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pakasso
26-abr.-2011, 22:28
Antes que nada un saludo fraternal a todos los foreros, participo a Ustedes que una amiga muy querida me animó a escribir algunas memorias de mi vida, con la idea de hacer un libro, le tomé la idea en serio y me puse a escribir como loco y me siento maravillosamente bien, dice un dicho "Recordar es volver a vivir", ya he terminado la primera de dos partes, aún no pasa por las correciones, pero si alguno se interesa, se los puedo enviar por correo (por supuesto totalmente gratis) y después, me podrán criticar, no me molestaré, podrán, incluso hasta felicitarme, si les gustara o divirtiera un poco. mi correo es XXXXXXXXXxX, no teman, son 30 páginas, tamaño carta, en times new roman de 12. Ya en serio, me sentiría agradecido si lo leen y me dan sus opiniones sinceras.

pakasso
01-may.-2011, 09:31
No se amontonen, de uno por uno jajaja

gabagaba
01-may.-2011, 17:10
pakasso

Si no has encontrado el eco que querias, por qué no escribes aqui, una pagina de tu novela cada dia, o cuando te parezca bien. Alguien la podra leer y darte su opinion.

saludos cordiales

pakasso
06-may.-2011, 15:57
gabagaba, Antes que nada, Muchas gracias por la atención, es la primera vez que intento algo en el foro, pero parece que no fue apropiado poner mi correo electrónico, no estoy vendiendo, solamente quería algunas opiniones sinceras, ¿Alguien me pudiera decir como lo consigo?. Tu idea me parece buena, pero ¿cómo puedo subir una página al foro?¿Es que esta sección sólo sirve para recomendar libros que hayan triunfado? Creo que mejor buscaré información de cómo crear mi propia página web para poner mi escrito a consideración del público.

gabagaba
06-may.-2011, 16:38
pakasso, en tu primer post, donde escribiste tu correo salio asi: XXXXXXXXXxX

En "Literatura" es el lugar apropiado y tu has abierto un tema "pakasso escritor", aqui puedes escribir tus memorias, como otros foristas postean poemas, o escritos literarios en otros apartados de "Literatura"

saludos cordiales

pakasso
15-may.-2011, 19:22
UNA VIDA COMÚN

Francisco Javier Tapia Téllez



Este pequeño relato literario, surge como resultado de pláticas amistosas con Adriana, a quien después de 40 años, con alegría volví a encontrar a través de la maravilla que es el Internet
Es mi primer intento, aunque hace muchos años escribía poemas de amor y en tiempos más recientes, artículos para un periódico. Pues bien, en las conversaciones le contaba cosas de mi vida y me sugirió escribir un libro. Lo poco que he escrito me ha traído muchos recuerdos, la mayoría gratos, pude comprobar aquél dicho “Recordar es volver a vivir”. No es una biografía, es un relato anecdótico de una vida común.




































1.- INFANCIA

Mi infancia fue como otra cualquiera de un niño pobre, Mi padre, un dentista de pueblo que aunque no le iba mal tenía muchos compromisos extras que le consumían sus exiguas ganancias. Compraba oro laminado por gramos para hacer casquillos de dientes o incrustaciones para dentaduras completas, como trabajo, pero una de sus actividades secundarias era hacer diferentes piezas de joyería: anillos, aretes, cadenas, etc., que eran muy apreciados en las rancherías a donde iba a venderlas de vez en cuando, en compañía de mi tío Pancho, que realizaba las mismas actividades, dentista y orfebre. Otra de sus fuentes de ingresos, aún más querida que las anteriores, era cultivar incansablemente un vivero de árboles frutales, los cuales vendía al mayoreo, esto hubiera sido más que suficiente para vivir un poco mejor, pero a contraparte de ser un hombre trabajador, tenía el defecto de sentirse muy macho y dejar hijos regados por donde quiera, era ferviente admirador de la belleza femenina y no era raro verlo llegar con un chamaco de la mano y decirle a mi madre “éste también es mi hijo”, por lo que el recién llegado adquiría desde ese momento los derechos y obligaciones de nuestra humilde casa.
Como he dicho antes, contábamos con un extenso vivero que regar y cuidar, así como también un gran jardín de rosas, jazmines, nardos y plantas de ornato que cultivaba mi madre. Teníamos un gallinero en el que se encontraban además de gallinas, patos y guajolotes.

Trabajos informales

Cuando mi papá y mi tío Pancho se iban a los ranchos a ofrecer el fruto de sus trabajos, había preocupación, ya que hacían recorridos que duraban semanas o meses y que entrañaban mucho peligro, pues llevaban consigo una pequeña fortuna en joyas y los caminos no eran seguros, pero la mayor preocupación de mi madre era que ambos se metían en aventuras difíciles por las mujeres que conocían, pero quiso la providencia que además de pequeños sustos, nunca les ocurriera nada.
Estas expediciones duraban en ocasiones dos o tres meses, mientras el dinero escaseaba en la casa. Entonces mi madre tomaba control de la situación, cortaba flores de su jardín, rosas, jazmines y nardos. Hacía ramitos, que poníamos en una tina pequeña con agua para que no se marchitaran y los íbamos a vender al mercado, por la calle o a la zona de tolerancia, donde eran muy bien recibidos.
Ahí ví por primera vez a las mujeres que se bañaban desnudas en una pila central de la vecindad y escuché las bromas obscenas que se hacían, mi inocencia se iba perdiendo poco a poco.
En una ocasión, una de las meretrices ofreció comprarme 8 ramitos, me pasó a su cuarto y me empezó a halagar, me acarició los cachetes y me dijo riendo, “te invito a comer” aún eres un bebé y tengo buen restaurante, enseñándome unas tetas descomunales, tal vez mostré mi susto, porque llamó a otras y todas se reían, así que salí de la vecindad sin cobrar por las flores, mi madre me aconsejó que no volviera por ahí.
En otra ocasión, al pasar por una calle me llamaron de una sastrería, me preguntaron por el precio de los ramos de flores y al pagarme, el sastre, sin que yo supiera cómo, tocó un cable eléctrico, por lo que me transmitió un fuerte choque, sorprendido, solté la tina que al caer derramó el agua sobre él y le proporcionó el merecido castigo a su broma, una descarga que lo hizo retorcerse grotescamente y aullar de dolor, salí corriendo de ahí.
En la búsqueda de solucionar un poquito nuestras estrecheces económicas, realicé varios trabajos, que aunque humildes, fueron moldeando mi carácter; vendí chicles, chicharrones, pan, limpié vidrios de autos en una gasolinera y ayudé a los ganaderos a abrir los falsetes por donde transitaban muy de mañana para traer leche a la ciudad; corté limón y mango y pizqué algodón, que en aquel tiempo tenía a mi pueblo en el tercer lugar nacional como productor. Venía gente de muchos lugares a la pizca, los portales se veían repletos de gente que dormía en la calle para levantarse apenas empezaba a amanecer y acudir a las parcelas con sus grandes sacos recolectores. Era una época de bonanza para la región, los agricultores ganaban mucho dinero con sus cosechas de algodón, pero lo gastaban en vinos, música y mujeres en poco tiempo, después se contrataban como jornaleros para reunir un poco de dinero para comprar semilla y volver a sembrar. Así transcurrió mi infancia, la que sin embargo no torció el camino gracias a los tiernos cuidados de mi madre y la férrea disciplina de mi padre y cuando aún no cumplía los 12 años, terminé mi educación primaria, con mucho orgullo de mi familia, aunque era normal ya que mis hermanos mayores Efrén y Cuauhtémoc también habían terminado muy chicos y con buenas calificaciones.

gabagaba
15-may.-2011, 19:59
Pakasso

Como minimo tienes un lector. Si continuas tu relato lo seguire leyendo.
Has tenido, ciento catorce visitas, lo cual hace probable que no sea el unico que ha leido tu escrito.

saludos cordiales

Keny
16-may.-2011, 14:57
Poniendo Atencion al Escritor.

malvado
16-may.-2011, 16:29
estan entretenidas las anécdotas y tienes una redacción agradable, sigue pegando mas jeje

pakasso
18-may.-2011, 11:19
A PETICIÓN DEL PUBLICO, OTRO PEDACITO
Fue una época de aventuras que milagrosamente no terminaban en graves accidentes, en una ocasión, la tropa de chiquillos, de la que yo formaba parte, nos fuimos a Acahuato, un pueblito muy pequeño que se encuentra al norte de Apatzingán, más o menos a dos kilómetros, subiendo por el cerro, siguiendo un pedregoso camino de mulas, visitamos a la virgencita que hace famoso el lugar, comimos jícamas, aguacates y mameyes, que por el clima se dan estupendamente y al empezar la tarde decidimos regresar siguiendo el cauce del río, que baja hasta Apatzingán, pero no conocíamos el camino, llegamos a una parte donde se formaba una pequeña cascada y nos deslizamos por un estrecho hueco en la roca para bajar a una playita y continuar por la arboleda, de pronto los que iban adelante dieron la voz de alarma; una víbora muy grande y casi tan gorda como una llanta de carro estaba bajando de un árbol y aparentemente lo hacía en nuestra dirección, ante esta visión aterradora, recorrimos los aproximadamente 30 metros que llevábamos avanzados, pero al llegar al hueco por donde habíamos bajado descubrimos que sólo podíamos pasar de uno por uno, todos queríamos salir primero y ninguno pasaba, en el pánico reinante, nos jaloneábamos y caíamos al río, que nos llevaba hacia la serpiente, por fín pasó uno, después otro y así los seis, nos vimos victoriosos y entonces empezaron los alardes de valentía y los relatos de lo que hubiéramos hecho si no lo hubiésemos logrado. No volvimos a repetir el recorrido. Recolectábamos frutos diversos, en la ladera del Cerro del Húngaro, también al norte de Apatzingán, cortábamos y recogíamos “changungas” y por el lado este, por donde baja el río, “atutos” , que mi madre preparaba con piloncillo como un dulce exquisito, nos refrescábamos en un pequeño laguito llamado La Majada, a siete kilómetros al oeste y de regreso traíamos frescas sandías de las tamacuas que ya habían sido cosechadas, también melones y pepinos que bien peladitos y con limón, sal y chile son deliciosos, en épocas de lluvias cortábamos quelites tiernos y verdolagas para los guisos con carne de puerco que enriquecían la cocina familiar. No pasábamos por alto la cacería de torcazas e iguanas, muchas de las cuales, después de peladas y limpiadas de sangre y vísceras, embadurnábamos con sal y poníamos a asar en fogatas, constituyendo nuestra comida de ese día. En una ocasión, fuimos a recolectar capires, unas frutas que dan unos árboles frondosos, son muy dulces aunque se pegan al paladar; estábamos observando un árbol que tenía mucho fruto cuando escuchamos a lo lejos un grito de alerta, decía “un perro del mal” “un perro del mal” que era como se anunciaba que andaba suelto un perro rabioso, sabíamos de sobra el peligro que entrañaba, cada año se daban muchos casos en la temporada de calor, es un mal espantoso, los perros tiran baba y muerden a todo lo que se mueva, perros, gatos, vacas, e incluso a personas y contagian, a vuelta de luna se ven los resultados. Pues bien trepamos apresuradamente al árbol pero mi hermano Efrén, por ser el de menos estatura no podía alcanzar la rama, ante la desesperación de todos, de pronto apareció el demonio, se enfiló corriendo hacia mi hermano, que ante lo inminente del ataque, por el miedo recibió la energía suficiente, logró alcanzar la rama e impulsarse hacia arriba perdiendo un huarache en el intento el perro saltó y estuvo a nada de morderlo, pero no lo logró, cuando pudimos, regresamos a casa, asustados, pero felices de estar a salvo. Teníamos muchos vecinos y amigos, una familia, con la que congeniábamos, de apellido Peña, nos invitaba cada fin de año para festejar la Navidad en su casa, el jefe de familia Don Toño era muy amable y educado, tenía una pequeña tienda de abarrotes que por el carácter de ellos, siempre tenía muchos clientes. El vendía cloro, en botellas que nosotros recolectábamos, nos pagaba 10 centavos cada una, cuando llegaba la fecha de navidad nos reuníamos a escuchar música y era tradicional que para terminar el festejo pusieran en la consola una melodía llamada “Las chiapanecas”, misma que bailábamos en grupo, alegremente.

Nuestras vecinas más cercanas: Amparo, Josefina, Yolanda y Candelaria, formaban parte de nuestra pandilla. Por la tarde y en ocasiones hasta muy noche nos reuníamos para juegos diferentes. Correteábamos, aprovechando la calle amplia, sorteando los huizaches, con el juego de “la roña” o “los encantados”.Cuando el pueblo estrenó Unidad Deportiva, con un área para niños y fuimos a los columpios, Josefina –más o menos de mi edad- me pidió que la meciera y entusiasmada me decía ¡más fuerte!, ¡más fuerte! Y cada vez tomaba más vuelo, hasta que en un momento, al llegar a la parte más alta, cambió de posición sus manos, que la sostenían de la cadena y las puso sobre la base del asiento, esta acción desequilibró su cuerpo, que cambió de posición y la vi bajar de cabeza y así aterrizó, ante el espanto de todos, el columpio se detuvo bruscamente y quedó tirada, corrimos a levantarla, dándonos cuenta que había perdido casi todo el pelo de la parte superior de la cabeza, la que lucía sanguinolenta. Sus hermanas se me fueron encima, culpándome del accidente por mecerla tan fuerte. Josefina, aún atontada por el fuerte golpe se interpuso y explicó que ella había bajado las manos y eso invirtió su posición en el columpio. Regresamos temerosos de la reacción de sus papás, yo por si las dudas, no me dejé ver en el resto de la semana.

Keny
18-may.-2011, 11:49
jajaja q buenas anecdotas..

gabagaba
18-may.-2011, 15:25
pakasso

Me agrada leer lo que escribes.

saludos cordiales

H.M
19-may.-2011, 11:39
A mi me entretuvo la primera parte, sobretodo aquella en la que la prostituta te compra los ramitos de flores....imaginé claro las tetasas descritas.

La segunda parte no me entretuvo nada, será que los nombres de las ciudades o frutos tipo "tamacuas" o "changungas" me desconcertaban. Le tomé interés al ataque del perro rabioso (o perro del mal como le dices) pero el interés careció de suspenso cuando rapidamente salvaste a la que se pensaba víctima (en este caso tu hermanito menor).

Repites la palabra "Humilde" varias veces, San Agustin una vez dijo que "Aquel que se sabe Humilde acaba de perder la humildad"...no la repitas más.

Esperemos la tercera parte esté mejor.

Saludos.

Keny
19-may.-2011, 11:43
hay algo en lo q concuerdo con HM, haces las descripciones muy rapidas, el suspenso es casi nulo, a lo mejor solo resumes, pero seria un poco mas atractivo si dejaras volar un poco mas tu imaginacion y describes un poco mas al detalle todo, asi podremos sumergirnos mas en la historia.

pakasso
19-may.-2011, 12:22
De todas ellas, Josefina era mi mejor amiga, a ella le contaba mis problemas y mis alegrías, me escuchaba con mucha atención y me daba ánimos, algunos de mis amigos decían que éramos novios, algo que nunca sucedió, a pesar de que nuestra amistad se prolongó por siempre; niñez, juventud y edad adulta.

Fue una niñez feliz a no dudar, la relación con mis hermanos era buena y respetuosa del lugar que ocupábamos cada uno de nosotros. Los vecinos nos veían y nos trataban justamente como lo que éramos; niños, para los que todo era un juego, Don David y Doña Esperanza, -buenos vecinos- ya de edad avanzada nos prestaban los burros cuando salíamos a buscar leña, enfilábamos con rumbo a la capirera y nos seguíamos hasta un laguito del poblado de Chandio, ahí nadábamos, rentábamos cámaras de llanta, sacábamos almejas en el tular y antes de regresar bañábamos los burros.

Los Húngaros.-

No me puedo quejar, cuando a la distancia me llegan estos recuerdos doy gracias al Todopoderoso de que me haya cuidado tanto, a pesar de que mi familia no era apegada a ninguna religión y nuestra percepción de Dios haya sido muy vaga. Una tribu de errantes, a los que llamábamos “los húngaros”, no se porqué, venían de tiempo en tiempo y se establecían en la calle, llegaban con sus carros grandes y viejos y montaban sus tiendas e improvisaban una carpa en la que ofrecían funciones de cine por las noches a precio muy económico, los asistentes debían llevar su propia silla o banco o sentarse directamente en la tierra, cosa que a la chiquillada nos tenía sin cuidado, empezaban desde en la tarde a anunciar la función de películas mexicanas con los artistas mas populares: Pedro Infante, Jorge Negrete, Antonio o Luis Aguilar, el Piporro, etc. Más o menos a las ocho de la noche daba inicio la función, los chamacos burlábamos la vigilancia y nos metíamos al cine por debajo de las lonas, era muy divertido y una vez adentro no había problemas, no daban boleto y nos revolvíamos entre los asistentes. Pues bien, en una de esas ocasiones, al arrastrarme bajo la lona sentí un fuerte dolor en el dedo gordo de la mano, intenso como la quemadura de un carbón, pensé que había tocado la colilla aún encendida de un cigarro y no le dí importancia, vi toda la película y al terminar me percaté de que me sentía mal, me hormigueaba el brazo, me dolía la axila, parecía que la lengua no cabía en mi boca, asocié el malestar con una picadura de alacrán, que en esa región llega a ser mortal, me asusté y fui a decírselo a mi madre, quien asustada se lo comunicó a mi padre, de inmediato me bañaron, pusieron lodo podrido en donde decía, sentía el dolor, cocieron raíces de limón y colocaron la olla vaporizante bajo mi cama, ensayaron varios remedios locales, pero ninguno parecía funcionar, mi padre montó en su bicicleta y fue a la farmacia a buscar una inyección, yo le tenía pánico a las inyecciones, pero no estaba en condiciones de resistirme, cuando por fín regresó, me encontró casi muerto, me aplicó la inyección y pasaron la noche en vela, al día siguiente notaron alguna mejoría en mí y durante toda una semana me tuvieron en observación, el dedo me duró entumecido por mucho tiempo, pero salvé la vida.

Sucedió que, los húngaros traían un pato muy bonito en una jaula pequeña, era más robusto que los que nosotros teníamos, de color obscuro, casi negro, con plumas de un reflejo tornasol que lo mismo parecían verdes o rojas, hermoso de verdad, pidieron a mi padre, les diera permiso para ponerlo en nuestro corral, solamente por la semana que estaría su campamento en la calle cercana, pero al concluir este periodo, se fueron por otros rumbos, una tarde, al verificar que los animales estuvieran en sus lugares para dormir, con sorpresa, nos dimos cuenta que el hermoso pato se encontraba ahí. Al día siguiente, regresó el patriarca de la tribu de húngaros para preguntar si lo habíamos visto por ahí, pues había escapado, mi padre lo entregó a pesar de nuestras protestas, pero pasado un tiempo, una pata, empolló sus huevos y entre los 6 o 7 patitos normales, encontramos tres, que desentonaban, con los demás, al desarrollarse, se convirtieron en una copia fiel del hermoso pato, nos sentíamos muy orgullosos de mostrárselos a la gente.

pakasso
19-may.-2011, 12:28
Aprecio mucho sus opiniones y las agradezco, es una lástima que al copiar el texto, no pasen las "nota al pie" para acarar algunas palabras de uso común. El foro no permitió mi correo, intentaré informarlo de otra modo: pacott7 arroba hotmail.com y desde ahí -previa solicitud. les puedo enviar el documento, Muchas gracias por su atención.

pakasso
21-may.-2011, 19:25
SEGUIMOS EL RELATO
Unas vacaciones inolvidables.-

Dos de los hijos de mi papá vinieron a vivir con nosotros por temporadas, Baltazar y Gonzalo, con carácter diferente, eran un tanto rebeldes, Baltazar a mi juicio fue mejor, y también su mamá, a quien llamábamos Doña Licho, mujer chaparrita, morena, delgada de muy buen corazón. En una ocasión le solicitó a mi padre que le enviara a su hijo a pasar sus vacaciones a Melchor Ocampo –que ahora es Ciudad Lázaro Cárdenas- pueblo costero, enclavado en la línea divisoria de Michoacán y Guerrero, a la orilla del Río Balsas. Pero para que no se sintiera solo, le pidió también que me permitiera ir con él. Fueron unas vacaciones inolvidables, después de algunas horas de viaje llegamos a Playa Azul, me impresionó el clima caluroso y húmedo pero aún más la inmensidad del mar, que veía por primera vez, siguiendo una brecha por la orilla del mar fuimos llevados a Melchor Ocampo, que era un pueblito más chico que Playa Azul, de casitas de palapa, solamente había energía eléctrica en dos o tres cuadras del centro y en la zona de tolerancia, en la margen del río. Ahí tenía Doña Licho un comedor, recuerdo que me dijo “Panchito, ¿que quieres desayunar?” yo me quedé callado, entonces me preguntó ¿Te gusta el pescado?, a mi respuesta afirmativa cocinó rápidamente un pescado, al mojo de ajo, como los preparaba mi madre. Al medio día se repitió la situación y así toda la semana. Los lancheros iban a “la barra ”, donde el río se internaba al mar y traían pescado fresco diariamente y surtían al comedor, la clientela se componía principalmente de meretrices y hombres desvelados y crudos, por lo que el ambiente siempre era festivo. Doña Licho nos presentaba con un “estos son mis hijos”, lo que me hacía sentir incluido, íbamos a la isla a cortar cocos muy grandes, piñas, y cayacos -coquitos de aceite que son muy ricos,- pescábamos con éxito mediano en el río, pero con grandes voces de júbilo cuando alguno picaba en nuestros anzuelos. La isla era un paraíso con grandes árboles, palmeras y mangos, aunque un poco peligrosa, ya que había víboras, algunas mortales como el coralillo. Pasé una semana totalmente fuera de mi ambiente habitual, de noche se repetía constantemente, en las rockolas, la canción “me caí de la nube”, que cantaba Cornelio Reina. Era la canción de moda. Terminadas las vacaciones regresamos a Apatzingán, pero antes, atrapamos a unas zarcetas, que no sobrevivieron al cambio de ambiente. Mi madre nos recibió de regreso y tuvo que soportar el alud de cosas que le contamos.

Con Baltazar compartí muchas aventuras, en una ocasión fuimos a pizcar algodón con mi tía Lupe, al llenar el saco recolector, se llevaba a pesar y anotaban el resultado para pagar al término de la jornada, una vez pesado, se vaciaba el saco en el lugar elegido para ello, pero como los pizcadores eran muchos, se formaba un cerro de algodón, cada vez mayor al transcurso del día, viendo Baltazar que varios niños se dejaban caer desde lo alto de un árbol de capire y rebotaban en el cerro de algodón, quiso hacer lo mismo, subió al árbol y se lanzó gritando de júbilo, la falta de práctica hizo que al caer, doblara las rodillas y con ellas se rompiera la nariz y se reventara los labios, bajo llorando y sangrando abundantemente. Mi tía Lupe aplicó el remedio más a la mano, exprimió jugo de limón sobre las heridas para acelerar la coagulación y detener la hemorragia, en muy poco tiempo la hinchazón fue tremenda y tuvimos que regresar a casa, con el temor de los cintarazos que recibiríamos por haber ido sin permiso.

Gonzalo era también un buen hermano, aunque más precoz, de inteligencia clara y muy rebelde, lo traía mi padre y fingía quedarse con gusto, pero a la primera oportunidad se escapaba sin avisar, días después lo encontrábamos en la calle, vendiendo golosinas que su mamá fabricaba.

gabagaba
26-may.-2011, 19:51
pakasso

Sigue, esta bien. Ya has recibido 398 visitas.

saludos cordiales
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pakasso
27-may.-2011, 14:33
UNA PÁGINA MÁS
Mi trabajo de limpiador de cristales de carro me daba buenos dividendos, a veces hasta 5 pesos en una jornada, era todo un capital. Sin poder precisar cronológicamente el suceso, me llega un recuerdo triste, mi hermanita Eva murió en su cuna, lo que llenó de luto a toda la familia, ya que aún siendo una bebé, nos iluminaba con su luz, era un angelito caído del cielo y regresó a su creador, previnieron a mis padres de otro embarazo, porque la salud de mi madre estaba muy mal, posiblemente por haber tenido tantos hijos, que la fuimos disminuyendo con cada parto.

Un motivo de alegría que recuerdo con mucho cariño, es cuando mi tía Beatriz –la tía Beata- como le decíamos cariñosamente, Una de las hermanas de mi madre excepcionalmente alta, de casi dos metros de estatura y muy bella, venía a visitarnos desde Matehuala, S.L.P. llegaba acompañada siempre de su pareja –el tío Luis- de edad avanzada, chaparrito, calvo y muy paciente con el amplio grupo de sobrinos, recuerdo que en cada ocasión traían un auto diferente y un surtido muy grande de regalos para cada uno; alquilaban un camión de redilas para llevarnos a los hermosos manantiales de Parácuaro, ahí el agua brota a borbollones, muy fría, lo que es magnífico ya que el calor es un tan fuerte como en Apatzingán, es un pueblito pequeño, con árboles de tamarindo por todos lados y calles empedradas, origen de la familia de mi mamá, tiene un balneario muy bonito, con varias albercas, extensas áreas verdes y arbolado, lugares para cocinar al aire libre y disfrutar del paso del agua transparente y fresca. En una ocasión que decidieron acampar a un costado del balneario, por donde corre un canal pequeño, que sale directamente del manantial, los mayores se dedicaron a preparar la comida, que consistiría en carne asada, mientras la chiquillería disfrutábamos de las delicias del agua chapoteando en el canal oímos el ruido de un avión fumigador que se acercaba -son aviones pequeños, ligeros, con sólo dos asientos y un motor- y descubrimos que tenía problemas por que tosía muy raro; al otro lado del canal había un terreno amplio, sembrado de arroz, posiblemente el piloto pensó que podría intentar alguna maniobra desesperada y se enfiló hacia él, pero al parecer una rueda pegó con la rama de una parota y el pequeño avión dio una voltereta y se precipitó a tierra, corrimos desesperados para salir de su trayectoria y cayó casi sobre nosotros. Afortunadamente nadie resultó herido a excepción del piloto que perdió la vida y que sacaron entre los restos del avión. En estas excursiones muchas, veces era mi tío Pancho, el que nos transportaba en su camión. A este tío le apodaban familiarmente “El Catrín”, ignoro por qué motivo, era de carácter alegre, nos divertía contando mentiras chuscas e increíbles, aún para nosotros, pequeños e ingenuos, recuerdo dos en especial: iba manejando su camión por las curvas de la carretera que sube con rumbo a Uruapan, cuando de pronto se percató que venían bajando dos autobuses, que al parecer trataban de no dejarse superar y se rebasaban constantemente, por lo que ocupaban los dos carriles, sin tiempo para maniobrar, de inmediato metió reversa y así regresó hasta Nueva Italia, un pueblo varios kilómetros atrás, jajaja eso es imposible le decíamos. Contestaba muy serio –no cuando se es buen chofer. Otra “la tecnología ha avanzado tanto que han inventado una máquina de hacer carnitas, un poco diferente de la tortilladora” y ¿cómo funciona?, preguntábamos, preparas el puerco vivo, lo bañas muy bien y lo pasas hacia adentro de la máquina, en otro parte le pones solamente un poco de manteca sal y otros ingredientes. Oprimes un botón y la maquina lo mata, lo pela y lo corta en trozos pequeños, ya no hay que hacer nada, en una hora salen las carnitas por el otro extremo”. Asombrados le preguntábamos ¿y salen buenas? ¡Por supuesto! Nos respondía, pero si algo fallara y no estuvieran ricas, no hay que comer un trozo grande solamente un pequeño trozo de cuerito y si como les digo el sabor no fuera agradable, basta con oprimir el botón de reversa y recuperar los ingredientes. Hasta ahí casi sonaba lógico, volvíamos a preguntar y ¿el puerquito?, sonreía y nos daba la respuesta “He ahí la maravilla, sale chillando de dolor por el trocito que hallamos tomado como muestra”. Reíamos todos, satisfechos del final feliz. Era, como digo, un tío muy querido también, hermano de mi madre y un gran hombre. Otra de mis tías era llamada la tía Licho, supongo que se llamaba Elisa, muy cariñosa, bondadosa y sensible, siempre al pendiente de nosotros, por todo, ayudaba a mi madre a preparar comida para toda la flota que nos reuníamos, cuando venía la tía Beata, era una hermosa familia, los hermanos Beatriz, Elisa, Pilar, Mercedes, Gloria, Bertha, Ana, mi madre Catalina, Francisco y Ramón, la mayoría casados y sus hijos, mis primos por la parte materna superábamos la cantidad de 30 por lo que preparar la comida requería mucho trabajo y cuidar de tanto niño también, pero parecía ser una fiesta para todos. En alguna ocasión mi padre se negó a participar, argumentando que tenía que trabajar y entonces mi tío Luis le ofreció aportar lo del gasto familiar para convencerlo. Mi tía Ana, la más pequeña, era menor que yo, y no recuerdo porqué razones le apodábamos la “tía Pulula”, pero no se daba por ofendida y respondía al apodo igual que a su nombre.

