas de nuestros sentidos. Gusto, tacto, vista, olfato y oído nos dicen acerca de este mundo al cual llegamos; en base a la sensibilidad de nuestros sentidos, y a la capacidad de interpretación de nuestra mente, llegamos a formarnos una interpretación de lo que este mundo representa para nosotros. En este conocemos la rivalidad, la convivencia, las cosas que en el otro mundo no estaban; nos hacemos la idea de maldad que desconocíamos y en medio a todo este gran caos aprendemos lo que este mundo significa: sufrimiento.

Eliminar este sufrimiento es lo que proponen todas las religiones (como decía Marx). Desde el Nirvana al purgatorio pasan todas a ofrecer eliminar dolores y sufrimientos.

“Perlas para los cuinos” dice Mechanic Hamlet y, en vez, yo pienso como Don Quijote: “ladran chanchos, señal que cabalgamos”. :001_unsure::confused1:

Saludos

premiere
02-sep.-2011, 07:06
Dios es la manifestación de una de las muchas carencias inherentes a la naturaleza del ser humano y de la propia arquitectura de nuestra mente.

Dios es casi un eufemismo que, originalmente, nació con la idea de autoconvencernos de que todo tiene explicación, en pro de favorecer nuestra integridad personal y hacernos emocionalmente estables.

learsi
03-sep.-2011, 00:05
Dios es la manifestación de una de las muchas carencias inherentes a la naturaleza del ser humano y de la propia arquitectura de nuestra mente.

Dios es casi un eufemismo que, originalmente, nació con la idea de autoconvencernos de que todo tiene explicación, en pro de favorecer nuestra integridad personal y hacernos emocionalmente estables.


no nace con una idea , por que una idea no puede sobrevivir sin un medio que la sustente ; antes es el sistema dado por la "suerte" para determinar que cosa puede sustentar.

hasta hoy en dia no hay un cerebro incapaz de crear un reflejo de si mismo , de adoptar una naturaleza que no sea inherente a el.

para mi dios es lo de menos.