Cristal del Mar
27-may.-2011, 15:10
Por lo que he podido leer hasta ahora, te diré que me gusta bastante cómo llevas el relato. Me agrada además sobremanera que te esmeres con la ortografía. Es la mayor muestra de respeto que podemos brindarle a nuestros lectores.

Te aconsejo que separes lo escrito en párrafos más pequeños, pues estos brindan descanso a la vista y además anima más a leerte. Utiliza metáforas, estas suelen transportar al lector al lado mágico de tu alma.

Explica las palabras que creas puedan ser poco conocidas para algunos (por razón de época o región). Convierte en varias oraciones aquellas que resulten muy largas, (leer algunas me resultó extenuante) por la rapidez que le imparten a los pensamientos las oraciones muy extensas repletas de comas.

Por lo demás, me resta felicitarte por estos escritos, darte la bienvenida y exhortarte a seguir compartiendo tu arte con nosotros. Enhorabuena!

Keny
27-may.-2011, 15:13
yo sigo leyendo encantado esta historia, aunque sigo pensando q deberias hablar un poco mas de las cosas, extender un poco las historias, asi se disfrutaria ma

pakasso
28-may.-2011, 08:13
AGRADECIENDO SUS COMENTARIOS, OTRO PEDACITO
Estaba por cumplir los doce años cuando ingresé a la Escuela Secundaria “Constitución de 1814”, es preciso hacer notar que sobre esta fecha está fundado el honor de la ciudad de Apatzingán, fue entonces cuando se promulgó la primera Constitución de México en plena Guerra de Independencia. Encontramos en Apatzingán, el museo Casa de la Constitución, la Avenida Constitución de 1814, la Plaza de la Constitución y demás desplantes nacionalistas por este motivo.

Educación secundaria.-

Llegar a la escuela secundaria marcó una nueva etapa, un modo diferente de educación, más demandante, el aprendizaje dividido en diferentes asignaturas, compañeros de edades mayores, algunos hasta de 20 años de edad que me decían “Vete al jardín de niños” y nuevos problemas. Uno de ellos en el profesor de matemáticas, a quien mi hermano mayor, Efrén, estuvo a punto de lograr que lo despidieran al comprobarle malos manejos con las aportaciones, resentido me amenazó el primer día de clase y me perjudicaba cada mes pidiéndome el recibo de la colegiatura que aunque se pagaba puntualmente, aprovechaba para enviarme a mi casa por él y perder sus clases, pero a medio año llegó la solución de forma inesperada; una de esas ocasiones, mi padre me sorprendió en casa, cuando se suponía que estaba en clases, me preguntó el motivo y una vez enterado me envió de regreso a la escuela, pero mientras yo lo hacía a pie, él se adelantó en su bicicleta. Mi sorpresa fue muy grande cuando al llegar a la escuela vi un grupo que rodeaba a dos personas, mi maestro tirado en el suelo, con la cara tinta en sangre y mi padre de pie, amenazador con los puños en alto, llegó el director de la escuela, para pedirle por favor que depusiera su actitud hostil, prometiendo que no se repetiría el error, a partir de ahí no volví a reprobar matemáticas, ni aún cuando no presentara examen. De momento no lo supe, pero aún así me perjudicó, fui un estudiante pésimo de matemáticas y lo resentí cuando llegué a la prepa. Por otro lado, se despertó en mí un nuevo gusto, las niñas y como era bien recibido por ellas, tuve mi primer noviecita en una, que recuerdo muy bien se llamaba Lupita, era muy tierna aunque no muy agraciada, de ella recibí mi primer beso de amor, justamente en la boca, a partir de ahí fue como descubrir un nuevo mundo, Rosita, Cecilia, Arcelia que era una morenita muy mona y me quería mucho. Roselia me dio su foto para que la viera cuantas veces se me antojara y pasó a ser mi novia también. Ella era de piel clara, pelo rizado y porte distinguido, su mamá, que tenía un comedor trató de darnos consejos, me dijo por ejemplo: “Pero no te la vayas a llevar al río”, por más que pensé, no pude descifrar el mensaje, pero no se me olvidó, pasaron muchos años antes de que supiera lo que me quiso decir. Así en noviazgos puros e inocentes mi lista de conquistas creció, hubo Paula, Martha, otra Lupita, Gloria, que vendía licuados, que a mi no me costaban un solo centavo Yolanda, Elena, Celia, Juana, Yadira, etc., cada una diferente. Era costumbre que los domingos las muchachas daban vueltas en la plaza y los jóvenes también, pero en sentido contrario y cuando veíamos a una que nos interesara, se ofrecía una flor artificial perfumada y la compañía, si la plática resultaba amena, se hacía una invitación para verse otro día, acudir a algún evento, al cine o a bailar y si la cosa progresaba, se pasaba a un noviazgo que muchas veces terminaba en boda, los padres y hermanos mayores, que permitían el acercamiento vigilaban que todo fuera decente y a veces preguntaban cuáles eran las intenciones, pregunta que salía sobrando, pero que presionaba al saber que no habría libertades.

En esta época, perdí el control, las muchachas eran muy amables conmigo y yo me dejaba querer, recuerdo un incidente muy comentado en mi familia, desde muy chico, alentado por los textos obligatorios de la escuela leí varios libros y me volví adicto a la lectura, mi primer libro fue “Corazón, diario de un niño” de Edmundo D`Amicis y luego los de Emilio Salgari, “Sandokán, el Tigre de la Malasia”, “Los tigres de la malasia“ para seguir con “El periquillo sarmiento” “La vida Inútil de Pito Pérez”, “La Iliada” y “La Odisea”, “Poema del Mío Cid” y muchos otros, para leerlos cómodamente, destiné un cuarto para tal efecto, al que llamaba pomposamente “La biblioteca” y encontrándome una tarde en este cuarto, escuché que llego mi hermana Dora María con dos amigas: Chela y María, como andaba con las dos, no me asomé siquiera, pero ocurrió que Dora tuvo que salir un momento a la tienda y quedaron solas, empezaron a platicar de sus cosas y les extrañó que el novio de las dos se llamaba igual, hasta que tras preguntas y respuestas, llegaron a la conclusión de que era el mismo, por supuesto, el hermano de Dora, Chela se puso furiosa y dijo que cuando o viera le iba dar de cachetadas. María por el contrario, se puso triste y dijo que ella primero buscaría la razón, que me quería mucho y que no creía que yo fuera así, en eso regresó Dora, con refrescos y parecieron olvidarse momentáneamente del asunto, así que aproveché para salir y sin dar tiempo a nada, tomé a María de la mano y le ofrecí llevarla a su casa, por el camino le conté que Chela había sido mi novia pero que eso era agua pasada, aceptó mis explicaciones y seguimos muy contentos, obviamente, Chela me cortó, pero no me dio las cachetadas que había dicho

gabagaba
31-may.-2011, 02:50
pakasso

En este principio, tu narracion tiene un estilo, una forma de contar las cosas; te permite exponer muy variadas vivencias en pocas paginas.

saludos cordiales
P.D. has reciibido 501 visitas

pakasso
01-jun.-2011, 15:31
En la escuela todo iba bien, ser estudiante daba prestigio y aunque a veces teníamos riñas colectivas con los estudiantes de la Escuela Secundaria Técnica Industrial, no pasaba a mayores, era más común y divertido hacer deporte, teniéndolos como rivales a vencer aún cuando no siempre nos acompañaba la fortuna.

En el Ejido.-

Fue, en esta época que mi padre por métodos que desconozco se integró al Ejido Santa Rosa, distante unos 10 kilómetros de Apatzingán por la carretera de Aguililla, lo que ocupaba casi todo su tiempo fuera del consultorio dental, salía aún obscura la mañana para ir a regar sus tierras y sembrar maíz y un incipiente vivero de mango con todas las variedades conocidas, su socio, un ranchero muy amable conocido como “Pancho Sierra” (otro Pancho) y su esposa, Doña Chona, lo hicieron su compadre, padrino de una hija de 16 años, a la que se volvió muy aficionado, cosa nada extraña en él, sabiendo su atracción por el sexo femenino, y la llevaba a todas partes, despertando la maledicencia de las gentes, aunque, personalmente, nunca vi una actitud que rebasara la normal de un padrino y su ahijada. En ese ejido corrí nuevas aventuras, aprendí a sembrar maíz y ajonjolí y cuidar el riego, éste se hacía mediante canales no muy profundos, con agua que derivaban desde el manantial de La Majada, que se encontraba ubicado a orillas de la carretera a Tepalcatepec, distante como a como a 3 kilómetros, paralela a la de Aguililla. Había en los canales grandes algunos peces que por allá les llaman “chopas”, que al abrir los canales de riego, se desplazaban junto con el agua y que al cerrarlos, quedaban atrapados sin profundidad suficiente, por lo que brincaban buscando depresiones para salvar sus vidas. Nosotros, los jóvenes, que siempre estábamos alerta para obtener lo que la tierra nos brindara no desaprovechábamos la oportunidad y hacíamos buena provisión de pescado fresco, que mi madre preparaba al mojo de ajo, convirtiendo el final de una larga jornada en una fiesta rica y olorosa, igual regresábamos cargados de mangos y frutos diversos.

Una desgracia.-
Y fue en esta época, que habiendo descubierto un huerto con mangos exquisitos, planeamos una escapada de la escuela secundaria para ir a traer mangos de allá. Mi primo Manuel se resistía porque no le daban permiso, pero lo convencimos con la promesa de dejarlo escoger los mejores para mi tía, seguros de que con eso, el regaño sería perdonado y ¡allá vamos! Pasamos la mañana cortando mangos y recogiendo los que ya estaban caídos, así como deleitándonos en comer hasta casi reventar, llenamos varias cubetas y emprendimos el regreso, contentos cantando y riendo, cuando a lo lejos vimos una columna de humo que se levantaba muy alto, tratamos de ubicarla y tras deliberaciones, decidimos que era por el rumbo de nuestra colonia, mi primo Manuel, nos encargó su cubeta y echó a correr hacia el pueblo, nosotros, con más peso aún, disminuimos el paso y cuando logramos llegar, nos encontramos con que la casa de mi primo ya no existía, aunque aún ardía, él estaba arrinconado contra un cueramo , llorando y su familia hacía lo mismo, habían perdido todo en el incendio, lo que no era raro, dado que la mayoría de las casas del pueblo estaban construidas de madera y tejamanil, que son delgadas láminas de madera de pino, altamente inflamables, ingenuamente le entregamos su cubeta, repleta de mangos, mi tía Lupe montó en cólera y con un cinturón la emprendió a golpes en contra de él, resultó ser que como todos los días salíamos de la escuela a la una de la tarde, dejó los frijoles cociéndose en el fogón, con dos leños, confiando en que al llegar mi primo, retiraría los leños para evitar que se quemaran los frijoles, cosa que no ocurrió y los leños al quemarse en la parte dentro del fogón, perdieron peso y cayeron fuera, iniciando el desgraciado incendio que los sumió aún más en la pobreza, se perdió el equipo de fotografía de mis primos, sus hermanos, que así se ganaban la vida y la enorme alcancía de mi primo Baltazar en la que ahorraba sus escasas ganancias como boxeador amateur. De sus muchos pesos de plata, sólo encontramos una plasta de metal, que después mi padre convirtió en medallitas y otros artículos de ornato. Fue nuestra última escapada pero sirvió para unir más a nuestras familias. La solidaridad de los vecinos, pobres en su mayoría, se manifestó de inmediato, alguien ofreció una cama que ya no usaba, otros una mesa, sillas, utensilios de cocina, alguna cobija vieja recién lavada y así por el estilo, aliviando un poco la pena de mi tía. Esa solidaridad que llega al corazón, por manifestarse precisamente cuando más se necesita.

pakasso
03-jun.-2011, 21:15
Y SIGUE LA MATA DANDO...

Fue también esta época en la que afiancé mis amistades, pocas en realidad, pero sinceras: Armando, hijo del Encargado del Orden de San José de Chila, Carlos, un joven muy culto y aficionado a leer, con una incursión en el Seminario de Morelia, Salvador, a quien apodábamos “el pollo”, hijo adoptivo de una indígena de edad avanzada que vendía cántaros en el mercado y que era la mar de amable con nosotros, nos contaba que lo encontró recién nacido, abandonado en una calle de San Juan Tumbio, allá por Pátzcuaro, razón por la que le apodamos “el pollo”. Éramos inseparables, aunque muy diferentes; por ejemplo: Armando, siempre tenía dinero, Carlos extraía de la tienda de su papá atunes en lata, galletas y chiles en vinagre para nuestras pequeñas fiestas, Salvador se encargaba de hacer planes y su humilde servidor: de la parte difícil; convencer a las chicas de asistir, dado que tenía más experiencia.
Armando, (no se me olvidará nunca) me propuso que comprara unos zapatos, por que aún a esa edad sólo usaba huaraches y los compañeros de escuela me llamaban “Huarache veloz”, para esto, fue necesario que aportara una parte importante del precio, lo que hizo de buen gusto.
Una de nuestras distracciones favoritas era nadar, acudíamos a las albercas, laguitos e incluso al río, que durante la mayor parte del año estaba seco, el agua transparente que bajaba de Acahuato se desviaba en el transcurso, para irrigar parcelas y huertas o para dar de beber al ganado, pero en época de lluvias, bajaba caudaloso del cerro, de un color casi café por la tierra y basura que arrastraba en sus primeras avenidas, no era raro que con ello arrastrara también víboras, alacranes, arañas y tarántulas, por lo que al inicio de la temporada lo evitábamos, pero después, pasadas las primeras lluvias lo disfrutábamos al 100%, por su fuerza de arrastre, que a veces nos hacía perder los huaraches, por su fuerza vivificadora de los árboles, que florecían nuevamente y ofrecían nuevos frutos. Uno de los lugares preferidos era “El Salto”, donde efectivamente formaba una pequeña cascada que caía en una depresión formada por la fuerza del agua y a donde íbamos a nadar, tirarnos clavados y los más afortunados a bucear con un visor de grueso cristal, se obtenían vistas maravillosas del agua verde y la profundidad silenciosa, se llegaba ahí a través de callejones resguardados de cercas de piedras, después solamente las laderas de los cerros.

Armando me invitaba de vez en cuando a pasar el fin de semana o una semana completa –cuando había vacaciones- en San José de Chila, con su familia. Chila es un ranchito dividido por un río que define los municipios de Apatzingán y El Aguaje, la parte de Apatzingán se llama San José y la parte del Aguaje, El Naranjo, de gente sencilla, aunque un tanto agresiva, con costumbres raras a mi entender; niños con pistola al cinto, donde las venganzas estaban a la orden del día, ya que los hombres se mataban por cualquier detalle, desde los más pequeños como el que una res invadiera una parcela hasta una rivalidad de amores, me tocó escuchar durante un trayecto en el autobús cómo una mujer aleccionaba a un niño para que al ser un poco mayor asesinara a la familia del que mató a su padre, eran costumbres bárbaras y despiadadas que no sorprendían a nadie, incluso se contaba el caso de un ranchito donde sus habitantes se exterminaron totalmente por rencillas de familias. En casa de Armando me acogían con gusto, yo era una voz diferente a las que a diario escuchaban, sus hermanas me mostraban simpatía, que no coquetería y yo me sentía muy bien con ellos, para ir a Chila por la vereda había que pasar muchos trabajos, la brecha era pedregosa y muy cansada, los carros avanzaban dando tumbos, el polvo del camino, espeso y pegajoso nos cegaba y hacía llorar, el ambiente era irrespirable; pero pasar el Río Grande era muy peligroso, el vado se perdía en épocas de lluvia, los tractores tenían entonces un uso diferente, remolcar los carros para cruzar el río. En una ocasión me tocó presenciar un hecho terrible, El padre de Armando era el encargado del orden y propietario de una tienda y un billar, estando en la tienda vimos llegar a un joven de unos 20 años, pidió galletas “sabrosas” y chiles en vinagre, lo que es común cuando no se ha tenido oportunidad de comer por las faenas del campo, enseguida llegó otro tal vez ligeramente mayor y le dijo “oye, anoche en el baile peleamos y me ganaste, vengo a ofrecerte que seamos amigos y vivamos en paz” el primero le contestó que no había problema, que la lucha fue justa y ocasional, que estaban en paz, Si, pero te quiero invitar unas cervezas, insistió. No quiero nada, así está bien. Bueno entonces cuando menos un refresco. Está bién, pero que conste que no te lo he pedido, recibió el refresco y al momento de dar el primer trago, el otro sacó la pistola y le disparó dos veces. Cayó sin un solo grito – En nada se pareció a lo que mostraban las películas de aquella época-, después, el asesino se volvió a nosotros con una mirada terrible y nos dijo “lo mismo le pasará al que se atraviese en mi camino” y salió rápidamente. La madre de Armando, que estaba embarazada cayó desmayada de la impresión, la auxiliamos de inmediato, pusimos alcohol en una franela y le dimos a oler, sacamos hielo del refrigerador y mojamos su cabeza, la tienda se llenó de gente que preguntaba ¿Qué pasó? ¿Quién fue?, a duras penas nos explicábamos. Pasado más de una hora llegó el padre de Armando y cuando lo enteraron dijo que había encontrado al homicida en la sierra y que le dijo “que sea la última vez que te atraviesas en mi camino”, creyendo que se lo decía en broma no le hizo caso y cada quien continuó su camino, mandaron traer servicios funerarios de Apatzingán y a la policía rural de no sé donde. Se presentaron a caballo, enfundados en sus tradicionales trajes de cuero lo que les da el popular apodo de “Los Cuerudos”, hombres decididos que peinan la sierra cuando es necesario durante varios días, aún en lugares a donde no llega el ejército o los judiciales, hicieron provisiones de queso, carne seca y agua y partieron al galope, al día siguiente, cuando ya habían enterrado al difunto, los vimos regresar al paso de sus caballos, traían atado de manos a un desconocido que caía y se levantaba, el rostro hinchado y sanguinolento, los pies descalzos y sin camisa, nunca había visto a nadie en esas condiciones y sin embargo tuvimos que identificarlo como el asesino, ya que efectivamente era él. Aunque no lo hicimos en público, llegó una camioneta y ahí lo trasladaron sin comer y sin agua. Es un recuerdo muy horrible de todo lo que pasó en esa ocasión, duré casi una semana durmiendo mal, pero todo se supera.

pakasso
03-jun.-2011, 21:44
No se desesperen ya vamos en la página 12 de 100

pakasso
04-jun.-2011, 22:58
Cursaba el segundo año de secundaria cuando mi madre falleció, confirmando los diagnósticos de que traer más hijos al mundo podría ser fatal para ella. Mi padre, en el apuro de internarla en una clínica buscando desesperadamente salvarla, no dejó de trabajar porque, como siempre, no había dinero suficiente en casa, mis tías, hermanas de mi mamá lo criticaron duramente por no dejar de trabajar. Yo lo comprendía, era necesario pagar los honorarios de los doctores y la hospitalización. En fin, con mucho dolor para nosotros la perdimos para siempre,. Creo que de momento no comprendimos lo que estábamos perdiendo, pero no habiendo quien administrara la casa y sin su cariño nos volvimos una tribu salvaje y violenta a la que mi padre no podía controlar, trabajar y alimentar, nos salvó un poco recibir los consejos de Oliva, una señora que por temporadas trabajaba en casa desde hacía mucho tiempo y que vivía sólo pasando la calle, gran amiga de mi madre y a quien considerábamos como de la familia, también colaboraron algunos vecinos, Doña Esperanza y Don David, - buenos vecinos- quienes además de prestarnos sus burros, nos aconsejaban sinceramente, Doña Carmen y Don Lupe, que vivían justamente en el terreno siguiente y Doña Celia, otra vecina que tenía 5 o 6 hijas y un solo niño. Eran todos muy bien intencionados, aunque nosotros no lo sabíamos, David, hijo de doña esperanza se convirtió en un gran amigo aunque éramos totalmente diferentes, él no sabía leer, se dedicaba al campo como su padre, al igual que Luis, hijo de Doña Carmen y Don Lupe, campesinos, pero muy buenas gentes, vecinos de siempre, tenían 4 hijos: Evangelina, Josefina, Luis y Luz María, a quien su padre llamaba “Luchita” y los chamacos recortamos a “Chita”, un poco por las películas de tarzán de aquella época. Cuando llegó la época navideña, mi hermana Estela nos preparó la cena en la primera estufa de gas que conocí, nos cocinó unos pollos rostizados con sal y ajo, riquísimos. Ella afrontó la difícil tarea de llevar las labores del hogar y la orientación que nos faltó, aunque no lo comprendimos.

Lógicamente tenía amigos en casi toda la colonia, aunque más bien debo decir conocidos con los que jugábamos fut-bol, base–bol y frontón de mano, con unas pelotas pequeñas y suaves que perdían los jugadores adultos y que después encontrábamos nosotros entre los matorrales que había en los alrededores de la Unidad Deportiva.

Primer Encuentro

Casi al terminar el último año se secundaria hubo un suceso muy importante en mi vida, en una de nuestras escapadas a la alberca, donde nadábamos, bailábamos y nos divertíamos en un ambiente sano, invitamos, entre otras chicas a Consuelito, que era muy popular, bailaba la música tropical con mucha gracia y que por supuesto, me gustaba mucho, era chaparrita, morena, bonita y de pelo largo rizado, llegamos a la alberca y todos nos metimos y empezamos a subir al trampolín de clavados, sabíamos que eso llamaba la atención, yo usaba un short sobre los calzones de uso normal y a punto de lanzarme al agua, vi a Consuelito que desde abajo me veía con malicia, como tratando de ver por dentro del short, tal vez sería mi imaginación por la expresión que le sorprendí en el rostro, avergonzado me lancé al agua, sin quitarme la idea de que me estaba viendo de una forma diferente y pícara. Una vez que las otras muchachas avisaron que las tostadas estaban listas salimos corriendo hacia el pasto, donde comimos y tomamos refrescos de manzana. Empezamos a bailar con un tocadiscos portátil, de baterías, que llevaba Carlos, con discos de “La Ola Inglesa”, una colección de discos de vinilo, de 45 y 33 revoluciones, que recopilaba canciones bailables de moda, en inglés y español yo continuaba al pendiente de Consuelito, en un momento la música cambió a tropical y eso fue el boom, el ritmo de Los Sonors – conjunto muy popular de Michoacán en aquel tiempo - aumentó nuestra alegría, nos levantamos todos a bailar, yo, ¡por supuesto! Invité a Consuelito que bailaba mejor que todas, después de 3 o cuatro melodías bulliciosas, vino una de corte tranquilo, que mis contemporáneos seguro recuerdan aún, se llamaba “Peleas” y contrariamente al título, era muy suave y fácil de bailar abrazados y de “cachetito”, como decíamos en esa época. Sentir a Consuelito pegada a mí, me despertó nuevas sensaciones que trataba de reprimir, ella se dio cuenta y sonriendo me dijo “no te de vergüenza” eso les pasa a los hombres cuando les gusta una mujer, ¿te gusto? ¡Mucho! Le respondí yo, pero no me gustó tu actitud conmigo en el trampolín, parecía que me querías ver los calzones bajo el short, rió alegremente y me dijo “ ¿a poco no es lo que ustedes hacen siempre?” pues sí, pero no es igual, no es normal que las mujeres hagan eso. Sin cambiar su expresión divertida me dijo después de besarme “si supieras cuántas cosas que no son normales hacemos, pero sólo a los que nosotras decidimos” de momento no asimilé el sentido de lo que me decía, nos apartamos del grupo que conversaban animada y simultáneamente haciendo bromas entre sí, caminamos por el jardín y buscamos un lugarcito más reservado, me preguntó ¿has visto a una mujer totalmente desnuda? Me sorprendió mucho la pregunta, pero más aún cuando retirando un poco la parte superior de su bikini me mostró un pecho moreno, con un pezón rosadito, debí estar con la boca abierta porque se rió de mi –seguramente no- ¡pues tengo dos!, me dijo, algún día te los voy a enseñar juntos. No pude evitar acordarme aunque confusamente de la meretriz que conocí cuando vendía flores y comparar la diferencia de tamaño y forma. Nos integramos de nuevo al grupo y pasamos un día estupendo, regresamos haciendo planes para otra reunión, pero en sábado para no perder clases nuevamente ya que se aproximaban los exámenes. Estuve inquieto toda la semana esperando el sábado para volver a verla y bailar abrazado con mi nueva amiga, ya casi novia, a pesar de que no existía declaración alguna, su actitud para conmigo me decía que ya no era necesario. Llegó el día esperado, nos reunimos a las doce del día, fuimos a la alberca, hicimos lo acostumbrado, nadar, bailar, comer y juguetear. Iniciamos el regreso a las seis de la tarde, se disolvió el grupo pero Consuelito y yo seguimos juntos, al pasar por fuera de la escuela, recordó que tenía un broche de Doña Meche, la esposa del velador, una pareja de edad avanzada que vivían en una pequeña casita pegada a la escuela, con la finalidad de hacer sus respectivos trabajos en la misma, Él, Velador y Ella, aseo de los salones. Doña Meche nos vio llegar a su casa y nos recibió amable, nos contó que estaba un poco enferma y por esa razón dejaría el aseo de nuestro salón para el siguiente día, ofrecimos ayudarle y aunque apenada, aceptó, entramos al salón desierto, por el día y la hora, barrimos, sacudimos y trapeamos. Una vez terminado; regresamos las franelas, escobas y trapeadores a Doña Meche, quien se había recostado y adormilada nos dio las gracias. Nos despedimos y le propuse a Consuelito que regresáramos al salón a platicar un poco más, me sentí muy halagado cuando me dijo, “te lo iba a pedir, pero me dio vergüenza”. Así que entramos nuevamente al salón, ya empezaba a oscurecer, platicamos de muchas cosas diferentes y sin saber cómo, nos vimos liados a besos, ese atardecer conocí por primera vez el placer de un acto sexual, a mis casi 15 años, con una niña más o menos de mi edad, pero mucho más sabia, fue una experiencia inolvidable, que después busqué repetir en cada oportunidad.
Seguimos viéndonos por el tiempo que permanecí en Apatzingán, ya como novios, pero cuando me fui a Morelia, sus padres la llevaron a Monterrey, de donde eran originarios y salió de mi vida casi sin darme cuenta. Nunca he vuelto a saber de ella, posiblemente se casó por allá o sólo Dios sabe que fue de su vida, sólo me quedaron estos recuerdos.

pakasso
19-jun.-2011, 16:57
UN POCO M{AS DE ESOS TIEMPOS

En esos tiempos, mi hermana mayor empezaba a forjar su destino, estudiaba la carrera de Contador Privado, que mi padre no entendía, decía que iba a ser Secretaria, para deleite de patrones, a los que injuriaba antes de conocer. Siendo él, burlador de mujeres, no concebía que hubiera personas diferentes, por lo que era muy celoso con mis 2 hermanas que estaban pasando de la niñez a la pubertad y posterior juventud, Elsa, más pequeña aún no tenía problemas por ser una niña. No consentía que tuvieran amigos y amenazaba con matar a quien sorprendiera con ellas, por lo que yo les servía de chaperón y alcahuete en sus noviazgos, que no duraban cuando los pretendientes se enteraban del mal genio de mi padre. Así transcurrió esta época de mi despertar a la juventud y aún siendo un estudiante mediocre, dí a mi padre la satisfacción de terminar mi educación secundaria.

Despegue

Con muchas esperanzas de mi familia me trasladé a la ciudad de Morelia, ya que en Apatzingán aún no había escuela preparatoria por lo que si se deseaba estudiar más allá de la secundaria era imperativo emigrar. Me fui con toda confianza, mi hermano Efrén ya estudiaba allá y lógicamente me ayudaría a establecerme, como efectivamente lo hizo. Él vivía frente a una iglesia por Fray Bartolomé de las Casas, una calle que corre a un costado de la iglesia de San Francisco. Era una casa antigua, de estilo colonial, como casi todas en las que viví durante los tres años que estuve en la capital. Había una escalera de piedra en el patio, la cual accedía a la segunda planta, en donde se ubicaban las habitaciones de los estudiantes mientras que la planta baja era usada como casa de una maestra y mostraba un toque discordante por sus detalles lujosos, tenía un comedor amplio, con muchas sillas, que como detalle de mal gusto tenía espejos en todas las paredes, sala con televisor y un baño siempre pulcro.
Me instalaron en el cuarto más al fondo de todos, que a pesar de tener una ventanita por la que entraba el sol por las mañanas y la fresca brisa nocturna, no era ocupado por nadie, mientras que en otros más pequeños se apretaban dos o tres camas. De momento no investigué el porqué, pero después, ellos mismos me dijeron que ahí se aparecía un fantasma, por eso nadie quería ese cuartito, la curiosidad me hizo preguntar más detalles y me enteré que se aparecía una mujer vestida de blanco, que no hacía más que pasear por la orilla de la cama, mirando fijamente -con sus cuencas, sin ojos- al que hubiera tenido la desgracia de estar en ese cuarto, no le dí importancia, más bien me burlé de ellos, diciendo que si era una mujer, pues mejor. Por suerte nunca vi ni oí nada. Bajo la escalera de piedra, había un espacio en el que acondicionaron una taza de baño, ya que algunos se negaban a pasar al baño de la casa, por miedo a cruzar el comedor. En una ocasión mi hermano se quedó estudiando y cayó la noche, pero como en el comedor había lámparas que alumbraban muy bien, no le dio importancia y como a las once de la noche subió pálido y tembloroso, ¿qué te pasa? Le pregunté. Pasa que me espantaron en el comedor, ¿cómo? Estaba estudiando cuando se recorrieron las sillas frente a mí y no había nadie, me levanté y las volví a acomodar y en eso se recorrió la silla en la que yo estaba sentado, ya no esperé y subí corriendo. No creí la historia, pero no bajé a verificarla hasta el día siguiente, efectivamente, la silla que debió estar ocupando, a juzgar por la posición de sus libros y cuadernos, aparecía en una posición que nada tenía que ver con alguien que estuviera sentado estudiando, recogimos sus cosas y no comentamos con nadie, pero mi hermano estuvo enfermo casi toda la semana, hizo acopio de artículos religiosos y rezaba mucho, cosa por demás extraña en él.

pakasso
24-jun.-2011, 11:35
En una ocasión, platicando con Carlos, me comentó que su tía tenía a una hija que no podía controlar, que era muy rebelde y noviera, que estaban planeando internarla en un convento, yo que ya estaba encarrilado me interesé y le pedí que me la presentara, no lo hizo así, pero me la señaló. Era una chiquilla, morena, muy delgada pero completamente de mi gusto, me hice el aparecido en dos o tres ocasiones, le hice plática tratando de afianzar una amistad con ella, pero le era indiferente, la invité a salir, a tomar un helado, al cine, a bailar, etc., pero el resultado fue el mismo, finalmente, y para no perder más mi tiempo le pregunté el motivo de que me rechazara tanto; me contestó que no le gustaban los pelones. Efectivamente, yo tenía el corte de pelo al rape, por que al ingresar a la preparatoria, los compañeros de segundo año nos pelaban a coco por tradición.


Mi hermano y yo nos abonamos en casa de Don Chano López, un viejo amigo de la infancia de mi padre, que cuidaba un edificio en la calle Valladolid, vivía ahí con su familia, hacía escritos a máquina a numerosos clientes, fue como un segundo padre para nosotros, amable, con una cultura sobresaliente y un trato cariñoso, su esposa, Doña Ana era a su vez una mujer dulce, ambos, ya entrados en años eran la imagen perfecta de una pareja bien avenida que conserva su amor con el paso del tiempo. Tenían 6 hijos con diferentes caracteres, Jorge, Ana María, Chano, Arcelia, Alfredo y René. Jorge ya se había recibido de Doctor, hombre serio y tranquilo, Ana María, una bella rubia madura que se hacía del rogar para casarse con su novio, un Ingeniero recién recibido, Marciano, un joven alto, apuesto y arrogante que estudiaba para ser contador, Arcelia, la consentida, que soñaba con ser Doctora, Alfredo era empleado del Monte de Piedad y René un chiquillo muy buena gente que aún no decidía que estudiar. Ahí viví más o menos un año, siempre en buenos términos, hasta que decidí cambiarme a una casa de estudiantes por la calle Virrey de Mendoza, para disfrutar de más libertades. De mis amigos de Apatzingán sólo tenía a Armando. Carlos no se quedó, ignoro por qué motivo, Salvador no encontró agradable la estancia y se regresó, pero conocí nuevos amigos, uno de ellos, Jaime, moreno, gordito audaz y precoz. En las vacaciones regresé a Apatzingán y Carlos, que se pasaba el tiempo en compañía del padre Soto me contó que había un grupo grande de jóvenes que venía de muchos lugares a una reunión de catequistas, me presentó a muchos de ellos, hombres y mujeres de diferentes edades, pero en especial a una niña que desde que la vi me pareció encantadora, era de piel clara, pelo, quebrado diría yo, carita inocente y las cejas muy juntas, eso en lo físico, pero de trato exquisito, respetuosa y muy decente, su nombre: Adriana. Al parecer nuestra impresión fue muy parecida, nos caímos bien, sin pensar más que en la amistad por mi parte, que seguía el ejemplo de mi padre de ser un conquistador, intercambiamos domicilios y quedamos de escribirnos, lo cual cumplimos durante algún tiempo, hasta que por cosas del destino dejamos de hacerlo.

Keny
24-jun.-2011, 12:17
yo sigo aqui, muy bueno tu escrito...

no podrias agregarle fotos de los paisajes a losque te refieres??

pakasso
26-jun.-2011, 16:41
Mi pelo se recuperó rápidamente y ahora lo usaba más largo de lo normal, conforme a la moda juvenil. Más o menos por ese tiempo conocí a Evelia, una chica güerita muy linda, que estudiaba en la que había sido mi escuela secundaria, me explayé contándole como se vivía en Morelia y la impresioné hasta que consintió en ser mi novia, pasaba por ella a la escuela cuando yo estaba en Apatzingán y en ocasiones iba a verla a su casa en San Antonio, un ranchito situado a un costado la carretera que va de Apatzingán a 4 Caminos. Mi hermano Cuauhtémoc le apodó “la cachetitos” por obvias razones. Como yo vestía a la moda y usaba el pelo largo, al hombro, la gente mayor me veía con desprecio, pero los jóvenes me mostraban respeto y hasta tenía seguidores que me preguntaban por la música de moda, los lugares de Morelia y un poco menos por las dificultades que enfrentaba al vivir allá. Este romance, que me tenía feliz, terminó abruptamente cuando su padre nos vio en la calle y le hizo una seña amenazante, al día siguiente que la fui a llevar al autobús que la dejaría en su rancho, me dijo muy misteriosa, “te voy a dejar este papelito, prométeme que lo leerás hasta que me haya ido”, acepté sin darle mayor importancia pero como nos despedimos y el camión no salía, me oculté y lo leí, nunca lo hubiera hecho, me decía que por favor ya no la buscara, que su padre la iba a casar con un muchacho de Parácuaro que tenía recursos para mantenerla, que era sabido que la novia de un estudiante no sería la esposa de un profesionista. Me invadieron sentimientos de tristeza, decepción y furia, regresé a la terminal con la intención de tirarle el papel a la cara, pero me faltó valor y simplemente no volví a buscarla.
Otra de mis noviecitas de ese tiempo, Gloria, me prometió que me esperaría pero habiendo suspendido clases la Universidad, con muy poquitos días de anticipación, llegué a Apatzingán de forma inesperada y fui a buscarla un domingo para invitarla a salir y me encontré con que no estaba, había salido a una fiesta familiar y regresaría hasta por la noche, volví por la noche como a las 8 y sus hermanas me dijeron que se había ido a un sitio que los jóvenes visitábamos los domingos por las tardeadas que ahí se realizaban, tocaban conjuntos locales de moda y el ambiente era alegre pero sano, me dirigí ahí y la encontré bailando con un joven que la abrazaba con mucho cariño, me acerqué y le hablé, sorprendida no supo que hacer y la separé del acompañante diciéndole: “ahorita te la regreso”, atónito, no reaccionó, le reclamé a ella que ya sabía que estaba en el pueblo y no me hubiera esperado y sin darle tiempo a contestar la regresé con el otro, me fui a sentar enojado y decepcionado, de pronto vi una larga fila de sillas desde donde varias chicas recibían solicitudes para bailar, curiosamente a la que me pareció más hermosa no la invitaba nadie, me levanté de inmediato y fui a invitarla, temiendo que me rechazara, para mi sorpresa me dijo que si y salió de inmediato a bailar conmigo, en ese momento el conjunto tocaba alegres cumbias, muy movidas que se bailaban sueltas y después de dos o tres melodías cambiaron a un ritmo suave y romántico. Como la costumbre era bailar con la misma pareja una serie completa, seguimos bailando, ahora con la facilidad de platicar, le pregunté por que a ella casi no la invitaban a bailar siendo la más bonita y me contestó que al parecer a los chicos les daba miedo, después me preguntó si había peleado con mi novia, me halagó que se hubiera fijado en mí y así pasamos el resto de la tardeada, bailando ella solamente conmigo yo solamente con ella. La fui a llevar a su casa con un grupo de sus amigas y al despedirnos intercambiamos un beso, no fue necesario más, no volví con Gloria, Socorro ocupaba ahora toda mi atención.
Resultó que trabajaba con la mamá de Carlos, Doña Raquel, quien me conocía desde la secundaria y que tenía una tienda de abarrotes en el mercado grande, a donde enviaba mis cartas para Socorro, mucho tiempo después me enteré que las leía antes de entregárselas, ella misma me lo contó. Socorro tenía un hermano grande que la cuidaba mucho, pero se escapaba al anochecer y salía a platicar conmigo a la esquina bajo un cueramo, claro cuando yo estaba en Apatzingán. No recuerdo como terminó nuestro romance, tal vez perdimos interés uno en el otro, pero no hubo nada sobresaliente, seguí mi camino como siempre.
Por otra parte, en Morelia las cosas no pintaban mal, Margarita, una compañera de estudios se interesó en mí, me preguntaba ¿porqué estás tan triste?, jajaja, ¿triste yo?, sólo era mustio. Le dio por acompañarme y descubrí que era muy sencilla, simpática y respetuosa, vivía por allá, atrás de la nueva Central de Autobuses, pasando la también nueva Avenida Héroes de Nocupétaro. Con la anuencia de sus padres la visitaba casi a diario, ellos no veían mal que un estudiante pobre fuera novio de su hija, fueron muy considerados conmigo y muy discretos, sin embargo no prosperó nuestra relación y nos dejamos de ver sin rencores, me quedó como recuerdo imborrable su olor a limpio que resaltaba en su pelo largo. Tenía como compañeros en la casa de Don Chano a otros dos Abonados, Saúl y Jorge, el primero de Bocaneo y el otro de Zinapécuaro, que hicieron costumbre de invitarme a sus pueblos, turnándose cada semana. Afortunadamente, por mi juventud o por mi educación, ya que siempre fui respetuoso, era bien recibido en las dos casas y tratado casi como a un hijo más, recuerdo que la mamá de Jorge preparaba jugo de naranja para todos… pero agregaba yemas de huevo, para que estuviéramos fuertes decía, a mi no me gustaba el jugo con huevo, pero lo tomaba sin un gesto y sin comentarios, al despedirme, siempre recibía una invitación para volver. Fue en Zinapécuaro donde ligué primero, había algunos equipos de fut-bol femenil, íbamos a ver los encuentros, no por el deporte, sino por las muchachas y logré que una de ellas, Alejandra, se convirtiera en mi novia para los fines de semana, la acompañaba a misa los domingos de cada quince días, a sus partidos y ocasionalmente a fiestas, fue en una de éstas, por tiempo de carnaval que en el único teatro de la localidad dio inicio una riña entre los jóvenes locales y los de Pueblo Viejo, que degeneró en batalla campal, arrimé una mesa y una silla al palco más cercano y procedí a ayudarla a subir para ponerla a salvo, apenas hubo subido cuando sentí un fuerte golpe en la cabeza que me hizo ver luces de colores, quedé recargado sobre la mesa y cuando me reponía un poco llegó otro y me dio repetidos golpes sobre un mismo ojo, afortunadamente alguien le rompió una silla en la cabeza. Ante esta situación no quedaba sino defenderme, pero ¿de quien? No siendo de ninguno de los pueblos en contienda me atacaban por igual de uno o de otro, no hice distinciones y empecé a repartir golpes, aunque era más lo que recibía, traté de huir hacia la puerta, pero vi que estaba custodiada por algunos que enarbolaban garrotes y no permitían la salida, así que tomé la escalera y desde ahí pude hacer frente con algo de ventaja. Todo sucedía vertiginosamente. Pude apreciar a alguien que se dirigía con una botella en la mano para agredir a un rival que no lo veía, pero no llegó hasta él, en el camino lo bajaron con una silla y sus amigos lo sacaron de “aguilita” medio desmayado. El asunto estaba feo, aunque no se usaban armas de fuego ni cuchillos, cuando de pronto se abrió la puerta y entró un pelotón de soldados imponiendo orden a golpes, en pocos minutos sólo se veían los derribados, nos formaron a todos y nos llevaron al hospital a los que presentábamos sangre, me cortaron parte de mi abundante cabellera (que ya había crecido) para poder suturar una herida en la cabeza, de la que apenas me daba cuenta, pero que sangraba profusamente, me aplicaron un antitetánico y me despacharon, me reuní con Jorge y otros amigos que también salieron relativamente bien librados, y nos retiramos camino a su casa, las calles estaban obscuras y de pronto. al llegar a una esquina nos encontramos con un auto en el que varios sujetos tomaban bebidas alcohólicas, se burlaron de nosotros y nos insultaron, retándonos a golpes, resolvimos tomar piedras y lanzarlas contra el auto, rompiéndole los cristales y huir rápidamente. La mamá de Jorge se alarmó cuando llegamos corriendo a la casa, visiblemente agitados y temerosos, nos preparó un té y una rica cena. Al día siguiente, domingo, Alejandra me encontró en el balneario de aguas termales, tirado al sol, medio pelón y con puntos de sutura en la cabeza. Le sorprendió que me haya liado a golpes con desconocidos cuando me dijo, lo normal era huir desde el principio, comprendí que no se dio cuenta como ocurrieron las cosas, aunque estuvo ahí. Terminó el día y regresé a Morelia, a estudiar de nuevo y continuar mi vida normal. En una de esas veces, regresé a Zinapécuaro y recibí una invitación de Saúl a la fiesta de su pueblo, Bocaneo, son 3 0 4 kilómetros de distancia y decidí ir, ya que con Jorge tenían una visita familiar, emprendí el camino a pie, atravesando un pequeño bosquecito que circunda a una represa, eran como las 7 de la tarde, apenas amenazaba con terminar el día, llegué a la casa de Saúl cuando ya no había luz solar, me recibieron con alegría. Su mamá me preguntó si para llegar seguí la carretera, le expliqué que no, que vine bordeando la represa, se asustó, se persignó y me dijo “Paquito, nunca uses ese camino cuando sea tarde, hay unos perros muy bravos y además, espantan, los ahogados se aparecen a los que pasan por ahí apenas anochece, eso sin contar que es el lugar donde más han visto a la llorona, definitivamente no es bueno caminar por ahí

gabagaba
26-jun.-2011, 18:13
pakasso, ya has sobrepasado las 1.000 visitas.

saludos cordiales

pakasso
28-jun.-2011, 21:57
PARA COMPLETAR ESTE PEDACITO
Cenamos antes de bajar al pueblito, ahí había juegos mecánicos mucha gente y música, se anunciaba un baile en la explanada de la iglesia, me encontré con María Luisa, mi novia de este lugar, me recibió con un beso que aún recuerdo, tuvo un agradable sabor y olor a pasta dental, fresco y rico; paseamos un poco, y decidimos entrar al baile, por desgracia, Saúl que no tenía pareja decidió regresar a la casa y me dijo “quédate, cuando llegues tocas la ventana y yo abro la puerta, considerando que iba a dormir en su casa, no lo creí conveniente, eran las once de la noche y el baile parece que terminaría como a la una de la mañana, me despedí como a los diez minutos y emprendí el regreso, el camino subía por callejones solitarios y sombríos, más aptos para caballos y mulas que para gentes, una hermosa luna iluminaba en todo su esplendor, caminé rápido y un poco más allá vi a Saúl antes de entrar a una curva del camino donde había muchos árboles que no permitían el paso de la luna, lo perdí de vista y aunque aún faltaba un buen trecho de camino, no lo volví a ver, llegué a su casa y me sorprendió apreciar a través de la huerta, que tenían las luces encendidas y que había movimiento, entré y encontré a Saúl sentado en un sillón, abrigado, como si hiciera mucho frío, cuando el clima era bastante bueno, y los pies, metidos en una tina con agua caliente y sin embargo temblaba mucho. Pregunté que le ocurría y la respuesta me dejó muy sorprendido, Lo asustó la Llorona, me dijo su mamá, mientras continuaba con sus rezos y oraciones. No era miedoso, pero me fue muy difícil conciliar el sueño.

pakasso
06-jul.-2011, 10:55
Necesito que me digan si ya leuyeron lo que pongo para poner lo siguiente, recuerden que es un libro con muchas anécdotas, así que agradezco sus comentarios, UN POCO MÁS

En la Prepa me iba más mal que bien, tenía problemas fuertes con matemáticas, química y física, pero el ambiente era de camaradería total, como la mayoría de los jóvenes éramos una pandilla de insolentes e irrespetuosos, a cada uno de los maestros les habíamos puesto apodos que según nosotros iban con su personalidad, por ejemplo: Al director de la escuela, delgado, bien vestido, que se peinaba de rayita le decíamos “el planchado” ya que no tenía un solo cabello volando, a la maestra de lógica, bonita, bien formada y que caminaba con mucha gracias la bautizaron como “la cumbia” y al maestro de matemáticas, viejo, gordo, malencarado le decían “el apache”, me parece que sólo él sabía de su apodo, pero lo soportaba con dignidad.

Me visitó mi hermana Estela y me dio ánimo para que estudiara con más ahínco y no reprobara, me hizo saber los apuros que pasaba mi padre para enviarme el poco dinero que me servía para continuar en Morelia, agradecido le prometí que estudiaría mucho y vaya que me hacía falta, tenía los exámenes a la vuelta de la esquina y llegaron muy pronto, los aplicaron uno cada tercer día, así que estudiaba toda la noche y por la mañana presentaba el examen, un método difícil que en ocasiones sólo aumentaba mi confusión. Por fín llegó el último, química, lo resolví aparentemente fácil, aún faltaban muchos compañeros por entregarlo cuando ya lo había terminado, pensé entregarlo y de pronto estaban algunos compañeros sacudiéndome para que lo llevara a la maestra, me preguntaron ¿estás bien? Por supuesto contesté, tomé mi examen y me dirigí a la maestra, nunca ví un pilar que se me atravesó y choque con él, caí al piso, entre las risas de mis compañeros, entregué el examen y salí avergonzado.

Me fui a vivir a una casa de estudiantes, ubicada por la calle León Guzmán, que entre estudiantes le llamaban “de los ricos”. Era precisamente todo lo contrario, pero como era costumbre decir “te extiendo un cheque”, sabiendo que no había dinero, se hizo popular el nombrecito. En esta casa vivía mi primo Jaime, hijo de mi tío Pancho, hermano de mi papá. Era Jaime muy activo en la política local, recuerdo que por ejemplo, fuimos un grupo de unos 10 a apoyar al entonces candidato a la gubernatura de Michoacán, Lic. Carlos Torres Manzo, nos asignaron dos combis, en una se transportaba un conjunto norteño, de acordeón, al que yo debía vigilar para que cuando llegara la comitiva a los pueblos que visitaría, ya hubieran formado algún ambiente de bienvenida, otros se presentaban durante el discurso, y exponían públicamente ser estudiantes nicolaitas, que de su propio pecunio asistían para presentar su apoyo al candidato. Así durante una semana visitamos todos los pequeños pueblos de la región: Tlalpujahua, Contepec, Maravatío y varios más, al final recibimos despensas para la casa de estudiantes que recogíamos en Almacenes Nacionales de Depósito (ANDSA) y 2 kilos de tortillas diariamente. En 1971 se nos invitó a Melchor Ocampo a recibir al C. Presidente de la República que venía a inaugurar la Siderúrgica Lázaro Cárdenas-Las Truchas y nos reunimos suficientes voluntarios para llenar dos autobuses, cuando nos hicieron las invitación avisé por carta a Adriana en Arteaga. Salimos por la noche y llegamos por la mañana al aeropuerto de la nueva ciudad costera. Había una aglomeración esperando el avión y entre los diversos grupos de diferentes escuelas de todo el estado distinguí a Adriana, nos vimos con mucho gusto, mientras que los oradores oficiales le daban la bienvenida al Presidente, después tuvimos que despedirnos porque mi grupo enfiló hacia la playa en donde se preparaba una comida. Sucedió que en el transcurso de ésta, uno de nuestro grupo –desconocido para mí- se metió al mar y se estaba ahogando, se movilizaron los cuerpos de auxilio y cuando se acercaba una lancha de motor, fue cubierto por una ola y no volvió a salir, intentamos acercarnos al Presidente, pero nos alejaron, no lo permitieron. Una vez terminado el banquete enfilamos rumbo al poblado de Las Guacamayas, ahí, siguiendo un canal de riego, nos llevaron a sembrar arbolitos de mango, en unos terrenos que nos explicaron eran de la Universidad, pero que años después me enteré pertenecían de un cacique local. Nos plantamos en la puerta del autobús presidencial y nos hicimos oir; de inmediato se giraron órdenes para que fuera buscado el cuerpo, pero fue inútil.
Emprendimos el regreso muy avanzada la noche, tristes por no haber recuperado el cuerpo del compañero, mismo que enviaron a Morelia a los tres días, semi-devorado por los animales marinos

Keny
06-jul.-2011, 12:10
bueno, pues voy al corriente en la lectura, jaja, que recuerdos eso de ponerle apodos a los maestros.jejeejeje..

pakasso
07-jul.-2011, 14:40
Mi mejor época.

Dicen, y así lo creo, que recordar es volver a vivir. Uno de esos recuerdos difíciles de olvidar en mi vida, se me presenta en forma confusa. Era muy joven, tal vez 17 años; Vivía en la ciudad colonial de Morelia, en el estado de Michoacán. Mi vida corría sin un propósito bien definido, estudiaba Preparatoria y vagaba un poco por las calles, en ese tiempo, recuerdo, construyeron el Parque Juárez, a donde se podía ir los domingos a remar, hacer día de campo, a disfrutar las canciones de los artistas locales desconocidos y a soñar libremente bajo la fresca sombra de sus árboles y justamente un 30 de septiembre (cuando la ciudad festeja el nacimiento de Don José María Morelos, me encontraba vagando por la avenida Madero, después de haber pasado el día en el parque Juárez y al llegar a la esquina de la imponente catedral la vi entre un grupo alegre de muchachas jóvenes, que con un aire familiar charlaban animadas, sonreían y disfrutaban de la multitud, me quedé lelo, ya no tuve ojos para nada más, mis amigos Armando, Jaime y yo las seguimos para intentar alguna conversación con ellas, después de un breve intercambio de palabras aceptaron y dimos algunas vueltas en la plaza de armas, con alguna timidez de mi parte le pregunté su nombre y si podría volver a verla al día siguiente, donde ella me dijera, me miró con amabilidad y me dijo: “María y si gustas podemos platicar mañana por la tarde frente a mi casa, vivo por la calzada madero, por la salida a Charo, frente a una escuela primaria que tiene un talud con mucho pasto, me esperas en la esquina y yo salgo”. Se despidieron y esa noche no pude dormir preguntándome a mí mismo si le habría gustado a ella aunque fuera un mínimo de lo que ella me gustó a mí, si no me habría citado solamente para que la dejara en paz, era una situación de incertidumbre a la que no estaba acostumbrado, normalmente no me costaba trabajo conquistar chicas en mi pueblo, pero me encontraba en la capital del estado y no sabía como serían las chicas de ahí. Amaneció y en ese nuevo día me sentí feliz y somnoliento, un poco más seguro y hasta resignado a sufrir una decepción, de cualquier forma había tenido la fortuna de encontrarla, saber su nombre y sentirme aceptado, lo cual rebasaba mis expectativas de provinciano, fui a la escuela y pasó la mañana, por la tarde estuve atento al correr del tiempo y justo a las seis de la tarde me encontraba puntual en la esquina acordada, después de identificar la escuela, el pasto y su casa, transcurrieron los minutos y nada. Terrible desesperación y ansiedad, algunas de sus hermanas salían de la casa y volvían a entrar hasta que a las seis y quince minutos apareció ella, sólo verla aceleró los latidos de mi corazón y se me enfriaron las manos, me pegué a la pared, junto a los rosales del jardincito de la tienda de la esquina, no podía definir si quería ser visto o no, sin vacilaciones volteó hacia donde yo estaba y me hizo una seña para que me reuniera con ella justo frente a su casa, sólo atravesando la calzada, visibles a quien quisiera hacerlo, sus hermanas salían y regresaban con una sonrisa cómplice o burlona, no lo sé y me pareció que hasta su madre se asomaba discretamente, me sentí cohibido, mi mente trabajaba velozmente buscando un tema de conversación inútilmente, tenerla tan cerca, después de haber esperado una noche y casi todo el día para verla era maravilloso, fue muy paciente conmigo y amabilísima, la cita se salvó gracias su hermoso carácter, triste por mi actitud equivocada pero ilusionado por encontrarnos de nuevo, le pedí volver a verla y aunque lo estaba pidiendo, me sorprendió gratamente cuando aceptó, fue el inicio incierto de el amor de mi vida.
Pasó un año, en el que nos relacionamos y me enamoré cada día más, haciendo malabares para cumplir con mis estudios y con las muy esperadas entrevistas con ella. En Santa María, en su bosque de eucaliptos fue donde muchas veces al atardecer veíamos la panorámica de la ciudad, el parque Juárez, el bosque Cuauhtémoc donde grabamos nuestros nombres en un árbol, la calzada de San Diego, los festejos de la inmaculada. La Plaza Villalongín, el callejón del Romance, todo Morelia se llenó de recuerdos hermosos. En temporada íbamos por el rumbo del panteón o del Centro de rehabilitación social -a la salida a Mil Cumbres- a recolectar flores de mirasol, sencillas y hermosas, de corta duración, pero que a ella le encantaban y crecían en forma silvestre. Con mis amigos le llevamos serenatas, en las que mi corazón latía con mucha fuerza, a pesar de que no salía por estar su dormitorio en la parte profunda de su casa. Le llevé rosas en una ocasión y como estudiante pobre iba en un camión urbano, cuando una señora muy amable me preguntó ¿esas rosas tan bonitas son para su novia? Le contesté con orgullo, ¡si!, nueva pregunta ¿La quiere mucho? Otro si. Entonces dígale que siembre una y si se convierte en un rosal quiere decir que realmente hay amor. Se bajó frente a su casa y yo seguí una cuadra más, por supuesto que entregué las rosas y le conté, para mi sorpresa, al día siguiente me dijo que la señora con la que me encontré en el camión era su madre y se había llevado una buena impresión de mí, impresión que no compartía su padre, un viejo muy trabajador, comerciante de frutas y verduras en el mercado, quien usaba un camión Torton para surtirse desde Sahuayo y Jiquilpan, no me conocía, pero había oído que usaba el pelo largo y eso era mal visto por la gente mayor, “Cuando me encuentre a ese greñudo lo voy a planchar con el camión” rezongaba como suegro celoso pero era buena persona, en ocasiones, para que no salieran algunas de sus doce hijas con los novios, las llevaba al cine, sin saber que ya habíamos sido avisados por ellas y cuando llegaban ya estábamos adentro, las dejaba y volvía por ellas al término de la función. Fue la mejor época de mi vida.

pakasso
13-jul.-2011, 09:37
Como todas las parejas, nuestro romance tenía altibajos, en uno de ellos decidimos dejar de vernos por algún tiempo, con la idea de probarnos, acordamos que estaríamos totalmente libres para conocer a otras personas e incluso empezar una relación, pero con el compromiso de que al terminar la pausa, nos reuniríamos para decidir si aún sentíamos el mismo amor o ahí se acababa todo, sin rencores. Nos despedimos un poco tristes por el riesgo que suponía para nuestra relación, pero… antes de 15 días acudí a una fiesta de cumpleaños de un compañero y me presentaron a Salud, una mujercita menuda, delgada, muy simpática, que se desempeñaba como educadora de un Jardín de niños y sin realmente proponérmelo, me encontré saliendo con ella a bailar, al cine, a comer fresas con crema en un lugar a la salida a Patzcuaro que le llamaban La Quemada y nos hicimos novios, era bienvenida en la casa de estudiantes donde vivía, ocurrente, vivaracha, sabía ser muy agradable sin abandonar su posición de señorita educada, sólo me apenaba un poquito que yo nunca tenía dinero suficiente para salir, sin embargo bailaba con mucha gracia y me ayudaba a estudiar con mucho entusiasmo, era una compañera excelente, mis amigos me envidiaban pero yo no podía olvidarme de María, a pesar de sus atenciones, me presentaba a sus amistades con mucho orgullo, vivía por la colonia Industrial y allá iba a verla todas las noches, llegaba a su esquina y sibaba dos veces antes de que se asomara y después, disfrutábamos de media hora de caricias tiernas, abrazos y besos, pero sin perder la compostura, en una ocasión la invité al parque Juárez y tuvimos una tarde enojosa, porque un policía municipal nos detuvo después de un beso normal, nos acusó de estar cometiendo faltas a la moral y amenazó con llevarnos a la delegación si no le dábamos una cantidad de dinero en efectivo, por supuesto, 50 pesos, que en aquella época era el salario de dos o tres días de trabajo, no traíamos, por lo que aceptó el reloj de ella, la dejé en su casa, ella triste por su reloj y yo por la humillación y el abuso, planeando cómo vengarme; la solución apareció apenas llegué a casa y conté a los demás lo que me había pasado, hicimos un plan y al día siguiente nos dirigimos en bola al parque. Lo vimos atracando a otra parejita y esperamos a que se quedara solo, en esas estábamos cuando vimos venir a lo lejos una patrulla de policía, se dirigía justamente hacia el lugar, aunque sin prisas, así que lo rodeamos y le dije que quería rescatar el reloj de mi novia y que le iba a dar el doble de lo que me había pedido. Se interesó, pero me dijo que no lo traía, tendría que esperar al día siguiente, ahora serían 100 pesos, uno de mis amigos, Fernando, se avivó y le dijo, si lo traes ahorita, te voy a dar 150 por él, nervioso por la cercanía de la patrulla, sacó el reloj y se lo dio diciendo dámelos de una vez porque ahí viene mi jefe y no quiero que se de cuenta, Fernando se lo arrebató y volteando a la patrulla les hizo señas de que se acercaran, el policía corrupto se puso amarillo y trató de irse, lo sujetamos y cuando llegó la patrulla le contamos el problema mostrándoles el reloj y el dinero que pedía, bajó el encargado de la patrulla y le quitó la pistola ordenándole subir al vehículo, no respondió nada, solo se juraba inocente, nos dijeron que tendríamos que ir a la delegación a poner la denuncia correspondiente, nos aseguraron que pasaría unos meses en la cárcel a partir de ese momento, por nuestra parte prometimos presentar al día siguiente, puntualmente la denuncia, nunca lo hicimos, regresé como héroe con Salud a regresarle su reloj, con lo que nuestra relación se afianzó, pues ahora me admiraba, tomó confianza en mí y en más de una ocasión estuvimos a un pelito de rebasar la decencia, pues nuestros juegos en la cama a veces nos enardecían, pero supimos contenernos, el tiempo transcurrió velozmente y se acercó el fin de la pausa con María, solamente nos quedaba un fin de semana, reuní mis escasos recursos económicos y le dije, mañana te voy a decir algo muy importante para los dos y quiero que pasemos el día juntos, te invito a nadar a la unidad deportiva y más tarde a comer en donde hacen esos caldos de pescado tan ricos, ¿puedes? Me miró emocionada y me dijo, “aunque no pudiera me las arreglo, nos vemos mañana”, esa noche estuve despierto hasta muy tarde, pensando como le iba a decir que era el final de nuestra relación.

pakasso
16-jul.-2011, 12:12
Amaneció y a las nueve de la mañana estaba frente a mi puerta, con ropa deportiva y una pequeña mochila en la que traía su traje de baño, una toalla y algunos cosméticos, salimos caminando a pesar que la distancia era larga, pero el día era excelente, claro, soleado y a pesar de todo fresco, al llegar a la esquina se detuvo, me besó y me dijo “no esperes para decirme lo que me adelantaste ayer” me remordió la conciencia al verla tan confiada y yo la iba a lastimar, luego, le dije, será hoy, pero por la tarde, pero ¿me lo dirás?, por supuesto que sí, debe ser hoy, llegamos a la unidad deportiva llamada “Venustiano Carranza” correteamos un poco por el pasto y subimos los escalones que nos separaban de la alberca, fue una mañana alegre, chapoteando en su compañía, cerca de las tres de la tarde nos dirigimos al centro de la ciudad hacia el exconvento de San Agustín y llegamos a la pescadería, salía un rico olor a comida, pedimos dos caldos de pescado y comimos muy a gusto, eran realmente exquisitos, preparados al estilo Veracruz, salimos y vagabundeamos por la ciudad mascando chicles y cuando cayó la tarde la invité a un café que recuerdo estaba por el Exconvento de Las Rosas, un ambiente muy tranquilo, tuvimos que esperar a que se desocupara una mesa, hicimos el pedido y empezamos a disfrutar el café, a pesar de que es excitante esa bebida, me relajaba, pues estaba muy nervioso, así que me decidí y le empecé a decir que esos meses habían sido muy bonitos, que ella era una chica muy linda y especial, pero….
Me miró con angustia y me preguntó ¿porqué me estás diciendo esto? Hice de tripas corazón y le contesté; “esta es la última vez que salimos”. Empezó a llorar, le supliqué que no lo hiciera, los clientes nos miraban y me veían con desaprobación, le conté suavecito cual era la razón, pero ella no me escuchaba, ni a mis súplicas de que dejara de llorar, me dijo que ella pensaba que le iba a pedir que se fuera conmigo y que si yo lo quería, en ese mismo momento lo hacía, me partía el corazón verla llorar, pero estaba decidido a volver con María, a la que no había olvidado ni un solo día y menos aún cuando un amigo común me había contado que alguien la había ido a buscar y estuvieron platicando en el lugar donde ella y yo nos sentábamos juntos.
No cedí a las lágrimas de Salud y como último recurso salí un momento a la farmacia y conseguí un calmante, el cual le administré con un té.
Fui a dejarla a su casa y le dije adiós. No volví a saber de ella, mis amigos se ofrecieron de intermediarios para solucionar lo que decían mi equivocación, pero no cambié de parecer. Llegada la fecha, me presenté al lugar de la cita, ansioso por volver a ver a María.

pakasso
19-jul.-2011, 22:19
Estuve con una media hora de anticipación esperando a María, temeroso de que no acudiera a la cita, me asaltaban mil dudas, ¿y si se había enterado de mi aventura con Salud? ¿qué le diría?, ¿y si había cambiado de opinión y no quería seguir conmigo?. Fue una media hora eterna, una gama muy amplia de emociones me sacudían, ilusión por volver a verla, temor por lo que me dijera, tristeza profunda de pensar que lo nuestro hubiera terminado. Por fin ¡salió mi sol! María apareció sonriente en la Plaza Villalongín. Ya no pensé en nada, más que en abrazarla y besarla con todo mi amor. Me dijo lo mismo que pensé decirle. “Creí que no vendrías”. Paseamos por el bosque Cuauhtémoc, felices de estar juntos una vez más. Cuando al fin nos despedimos, con la promesa de vernos al día siguiente, regresé caminando despacio, me sentía flotar sobre la calle, me llegué al Mercado de Dulces y compré “ates” para saborear aún más mi dicha. Esa noche hubo fiesta en la casa, por otros motivos, pero no participé, preferí quedarme en mi cuarto a soñar con ella. Nada me hacía más feliz.

pakasso
19-jul.-2011, 22:26
Todos los fragmentos que expongo aquí, forman parte de mi primer libro, titulado "UNA VIDA COMÚN", que próximamente me publicará una editorial de Morelia, Mich. con el apoyo de Escritor Arturo Molina, seguiré poniendo partes aquí. para que lo vayan conociendo, gracias

Keny
20-jul.-2011, 08:32
pues mi buen Pakasso, creeme que si lo comprare, nomas el rollo es saber si saldra a nivel Nacional.

pakasso
20-jul.-2011, 09:45
7. Inicio de un dulce sueño.-

Con María supe de una forma de cariño diferente al que estaba acostumbrado. Me inspiraba a escribir poesías para ella, las que guardaba en una libreta, llegando a sumar más de 100, tal vez sin calidad literaria, pero sí escritas con toda el alma y el objetivo de que fueran gratas a sus ojos y a su corazón, me sentí amado, correspondido y todo era maravilloso, nos veíamos a diario, y empezamos a soñar en un futuro juntos, una casita para nosotros, en un hijo, pero era una utopía por mi pobreza, empecé a buscar trabajitos que pudiera realizar en mis tiempos libres y a encontrarlos, por ejemplo; repartía ejemplares de directorios telefónicos, tarea ardua que se realizaba de casa en casa, con un diablito cargado, en el que había que separar los nuevos por entregar y los usados recogidos.

7.1. Un nuevo amigo.-

Tengo que hacer un paréntesis para contar una anécdota que trajo a un nuevo amigo a mi vida. Jaime, conoció a Martha, la hermana menor de María, que también era muy bella, y fue a verla una tarde, se encontró con un rival, que pretendió amedrentarlo para que no volviera por ahí, me ofrecí a acompañarlo y servir de mediador. Llegamos al lugar a donde se iba a ver con ella y nuevamente se apareció el rival de la vez anterior, decidido avanzó hasta nosotros y pretendió iniciar un intercambio de golpes con Jaime, intervine y le dije que no era necesario, si la chica lo había citado ahí, tenía todo el derecho ya que era soltera. Me contestó que eso sería por poco tiempo, que él era el novio y no estaba dispuesto a que le anduvieran rondando la paloma, argumenté que esa decisión debería tomarla ella y para evitar situaciones como ésta, esperáramos a que se presentara y que ella decidiera a cual de los dos prefería, retirándose en paz el perdedor, sin rencores, como hombres. Estuvo de acuerdo, cuando ella llegó le expuse el problema y le pedí que honestamente eligiera. Ella dijo a Jaime, que podrían ser amigos, que Ismael no había mentido, era, efectivamente su novio y así seguirían, nos despedimos y acompañé a Jaime a la casa. Regresé para mi cita con María y efectivamente, pude comprobar que Martha e Ismael eran novios desde hacía un tiempo. Ismael me agradeció la intervención asegurándome que de cualquier forma él hubiera ganado en un enfrentamiento a golpes, tenía más de una docena de primos que se apoyaban mutuamente. Tuve oportunidad de comprobarlo cuando un tiempo después, estando frente a la casa de ellas pasó una pandilla, eran cuando menos diez y acariciaron a Martha antes de que tuviera tiempo de reaccionar. Ismael se levantó de inmediato pero fue recibido a golpes, como estaban sentados cerca de nosotros, tuve que entrar al quite, pero no pudimos evitar que nos golpearan a los dos. Más que el dolor por los golpes, nos dolía la humillación recibida frente a nuestras novias, pensé en mis compañeros de la casa de estudiantes, para quienes entablar una pelea era una invitación que no podían rechazar, pero Ismael me dijo que al día siguiente iríamos por la revancha en compañía de sus primos. Llegaron puntuales, pero no solamente sus doce primos, sino un total de 23, bajamos por la colonia Vasco de Quiroga y recorrimos las calles hasta encontrarlos, hicimos lo que se acostumbraba, fuimos los dos solos frente a la pandilla, siendo reconocidos de inmediato, a pesar de que aún estábamos hinchados por los golpes del día anterior, se levantaron todos con la intención de agredirnos nuevamente cuando llegó la caballería, los nuestros aparecieron con palos, piedras y botellas, los derrotamos totalmente sin permitirles huir, en un movimiento envolvente, aún así Ismael los amenazó para que no volvieran a subir a donde nos habían golpeado el día anterior. Nos retiramos contentos y más amigos que antes.

pakasso
13-ago.-2011, 21:37
Hola a todos los foreros, los saludo con gusto. Me siento feliz de estar nuevamente con ustedes, tuve un accidente con mi router y no podía acceder a internet durante mas de 10 días, pero ahora que regreso, con mucho gusto les pongo otros pedacitos de mi libro.

Ismael manejaba un carro materialista con el que cargaba arena, me propuso que aprendiera a manejar bajo su dirección y responsabilidad, para que lo reemplazara en ocasiones. Fue algo difícil, el único artefacto que había manejado era una bicicleta y éste era un carro de volteo, con velocidades y dual, frenos de potencia y palancas que no lograba controlar, me decía que tenía que hacer y después me dejaba manejar, al principio, controlar el clutch parecía imposible, el carro se apagaba después de brincar como caballo encabritado, pero con el tiempo fui encontrando el modo y llegué a manejar un poco mejor, esta situación se agravó con el camión cargado; zigzagueaba peligrosamente y fue un nuevo aprendizaje.


7.2.- Día de campo

Tuve mi prueba de fuego cuando una hermana de María más chica y su novio – Uno al que apodábamos “chespirito” por su parecido al cómico de la tele - propusieron una excursión al Kilómetro 23, un bosque de pinos muy bello situado a la orilla de la carretera a México.
Hicimos acopio de latería, tostadas y verduras. El primer problema fue que al ser seis en la cabina apenas cabíamos y eso llevando a las muchachas sentadas en las piernas. Pasamos un día maravilloso, pero como nos separamos, ellos, (los varones) tomaron vino y se emborracharon, yo, aún no tenía esas costumbres y a la hora de regresar -un poco antes de que se hiciera noche- no estaban en condiciones de manejar, por lo que tuve que hacerlo, para empezar fue sacar el camión del bosque y en una reversa mal hecha, derribé un pino joven con gran susto de todos. Afortunadamente nadie nos vio y salimos a la carretera, ya en ella, era aterrador cuando venía algún carro en sentido contrario, parecía que no íbamos a caber en ella pero no hubo problemas, regresamos a Morelia cuando empezaba a caer la noche, muy a tiempo. Circular por la carretera de noche hubiera sido muy feo. Con esta experiencia cobré valor y de vez en cuando acompañaba a Ïsmaél a traer arena y ganaba unos pocos pesos.


7.3.- Buscando empleo

Entusiasmado por la ventaja de ganar aunque fuera un poco, solicité trabajo en una mueblería, mi Currículum Vitae no tenía experiencia laboral válida pero ser estudiante de preparatoria a mi edad imponía y me contrataron por las cercanías del mercado Independencia, trabaje un tiempo y reafirmé mi decisión de casarme con María. Un amigo de mi hermana Estela me ofreció ayuda para trabajar en Guadalajara. Acepté y nuevamente ¡allá vamos! Me recibió muy bien en su casa y me dijo que por lo pronto estaban vendiendo telas y otros artículos en las rancherías de la periferia, lo acompañé varias veces, pero no me gustó el método. Buscábamos telas con diseños extraños en el Mercado de San Juan y luego íbamos a las rancherías, donde decían ser marineros a los que había dejado su barco y estaban vendiendo esas finas telas para alcanzarlo. Mojaban un pedazo con gasolina blanca y le prendían fuego, antes de que terminara la combustión de la gasolina, apagaban el fuego y estiraban la tela para mostrar que era buena y resistente, vendían una cantidad considerable, con buenas ganancias, pero no me decidí a mentir tan descaradamente. Después fuimos a un restaurante de comidas yucatecas que tenía su tío y probé durante una semana, al parecer al tío le agradó mi trabajo porque me quedé, pero en lugar de mostrar gusto, Rigo, que así se llamaba el amigo de mi hermana, se molestó porque él no obtuvo el trabajo, siendo familiar.
Su familia me trataba muy bien, su mamá y su hermana nos preparaban la comida y planchaban la ropa, a cambio contribuíamos a la economía familiar. Tuve oportunidad de conocer lugares hermosos de Guadalajara como el Parque Agua Azul, El Alcalde y otros, pero también algunos sórdidos como la penitenciaría y la zona de tolerancia cerca del mercado de San Juan. Ahí, por malas compañías fui varias veces sucediendo una aventura de la que salimos bien., pero que pudo tener graves consecuencias. Llegamos a un burdel, donde consumimos cerveza y bailamos con las meretrices, una de ellas nos invitó a ir a otro lugar a pasarlo bien, nos reunimos los cinco que íbamos y acordamos decirle que sí, uno de ellos conocía un hotelito cercano donde en el turno de la noche cuidaba un amigo suyo, llegamos y fue por delante a hablar con él, consiguió un precio barato, con la condición de que no nos quedaríamos toda la noche, así que pasamos con la mujer y de pronto nos vimos los cinco en el cuarto, con ella sin saber que hacer, ella sonreía y dijo de pronto “bueno, ¿quien quiere ser el primero? Nos quedamos mudos, claro que todos queríamos, pero no nos atrevíamos, decidió elegir ella, con la condición de que los demás podíamos observar pero no tocar. Jaló a la cama al más delgado de nosotros y al terminar se fue a bañar, tomó a otro y repitió el baño, me tuve que conformar con un deshonroso tercer lugar y realmente no fue agradable, me quedé pensando ¿que sentiría el último?, sin embargo algunos quisieron repetir, me vestí apresuradamente y salí con el pretexto de pedir un cambio que en realidad no existía, los esperé en la esquina y cuando el último salió, corrimos por las calles y subimos a un camión que pasaba, busqué en mis bolsillos y no encontré mi cartera, me consolé pensando que en realidad tenía muy poco dinero. Nadie tenía dinero, así que improvisamos, le pedimos al chofer que nos alejara sólo algunas cuadras porque habíamos tenido un pleito con una pandilla y temíamos una agresión.

pakasso
26-ago.-2011, 08:37
7.4.- En México capital

No volví a aceptar una invitación a ese lugar y pasados algunos meses, regresé a Morelia con muy poco dinero y nuevas metas. Mi hermano Efrén vivía en México y me invitó a buscar trabajo, ya que había perdido el año escolar. Él vivía en un pequeño cuartito en la colonia Algarín y estaba abonado con la pareja que vivía en la casa, habló con ellos y consintieron en darme comidas por el pago correspondiente, el hombre, llamado Antonio y apodado “El Bachiller” trabajaba para una fábrica de mochilas ubicada en la colonia, me propuso hablar con su patrón y gracias a su intervención obtuve mi primer empleo, consistía en manejar una máquina muy sencilla, a la que se le ponía un cuero y un molde que al oprimirlo cortaba de forma perfecta la parte de cuero de las hebillas, sin que fuera necesario aplicar mucha fuerza, había aproximadamente 8 empleados, que me llamaban “paquito”, aunque el diminutivo no era por estimación, sino despectivo, por creer que al ser provinciano, era menos que ellos, sin embargo esto cambió de pronto, un día faltó el muchacho que hacía las entregas a todas las tiendas “Blanco” y “Aurrerá”, cadenas comerciales a las que surtía la fábrica y el patrón empezó a buscar quien podría suplirlo, nadie parecía querer hacerlo, por lo que me ofrecí, de inmediato, me preguntaron por mi experiencia, les conté que estaba estudiando la preparatoria en la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y que había trabajado en una mueblería. El patrón, con alguna reticencia me mandó a entregar la mercancía. Antes de salir le pedí una copia del catálogo de productos, que no llegaba a veinte, y me encargó que solicitara algunos cheques pendientes. Todo salió muy bien, regresé con los cheques y dos pedidos más, el empleado no volvió a presentarse y me quedé con su puesto, que pagaba más y era superior a todos los otros. El trato cambió, ahora de verdad me sentí valorado. Como suele suceder a los provincianos, una pandilla que se reunía frente a la casa me molestaba, aunque era uno en especial, temeroso le conté al “Bachiller” y me dijo que tenía que darme un “entre” con ése, que ganara o perdiera me dejarían en paz, habló con los compañeros de la fábrica y todos ofrecieron apoyarme. Elaboraron un plan, en el cual yo debería, al día siguiente plantarme frente al provocador y agredirlo sin más, con la seguridad de que si los demás intentaban hacer bola contra mí, ellos entrarían al quite y así lo hicimos, temblando de miedo pasé frente a él, quien conforme a su costumbre trató de atravesar su pie, buscando que me cayera, más por el pánico que por valiente le dí una fuerte patada en la cara, ya que estaba sentado en la banqueta y ya se preparaba la pandilla para ir sobre mí cuando surgieron mis compañeros pidiendo que nos dejaran solos, mi pánico aumentó, yo veía al pelafustán aquel como alguien superior, sin embargo lo ataqué a puñetazos y patadas tan rápido que no se pudo defender y cuando se sintió perdido me dijo “¡ya estuvo! ¡ahi muere!”, mis compañeros me detuvieron y para mi sorpresa no volví a tener problemas con nadie, por el contrario, a veces hasta me invitaban a tomar alguna cerveza y la mayoría de las veces les agradecía, pero no los acompañaba. El tiempo me dio la razón, un día llegó la policía por ellos y los llevaron presos, le conté al “bachiller” y fuimos juntos a buscar a un Licenciado de su confianza, quien actuó eficazmente, logrando liberarlos en dos días. El festejo por su libertad fue en grande, hubo cerveza, tequila y pulque, definitivamente se terminaron los recelos en mi contra y fui aceptado como un “ñero” más, aunque con un cierto respeto para mí y posteriormente para mis hermanas que también llegaron desde Apatzingán, huyendo de la custodia paternal.

Biby
26-ago.-2011, 09:51
Me encanta tu thread..

http://img708.imageshack.us/img708/3296/001ddd8pueke103.jpg

pakasso
28-ago.-2011, 21:17
7.5.- Un nuevo aprendizaje

Habiendo terminado el ciclo escolar, decidí regresar a Morelia para inscribirme nuevamente en la prepa. Me fue fatal, ya no contaba con el respaldo económico de mi padre y los trabajitos que conseguía no daban lo suficiente para mantenerme. Abandoné definitivamente los estudios y marché de nuevo a México y empecé a buscar empleo, compraba el periódico y en la sección correspondiente, marcaba los que podían ser una opción, tenía varios juegos de copias de los documentos que me podían pedir y fotografías para pegar en las solicitudes que llenara. Me pedían identificaciones y no las tenía, me enviaron a una oficina de afiliación al PRI y me extendieron una credencial de militante que me permitió conseguir trabajo. Primero vendí libros con poco éxito, algunas enciclopedias se vendían más pero cuando me dieron a vender métodos de inglés, aunque la primera semana me fue bien, siguiendo mi costumbre de leer casi todo lo que me caía a la mano, hice lo mismo, no logré entender la esencia y no pude vender uno más. Perdí las ventas, pero gané en un conocimiento real “no puedo convencer a otros de lo que yo no estoy convencido, a menos no, sin un entrenamiento.

7.6.- Trabajo en restaurante

Después de mucho buscar, conseguí trabajo en un restaurante de pizzas y mariscos llamado “La Ballena Azul”, ubicado en la Avenida Paseo de la Reforma, por principio me dieron un uniforme con chaleco azul y corbata de moño y me pusieron en la puerta, con la carta en la mano, invitando a los transeúntes a pasar, después de la primera semana me enseñaron a atender las mesas, labor que hacía compitiendo con otros muchachos más despiertos que yo, quienes se ganaban una comisión extra por cada cliente atendido. La clientela era diversa, lo mismo jóvenes que viejos y sin distinción de estratos sociales, la paga era muy reducida y las propinas y comisiones, apenas lograban compensar un poco, pero era un trabajo seguro. Entre los clientes que visitaban el restaurante, había una familia española, muy elegante que siempre pedían pizzas, a la que me tocó atender en dos ocasiones. En la segunda, al terminar de comer, el jefe de la familia, un español de mediana estatura y de edad avanzada me preguntó por mis ingresos, le contesté con sinceridad y entonces me dijo muy serio que él tenía un negocio llamado ´”Café y Restaurant Súper Leche” le pregunté ¿por qué entonces viene a comer a La Ballena Azul? Se rió estruendosamente diciéndome, porque venden comida diferente y a mi familia le gusta mucho la pizza que preparan aquí. Entonces me hizo una propuesta de trabajo para su restaurante, me ofreció un sueldo superior, un puesto superior, comidas y departamento. ¡Era increíble! Hasta para pensar mal, pero no podía ser, se veía un señor formal con su familia, no podía estar haciéndome una propuesta indecorosa frente a ellos sin que hubiera nada que lo delatara. Después de un par de días, decidí que no perdía nada con intentarlo, me presenté al lugar y no me decepcionó, era un restaurante popular, con muchas mesas, una barra de unos 10 metros atendida por 3 personas que lo mismo servían cafés que algunos cocteles de mariscos y de aproximadamente 20 mesas atendidas por meseras uniformadas, pregunté por la persona y me condujeron a través de la cocina a una pequeña oficina situada al fondo, en lo alto. El señor se encontraba trabajando en un mar de papeles con su contabilidad, al parecer le agradó que me hubiera presentado, porque se puso de pie y me arrimó una silla, me contó que un “encargado” había dejado el empleo y estaba tratando de seleccionar a su reemplazo, que había hecho la misma propuesta a otros dos, pero que yo era el primero que me presentaba y como ya me había visto trabajar, creía que llenaba el perfil, a saber, rápido y atento.

pakasso
16-sep.-2011, 19:48
AGRADEZCO SUS COMENTARIOS Y LES CUENTO QUE ESTOY COMO NIÑO EN MADRUGADA DE REYES, ME MUERO POR VER EL PRIMER EJEMPLAR IMPRESO

7.7.- Súper Leche

Nos arreglamos fácilmente y pasé una semana aprendiendo la carta, que se presentaba a los clientes en español e inglés, después pase a la cocina para observar cómo se preparaban los diversos platillos, en su mayoría de procedencia española, aunque sin intervenir en su elaboración. Una vez ducho en explicar los ingredientes y en los cubiertos a usar, me destinaron, por fin a la atención al público, me sentí nervioso pero logré superar la prueba y a partir de ahí fui oficialmente “El Encargado”.

7.7.1.- En peligro de muerte

Fui a Apatzingán por una semana y llegado el domingo, por la tarde entré a un lugar llamado “Salón Riviera” donde se realizaban tardeadas, amenizadas por un conjunto local, elegí una mesa pagué el cover y pedí un refresco, estuve bailando con algunas conocidas y de pronto me fijé en una morenita que me miraba atentamente, La invité a bailar y aceptó, congeniamos mucho, el vivir en México me servía para que mi plática resultara interesante a sus oídos, nos quedamos hasta que terminó la tardeada, alrededor de las doce, entonces, me ofrecí para acompañarla a su casa, me invitó a pasar y tomar un café, cosa rara , ya que en Apatzingán no se acostumbra, me comentó que sus papás no se encontraba por haber ido a Tepalcatepec y regresarían al siguiente día por la tarde. Aún con mi poca experiencia, vi ahí la oportunidad de pasar una noche de placer, así que me quedé a dormir con ella, pero en mi casa no estaba permitido pasar la noche fuera, los varones podíamos llegar a cualquier hora pero no faltar, era algo que mi padre no pasaba por alto, así que como a las cuatro de la madrugada de vestí y me puse los zapatos, me disponía a salir cuando una voz recia, de hombre empezó a llamar, “Miíja, ya vine, ¡ábreme!” ella se asustó mucho y me dijo “¡mi marido!, escóndete porque si te encuentra te va a matar” . Pero ¿dónde? Ni modo que en el ropero. Pensé en huir por la ventana pero tenía una reja de varillas de acero, imposibles de romper, así que con la certeza de estar viviendo mis últimos momentos, buscaba desesperadamente por donde escabullirme, alcancé a ver hacia donde abría la puerta, me coloqué de modo que al abrirla, esta me cubriera un poco. Ella se puso una bata y le dije que abriera la puerta, la abrió y se arrojó a sus brazos, cubriéndolo con la bata, la desesperación me presentó la oportunidad de salir corriendo, aproveché el pequeño hueco disponible entre sus cuerpos y la abertura y salí disparado. Parecía que todo iba bien, pero de pronto choqué fuertemente con alguien, otra persona que venía con el marido, fue muy sorpresivo, caí, pero el miedo me hizo levantarme antes que el otro y me eché a correr en la obscuridad. Detrás de mí oí que gritaba ¡un bandido!, ¡un bandido! Y enseguida el zumbido de las balas que pasaban muy cerca de mí. No recuerdo si oí los estampidos de un arma de fuego, el pánico me daba alas y recorrí la cuadra en un instante, al dar la vuelta en la esquina, pude apreciar que los dos iniciaban la persecución detrás de mí. Llegué a la otra esquina y antes de doblar me hicieron nuevos disparos que afortunadamente no me pegaron. Así, zigzagueando, recorrí una buena parte de la colonia y me encontré de pronto con mi antigua escuela secundaria, los perros se me dejaron venir, pero ahí obtuve un premio a mis buenas acciones de estudiante. El perro grande, uno corriente, negro, al que llamábamos “blackie” me reconoció a la primera llamada y cesó su ataque, a ése, cuando estuve en la secundaria, le daba pedazos de mi torta o tacos que desayunaba, el otro también dejó de ladrar, me tiré pecho a tierra en el jardín y cuando los perseguidores aparecieron, los perros se olvidaron de mí y ahora fueron contra ellos, desde mi escondite escuché como le decía uno al otro “ése ya pasó por aquí, a lo mejor nos lleva tres cuadras de ventaja, ya no lo alcanzaremos, y dieron la vuelta acosados por los perros. Pasado como una hora me levanté y fui a mi casa. Empezaba a amanecer, entré por la huerta sigiloso y de pronto me sorprendió la voz de mi padre que dijo “que bueno que ya te levantaste, para que acompañes a tus hermanas al mercado” no sé si realmente lo creía así o si lo hacía para castigarme, porque fue un tormento mantenerme despierto mientras ellas elegían jitomates, cebollas, frijol y demás alimentos para preparar. Una vez más salí bien librado y con un aprendizaje vital. “La mujer ajena es fruto prohibido”.

pakasso
20-sep.-2011, 14:52
Una nueva etapa de mi vida dio comienzo con mi ingreso al trabajo en “Súper Leche.” El puesto de “encargado”, era un equivalente a “Capitán de Meseros”, consistía en tener organizado el servicio, distribuir las mesas entre las cinco meseras del día, supervisar la existencia de los insumos, la asistencia normal de los empleados, instalar y tomar pedido a los clientes y que todo funcionara muy bien.
La jornada de servicio se dividía en dos turnos: El matutino, que empezaba a las siete de la mañana al público y terminaba a las tres de la tarde, atendiendo al público, pero que para algunos empleados, daba inicio a las seis y terminaba alrededor de las cuatro de la tarde, y el vespertino de tres de la tarde a las doce de la noche y un poco más, hasta terminado el aseo y cerradas las cuentas por el cajero, lo que se hacía aproximadamente en una hora, con el local cerrado.
Era indispensable que al abrir el local, ya estuviera listo el extracto de café, la leche caliente y la cocina dispuesta, eso sin contar con el área de panadería que trabajaba aún desde más temprano, pero que en compensación, terminaba más temprano, había que supervisar que las meseras trajeran el uniforme correspondiente, siempre en colores pastel, limpio, bien planchado, el pelo recogido y la presentación impecable, el aseo era otra de las cosas a supervisar y aunque al cerrar se barría y trapeaba, al iniciar el día se volvía a sacudir y trapear aplicando limpiadores con aromas, lo que daba la bienvenida a los primeros clientes. El control era riguroso y metódico, había que vigilar que la atención al público fuera diligente y amable, pero respetuosa y limpia, más de alguna mesera tuvo que ser suspendida por tres o cuatro días, por entablar amistades más allá del trato normal de un empleado con un cliente, era un ambiente decente, familiar y no se pasaba de ahí mientras se estuviera en el trabajo, una vez fuera, cada quien era libre de llevar su vida como le diera la gana, mientras que sus actividades no afectaran el prestigio del restaurante. Éramos tres encargados: uno gordo que tenía algún parentesco con la familia del propietario, un español, chaparrito, amable y dicharachero, buena persona y yo, el más joven. Comíamos en una mesa separada de las de servicio, con el privilegio de poder pedir lo que se nos antojara, bajo la mirada envidiosa de las meseras, que tenían restricción en algunos alimentos, por ejemplo el cabrito, la paella valenciana, la fabada asturiana, entre otros pocos y que tenían un costo elevado. Vestíamos una filipina blanca, camisa con corbata y pantalón de color obligadamente igual al uniforme correspondiente de las meseras, el resto del personal se componía, además de los panaderos, de un “Garrotero” de turno. Normalmente coincidía en mi turno un hombre de edad avanzada, quien con su carrito recogía los platos y cubiertos sucios y los llevaba a la cocina, para que las lavaplatos los limpiaran y ordenaran en un lugar adecuado de donde las cocineras bajo las órdenes de la “Mayora” los tomaban para volver a servir; un Cajero, que supervisaba los pedidos y cobraba a las meseras el importe de lo servido. Todo funcionaba muy bien, salvo por pequeños detalles, a veces se terminaba la leche, que se consumía en cantidades industriales con el café, muy apreciado por los clientes, también se vendía en envases de un cuarto de litro y entonces, había que hacer operaciones de emergencia para traer de Ixtapaluca o Lechería la que se estimaba necesaria, labor de la que en ocasiones se encargaba Don Manuel, el propietario para no dejar desprotegido el servicio. Tenía como apoyo a su yerno, casado con una hija bastante pasada de peso, por lo que corrían rumores que se casaron por interés ya que él era bien parecido. Pero él trabajaba en algo y además apoyaba en el restaurante, desmintiendo los rumores, en otras ocasiones, lo sustituía bastante bien su hijo, un cuarentón –supongo- al que apodaban “Monín” quien sin ínfulas tomaba decisiones, sabiéndose heredero del negocio familiar. Pues, como decía además de los privilegios de mi trabajo, me asignaron un departamento pequeño en el tercer piso del edificio que se alzaba en un costado, frente al que ocupaba Don Manuel y su familia, con el inconveniente de no poder llevar mujeres, las que me buscaban e invitaban a salir, ellas pagaban entradas y consumos en lugares donde no me conocían los meseros del lugar, porque era costumbre de amistad que si alguien del gremio llegaba a sus locales, como lo hacíamos en el nuestro, firmábamos la nota y no se cobraba, no sé si a ellos les descontaban el importe, a mí nunca me sucedió a pesar de que en un principio así lo pensé. Mientras, escribía apasionadas cartas de amor a María, era sincero, así lo sentía, ya que mis múltiples aventuras, las consideraba algo que me ocurría por separado, dado que no involucraban sentimientos. Así conocí a una mujer de Mexicali, quien después de casi vivir conmigo, salíamos a diferentes lugares, conforme el tiempo libre, a Chapultepec, Xochimilco o Cuemanco, los balnearios de Cuernavaca y por las noches a bailar y si la parranda se había ido larga, terminábamos en su hotel de donde salía corriendo a mi departamento, un baño rápido, uniforme y a trabajar de nuevo. Al término de sus vacaciones me pidió la acompañara al aeropuerto, llegamos con bastante anticipación y desayunamos en un restaurant de las instalaciones. En un momento, me miró muy triste y me dijo “¿Por qué no te vienes conmigo? Mi exmarido es un banquero que me pasa una pensión abundante, aunque ya no tenemos nada, sentimentalmente hablando, sólo lo veo de vez en cuando, tengo una casa grande, con todas las comodidades, pero estoy sola. No hay problema”. Le contesté que tenía varias cosas en mi departamento y que mi trabajo era seguro y bien pagado, me contestó “pues tu trabajo será ahora cuidar y disfrutar de mí y de lo que tengo, deja lo que tengas, yo te compro lo que quieras” no puedo negar que me tentó, pero aceptar ese trato iba contra mi dignidad ya que conforme a mis principios, es el hombre quien debe mantener a la mujer, lo contrario si no estás enfermo o impedido de hacerlo es muy poca hombría. Me mantuve firme y la dejé partir, no quería además renunciar a mis sueños casarme en el futuro con María. Por ese mismo estilo, pero más fuera de lugar, recibí una propuesta de vivir juntos, solamente como amigos de una cliente, supongo alrededor de los 80 años, nos visitaba asiduamente y no hacía pedido si no la atendía personalmente, lo que me hacía blanco de la burlas malintencionadas de los compañeros de trabajo. En una ocasión, después de cenar muy bien, me pidió que la acompañara con el café, me disculpé de no poder complacerla y entonces me dijo que iría al día siguiente antes de que iniciara mi turno que a la sazón era el vespertino y así lo hizo, llegó cuando me encontraba comiendo y se sentó frente a mi, me dijo que yo le caía muy bien, que era una excelente persona y después me propuso que fuera a vivir con ella a Veracruz, que tenía grandes extensiones de tierra a orilla de carretera y dinero, pero ni un solo familiar, que si aceptaba, de inmediato me nombraría su heredero ante un Notario, no pretendía una vida marital, se conformaba con mi compañía como un amigo, segura de que su vida llegaría a su fin muy pronto. Me negué rotundamente, cometiendo un error, la viejecita murió 3 meses después. Fue una época muy activa, a mis 18 años, era asediado por mujeres que rondaban los treinta, la mayoría de muy buen ver y que habían sufrido fracasos amorosos o matrimonios violentos y fallidos. Es una pena encontrar tantas mujercitas atractivas físicamente y hermosas en su espíritu, que no eligieron adecuadamente y vieron defraudadas sus esperanzas por “machos mexicanos” que no tuvieron la capacidad de apreciar sus cualidades y valorarlas como seres humanos necesitados de amor y comprensión, algunas con hijos pequeños, los que se verán marcados por la falta de un padre que los rechazó sin darse la oportunidad de conocerlos y disfrutar de la bendición de criar a un hijo.

pakasso
23-sep.-2011, 13:01
7.8.- Mi amigo Gilberto

En una época tuve como compañeros de trabajo a dos paisanos de mi pueblo, que después de trabajar en diversos restaurantes, vinieron a Súper Leche, muy eficientes y con experiencia; Carlos, de aspecto distinguido y arrogante y Juan, que era de aspecto mucho más común, trabajábamos muy bien pero habiendo estado ya mucho tiempo en la ciudad de México, planeaban regresar a Apatzingán.

Carlos y Juan, preparando su próximo retiro, trajeron a otro paisano; Gilberto, a quien después de recomendar para el trabajo, tuve que capacitar, fue asignado como compañero de departamento, con las mismas restricciones que a mí: No se permitían visitas de mujeres y no ingerir bebidas alcohólicas, fue aceptado totalmente, aunque bajo mi tutela, era de mi pueblo, pero sin cultura, hubo que prepararlo mucho en las normas de cortesía. Contaba con una fabulosa voz de barítono que lucía en todos los lugares a donde encontraba un mariachi. Noble, como todos mis paisanos, se convirtió en un excelente encargado y en un gran amigo, alguien en quien confiar incondicionalmente.. En un día feriado, con el local lleno, nos avisaron que Juan se encontraba ebrio y queriendo pelear en un local no muy lejos de ahí. Carlos se propuso para ir por él y traerlo. Así lo hizo, pero cometió un grave error, lo dejó a la entrada del elevador, mientras pasaba al restaurante por algo. De pronto escuchamos un grito de terror. El acceso a los departamentos se hacía al final de un pasillo colindante, había al pie de la escalera una rampa con un ángulo como de 45º. La escalera ascendía de piso en piso, rodeando, por lo que presentaba una apertura de lo ancho del pasillo, por lo que en cada piso, el pasillo principal tenía un barandal, y sucedió que Juan, borracho como estaba, equivocó los botones del elevador y en lugar de ir al tercer piso, fue al segundo y al abrir el elevador, desconoció el pasillo, se asomó imprudentemente sobre el barandal, y se fue de cabeza, lo que presenció la muchacha que gritó. Quiso su buena suerte que al girar el cuerpo, cayera de espaldas en la rampa, que por la inclinación, amortiguó el golpe y le salvó la vida. De cualquier modo, cuando llegamos a él, no respiraba. Una mesera que tenía algún conocimiento de primeros auxilios le dio respiración de boca a boca y masajes cardiacos que lo reactivaron. Llamamos de emergencia a la Cruz Roja, que acudió prontamente. Buscamos la forma de comunicarnos con sus familiares, pero no encontramos nada que nos diera una pista de a quién avisar. Él, nos contaba que su padre tenía un restaurante grande en Apatzingán, conseguimos el teléfono de un vecino de ellos y nos informó que efectivamente, vivía por allí, pero lo que él llamaba “Restaurante”, era solo un localito donde sus padres vendían caldos de pollo. Se comprometió a avisarles ya que Juan podía morir. Pasaron cinco días, en los que hicimos guardia por él en el hospital de la Cruz Roja de Polanco y por fin llegaron. Una pareja de rasgos indígenas, con huaraches. Les contamos lo ocurrido y sólo mostraron resignación, “Ya Dios decidirá”, dijeron y se retiraron a dormir, con el tiempo fue dado de alta y la última vez que lo vi, algunos años después, usaba una polaina en una pierna, a fin de que pudiera asentarla un poco.

7.8.1.- Una situación enojosa.-

Gilberto mientras tanto aprendió lo necesario y se desempeñaba con eficiencia. Pero el ambiente del restaurante nos proporcionaba muchas oportunidades de aventura que las restricciones del departamento no nos permitían, por lo que decidimos rentar otro en la calle de Victoria, a la vuelta de la esquina, en un edificio de algunos 5 pisos, nuestro nuevo departamento estaba ubicado en el segundo piso, uno menos que el anterior, casi no conocíamos a los vecinos dado que sólo salíamos al trabajo o regresábamos de el, sin tiempo de socializar, estaba relativamente tranquilo, pero una noche que regresaba del trabajo, aún con mi filipina puesta, encontré en la puerta a un sujeto joven, elegante, que me saludó muy amable y me pidió fuego para encender un cigarro, ¡no tengo! le contesté y me encaminé al elevador, en ese momento, desde la puerta me llamó Gilberto, me dijo, “te voy a presentar a Johnny”, que era el sujeto que me saludó en la puerta, me dijo que él escribía canciones y hacía fotonovelas, además de ser hermano de Paty y Lolita, artistas de ese género, muy solicitadas por entonces, me informó que como tenían una fiesta en su departamento, justamente situado sobre el que nosotros ocupábamos no podríamos dormir, que mejor nos invitaba a la fiesta. Aceptamos la invitación y después de un baño subimos. El ambiente era muy alegre, nos recibieron las muchachas y nos trajeron bebidas y botana, eran muy lindas y nos acomodaron a su lado, yo estaba encantado, en un momento estábamos en confianza, bailábamos felices con ellas y platicábamos bajo la mirada atenta de Johnny, de pronto todo cambió, Johnny me preguntó de qué signo zodiacal era, elogió mi traje y me informó que el departamento que ocupábamos no era de la señora que nos lo rentó, era subarriendo y que a la dueña del edificio no le gustaba así, por lo que preveía que a muy corto plazo tendríamos que abandonarlo, preguntó qué haríamos, por lo que le contesté que buscar otro. “No lo hagan, yo tengo uno en el último piso, alfombrado, amueblado y con teléfono, te lo puedo rentar, para eso están los amigos, para ayudarse”, dijo. Me quedé pensando ¿Amigos? Si me acaba de conocer. De ahí en adelante no me lo pude quitar de encima, interviniendo en la plática, procurando que mi vaso nunca estuviera vacío, contándome de las personalidades que conocía en Televicentro. En fin, un acoso total. Cuando rondaban las cuatro de la madrugada, vino y me dijo “canceriano, se terminó el vino” sorprendido pregunté de a cómo sería la cooperación para traer más pero dijo, no, allá arriba tengo una caja de botellas de “JB”,- un whisky o coñac, no lo recuerdo - “acompáñame por favor para bajarla,” desconcertado lo acompañé al elevador y al llegar al departamento, abrió con evidente satisfacción, encendió la luz y pude apreciar que de verdad era muy bonito, algunos sillones y mesa de centro de alguna madera fina, muy bien barnizada, al fondo, una cama matrimonial con una colcha estupenda y una cabecera muy elaborada con dos burós, uno a cada lado., con un teléfono color rosita sobre uno. Me preguntó ¿qué te parece? Es bonito, contesté pero necesitaremos otra cama, Gilberto y yo no dormimos juntos. Nuevamente preguntó ¿por qué?,¿Es que acaso se tienen asco? No, le contesté yo, pero dos hombres durmiendo en la misma cama no es algo que me llame la atención. Se rió y me dijo “Es mejor un hombre que una mujer” me puse nervioso y le pedí que trajera la caja por la que habíamos subido, me dijo “ahí está junto a la cama, ¡tómala! Me negué después de todo sólo me había pedido que lo acompañara. Se encaminó hacia ella y se agachó exageradamente para levantarla del suelo, desanduvo lo avanzado y se paró frente a mi, habló fingiendo una voz que quiso ser dulce y femenina, “ayúdame que está muy pesada” y al momento que la tuve intentó abrazarme “No tengas miedo” me dijo, “conmigo puedes lograr muchas cosas, puedo hacer de ti un artista”, me indigné ante lo directo de su accionar y poniendo la caja en la mesita de centro, la emprendí a golpes contra el maricón, mientras le decía, “no necesito nada de ti, a mí sólo me gustan la mujeres, gritó como si fuera una de ellas y trató de rasguñarme, salí directo al elevador y bajé para informar a Gilberto que me retiraba, las muchachas me retuvieron para pedirme que me quedara un ratito más, de pronto se abrió la puerta y entró Johnny, sangraba por nariz y boca y lloraba, alarmados los pocos asistentes que aún no se habían retirado le preguntaron por su estado, creí que me acusaría, pero bajando la voz dijo “tropecé y al caer me golpee con esta caja”. No esperé más y salí de inmediato ya después conté a Gilberto lo sucedido, aunque se rió en mis narices por el incidente.

pakasso
25-sep.-2011, 15:24
7.8.2.- Continúa el problema

Ese edificio estaba muy contaminado de ese mal, al poco tiempo, estando solo, me preparaba para darme un baño, intenté encender el boiler , y no lo logré en el primer intento, encendí otro cerillo, sin pensar que mientras lo hacía el gas escapaba, y para completar el error, me asomé a la parte baja del artefacto, apliqué el cerillo y se produjo un flamazo, que retumbo con un trueno sordo, vi todo rojo y aunque retiré la cara no pude evitar que se me incendiara el pelo, mismo que apagué desesperadamente con las manos, de inmediato, los vecinos de enfrente tocaron a mi puerta, acudí pegado a la pared, sin recordar que me encontraba en calzoncillos, por la confianza de estar solo. Se sorprendieron al ver mi facha, donde hubo pelo normal, solo quedaba una plasta de cabellos sin orden, casi no tenía cejas y las pestañas habían desaparecido, tenía la piel reseca y estirada. Se ofrecieron a ayudarme, me vistieron y calzaron rápidamente, me llevaron a un doctor cercano que me recortó un poco el pelo y me puso una mascarilla de un material cremoso, amarillo en la cara, cuello y tórax, citándome para la siguiente semana. Gilberto se encargó de avisar a Súper Leche del accidente y desde ahí se encargaron de mis alimentos puntualmente.
Todo parecía ir de maravilla, pero se encadenó otro suceso; una mañana, Gilberto salió de su habitación y me dijo que como ya el doctor me había dado de alta, al día siguiente me correspondería el turno matutino, regresaría como a las cuatro de la tarde. Salió y no me percaté que no cerró perfectamente la puerta, me volví a dormir. De pronto tenía sueños raros, “cachondos” diría yo, pero llegó un momento en que me desperté y con sorpresa y susto de mi parte, descubrí que uno de mis vecinos me masturbaba, reaccioné furioso, lo corrí y lo amenacé con pegarle aún más fuerte que al Johnny, que a pesar de todo no había dicho “esta boca es mía” por lo que nadie sabía lo sucedido unos pocos días antes. Se fue y el resto de la mañana lo invertí en localizar otro departamento en un edificio diferente.

pakasso
29-sep.-2011, 12:53
7.8.3.- Una maravillosa sorpresa

Con Gilberto asistimos a diversos bares, lo escuchaban cantar y le ofrecían clases de canto, asegurándole que podría ser un buen cantante profesional, tal vez como Jorge Negrete, pero él nunca aceptó. No sé donde conoció a un Representante Artístico: un anciano vivaracho y muy simpático que conocía mucha gente en Televicentro. Aunque solo recuerdo haber estado una vez en una entrevista que le hicieron a un representado, fue algo nuevo, llegamos, nos saludaron y nos pasaron a una sala donde nos peinaron y nos maquillaron, una preparación muy emocionante para una efímera presentación. En este ambiente, descubrí que había muchos maricones e incipientes prostitutas que ofrecían hacerte lo que quisieras por la más leve esperanza de verse en pantalla. En una ocasión, este señor a quien sólo llamaré Oscar, nos invitó a su fiesta de cumpleaños. Que a la sazón deberían ser más de 70, llegamos a su departamento y nos presentamos todos, uno a uno, con la finalidad de fraternizar dijeron, algunos cantaban, otros actuaban y en lo mejor de esta fiesta, me dí cuenta que mi artista más querida y admirada – Libertad Lamarque - se dirigía a mí, me dijo “Paco, tú ¿Qué nos vas a ofrecer?”, me quedé helado, contesté “yo no sé hacer nada” pero Oscar se adelantó y le dijo “Paco escribe poesías de amor, nos puede leer una o dos” y queriendo y no, me vi rodeado de gente que me animaba a hacerlo. Oscar tenía mi libreta y me la proporcionó, leí una que se llamaba “La carretera” que según recuerdo era un revoltijo nostálgico de una despedida a una novia, desde Apatzingán, hasta Morelia, me aplaudieron, pero no pude evitar sentirme avergonzado. Sin embargo, leer una de mis primeras poesías ante una artista tan grande como Libertad Lamarque fue un privilegio que nunca olvidaré.

pakasso
01-oct.-2011, 11:16
La amistad con Oscar duró un buen tiempo, íbamos a su casa y tomábamos café con él, platicábamos animadamente y a veces lo acompañábamos, como extras en las sesiones de fotografías para las novelas de aquél tiempo. Una tarde fui a su casa, la puerta estaba abierta, así que entré de improviso, Gilberto y él, jugueteaban en la cama, me burlé de ellos pero no había porque pensar mal, ambos estaban vestidos y su actitud era solamente de camaradería. Sin embargo algunos días después volví buscando a Gilberto para darle un mensaje telefónico de su madre, Oscar me invitó un café y platicando le pregunté por Gilberto, me dijo que hacía algunos días que no lo veía pero si tenía tiempo me invitaba al cine. Acepté. Su tío –no sé cual- me dijo era propietario de 3 cines a los que podía ir gratis cuando se le antojara, acepté y en el transcurso de la plática le pregunté por qué no había visto a Gilberto, si eran muy unidos, me contestó “porque estamos peleados” ¿por qué? Pregunté nuevamente, haciendo una mueca rencorosa me contestó “anda diciendo que soy puto” me reí y en broma le dije “y ¿no es cierto? Me sorprendió la respuesta “sí, pero no tiene porque contarlo a nadie” le aseguré que siendo tan amigos no me lo había contado y fingí recordar que una de mis hermanas llegaría de Michoacán y me despedí. No lo volví a ver, ya que los acontecimientos de mi trabajo cambiaron mi rumbo.

pakasso
10-oct.-2011, 12:21
7.8.4.- La chinita

Por esa época también me aconteció un suceso muy curioso. Estando de turno matutino y casi para terminar, entró en el restaurant una mujer china –si, procedente de la República de China-, bajita, los ojos rasgados, y un traje muy extraño que supongo debió ser un kimono o algo así, eligió una mesa y esperó a ser atendida, me acerqué rápidamente, pero no logré entender una sola palabra, llamé a una mesera a quien apodaban “La Pocha” por su dominio del idioma inglés, pero el resultado fue el mismo. Acudió el cajero, sin lograr siquiera un poco de comunicación, todos los esfuerzos fueron inútiles. El tiempo transcurría, la chinita, al ver que no la entendíamos, tomó la salsa mexicana y empezó a comer trozos de jitomate y cebolla. Como un recurso desesperado, ordené que todo lo que saliera de la cocina le fuera presentado y si aceptaba algo, la mesera correspondiente debía regresar a la cocina y ordenar lo mismo para cumplir con el cliente que se viera despojado de su comida. Quiso la suerte que en esos momentos saliera una “Carne a la Tampiqueña” que es un filete que se acompaña con frijoles refritos y una tostadita, al excelente olor de aquel manjar, reaccionó, estirando la mano. De inmediato le fue dejado el platillo, que devoró con muestras evidentes de satisfacción total, le envié una agua de naranja y se dio por satisfecha, extrajo un bultito de entre su ropa y sacó unas monedas muy pequeñas, dejó varias sobre la mesa y se despidió con una reverencia. Quedé contento de haber resuelto esto, aunque era un resultado impreciso, firmé la nota y todo quedó en paz. Al día siguiente vi, con sorpresa, que regresaba más o menos a la misma hora, guiando a un grupo de doce personas de características orientales como ella. Posiblemente me metería en un problema. Decidí que la atención debería ser como siempre, amable y rápida, ordené unir tres mesas para que estuvieran todos juntos y para mi sorpresa recibí un agradecimiento en perfecto español. Le ofrecí la carta al que habló, pero la rechazó amablemente diciendo “queremos para todos, esa carne exquisita que dieron a ella el día de ayer, agua de la misma y si es posible una botella de vino blanco. Don Manuel se encontraba platicando con el cajero, le pregunté si podíamos servir vino blanco, me contestó que por esta ocasión si. Entré a la cocina y apresuré al personal. Todos comieron muy bien y aunque la cuenta estuvo fuerte, la pagó el intérprete de buen grado, fue con Don Manuel y dejó dos generosas propinas fuera de lo normal, una para la mesera y otra para mí, además de pagar el consumo de la chinita del día anterior. Le comentó que eran un grupo teatral de China que se estaban presentando en el Palacio de Bellas Artes, el día anterior habían perdido a la chinita que llegó a nuestro restaurante y que al volver, ella les había descrito la comida recibida y la atención, razón por la que decidieron venir todos a probarla, que de verdad estaba todo como les contó,. Estarían 3 días más y si no teníamos inconveniente, harían todas sus comidas con nosotros. Don Manuel se sintió halagado por estas palabras, así que pidió las moneditas y me ordenó las regresara a la chinita, junto con un helado llamado “banana Split”. Fue un poco difícil distinguirla de sus seis compañeras, todas se parecían, pero me orientó la mirada de simpatía con que me obsequió cuando me acerqué a la mesa

pakasso
12-oct.-2011, 10:56
Al día siguiente vi, con sorpresa, que regresaba más o menos a la misma hora, guiando a un grupo de doce personas de características orientales como ella. Posiblemente me metería en un problema. Decidí que la atención debería ser como siempre, amable y rápida, ordené unir tres mesas para que estuvieran todos juntos y para mi sorpresa recibí un agradecimiento en perfecto español. Le ofrecí la carta al que habló, pero la rechazó amablemente diciendo “queremos para todos, esa carne exquisita que dieron a ella el día de ayer, agua de la misma y si es posible una botella de vino blanco. Don Manuel se encontraba platicando con el cajero, le pregunté si podíamos servir vino blanco, me contestó que por esta ocasión si. Entré a la cocina y apresuré al personal. Todos comieron muy bien y aunque la cuenta estuvo fuerte, la pagó el intérprete de buen grado, fue con Don Manuel y dejó dos generosas propinas fuera de lo normal, una para la mesera y otra para mí, además de pagar el consumo de la chinita del día anterior. Le comentó que eran un grupo teatral de China que se estaban presentando en el Palacio de Bellas Artes, el día anterior habían perdido a la chinita que llegó a nuestro restaurante y que al volver, ella les había descrito la comida recibida y la atención, razón por la que decidieron venir todos a probarla, que de verdad estaba todo como les contó,. Estarían 3 días más y si no teníamos inconveniente, harían todas sus comidas con nosotros. Don Manuel se sintió halagado por estas palabras, así que pidió las moneditas y me ordenó las regresara a la chinita, junto con un helado llamado “banana Split”. Fue un poco difícil distinguirla de sus seis compañeras, todas se parecían, pero me orientó la mirada de simpatía con que me obsequió cuando me acerqué a la mesa.

pakasso
15-oct.-2011, 13:00
ESTE ES UN PERIODO MUY IMPORTANTE DE MI VIDA

8.- CAROLINA

Mi vida continuó normalmente, hasta que una tarde, al llegar a trabajar me presentaron a una empleada nueva, muy joven, tal vez 16 o 17 años, morena de complexión media, muy tímida, que me llamó la atención de inmediato.
Dijo llamarse Carolina, llegó para trabajar en la cocina y la veía a cada rato. Intercambiábamos miradas y sonrisas y nos hicimos buenos amigos, salimos algunas veces a remar a Chapultepec y en una de esas ocasiones, me regaló una especie de medalla, tallada en hueso o de un material parecido, en la que resaltaba una pareja, al parecer haciendo el amor, me pareció que buscaba algo conmigo, pero no le dí importancia y continuamos saliendo juntos sin que pasara nada, pero…Una noche al terminar el turno, después de las 12 de la noche la invité a tomar té negro al Restaurante “Dennis” de la avenida Juárez, y platicamos mucho de cosas diversas, tan a gusto estábamos el uno con la otra que transcurrió la noche y a punto de amanecer nos dimos cuenta, salimos apresuradamente con rumbo a la Central de Autobuses del Norte, rumbo por el que vivía; la dejé y para evitar que me despertaran si había algún imprevisto, me trasladé a la colonia Algarín, donde rentaba una casa con mis hermanos, aunque no vivía ahí, dormí hasta la una de la tarde, y me encaminé al restaurante, pedí mi comida y noté un ambiente extraño, la muchacha que se encargaba del pan al público me informó que un hermano de Carolina me fue a buscar con la policía y armó un escándalo, acusándome de habérmela llevado. Esto en parte era cierto, ella salió conmigo, pero no como se acusaba, lo hizo solamente como una amiga, sin malicia, ni de ella ni mía, pero el mal estaba hecho, Monín me hizo subir a su oficina y después de referirme el incidente con el hermano de Carolina, me solicitó le contara sinceramente cuál era la situación, así lo hice, pero no me creyó, le pareció imposible que pasara la noche con una señorita prácticamente a solas y que nos dedicáramos a platicar, por supuesto que estaba mintiendo, ¡no era posible! pero dejaría que me aprehendiera la policía y entonces se sabría la verdad. Argumenté que las meseras de “Dennis” podrían atestiguar a mi favor y eso pareció convencerlo, pero a los que tendría que convencer llegarían en cualquier momento por mí y no tendrían compasión, hizo subir a una compañera llamada Luz María a quien aleccionó para que declarara que Carolina había estado en su casa, en una fiesta que realmente había tenido y que por la distancia, fue necesario se quedara a dormir regresando un poco después de las cinco. Lucha estuvo totalmente de acuerdo y cuando llegó el acusador, acompañado de dos policías los recibí y los pasé a la oficina, donde expusimos la versión preparada, y como se había corrido la voz entre el personal, otras meseras dieron su testimonio, por lo que no hubo más problemas, el hermano de Carolina se disculpó y se retiraron.
Este incidente despertó muchos comentarios, los compañeros me felicitaban por haber conquistado tan pronto a esa niña bonita, pero nunca creyeron realmente que hubiéramos pasado una noche platicando de forma inocente como ocurrió. Nos fabricaron un romance que no desmentimos y seguimos saliendo juntos, hasta que un fin de semana se nos ocurrió ir a un bosque por la carretera a Toluca, el cual llaman “La Marqueza”, es muy bello, tupido de pinos y muy grande, venden antojitos mexicanos, en especial quesadillas. Pasamos ahí un día de campo estupendo. Después de comer nos internamos en la espesura del bosque y cansados nos recostamos a descansar, el intercambio de besos y caricias nos enardeció y terminamos haciendo el amor, al término, pude comprobar que era su primera vez, pero no le dí importancia porque nunca he creído que la entrega que tiene valor sea la del cuerpo, sino la del alma. No me dijo nada, no hizo drama por su virginidad perdida, iniciamos, ahora sí, un romance bello y hasta nos hicimos clientes regulares de un hotelito, por el panteón de San Fernando, nos dejamos ver juntos y ahora la presentaba como mi novia a quien quisiera saberlo. Tal vez me distraje más de lo debido, porque una noche me llamó María por teléfono, me reclamaba dulcemente que no me comunicaba con ella. Me remordió la conciencia, después de todo era el amor de mi vida y decidí no engañarla, le dije que me olvidara, que no iba a volver y corté la conferencia, al terminar el turno subí a mi departamento y lloré por lo que había hecho, pero creo que a pesar de todo fue mejor así. No merecía mi engaño.

pakasso
17-oct.-2011, 08:42
Con Carolina me consolé, nuestras relaciones marchaban muy bien hasta que sucedió lo lógico, resultó embarazada, entonces empezamos a visitar clínicas para revisar su salud, le prometí que me iba a casar con ella y me comentó que un ex novio le había propuesto que si yo no respondía, él lo haría, se casaría con ella, me molestó un tanto esta confidencia que hasta pensé en buscarlo y golpearlo, ella era mía y no estaba de acuerdo en tener rivales, pero no lo hice, por el contrario, iniciamos la compra de detallitos para una boda a mediano plazo, tenía planeado hablar con mis hermanos y llevarla a vivir a la casa de Algarín, pero ocurrió un problema en el trabajo, una mesera trató mal a unos clientes de Tepito y la sancioné con tres días sin trabajar, intervino Monín, quien me ordenó que la regresara al trabajo de inmediato pero le dije que Don Manuel me daba autoridad total en sus ausencias y no lo hice. Cuando regresó Don Manuel, me llamó a la oficina y me regañó, me hacía notar que efectivamente yo tenía autoridad total del restaurante cuando él no estaba, pero no mayor a la de su hijo, no llegamos a un acuerdo, argumenté que si dejaba pasar esas malas actitudes, perdería el respeto de los demás empleados y yo no quería ser la burla de nadie. Enojado, me quité la filipina y salí del local sin escuchar razones.

pakasso
17-oct.-2011, 08:48
Este episodio sucedió en 1975 y a la fecha, 2011 no la he olvidado y me gustaría mucho saber que sucedió con ella, si se quedó en México o se regresó a Guatemala, ya no es posible nada entre nosotros pero los recuerdos son los recuerdos. no sé como obtener informes de ella, podrían sugerirme algo?

Biby
17-oct.-2011, 10:50
Este episodio sucedió en 1975 y a la fecha, 2011 no la he olvidado y me gustaría mucho saber que sucedió con ella, si se quedó en México o se regresó a Guatemala, ya no es posible nada entre nosotros pero los recuerdos son los recuerdos. no sé como obtener informes de ella, podrían sugerirme algo?

Si tienes su nombre completo busca en Facebook o Twitter.

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:sleep:

pakasso
17-oct.-2011, 19:20
Gracias por el consejo, el problema es que nunca le pregunté por sus apellidos ni por su lugar de origen en Guatemala, un poco más adelante leerás que inclusive al parecer tenemos una hija, que nunca vi, no trato de mover a nadie a sentimentalismos, ya la vida transcurrió, pero de vez en cuando me llega la nostalgia y me pregunto qué será de su vida.

pakasso
17-oct.-2011, 19:23
SIGAMOS CON LA HISTORIA

8.1.- Otros aires

Perdido el trabajo, pensé en nuevas opciones, ya que cuando trabajas bien los demás se dan cuenta y no sería difícil conseguir empleo en otros negocios similares, por ejemplo en Sanborn`s, donde trabajaba un excompañero, pero por lo pronto fui a Cuajimalpa, donde vivían mis primos y el tío Raúl, de inmediato me ofreció que trabajara con él. Tenía algo así como una Central de Servicios, su giro principal era arreglar calderas, de las que se usan para calentar el agua de las albercas, pero de momento estaba haciendo instalaciones eléctricas en una residencia de Cuernavaca y me fui con él. Por diez días trabajamos arduamente y regresé al Distrito Federal, pero no encontré a Carolina, en ninguna parte, ni en su casa. Nadie me supo dar noticias de ella, la perdí totalmente, incluso entrevisté a su exnovio, quien me dijo que si no pensaba responderle yo, él estaba dispuesto a casarse con ella.
Fue inútil la búsqueda, me quedé como el perro de las dos tortas, sin la una y sin la otra.

9.- UN PEQUEÑO NEGOCIO

Como la ciudad me era incómoda por los recuerdos, volví a Cuajimalpa, mi hermano Abraham, un poco menor que yo, trabajaba en compañía de los primos bajo la dirección del tío Raúl, me uní al equipo y trabajé con dedicación para olvidarme de mis errores y huir de mis remordimientos. Vivíamos en una cabaña de las que tenía la abuela frente al Desierto de los Leones, a tres kilómetros de Cuajimalpa, más cerca de San Lorenzo Acopilco, pueblito que visitábamos muy de vez en cuando. Tenía la abuela tres cabañas que rentaba a juniors que las usaban para llevar a sus conquistas, en una ocasión, uno de éstos me preguntó donde podría conseguir alguna bebida alcohólica, como ya era muy tarde, sustraje una botella de Ron Bacardí blanco de la casa y se la vendí, agregando al precio una comisión un poco grande, acompañado de dos coca colas, me pagó de buen grado y hasta me dio propina, al día siguiente compré la botella y la repuse, con el beneplácito de la abuela, con el pago de mi semana de trabajo hice acopio de algunas botellas de brandy, ron y tequilas que pronto vendí de la misma forma, después fue necesario tener cigarros, por supuesto, los de moda y ahora hasta los ofrecía. Los sábados hacían tardeadas en Cuajimalpa, se ponía de ambiente… Había un pequeño problema, tocaba Alex Lora con su grupo llamado pomposamente “Three souls in my mind” , canciones como “Chavo de Onda” Perro Negro y Callejero” nos hacían sentir identificados. Su música estaba prohibida, atraía a pandillas y se consumían drogas diversas, principalmente marihuana, de lo cual no eran culpables los músicos. Había trifulcas en las que participábamos necesariamente por muy diversos motivos. Después de la tardeada, nos refugiábamos en el bosque, en la cabaña y cantábamos con guitarras que alguno rasguñaba, bebíamos y hacíamos juegos hasta muy tarde, cuando el frío nos obligaba a dispersarnos cada quien a su casa. Abraham, en una vuelta a Apatzingán, regresó con una muchacha, la convenció solamente por aventura y cuando nos desvelábamos, la jugábamos a las cartas, ella no se oponía y se acostaba gustosa con quien la hubiera ganado, como trabajábamos durante toda la semana, y no teniendo compromisos reales, nos quedaba siempre algún remanente que guardábamos, para tiempos de necesidad, nuestros vicios eran baratos, fumar cigarrillos comunes y beber alguna botella de tequila o brandy entre todos, ya que los placeres sexuales los recibíamos gratis de las muchachitas que gustaban de nuestra compañía.
La vida transcurría plácida, sin muchos contratiempos, en un ambiente de camaradería y distensión moral.

pakasso
18-oct.-2011, 21:07
10.- FUMIGANDO CINES

Cuando me aburrí de estar ahí, regresé a la ciudad de México y conseguí trabajo con el representante de una compañía que fumigaba cines en el norte del país, supuestamente como supervisor, pero en la práctica como fumigador. Los cines tienen, en su mayoría un gran número de bichos: pulgas, garrapatas, arañas, alacranes, etc., recorrí aquella parte del país: Baja California Norte y Sur, Chihuahua, Sonora, Durango, San Luis Potosí, Nuevo León y Veracruz, no usábamos equipo de seguridad, solamente un pañuelo mojado, creyendo que nos libraba de aspìrar el “Malatión” , que revolvíamos al 5 por ciento con agua, tuve consecuencias que pudieron ser graves. En Veracruz, después de visitar algunas playas sucias de aceite de embarcaciones, fumigamos un cine en el día y se me declaró una hemorragia nasal que no paraba con nada, fue necesario acudir a un doctor, quien al saber en que consistía mi trabajo, me dijo muy serio “Estás intoxicado, si quieres seguir viviendo debes dejar de inmediato este trabajo, pero si te quieres morir, lo puedes lograr con un cine o dos más que fumigues, el malatión no solamente mata por aspiración sino a través de la piel” me dio una receta con la instrucción de surtirla de inmediato, me aplicó una inyección y me hizo tomar mucha agua, eso me provocó diarrea, que me obligó a permanecer en el hotel el resto del día y casi no me permitió dormir. Al amanecer, llamé por teléfono a mi patrón y le informé de mi regreso para hacer entrega del equipo de fumigación y cerrar cuentas. Así lo hice y empecé a buscar empleo nuevamente.

pakasso
20-oct.-2011, 15:05
11.- LA CASA DE ALGARÍN

Abraham, dejó también Cuajimalpa y vino a vivir a la casa de Algarín, con su muchacha, ahora estábamos todos los hermanos reunidos. Mi hermana más chica, Elsa, se juntó con su novio, pero como es común, no tenía casa, vivía con su mamá, por lo que vino a vivir con nosotros y con eso teníamos casa llena, la chica de Abraham procuraba encontrarse conmigo a cada rato y en una ocasión intercambiábamos besos cuando de pronto lo oímos llegar, nos separamos apresuradamente, no sé si se dio cuenta, no dijo nada, pero no lo volvimos a hacer.




11.1- Reencuentro

Una mañana me desperté tarde, y me dirigí al baño para asearme y salir a buscar empleo, me encontré en la sala con Ana María, aquella chiquilla, prima de Carlos, mi amigo de la secundaria, precisamente la que me rechazó por estar pelón, al parecer mi figura no le disgustó en esta ocasión, me sonrió y me saludó muy amable,. Estaba transformada, se veía más llenita, con un cuerpo estupendo, una piel color de miel y una mirada alegre. Había ido a la ciudad a visitar a unos parientes que vivían por el aeropuerto y enterada de que su amiga –la chica de Abraham- vivía ahí, pasó a saludarla. De inmediato empecé a hacer planes para conquistarla, le pedí que no se fuera, que yo la acompañaría a donde iba y que podía quedarse en la casa, creo que le gustó la propuesta porque estuvo totalmente de acuerdo. La llevé a la colonia Gómez Farías, donde vivían sus parientes y fue recibida con mucho gusto por una pareja joven e invitada a regresar cuantas veces quisiera, a mí como su acompañante me trataron con cortesía. Pasaron unos días y yo aprovechaba que ella y su amiga querían salir, para llevarlas a Chapultepec. Jugueteábamos en el pasto, íbamos a remar, a la casa de los espejos, que nos divertía mucho con sus efectos de distorsión de la imagen, lo pasábamos bien, pero como en la casa estábamos un poco apretados yo insistía “vente a dormir a mi cuarto, mi cama es muy suave” ¡Estás loco! ¿Cómo crees? Me respondía, pero no se mostraba ofendida. Pasó algún tiempo, no mucho y por algún motivo que no recuerdo hicimos una fiestecita en la casa, unos pocos amigos y los que ya vivíamos ahí, el cuartito donde ella dormía era invadido por la música y las risas de la gente que convivía en la sala. Ingerimos algunas cervezas y una que otra botella, alrededor de las once de la noche dimos por terminado el festejo, me dirigí a mi cuarto y con sorpresa encontré mi cama ocupada por ella. No iba a desaprovechar la oportunidad, me tendí a su lado. Cuando alrededor de la una de la mañana llegó mi cuñado, abrió mi puerta con la intención de invitarme a seguir la parranda, nos descubrió abrazados, “estás en el cielo” dijo y volvió a cerrar, salí a ver que se le ofrecía y me felicitó diciendo alegremente “el que persevera, alcanza”. Así dimos inicio a nuestra relación, Ana maría y yo, que pensé sería una aventura más, pero que se transformó en la madre de mis hijos y dura hasta la fecha. La vida nos depara muchas situaciones diferentes y la vida en común de los matrimonios no siempre es dulce, pero puede ser placentera si se tiene tolerancia y un poco de comprensión.
Lo que sigue es otra historia

Biby
20-oct.-2011, 20:32
... sigo leyéndote..

pakasso
22-oct.-2011, 09:00
12.- VIDA EN COMÚN

A partir de nuestra unión (Ana y yo), aunque no haya sido formal, empecé a vivir una nueva vida, Ana se esforzaba por ser una buena esposa, barría, trapeaba, cocinaba, lavaba mi ropa y lo mejor, era muy cariñosa conmigo.

Por mi parte, procuré encontrar empleo, buscando en el periódico, descubrí que una Agencia Aduanal solicitaba un mensajero, pedían pocos requisitos, los que cumplía muy bien, así que me preparé a conciencia para la entrevista, acudí puntualmente al lugar, vestido correctamente, con traje y corbata, zapatos bien boleados y surtido de los documentos y fotografías necesarias. ¡Sería pan comido!, pero al llegar al lugar indicado, me encontré con que éramos demasiados aspirantes, algunos con chamarra de cuero, otros llevaban motocicleta y todos se jactaban de conocer al dedillo la ciudad de México, ya que era la condición que más remarcaba el anuncio. Nos ubicaron en una oficina, separados por cubículos que no nos permitían la comunicación y resolvimos dos exámenes, uno de conocimiento y reglas de urbanidad y otro psicométrico, para evaluar nuestra personalidad, una vez que todos hubimos entregado las hojas, nos pidieron esperar mientras deliberaban, una secretaria nos ofreció café y galletas. Nos veíamos unos con otros y pasó un lapso de tiempo, vino la secretaria y me dijo confidencialmente “creo que usted se va a quedar con el puesto”, no se lo creí, había varios que conocían la ciudad mucho mejor que yo. Cuando terminaron las deliberaciones salió el agente aduanal y regresó de uno por uno los documentos, agradeciendo la asistencia y entonces lo supe, yo era el nuevo mensajero de la agencia.
Este empleo no era muy bien pagado, pero no era tan fatigoso, consistía en llevar documentos a muchas oficinas lujosas, que se hallaban desperdigadas por toda la urbe, en ocasiones a Xochimilco y de ahí hasta Cuautitlán, atravesando toda la ciudad, usando el metro y diversas rutas de camiones a donde éste no llegaba, por contar entonces con sólo tres líneas, a saber: Tacuba-Taxqueña; Zaragoza- Observatorio y Tlatelolco-Centro médico, fue necesario aprender la ubicación de las diferentes estaciones y rutas de camiones urbanos que pasaban más cerca de los lugares a los que me enviaban, para calcular la cantidad de dinero a utilizar cada día. Me despertaba muy temprano y desayunaba lo que se pudiera, seguidamente me bañaba con agua fría por estar descompuesto el calentador, salía con mi portafolios corriendo, hasta la parada más cercana del camión y me colgaba literalmente a él, ya que pasaban llenos, viajaba prácticamente fuera del camión, apoyándome en un pie y sosteniéndome con la mano izquierda, por llevar la derecha ocupada con el maletín, el aire frío y la humedad propia del baño me engarrotaban la mano y cuando llegaba a Río Mixcoac, en donde se encontraba la agencia aduanal, sufría para abrir la mano y bajar del camión, corría las tres cuadras que me faltaban y esta carrera me devolvía el calor corporal necesario, tomaba el elevador y cuando éste se abría, frente a la oficina; un olor riquísimo a café me recibía. Efectivamente, Melita, la secretaria tenía dispuesto el café con que dábamos inicio a nuestras labores. El ambiente de trabajo era muy bueno, todo era colaboración entre los cinco empleados, el Agente aduanal era serio pero considerado, con ese trabajo conocí un nuevo ambiente, más formal que los anteriores, pero de respeto y cortesía. Un elemento indispensable de mi trabajo fue el portafolios, era de un plástico duro, cerradura de seguridad con combinación numérica –como una caja fuerte- y una esposa que lo unía a la muñeca y que se abría con una llavecita. En él transportaba documentos importantes, además de cheques por cantidades elevadas, que los clientes expedían a nombre de la agencia aduanal con la leyenda “para depósito en cuenta” lo que era una ventaja, ya que nadie podría disponer de ellos en caso de robo. Precisamente esto intentó una pandilla. En una ocasión, salí de una oficina, por la colonia Vallejo Industrial y al llegar a la esquina, sentí un fuerte tirón al portafolios, que por ir esposado a mi brazo, no lo pudieron arrancar, antes de reaccionar, dieron otro tirón y en esta ocasión caí al suelo. De inmediato me tundieron a patadas, en la cara, en las costillas y por todos lados, no sentía lo duro sino lo tupido, mientras me ordenaban que soltara el portafolios. Providencialmente apareció una patrulla y encendió la torreta y la sirena, que sonó fuerte. Los malandrines corrieron en diferentes direcciones para escapar. Los policías me ayudaron a levantarme y supongo que de alguna forma dieron aviso a la Cruz Roja, porque casi de inmediato llegó una ambulancia, me limpiaron la sangre de la cara, curaron los golpes de las costillas con alguna pomada y después fui a poner la denuncia respectiva.
Era una vida agitada y un tanto peligrosa, por los rumbos en los que había que transitar con mi portafolios, pero como compensación, era bien recibido en los distintos lugares a donde me enviaban, disfrutaba de café, té y galletas casi todo el día, además de los bocadillos que son habituales en las oficinas. Después empecé a conocer el aeropuerto y las bodegas de embarque o recepción con que cuenta, esa parte era mi preferida, podía pasar horas viendo los grandes aviones aterrizar o despegar, mientras esperaba una respuesta a los documentos que tenía que entregar ahí. Regresaba feliz a la casa de Algarín, donde Ana me recibía con mucho cariño.

pakasso
25-oct.-2011, 22:15
GRACIAS BIBY, es alentador saber que aún me leen, aunque ya el relato se ha ido largo, estoy esperando a que me den detalles de la publicación de mi libro para comunicarlos a ustedes, por lo pronto, aquí les dejó otro pedacito.

12.1. Un gracioso incidente.-

Una tarde, que me dirigía de regreso a la oficina, por la Avenida Insurgentes, una señorita, me pidió 20 centavos para el teléfono, apresurado como iba, le contesté “No traigo” y seguí caminando, no me dí cuenta de que me alcanzaba hasta que sentí una fuerte patada en el trasero, me dio mucha rabia y sin pensar, dí media vuelta y le asesté un puñetazo en plena cara, cayó hacia atrás, de inmediato me sujetó un policía, me subieron a una patrulla y me llevaron a la delegación, ahí la muchacha me acusó de haberla agredido y como aún sangraba por boca y nariz, le creyeron, me permitieron una llamada a la agencia aduanal, con el licenciado, quien acudió de inmediato y después de escuchar mi versión, la expuso de tal manera que la muchacha retiró los cargos y me dejaron libre de inmediato.

Fue una lástima que no supiera valorar adecuadamente mi empleo. En una ocasión celebramos el aniversario de la Agencia, se invitaron Agentes aduanales de todo el país, hubo vinos nacionales y de importación. Un agente aduanal de Laredo, nos propuso apoyarnos con su patente si los cinco empleados trabajábamos una nueva agencia aduanal, nos envolvió fácilmente y creímos que sería un muy buen negocio, conseguimos un pedido importante de máquinas lanza bolas, para practicar tenis, las cuales tenían un precio elevado, vendrían de Alemania y calculamos que la ganancia sería como de 50,000 pesos,. Hicimos el pedido y los trámites necesarios, todo marchaba bien, pero recibimos un golpe económico muy fuerte. El Presidente Luis Echeverría, conforme a la política priista, devaluó la moneda por estar a punto de concluir su periodo presidencial. Nuestro pedido llegó al aeropuerto, pero no lo pudimos retirar, ya que lo declararon “contrario a la economía nacional”. Fue necesario regresarlo a Alemania, perdiendo una parte importante de nuestra inversión, nos cargaron los gastos de transporte y pagamos penalización por no haberlo surtido. Esto hubiera sido un tropiezo normal, pero el jefe de nuestra agencia aduanal se enteró de todo y con mucha consideración nos llamó a una junta, en donde nos comunicó que disponíamos de un mes para complementar todos los pendientes de trabajo, ya que a partir de entonces procedía la baja, argumentando –y con razón- que ya no podría confiar más en nosotros. No hubo protestas, jugamos y perdimos

pakasso
29-oct.-2011, 08:50
13.- REGRESO A MI TIERRA

Mi salario en la Agencia Aduanal era suficiente, pero luego que me quedé sin trabajo el panorama se veía muy difícil. Mi hermano Cuauhtémoc que arreglaba radios y televisiones me propuso que compráramos refacciones, para vender en el pueblo, ya que él con su negocio sería un consumidor fuerte. Así lo hice y bajo su dirección compramos una cantidad importante en refacciones, pero como él aún tenía trabajos pendientes por entregar, Ana y yo regresamos a Apatzingán, quedando él de hacerlo pronto, Una vez mas iba a recibir un golpe de mi mala suerte, cuando Cuauhtémoc estuvo listo, tomó un taxi que lo llevara con las cajas a la Central Camionera de Occidente, mejor conocida por “Observatorio”, bajó del taxi y pagó, creyendo ingenuamente que el chofer abriría la cajuela pero el coche arrancó de pronto, llevándoselo todo. Por lo sorpresivo de la acción, no reaccionó y se vio parado en la calle sin nada. Me lo comunicó telefónicamente muy apenado. Ahora si me encontraba en un problema difícil de resolver, con mujer y sin trabajo ni dinero. Mi padre, cuando llegamos de México, tomó la situación filosóficamente, nos cedió su cama y se fue a vivir con una mujer a la que tenía como amante desde antes de que muriera mi madre, con su cama también nos dejó al cuidado de mis hermanos menores: Cruz, Anselmo, Felipe, Mauricio y Alejandro, a los que Ana se vio forzada a atender, aunque no se quejó, nuestra vida era tranquila, un amigo de la infancia llamado Santiago había conformado un grupo musical al que había puesto por nombre “Ilusión”, me propuso que empezara a trabajar con él como “veloz”, que era simplemente el encargado de cargar y descargar los instrumentos al camión y conectarlos en donde se fueran a presentar, lo normal era en la segunda zona de tolerancia del pueblo. Había dos o tres cantinas que con música viva atraían clientes, se tocaba música tropical y romántica sobre todo, cumbias de Rigo Tovar y el Acapulco Tropical que eran los conjuntos de moda; romántica de los Freddy´s y ranchera de Los Muecas que pegaban mucho. Para no aburrirme, los acompañaba con un güiro o un cencerro , según el caso, nunca me atreví a cantar, sabiendo que no era entonado. Imitamos un método para ganar un poquito más dinero, iba a las mesas y decía a los borrachos “caballero, si desea dedicar una canción a la dama, por 5 pesos puede solicitar la que guste, el conjunto la tocará de inmediato” se sentían enaltecidos por el título de “caballero” que les daba y aceptaban aunque riéndose por el de “dama” aplicado a la meretriz, indicaba a Santiago la canción solicitada, el número de la mesa y el nombre de la “dama”, la dedicaban y la tocaban de inmediato.

pakasso
01-nov.-2011, 10:26
13.1.- Un perro falso

Nuestra casa se encontraba rodeada de árboles frutales, el carro en el que llegábamos, me dejaba en la calle y al despedirme, me deslumbraba, por lo que recorría el camino a ciegas. Una noche, me acerqué por la parte trasera y pude distinguir un bulto, pegado a la casa, creí que era nuestro perro y considerando que no cumplía adecuadamente con su trabajo le asesté una fuerte patada, mientras le decía ¡Quítate perro huevón!, pero en lugar de ladrar, se levantó y echó a correr entre la huerta, donde ahora si, lo persiguió el perro verdadero, le grité ¡párate cabrón! y otros insultos, que no le importaron, se brincó la cerca y ganó la calle. Las luces de la casa se encendieron rápidamente, sacamos la pistola, calibre 44 que mi padre siempre tenía y lo buscamos, pero solo durante un par de cuadras por donde los ladridos de los perros nos indicaban que había pasado. Ana se puso furiosa, no estaba de acuerdo en que siguiera trabajando con el conjunto, en parte por lo ocurrido, y parte por que decía que habiendo tanta meretriz, las tenía a la mano. Mi suegra, que desde la primera entrevista me trató muy bien, intervino y nos dijo que el hombre debe buscar el sustento donde pueda y que Ana no debería intervenir por que yo estaba cumpliendo con mi papel de hombre de la casa.

14.- CAMBIANDO DE RUMBO

En Apatzingán parecía no haber trabajo para mí, los pocos que detectaba eran en el campo y mal pagados, así transcurrió casi un año, Abraham que trabajaba en un periódico de Melchor Ocampo, pueblo que había cambiado su nombre a Lázaro Cárdenas -a raíz de la muerte del General-, me dijo que había mucho trabajo en la Siderúrgica Lázaro Cárdenas-Las Truchas, S. A. Mejor conocida como Sicartsa, por lo que dije a mi mujer que iría a probar fortuna durante un tiempo, prometiendo que si en 20 días no conseguía trabajo me regresaría. Llegué allá y me llevó a casa de mi hermano Baltazar que ya se había casado y vivía en Las Guacamayas, me recibió muy bien y me presentó a su esposa Chabela, mujer sencilla y muy trabajadora. Mi hermano prometió ayudarme, me llevó a las oficinas del sindicato de Mineros, que a partir de ahí me veían llegar dos veces cada día, pues me presentaba muy temprano y solo me retiraba a la hora de comer para regresar por la tarde. Había filas muy largas solicitando una oportunidad, yo entre ellos, cuando empezaban a anotar a los aspirantes, siempre estaba presente, me preguntaban nombre, domicilio, edad, estatura, etc., y cuando llegaban a educación y les decía orgulloso “la prepa”, me contestaban que no me podían enviar con esa preparación, que nomás estaban solicitando peones, “mándame aunque sea de barrendero” les contestaba, pero no. El tiempo pasaba y casi se llegaba el plazo que me había fijado cuando recibieron una solicitud para enviar aspirantes a bombero al Departamento de Control y Combate de Incendios, me ofrecí de inmediato, me dijeron, ahora estás muy bien de escolaridad, pero los quieren que midan por lo menos 1.70 m de estatura. , ¡Yo mido 1.74 m.!, alegué, si, pero que estén robustos, yo era un joven delgado que pesaba 58 kgs. No cumplía el requisito. Llamaron a los que midieran más de 1.70 m. y de inmediato se acercaron más de treinta, casi todos eran robustos, les pidieron que se separaran los que tuvieran la secundaria y sólo lo hicieron seis, nuevamente insistí en que me enviaran, total, si no pasaba las pruebas me regresarían. Esta vez estuvieron de acuerdo, formaron un grupo de 18, de los que serían seleccionados 14 solamente. Había en el sindicato una secretaria que era famosa por su belleza y atractivo físico, enviaron a su hermano por delante, se presentó y cuando le preguntaron por su escolaridad dijo “primaria”, nuevamente le preguntaron ¿hasta que año? Y contestó “primero”. Lo regresaron, pero los funcionarios del sindicato hicieron algún ajuste y lo volvieron a enviar con los que íbamos a presentar las pruebas de admisión. Llegamos a la oficina de personal en el interior de Sicartsa, se nos aplicó un examen de conocimiento y una vez terminado se nos indicó que esperásemos. El encargado de la oficina llamó de uno por uno, entraban y no los veíamos salir, supusimos que eran aceptados y nos pusimos nerviosos pues ya faltábamos muy pocos. El recomendado “especial” se desesperó y nos dijo “no creerán que voy a esperar todo el día, para que me digan que no hay trabajo” y salió furioso. A los pocos momentos entró el encargado de la oficina y nos dijo, “los que no fueron llamados están aprobados, veremos como les va en las siguientes”. Pasamos a una prueba de salud, nos citaron a las siete de la mañana, con muchos otros que irían a otras áreas, nos formaron y sin decir nombres pasábamos de uno en uno, con un doctor que nos tomaba el pulso y una muestra de sangre, además de algunas preguntas, pero nos llamó la atención un muchacho que dejaba pasar a otros y que al salir preguntaba ¿Te revisaron allá abajo?, “No” contestaban los salientes y así se pasó la mañana, como a las dos de la tarde se presentó otro doctor, más viejo que el anterior y viéndolo muy cerca de la puerta le puso una mano en el hombro y entraron al consultorio, no tardó mucho en salir, llevaba una receta en la mano y cabizbajo contó que el doctor le pidió de inmediato que se sacara el pene y lo apretara con la mano, después le dijo que tenía blenorragia –Una enfermedad venérea- y que debería adquirir las inyecciones que le indicaba en la receta y aplicárselas, de acuerdo a las indicaciones y que podría regresar en una semana. Avergonzado dijo que no regresaría, supongo que no lo hizo porque no lo volví a ver.

pakasso
03-nov.-2011, 18:50
Una vez superado el examen de salud, vinieron los de condición física y personalidad, que decían eran muy importantes para ser bombero. Nos llevaron a un cerro de grava- arena del tamaño de una casa, nos enseñaron a levantar a una persona inconsciente y cargarla al hombro. Una vez probado que podíamos hacerlo, nos separaron en dos filas y colocando cuerdas desde la cumbre, nos indicaron que una fila serían los “heridos” la otra los” rescatadores”, sin tomar en cuenta que algunos “heridos “eran más pesados que el “rescatador” correspondiente, afortunadamente al “herido” que tendría que rescatar subiéndolo a la cumbre era de mi estatura, aunque supuse que pesaba más, pero a mi compañero le tocó uno muy pesado, levantamos cada cual a su “herido” y tomando la cuerda empezamos a ascender trabajosamente. Un poco arriba de la mitad vi que el rescatador se ponía pálido y verdoso. Le dije a su “herido”, bájate, se va a desmayar, me contestó riéndose “yo estoy inconsciente”. Fue como una señal, el rescatador se soltó de la cuerda y ambos rodaron hacia abajo, me deslicé rápidamente para bajar, con la idea de ayudarlos, pero no los alcancé. Cuando logré llegar al piso firme, ya los paramédicos los atendían de múltiples raspones, viendo que no podía hacer nada inicié el ascenso nuevamente, pero un capitán me lo impidió, consideró que había pasado la prueba y que además había demostrado personalidad, fue necesario superar varias pruebas más, por ejemplo de resistencia y velocidad corriendo toda la periferia de la planta, en donde hice uso de mis conocimientos, adquiridos cuando competía en carreras estudiantiles en Morelia, las cuales realizábamos en las subida a Santa María y que ahora tuvieron una utilidad real. Me quedé pues, a formar parte del primer grupo de bomberos de Sicartsa, después preguntaron quienes sabían escribir a máquina y habiendo superado a mis contrincantes fui nombrado “Secretario”. Mi trabajo consistía en escribir reportes, informes, avisos y cosas por el estilo, pero no estaba conforme, mis compañeros acudían a los incendios dentro de la planta, cubrían accidentes y recibían instrucción, cosa que les envidiaba, solicité al comandante que me integrara a las actividades, argumentando que si algún día me pidieran demostrar que era bombero, estaría en total desventaja y que no podría alegar ser el secretario, ya que realmente no lo era, mi manejo de la máquina de escribir, mejor que los demás no podría competir con una secretaria. Accedió y me envió a la primera clase. Un capitán exponía el tema “Espuma química”; pero lo hacía mal, habiendo, con tiempo de sobra, leído los manuales de uso de la espuma, me permití hacerle notar su error, furioso me dijo ¿Crees saber más que yo, que vengo del cuerpo de bomberos de la ciudad de México? Claro que no, le contesté, pero lo que está exponiendo no es lo real, conforme al manual de uso se hace de otra forma y enojado por su presunción pasé al pizarrón y expliqué, en seguida traje el manual y pedí que lo leyera a todos. No tuvo más remedio que aceptar su equivocación.

Esa intromisión me atrajo su enojo y para desquitarse sin que se notara, hacía simulacros de diferentes tipos de incendios, material sólido, combustibles y hasta gases, que se combaten de forma diferente y nos decía “el que termine al último repite. Con esta estrategia me hacía trabajar el doble y me ponía en ridículo con los compañeros, pero sin saberlo mi capacitación fue más acelerada, tuve, por necesidad, que estar más despierto que mis compañeros y cuando tiempo después nos evaluaron para asignar puestos dentro del grupo, a saber: Maquinista (el que maneja la motobomba para transitar, enviar agua por la línea y dar la presión correspondiente) Pitonero; (que toma el extremo de la manguera y dispara el agua al incendio, siendo el primero en la línea) Ayudante (que acompaña al pitonero y bajo sus órdenes le ayuda a colocar la manguera y a resistir el empuje que se libera al abrir el pitón); Llavero(el que se encarga que en el compartimiento de la motobomba se encuentren las llaves suficientes para conectar los tramos de manguera o para abrir los hidrantes). Éramos grupos de 7 bomberos que cubríamos los tres turnos laborales el primero de 7 de la mañana a las 3 de la tarde, el segundo, de las 3 de la tarde a las 11 de la noche y tercero, de las 11 de la noche a las 7 de la mañana, contando con un día de descanso. El ambiente era de camaradería y colaboración total. Por principio, el comandante solicitó a un teniente del destacamento militar que custodiaba la puerta los servicios del peluquero, un militar de edad avanzada, para que nos cortaran el pelo a todos, ya que algunos lo tenían más largo de lo normal, usó el corte militar, muy bajito, después nos daban instrucción militar, que consistía en marchar y correr, cuando consideraron que la condición física era buena, nos dieron instrucción básica de rappel, -nos deslizábamos de una palma a otra mediante cuerdas de las que por medio de una pequeña polea resbalábamos fuertemente y a veces, perdido el control, chocábamos con la otra palma, hacíamos simulacros con grandes cantidades de troncos y gasolina, para mostrar a los nuevos trabajadores lo que tenían que hacer en caso de incendio o el manejo básico de extinguidores, que son muy importantes de acuerdo al material que se esté consumiendo, había de soda –ácido, que contienen carbonato de sodio, agua y una capsula de ácido sulfúrico, que al romperse reacciona y genera una importante cantidad de espuma, que produce una presión que la expulsa, del envase. De polvo químico seco, que contiene aire comprimido para expulsar el polvo que apaga casi todo, sólidos y líquidos inflamables, de bióxido de carbono, para máquinas delicadas y electrónicas, ya que no se pega como el polvo y que al desplazar el oxígeno apaga el fuego y lo último la espuma química, que se generaba en un pitón llamado de bazooca, que al paso del agua generaba un vacío que se aprovechaba para extraer mediante una pequeña manguera el líquido base desde un bidón. Se revolvía con el agua a presión y se generaba una espuma ligera que al cubrir los materiales inflamados, los apagaba. Otra de las enseñanzas vitales del oficio fue el equipo de respiración autónomo que consistía en un tanque de aire a presión con un regulador, un arnés para colocarlo en el cuerpo y una mascarilla que se fijaba a la cara mediante correas de hule. Se tomaba el tanque y con una maniobra rápida se pasaba sobre la cabeza, quedando de este modo, colocado a la espalda y el arnés listo para ajustarse, también mediante correas de hule, una vez ajustado se abría la llave del tanque y se enchufaba la manguera de la mascarilla, el regulador permitía solamente el paso del aire que se aspiraba normalmente, pero la colocación de la mascarilla y el tanque debería ser muy rápida, ya que de esa acción dependía la disponibilidad del rescatador, me tocó repetir muchas veces la acción, hasta que me convertí en un experto. Después de las evaluaciones me nombraron oficialmente pitonero.

Biby
03-nov.-2011, 21:45
Este capítulo me lo he reservado para leerlo en este momento.

Leo.......

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pakasso
05-nov.-2011, 13:16
Pronto llegó la ocasión de mi primer rescate, aunque no tuvo que ver con fuego. Haciendo un recorrido con el comandante y otro compañero nos dirigimos a la parte de la siderúrgica que colinda con la playa, llegamos a un lugar donde la olas brincaban una barrera de arena con mucha fuerza y ahí vimos a una familia, dos parejas, y tres niños, los hombres mayores intentaban pescar con una tarraya , metidos un poco en el mar, los niños jugueteaban en una depresión que se veía invadida por el agua de las olas que reventaban en la barrera de arena y las mujeres, observaban desde la barrera, vimos con alarma que una ola llegó con más fuerza, derribando a las mujeres hacia la depresión y escuchamos a los niños gritar aterrados, saltamos de la camioneta y a todo correr nos metimos a la depresión, tomamos a los niños y los sacamos hasta terreno firme, pero las mujeres seguían gritando de espanto, las olas seguían rompiendo con fuerza y no les permitían salir. Un poco más hacia adentro de la depresión había huizaches y hasta allá las llevó el agua nuevamente regresamos a la depresión, para intentar rescatarlas, mi compañero tomó a una de la mano y la empezó a sacar, ante esto, me metí al huizachal para sacar a la otra, no conseguía desatorarla y tarde un poco más, cuando por fin lo logramos, ya que ella también luchaba por salir, aparecieron los hombres, venían revolcados de agua y arena. Uno de ellos bajó corriendo y entre los dos pudimos sacar a la mujer; el otro no entró y en cambio me dijo “como eres bombero y no podías sacar a mi mujer del apuro”, fue la primera vez que supe de la ingratitud humana, la pobre mujer estaba rasguñada por todas partes, ya que los huizaches estaban muy espinosos, la acomodamos en la caja de la camioneta con la otra mujer y los niños, mientras que los maridos y nosotros hacíamos el viaje de regreso sentados en el borde. El relato de este episodio en el cuartel de bomberos no nos hizo los héroes que creímos ser, solamente el ejemplo de cómo se actúa en una situación de emergencia.
Por esos días hubo un paro de labores promovido por el sindicato, duró quince días y como consecuencia, algunas áreas de la planta acerera sufrieron desperfectos, en una de ellas, llamada peletizadora –recibía polvo de carbón, acero y cal-, generando un lodo espeso que se batía con agua en un tanque gigantesco llamado “Marcona”; de este lodo se hacen pequeñas bolitas llamadas pellets que se pasan por un horno quedando como piedritas redondas que después irán al alto horno –que tiene una altura si no recuerdo mal, de 96 metros, en donde se revuelve con otros materiales para producir acero líquido – a 2.500 grados de temperatura-. Pues bien, el tanque de Marcona se resecó haciéndose mas espeso el lodo, tanto que no se podía batir adecuadamente, fue necesario atacar con agua a presión para romper la casi roca que se había formado; al penetrar el agua en la costra se generaba una corriente de expulsión que nos regresaba el lodo a la cara y el cuerpo, por esta razón, al término del turno éramos totalmente negros. Ana se negó a lavar mi ropa el primero y segundo día, pero como la situación se prolongó por una semana, comprendió que no había otra opción. Así se nos presentaron otros servicios, algunos peligrosos y otros no tanto, el cuerpo de bomberos creció, trajeron gente de Guadalajara y México, para los puestos de mando y de capacitación, lógicamente con un trato social mucho mejor. Pasaron 3 años de trabajos duros, pero de muchas satisfacciones. Una ocasión especial se presentó cuando una tarde más o menos a la hora de comer, estando atendiendo una emergencia en Coquizadora – donde del carbón de coque, extraen gas, combustóleo y otros subproductos, algunos de los cuales sirven como fertilizantes, nos llegó un pedido de auxilio del pueblo. Muy cercano a la rivera del río ardían 12 casas, se confirmó la emergencia antes de que nos permitieran salir, (esto debido a gente irresponsable que se cree graciosa reportando falsas emergencias). Llegamos al lugar y era un auténtico infierno, un tanque de gas domestico había explotado y se quemaban las casas de madera. Pegadas a éstas había algunas casas de material que tenían también tanques de gas encendidos que simulaban grandes sopletes, giraban y hacían un sonido impresionante, era pues, imprescindible enfriarlos y apagarlos antes de que pudieran explotar, nos dimos a la tarea de inmediato y una vez enfriados y cerrados los retiramos, ahora sí podíamos atacar totalmente el fuego que consumía las otras casas, los curiosos se arremolinaban y no dejaban trabajar a pesar de nuestras repetidas peticiones de que se retiraran por su seguridad, desesperado por la situación, abrí el pitón y derribé a varios con el chorro del agua, los demás se retiraron corriendo, una de las casa era un galerón con láminas metálicas que se retorcían por la acción del fuego y lo ataqué desde el interior, ya que si sofocaba el fuego en la base, sería más fácil extinguirlo, pero no preví que el techo no resistiría. Se vino abajo con un estrépito horrible, sin darme tiempo a salir, por reflejo me cubrí con los brazos y la manguera, fue muy rápido, vi a mi ayudante derribado por una viga, lo ayudé a levantarse y continué mi trabajo, después de un rato logramos sofocar totalmente el fuego y me dirigí a ayudar a otros compañeros que se esforzaban en otra casa. El capitán me llamó y me dijo que por el radio de la motobomba llamara al servicio médico que dejara mi manguera a un compañero, no lo entendí de pronto. Le pregunté ¿y para que queremos al servicio médico? Para ti, me contestó y al ver que me quedaba sorprendido me dijo “tu brazo derecho sangra mucho”. Efectivamente, cuando cayó el techo me había protegido con el brazo y una lámina me hizo un profundo corte. Llamamos por radio y los paramédicos me pidieron la ubicación, les dije el nombre de la calle pero no supieron, por la margen del río, pero como el río hace un arco muy amplio, no ubicaban el sitio. ¡Por la zona de tolerancia! les dije ya molesto. Inmediatamente recibí un alegre, ¡ya vamos! Me lavé el brazo y lo mantuve levantado sobre mi cabeza, buscando disminuir la hemorragia. Un señor de entre los mirones me ofreció un pañuelo, que me aseguró acababa de comprar, con él improvisamos una venda y llegó la ambulancia por mí, el chofer reía por la referencia que le dí y que reconoció de inmediato. Una vez en el lugar en que se prestaba los primeros auxilios, un doctor me lavó la herida con agua jabonosa, lo que fue muy doloroso, usó un cepillo suavecito, pero la carne viva ardía, después me puso una solución desinfectante y me inyectó anestesia local para posteriormente suturar. Oír como truena la piel mientras suturan es espantoso y más para mí que siempre he tenido pánico a las agujas, pero hecho el remiendo me sentí capaz de regresar al incendio, pero no fue necesario. Al día siguiente escuchamos en una estación de radio local una crónica infame donde se criticaba nuestra labor, enojados acudimos a la estación pensando que nos iban a escuchar, pero fuimos recibidos con insolencia por el gerente y propietario de la estación y regresamos más enojados que cuando salimos, pero al día siguiente tuvimos la satisfacción de escuchar algunas llamadas, trasmitidas por la estación, de personas que reclamaban lo dicho el día anterior y agradecían nuestra intervención. El locutor, apenado, ofreció disculpas públicamente por el error y nos hizo la invitación a una entrevista para el siguiente programa, Lo ignoramos totalmente.

pakasso
25-nov.-2011, 14:38
Los compañeros hicieron grupitos para cada fin de semana salir a tomar cervezas al término del primer turno y a veces regresaban a sus casas hasta el día siguiente, no participaba. Estábamos, - Ana y yo-, viviendo en casa de Balta y Chabe, no me pareció correcto y no quise dar motivo para que Ana se enojara conmigo, ya que Chabela seguramente se solidarizaría con ella y mi hermano conmigo, haciéndose un enredo grande.
La vida en casa de Baltazar era muy sencilla. Chabela era muy simpática y se entendió muy bien con Ana, pero el problema se presentaba a la hora de dormir, como solamente había un cuarto, tendían una cobija para separar su espacio del nuestro, evitaba ser vistos, pero no escuchados, siendo dos parejas jóvenes, era imposible no oír los ruidos involuntarios al hacer el amor, al día siguiente cruzábamos algunas bromas a ese respecto.

Ana y Chabela iban a lavar a un canal, mi mujer se encontraba muy cerca de dar a luz a nuestro primer hijo, se dejaba llevar por la corriente y vivía, según mi opinión, feliz.
Llegó el día esperado, me dijo “tengo un dolorcito en el vientre”, nada raro, de cualquier forma la llevé al Seguro Social de Lázaro Cárdenas, entró a consulta y de pronto salió una enfermera con sus ropas y con algún aire de complicidad me dijo “se va a quedar, ya iniciaron los dolores de parto” me puse nervioso, estaba emocionado por la inminente llegada de un hijo, pero me preocupaba el riesgo que esto suponía para ella. Regresé a la casa en Las Guacamayas y comuniqué la noticia a Baltazar y a Chabela, se pusieron contentos. Al día siguiente, acudimos a la clínica y me informaron que ya era padre de un varoncito, pedí verlo y me dijeron que estaba en los cuneros, me dirigí allá y a través de los cristales vi a 9 o 10 niños, entre ellos, a uno que despertó mi atención, era muy bonito y hubiera podido jurar que era el mío, entré al lugar y la enfermera me indicó que ése no era el mío, llevándome a otra cuna, el niño de ahí también era bello pero no tanto como el primero que vi. Fue una emoción muy grande cuando lo abracé con temor, era tan frágil y tierno, me veía fijamente y por fin sonrió, o eso me figuré, regresé a donde Ana, tendida en una cama se veía pálida y cansada, la felicitamos y volvimos a la casa.

pakasso
28-nov.-2011, 15:35
Una vez afianzado en mi trabajo de bombero, recibí la oferta de un vecino que pensaba vender su terreno, nos pareció muy bien, de ese modo podríamos construir nuestra casa junto a la de mi hermano, le dije que si me interesaba, pero que tendría el importe en 15 días. La siguiente semana procuramos ahorrar todo lo posible, con la finalidad de que una vez cerrado el trato, comprar algunos materiales para iniciar la construcción de una casita de madera, pero… Llegó la fecha fijada y fui a ver al vecino, llevaba la cantidad acordada. Lo encontré borracho y me dijo, que el día anterior había vendido el terreno, peo que no me preocupara, que algunos vecinos más lejanos también pensaban vender. Enojado, me dí a la tarea de buscar una casa en renta, la encontré en otra colonia de la misma localidad. Era parte de un pequeño grupo de tres que compartía un amplio terreno en el que había tendederos para ropa, nos cambiamos de inmediato, aunque no teníamos muebles. Ana cocinaba con una pequeña estufa de petróleo, que dejaba las ollas y cazuelas, negras de hollín, .Adquirimos una hamaca para el niño y nosotros seguimos durmiendo en el piso. Con sólo una cobija tendida, pero muy felices, un desconocido nos vendió una conejita que llamaba Dominga y que nos gustaba mucho pero un día de apuro, Ana la cocinó y nos la comimos.

En el trabajo no había problemas, nuestro capitán gustaba de permanecer despierto cuando nos tocaba el tercer turno, para hacerlo menos aburrido, salíamos del cuartel y hacíamos rondines por los terrenos de la planta, cazábamos conejos, había muchos, y en ocasiones un compañero de Playa Azul se metía a oscuras en un área pantanosa a buscar camarones, que abundaban y preparábamos auténticos banquetes en el cuartel, en una ocasión propuso que fuésemos hasta la playa a buscar huevos de Caguama – muy codiciados-, llevamos cubetas, con la idea de recolectar muchos, amenazaba tormenta, pero lo pasamos por alto, recorrimos tal vez, trescientos metros de playa sin hallar ninguna señal de tortuga o de algún nido, a pesar de que la luna alumbraba muy bien, entonces cambiamos el giro. Sobre la arena se desplazaban grandes cangrejos a los que llaman mollos, nos dimos a la tarea de cazarlos teniendo cuidado de sus fuertes tenazas que pueden romper un guante de carnaza con alguna facilidad, los pisábamos con las botas industriales y los echábamos a las cubetas, hicimos una abundante provisión y al regreso se comisionaron a dos compañeros para que fueran al mercado a comprar los complementos para un buen caldo, trajeron también algunos pescados. Una vez preparado y al olor, se nos unieron los policías industriales –que a veces, nos apoyaban en nuestro trabajo- y fue todo un banquete.

la lore
28-nov.-2011, 22:57
por fin terminé de leer toooooodo....
mis respetos para ti pakasso ;)

tienes una muy buena descriptiva, es fácil imaginar los lugares, los momentos, la gente...vaya, hasta los aromas!
estaré al pendiente de tu próximo post.
saludos!

pakasso
07-dic.-2011, 11:47
Fue entonces cuando me avisaron que recibí una llamada telefónica de Apatzingán, el Señor Chabolla, un antiguo patrón de mi hermano Cuauhtémoc, me informó muy apenado que mi hermano José Cruz había muerto. ¿Cómo? Pregunté, me dijo “no sabría explicarlo, pero si quieres verlo por última vez debes venir de inmediato”. Informé al Comandante de Bomberos de la situación, solicitando permiso por dos días, me contestó “No hay permisos”, me enfurecí y le dije que entonces considerara mi baja, mis compañeros ofrecieron llamar al sindicato para conseguir el permiso, ya no los escuché y me dirigí a mi casa para informar a mi mujer, se preparó y partimos de inmediato. Cruz era más joven que yo, había tenido una niñez difícil, en una ocasión se cayó de un árbol y en la caída tropezó con un alambre de púas que se usaba como tendedero, el alambre le arrancó un pedazo de carne del pecho y después se golpeó fuertemente contra el piso, como resultado, tartamudeaba, era un muchacho fuerte, robusto de 16 años, practicaba karate y era muy alegre a pesar de las burlas que su tartamudez ocasionaba, era el consentido de mi padre, que le permitía cargar su pistola, aunque nunca supe que la usara, por esta razón suponía que lo habrían matado en un pleito e iba dispuesto a vengarlo, aún sin saber si ése fue el motivo de su deceso. Al llegar a la casa me enteré de la verdad: Tenía una noviecita llamada “Linda”, por alguna razón lo terminó y en un papel arrugado que encontraron en su pantalón, dirigido a ella, le decía que la esperaba en el lugar de costumbre, que si no acudía se iba suicidar y que él no jugaba con eso, seguramente no le creyó. Nadie se dio cuenta de su estado de ánimo, el día domingo, fueron a una tardeada y él se retiró un poco antes que los demás, una vecina que vendía cena le dijo al pasar “Cruz, vente a cenar” le contestó que ya no iba a ser necesario, ella, creyendo que posiblemente había cenado en el centro, no le dio importancia, a los pocos minutos llegaron otros de mis hermanos y al entrar en la huerta escucharon un disparo, creyendo que Cruz lo había realizado en contra de alguien, le gritaron que no disparara nuevamente y entraron corriendo hasta la casa. En el frente de la casa, mi padre había sembrado, hacía algunos años, un eucalipto, que creció hasta ser el árbol más grande de la colonia, la gente le llamaba “el gigante”, sentado al pie de este árbol, encontraron a Cruz, quien en ese momento tenía un brazo colgando sin fuerza, mientras sangraba abundantemente de la cabeza, se había dado un tiro. Mi hermano Anselmo, un año menor que él, corrió a dar aviso a mi papá y lo transportaron en un coche de alquiler al Hospital General, pero fue inútil. La familia de la noviecita, al enterarse de lo ocurrido, huyó de Apatzingán, temerosos de que al ser tantos hermanos, alguno los fuera a agredir. Una vez que lo enterramos, regresamos, Ana y yo, a Lázaro Cárdenas y al trabajo, presenté copia del acta de defunción y no tuve ningún problema.

pakasso
10-dic.-2011, 16:13
Lore, muchas gracias tu comentario renueva mis ánimos, un poco decaídos últimamente

pakasso
10-dic.-2011, 16:19
Tiempo después la empresa avisó al comandante que debería cambiar el cuartel de posición, nos asignaron algunas instalaciones que había dejado una compañía constructora, muy cerca del muelle, pero dentro de los límites de Sicartsa, ahí había canales de agua en los que encontré algunos camarones y entre los desechos abandonados algunos tubos delgados de un material plástico muy resistente, con uno de ellos, improvisé una caña de pescar y al terminar el tercer turno, a las siete de la mañana, caminaba por el muelle desierto, con una cuerda de pescar muy delgada y un anzuelo pequeño, al que ponía de carnada, pedacitos de camarón, lo deslizaba por la superficie del agua formando una rayita, de pronto se sacudía, era que algunos peces llamados “Jurel” se prendían del anzuelo. Diariamente pescaba 20 o más de ellos. Ana los preparó con sal y los puso a secar en un tendedero, por la noche se metieron los burros y se los comieron. Fue necesario reforzar la cerca para que no volviera a ocurrir,

pakasso
12-dic.-2011, 17:26
Por ese tiempo regresé a México de visita. Con orgullo invité a Ana a comer a “Súper Leche”, entramos y buscamos una mesa, las excompañeras se arrimaban a conocer a mi mujer y a mi niño pequeñito, de pronto, algunas me pidieron que las acompañara a la cocina, para enseñarme los cambios que se habían realizado. Era un pretexto, para decirme, en confianza, que Carolina había regresado a buscarme, que cuando desapareció de mi vida, había ido a Guatemala a visitar a su familia y se quedó por allá mucho tiempo. Lo más impactante de esa conversación fue enterarme que regresó con una niña en brazos, la cual, les contó, era mía. Encajé el impacto que me causó y regresé a mi mesa como si nada, comimos y me despedí. Nunca más volví a ese lugar, que se derrumbó totalmente con el terremoto de 1985, que arrasó la ciudad de México.
En el trabajo las cosas seguían tensas, el capitán a quien corregí en mi primera clase de técnicas de combate de incendio no olvidaba la “humillación” ideo una nueva forma de divertirse a nuestra costa, adquirió guantes de boxeo y nos canjeaba la hora de educación física por encuentros entre nosotros mismo, hicimos algunos favoritos y nos divertíamos viendo como se pegaban unos y otros, todo bien pero un día enfocó su atención en mí, me dijo “secretario –un apodo que me duró mucho tiempo- ahora tú debes ponerte los guantes contra Rutilio –otro compañero- flaquito, como yo, moreno, de pelo chino, originario de el estado de Guerrero, Me negué argumentando que no me gustaba recibir golpes –darlos por supuesto que sí-, que se me olvida que era un juego y respondía golpeando en serio, No importa, me dijo, es sólo deporte, nuevamente me negué pero el compañero, tal vez sintiéndose seguro de sí mismo me retó diciéndome “No te preocupes, después del round no habrá rencores” así que me vi obligado a ponerme los guantes en su contra, no podría narrar los detalles del combate, solo recuerdo muy bien que de pronto nos pegábamos lo más fuerte posible y nos separaron, Rutilo sangraba por la nariz y yo no podía ver por un ojo. El capitán, contento me dijo “ya vez, no pasa nada y es muy divertido”, me puse furioso y le dije “póngase los guantes conmigo, vamos a divertir a los demás” se negó rotundamente, lo que atribuí a temor, durante un buen tiempo, hasta que me enteré que era karateka y su código ético se lo impedía.

Biby
13-dic.-2011, 05:18
Lore, muchas gracias tu comentario renueva mis ánimos, un poco decaídos últimamente


Que no decaiga Pakasso, siga escribiendo, continúo leyéndole...

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pakasso
14-dic.-2011, 11:00
Sucedieron muchas más aventuras en el cumplimiento de mi trabajo.
La motobomba era custodiada por un bombero en cada turno, que estaba al pendiente de los llamados por radio y que a la primera señal de emergencia, hacía sonar la sirena, a ese sonido, debíamos concentrarnos de inmediato en ella para acudir al área solicitante, pero no faltaban las bromas chuscas, por ejemplo: se recibía un llamado “Rojo uno –nuestra clave- Rojo Uno para móvil cinco, se requiere su presencia urgentemente en la puerta del muelle, se ha incendiado el mar”, lógicamente estas llamadas estaban prohibidas, pero usaban claves falsas, mientras, en nuestro cuartel, había sonado la señal y corríamos todos, dejando atrás todo, a veces los alimentos recién ordenados y servidos. Pero eran los gajes del oficio, sufríamos pequeñas quemaduras, nos exponíamos a gases tóxicos, calor abundante, áreas polvosas choques eléctricos, explosiones y a todos los riesgos de esta profesión, pero a cambio, tuvimos la oportunidad de conocer todas las áreas de la planta, la ubicación de los muchos y variados extinguidores, - a los que revisábamos periódica y rigurosamente, los túneles y escaleras que muchos no conocían, y sobre todo, el grado de riesgo de cada área, de acuerdo a sus contenidos y productos finales. Laboré como bombero durante tres años y medio, los compañeros me nombraron Delegado de Ajustes, puesto sindical que no aportaba nada, además de problemas ajenos, los compañeros no cuidaban su trabajo y acudían al delegado de ajustes para buscar soluciones. Un caso que ejemplifica esto es el siguiente: Zamora se presentó ebrio al trabajo, le dije que ese era un motivo suficiente de despido y me contestó “ya tengo tres faltas, una más y automáticamente estoy dado de baja”, que irresponsabilidad, ¿que puedo hacer por ti? Tú solo te estás corriendo, nueva respuesta, pues, sólo tú puedes hacer algo, para eso eres el Delegado de Ajustes. Hice un último intento, hablé con el capitán y le expliqué la situación, solicitándole que considerara canjear ese día por el de descanso, que le tocaba al siguiente día. Zamora era un buen bombero, valiente, audaz, obediente y muy capaz, razones por las cuales el capitán accedió, lo envió de regreso a su casa, advirtiéndole que no toleraría otro error, sin embargo Zamora lo tomó como algo personal y reaccionó negativamente, habló tonterías en contra del capitá y apenas una semana después fue dado de baja del grupo, decidí renunciar a ese puesto sindical.

pakasso
21-dic.-2011, 15:47
En la colonia donde vivíamos “El Campamento Obrero” de Las Guacamayas, la delincuencia era muy alta, los vecinos de las dos casas pegadas a la que ocupábamos se fueron y por las noches, los malandrines se metieron y robaron lo poco que se pudo, los contactos eléctricos, el cableado y el aluminio de las ventanas, alarmando a Ana. Mi compadre, el padrino de mi hijo, nos ofreció su pistola y Ana se quedaba con ella, cada vez que me tocaba el tercer turno. Después de toda la noche sin dormir, el autobús de la empresa, nos repartía por las colonias de Las Guacamayas, pasando a un costado del Campamento Obrero, subía a la colonia Aníbal Ponce y daba la vuelta por el Campamento Obrero, pasando frente a la puerta de la casa. Ana estaba al pendiente, sabiendo que ya para llegar, me dormía en el camión, por lo que ella lo detenía y pedía que me despertaran.

Una mañana, al regresar, me encontré con gente que miraba hacia la casa, alarmado le pregunté a Ana qué había sucedido. Me comentó que intentaron meterse a nuestra casa y les disparó a través de la puerta, al amanecer se supo que acertó en una pierna a un malandrín que se encontraba hospitalizado. Consulté con algunas personas ¿que debería hacer? y me aconsejaron que me cambiara a vivir a otro rumbo, no lo pensé y me di a la tarea de buscar otra casa en renta. Lázaro Cárdenas fue durante un buen tiempo un pueblo de hombres solos, la mayoría de su población inicial éramos jóvenes que veníamos de diversas regiones del país, atraídos por el trabajo; durante la construcción de la Siderúrgica se emplearon miles de obreros y al arranque tenía 5.000 trabajadores sindicalizados y unos 1,500 de empleados de confianza. La demanda de vivienda fue enorme, el Infonavit construyó un conjunto habitacional de 712 casa de interés social, para otorgar, mediante sorteo, a los solicitantes, pero como la población era flotante, cuando estuvieron listas para entrega, los solicitantes en su gran mayoría habían emigrado. No había hecho solicitud, pero me urgía una casa, así que me presenté a la oficina y habiendo cumplido con los requisitos, decidieron asignarme una vivienda chica, completamente nueva con los servicios básicos y hasta un calentador de agua, que en esta región salió sobrando. Elegí una de cinco y nos cambiamos a vivir a Lázaro Cárdenas, más cerca de mi trabajo y con servicio urbano regular. En esto coincidimos con algunos compañeros de trabajo, desgraciadamente también el capitán con el que tenía problemas consiguió casa en la misma calle.

pakasso
23-dic.-2011, 12:02
Nuestros vecinos más cercanos eran una pareja del estado de Guerrero, muy representativos, tenían varios hijos: Francis, José Luis, Fanny, Celina y Delia, todos alegres y buenos chicos, ellas pasaban mucho tiempo en mi casa, Francis fue para mi niño como una hermana mayor, lo bañaba, le cambiaba pañales y jugaba con él, las otras por ser más chicas sólo jugaban con él, su mamá Doña Celia era también una buena mujer, gorda, buena esposa y madre ejemplar, lo contrario de su papá Don Fidel, que se emborrachaba cada fin de semana cada semana y era afecto a tener aventuras extramaritales, lo que era clásico entre los hombres de ese tiempo, entre sus amigos había uno a quien le decíamos el gallo, por ser ése su apellido y su esposa Virginia, con ellos congeniamos de inmediato y se hizo costumbre que nos reuniéramos en su casa para jugar dominó por las noches, ella era de Arteaga y recordando a Adriana le pregunté por ella, pero no la conoció, nuestra amistad duró mucho tiempo, en una ocasión me pidió ayuda, ya que un bombero que era de mi pueblo la molestaba y hablé con él, diciéndole que no se confiara, que ella era muy decente y que a su marido no le decían el gallo por nada, que aunque chaparrito, era muy bueno para los golpes, con esas recomendaciones la dejó en paz. Y fue precisamente con este compañero con quien salí peleado en una ocasión. Me presenté para cumplir con mi turno en el cuartel y un compañero que era muy tranquilo me tocó el trasero, no me gustó nunca ese tipo de confianzas con nadie y le reclamé, asustado, me dijo que “la flaca” le había dicho que lo hiciera, lo amenacé con golpearlo si lo volvía a hacer y acompañé la advertencia con una mentada de madre para “la flaca”. Este era un muchacho de tipo atlético más que flaco, hermano de uno que fue mi maestro de educación física en la escuela secundaria, presumían de ser muy buenos para los golpes y me escuchó lo que dije, se levantó de donde estaba y vino a retarme a los golpes, seguro de que me ganaría, pero como molestaba a todos, intervino el maquinista, Toño, hombre corpulento, pero muy tranquilo, quien le dijo que se había ganado la mentada de madre y como insistiera, se puso grosero, y también a él lo retó a los golpes, se dieron hasta con la cubeta, y cuando por fin los separamos, acordamos no decir nada, sin embargo de alguna forma se filtró el chisme y los corrieron a los dos. Un tiempo después en Apatzingán en una fiesta una señora me preguntó a qué me dedicaba y al saber que era bombero en Lázaro Cárdenas me contó que su hijo había trabajado como auxiliador de bomberos – lo que me extrañó, ese puesto no existe- pero que una vez se peleo con todos y lo golpearon brutalmente, que llegó a su casa hablando muy mal, con trabajos y que sufrió una parálisis facial que le costó mucho trabajo curar. Intrigado le dije que tenía algún tiempo en el cuerpo de bomberos y no recordaba un caso así y me dijo el nombre de su hijo ¡era la flaca!, quien así enmascaró el resultado de sus acciones. No quise meterme en debates y mejor me retiré.

pakasso
01-ene.-2012, 18:02
FELIZ AÑO A TODOS LOS FOREROS, fui a mi tierra y hoy día primero del año final, a las 7:00 p.m. recién llegué y amtes de ponerles un pedacito más de mi librito, quiero aprovechar para desear a todos ustedes, que este año se cumplan todos sus sueños.

pakasso
05-ene.-2012, 10:09
Mi hermano Mauricio vino a vivir con nosotros una temporada, era muy simpático, a pesar de que casi no nos conocíamos, estudió la primaria y después se fue, se entendía muy bien con Ana, que lo quería como a un hijo más, pero lógicamente creció y cambió su modo de ser y actuar, en una ocasión trajo a una mujer, Lourdes, chaparrita, güera, bien formada, que trabajaba en las cantinas y a su hermano, como también vivía con nosotros mi cuñado Manuel, teníamos, con ellos la casa llena. Por esos días se extraviaron algunas pequeñas joyas de Ana y como nadie aceptara haberlas tomado, dimos un plazo prudente para que sin ponerse en evidencia las regresaran y si esto no ocurría, se fueran todos de la casa, no aparecieron y nos quedamos solos de nuevo.

Otros de mis vecinos eran una pareja, él de Coahuayutla, Guerrero y ella de Pinotepa
Nacional, Oaxaca. Él tocaba el acordeón como un maestro y tenía un conjunto tropical, llamado “Los viajeros del trópico”, trabajaba en el Almacén Central de Sicartsa, en un aniversario de la siderúrgica presentó una cumbia alusiva, llamada “La metalúrgica”, que se hizo popular en la región. Esta pareja tenía dos hijos: Pepito y Sheila, se querían mucho, pero tal vez por su desempeño como músico, él se enredó por ahí con otra mujer y al final se divorciaron, fue una pena.

En el trabajo, todo se desarrollaba con normalidad, pero casi para terminar 1980, de pronto me dieron tiempo extra del tercer turno al primero, repitiéndose por tres días consecutivos y en el último hubo un llamado de emergencia y me dejaron como cuartelero , tardaron bastante y aburrido me puse a limpiar herramientas y me quedé dormido mientras lo hacía, regresaron y el capitán ordenó al personal lavar las mangueras y entró a la bodega, me tomó dos fotografías y después pidió al departamento de recursos humanos que me dieran de baja, fui llamado a personal, donde me notificaron que por dormir durante el trabajo me sería rescindido el contrato laboral, para apoyar el despido me mostraron las fotos, pero en ellas se veía un bombero sentado, agachado limpiando herramientas, ya que el casco no permitía ver el rostro, me reí de ellos, argumentando que aunque era yo, no estaba dormido, lo que no podían probar por que no se apreciaba, acudí al sindicato en busca de ayuda y me la prestaron muy efectivamente. Uno de los Licenciados de personal me comentó amigablemente que era una maniobra para expulsarme del cuerpo de bomberos y que aún cuando saliera bien librado en esa ocasión, siempre tendría la amenaza de despido, me sugirió que buscara otra área donde me recibieran y terminarían mis problemas, me sugirió una, llamada Redap cuyo nombre era la contracción de Reportes y Datos de la Planta, en el área de Aceración. Me presenté de inmediato y expuse mi problema, el encargado de la oficina me dijo que, efectivamente, estaban solicitando un empleado, pero que debía ser oficinista, ya que para elaborar reportes se usaba máquina de escribir y calculadora, me sometieron a prueba y me quedé con el puesto. Regresé a personal a comunicar que había sido admitido y me castigaron 8 días. Fue molesto, pero una vez concluido el periodo inicié mi nuevo trabajo en la oficina, puse mucha atención para aprender las tareas a realizar y en poco tiempo me desenvolvía como pez en el agua. Me tocó vivir un suceso positivo; El departamento de Redap tenía oficinas en todas las áreas, incluyendo las básculas que pesaban el material que entraba –cal dolomítica, chatarra, carbón de coque, acero, etc,- como el que salía en productos terminados; -varilla, alambrón, pellets, planchón, etc, - los compañeros habían pedido una retabulación de categoría de la VI a la V, la empresa concedió la categoría V sólo para oficinas, lo que obligaría a los operadores de báscula a ir a la oficina, pero no aceptaron, ya que los traileros eran espléndidos con las propinas, para salir pronto de las largas filas que se formaban, era un importante ingreso extra que no estuvieron dispuestos a perder, por esta causa, yo, que había luchado mucho por la categoría V en bomberos, sin luchar me hice acreedor a la misma, este trabajo también me gustaba mucho, acudía diariamente al cuarto de control de BOF , contemplar el proceso de purificación del acero en un horno que producía un ruido ensordecedor y generaba un chorro de chispas era alucinante.

Biby
05-ene.-2012, 11:53
FELIZ AÑO A TODOS LOS FOREROS, fui a mi tierra y hoy día primero del año final, a las 7:00 p.m. recién llegué y amtes de ponerles un pedacito más de mi librito, quiero aprovechar para desear a todos ustedes, que este año se cumplan todos sus sueños.


http://3.bp.blogspot.com/-2px1pjweP6M/Tuu3H6BYJMI/AAAAAAAACN0/fOZnD4_Q4As/s1600/174-new-year-the-secret-law-of-attraction-plus.jpg

Feliz año pakasso, un abrazo.

Sigamos con tu historia que generosamente nos compartes. :)

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pakasso
07-ene.-2012, 16:17
Después iba a la otra parte llamada Colada Continua; ahí se vaciaban las ollas de acero líquido y se producían lingotes muy grandes que llamaban palanquilla, que posteriormente serían enviadas a Laminación para producir varilla corrugada y alambrón.
Habían pasado sólo dos meses de mi cambio, fui al cuartel de bomberos y propuse a otros excompañeros que buscaran un cambio a mi nueva área, pero no se los permitieron, con ese motivo, varios de ellos me fueron a visitar, tomamos algunas cervezas y se retiraron. Al día siguiente fui llamado nuevamente al departamento de personal. Esta vez me dijeron que el capitán, me acusaba de haber ido con algunos bomberos a su casa a insultarlo y a retarlo a golpes, enojado me defendí y le dije al responsable de la oficina “aquí, en el trabajo, el capitán se puede quejar de lo que quiera, pero una vez fuera de mi turno, soy libre de hacer lo que me de la gana con mi vida, aún a usted, si me faltara al respeto en la calle lo podría golpear y la acusación tendría que hacerla ante la autoridad municipal, no ante la empresa, por otro lado, ni cuenta me dí que hayan sucedido los hechos de los que me acusa, por lo que le solicito la versión escrita para presentarla como prueba, porque yo, si lo voy a demandar ante la autoridad”. Sorprendidos me dijeron que no aplicarían ninguna medida, pero que me recomendaban una entrevista con el capitán para que de forma pacífica resolviéramos nuestras diferencias. Salí enojado y me dirigí al cuartel, lo reté a los golpes, dispuesto hasta a que me corrieran, pero no aceptó.
Al paso del tiempo, la siderúrgica anunció un recorte de personal, estando mi departamento entre las áreas que iban a ser eliminadas, nos propusieron que pasáramos a personal de confianza , como supervisores, pero se ganaba más como sindicalizado y se tenía menos responsabilidad y preferí mi liquidación.
Hice lo que hacen muchos trabajadores; en lugar de pagar lo que aún debía de mi casa, pedí una prórroga al Infonavit, que me fue concedida por un año y compré mi primer automóvil. Uno grande, de 8 cilindros, marca Ford, línea Galaxie 500, usado, pero en muy buenas condiciones, corría como campeón y con él fui varias veces a mi pueblo y a muchas partes, tenía buena estabilidad y nunca me dejó tirado en la carretera, en una ocasión traje a mi suegra, a mi cuñada y a mi esposa y faltando unos kilómetros para llegar, a una velocidad tal vez mayor de 100 km por hora se reventó una llanta trasera, se colgó hacia la derecha, mientras yo hacía esfuerzos por corregir el rumbo, lo logré gracias a que contaba con dirección hidráulica, pasado el susto cambié la llanta y continuamos.

pakasso
11-ene.-2012, 13:03
Estaba nuevamente sin empleo, pero un amigo me informó que se estaba construyendo una planta de fertilizantes y que ahí podría encontrar empleo. Efectivamente, una compañía constructora me dio empleo como auxiliar de personal, por ese tiempo decidí cortarme el pelo al rape, lo que provocaba que los trabajadores me hicieran bromas, me llamaban “peluchín”, las obligaciones eran diferentes, muy temprano acudía al lugar donde se tomaba el camión de la compañía para verificar que los que subían fueran empleados de la misma, aunque alguna que otra vez, permití que subieran trabajadores de otras compañías que habían perdido su transporte, una vez llegados al área de trabajo, tomaba asistencia uno por uno y durante la jornada laboral, hacía trabajo de campo, acudiendo a los diferentes lugares donde estaban asignados para verificar que efectivamente estuvieran trabajando, en ocasiones había que subir a estructuras muy elevadas, que se interconectaban por algunas vigas, sin protección de ningún tipo, los soldadores –que fumaban mariguana- pasaban por estos peligrosos lugares bien alucinados y cuando llegaba a preguntar su número me decían “pásate para acá y te digo”, los veía bien y anotaba sus números, pero no cometía el error de pasar. Uno de ellos, creyendo que no iba a reportar que estaba ahí, esperó a que bajara de la estructura y me Lanzó una pesada tuerca que rebotó en mi casco de aluminio, no lo vi, pero me lancé nuevamente hacia arriba y no fue necesario preguntar el clásico ¿quién fue?, todas las miradas estaban dirigidas a él, bajé a la oficina de personal y reporté lo sucedido, mi jefe llamó de inmediato a los marinos, que lo trajeron y una vez cobrada su liquidación lo pusieron fuera de la obra, otra de las tareas a realizar, además de preparar la nómina, consistía en poner en sobres los salarios que se pagaban el sábado por la mañana. El Jefe de Personal mañosamente no pedía las monedas suficientes y en varias ocasiones el sueldo salía recortado por pequeñas fracciones, que sin embargo una vez sumadas resultaban en una cantidad importante, misma que sustraía para sus vicios. Fui testigo mudo de cómo el sindicato –CTM local- vendía a sus agremiados. Una mañana llegó a la oficina una denuncia de que se planeaba un paro de labores, se indicaba el día y la hora, finalmente una lista de algunos trabajadores que lo estaban promoviendo. De inmediato se preparó la liquidación y fueron sacados a la fuerza por los marinos, después el líder charro pasó a recibir su gratificación.
Ahí estuve todo 1982. Un excompañero de Redap que en ese tiempo se desempeñaba como Tesorero de la sección local del Sindicato Nacional de Trabajadores Mineros, Metalúrgicos y Similares de la República Mexicana, me solicitó que lo ayudara a organizar los comprobantes de 2 años de ejercicio, le dije que le ayudaría en tiempos libres, me presenté a sus oficinas y me entregaron un par de cajas con documentos –notas y facturas, estados de cuentas bancarias y fichas de depósito respectivamente, sin ningún orden-, me explicaron que “el Nacional les pedía información ordenada por meses, me di a la tarea de ordenarlos cronológicamente y después por concepto, resultando unos reportes que afortunadamente coincidían, cuando hube terminado el primer año, me ofreció empleo ahí, el sueldo era muy bajo y no estuve de acuerdo, me explicaron que solamente tenían dos categorías de empleados básicamente: Secretarias y Auxiliares de oficina y como sería el más nuevo, se esperaba que empezara por lo más bajo, no me convencieron, por el contrario, pedí el sueldo más alto, el de la secretaria más antigua y la designación de Auxiliar Contable, que al no existir, no provocaría reacciones adversas en el personal, esta vez que llegamos a un acuerdo, pedí una semana para renunciar a mi empleo en la constructora, que además me debía 80 horas extra. El Superintendente se dio cuenta y me mandó a llamar, me preguntó ¿porqué se va? Aproveché la ocasión para exponerle que me habían prometido un aumento de sueldo que nunca llegó, un ascenso que dieron en dos ocasiones a recomendados menos capaces que yo y por último que no me pagaban las horas extras. Me pidió que me quedara y me daría el ascenso y vería que me fuera pagado el mencionado tiempo extra, pero ya puesto en el camino no quise regresar.

pakasso
22-ene.-2012, 22:34
Mi ingreso a las oficinas del sindicato causó alguna extrañeza, pero siendo mi amigo el tesorero y a la vez jefe de personal, guardaron sus opiniones, la plantilla se componía de 8 secretarias, un secretario, 3 veladores y dos afanadores (un hombre y una mujer), por último, el auxiliar contable de nueva creación, todos nosotros a las órdenes de 8 o 9 funcionarios, tranquilos la mayoría de ellos, eso en cuanto al trato, pero varios tenían como amante a una secretaria o auxiliar, sin que fuera precisamente la que le servía en su oficina. Esto a Ana no le gustó nada, ya que el personal femenino, exceptuando a la señora del aseo, eran en su mayoría jóvenes y bellas, aunque algunas fueran casadas, con el tiempo tuvo que conocerlas de una por una y calmar un poco su desconfianza. Mis compañeras de trabajo, eran todas muy simpáticas, pero las más cercanas Guadalupe y Celina, colaboraron a que me sintiera muy bien en el trabajo, me respetaban mucho, me auxiliaban con los trabajos que había que realizar en la máquina de escribir, formamos un excelente equipo. Guadalupe. Morena, simpática y muy humana, me presentó a quien dijo era su primo, un joven apuesto, que vivía solo en una casa del Fideicomiso , muy sociable, trabajaba en Sicartsa – como casi todos los varones de la población, lo admiré desde ese momento, su casa era discreta, muy limpia y cómoda, con alfombra y una pequeña cantinita que presidía la sala, lo conocía por referencias y porque lo veía diariamente cuando esperaba que pasaran por mí para el trabajo, era muy divertido, contaba los chistes con mucha gracia y tenía un trato cordial, me enteré que era de Guadalajara, -al igual que Lupita- y nos hicimos buenos amigos.

pakasso
28-ene.-2012, 17:35
8.1.- Don Napoleón

En una ocasión, nos visitó el Secretario General del sindicato nacional Don Napoleón Gómez Sada, todo un señor, un tanto mal hablado, pero muy firme en sus decisiones y me enviaron con una combi a recibirlo al aeropuerto de Zihuatanejo, llegué con anticipación y me estacioné frente a la sala de entrada pero de inmediato me indicaron el estacionamiento del aeropuerto, una vez que hube estacionado correctamente me fui hasta la pista y al llegar el avión, lo vi bajar en una ceremonia muy especial, su comitiva formó una valla para que descendiera y sin preguntar se dirigieron hacia la sala de espera, los seguí de cerca, hasta que le oí decir con acento enfadado ¿Qué no mandaron a nadie a recibirme?
Los alcancé y me presenté, los llevé hasta la combi y subieron los que cabían, 10 solamente y los otros 6 tomaron un carro de alquiler, él se negó a ir atrás y se sentó adelante junto a mí, me volvió a preguntar mi nombre y mi puesto entre el personal, una vez explicado todo, me dijo con una gran sonrisa ¿cómo haces para que cuadren las cuentas de estos ca…? “ya les hacía falta alguien que supiera de eso, éstos solo saben hacer grilla”, antes de llegar al límite de guerrero con Michoacán, en un poblado llamado “Las Tamacuas” me pidió que me detuviera y los miembros de su comitiva bajaron a comprar apresuradamente algún vino de buena calidad, agua mineral, refrescos y hielo, así como vasos desechables y le sirvieron, en esta población funcionaban todos los tugurios que el entonces Gobernador del estado de Michoacán (Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano) había prohibido _ Había una anécdota malintencionada que contaba que cuando Cárdenas era aún estudiante comentó en su casa “Algún día seré Gobernador de Michoacán” y que Doña Amalia Solórzano le había contestado “ese día me meto de puta” y a eso se atribuía que prohibiera los congales, por supuesto, no pasaba de ser una maledicencia de la gente. A todos los que destacan, se les formula algún relato chusco por envidias o quien sabe porqué, la señora, su madre, siempre fue una mujer decente y él un buen gobernador.

. Me disponía a arrancar nuevamente cuando rugió ¿Qué no ven que adelante somos dos? Sorprendidos sirvieron otro vaso y me lo ofrecieron amablemente, apenado, me negué argumentando que no tomaba cuando manejaba pero me dijo en tono amigable ¡No te vas a emborrachar con un trago! Y enseguida con un guiño de complicidad, “nadie te va a regañar por acompañarme”, tomé de mi vaso apresuradamente y continuamos el camino. Al llegar a la Presa José María Morelos, nos marcaron el alto los elementos del Ejército Mexicano que cuidaban un retén, la fila era muy grande, calculé una media hora de espera, entonces ordenó ¡pásate la fila y te orillas adelante!, temí una agresión de los soldados y adelanté lentamente hasta llegar al frente, ahí me orillé, un teniente vino hacia nosotros furibundo y ordenó ¡bajen todos! Los vamos a revisar, de inmediato bajamos todos, menos él. El teniente muy enojado le abrió la puerta y le ordenó identificarse, Don Napo, como era conocido, no se inmutó, sacó una carterita como de acordeón donde traía unas 15 credenciales, algunas con la bandera nacional y por si fuera poco, una reluciente charola que no pude identificar y le dijo sonriente “Hágame favor de no volver a gritar, espero que me haya identificado a satisfacción. El teniente enrojeció visiblemente, se descubrió la cabeza de su gorra y saludó militarmente, para enseguida ofrecer disculpas por el trato dado. Todos, incluyendo a los soldados nos sorprendimos por el cambio de actitud. Don Napo nos ordenó continuar sin esperar a una revisión y así lo hicimos sin más contratiempos hasta Lázaro Cárdenas. Una vez que estuvimos en las oficinas, me volvió a sorprender, cuando después de saludar a los funcionarios locales, fue oficina por oficina saludando al personal, incluyendo a la señora de la limpieza. Fue una muestra de cortesía que nunca olvidaré, era algo muy especial ese señor. Manejaba con mano de hierro su sindicato y casi todo lo que había escuchado con respecto a él me hacían imaginarlo como una persona difícil de tratar y en una mañana se había mostrado como un ser humano muy sencillo.

pakasso
31-ene.-2012, 10:29
Esta época, que se prolongó por diez años fue de altibajos en mi relación matrimonial, -más bajos que altos- mis compañeras eran inquietas y juguetonas, apropiadas para los celos de mi mujer, en una ocasión decidió ir a buscarme a la salida y quiso mi mala suerte que justo ese día las compañeras me pidieron un aventón hasta el palacio municipal, les dije que sí, pensaba que eran las dos que me lo pedían, pero subieron todas a mi coche, no cabían y se apretujaron, incluyendo el asiento delantero, ni hablar, así emprendí el camino, pero… apenas dos cuadras de las oficinas, me encontré con que Ana me hacía señales para que me detuviera, así lo hice, recibiendo de inmediato una reclamación, apenado le indiqué que volvería en un momento y continué, algunas de mis pasajeras, avergonzadas decían “aquí nos bajamos te va a regañar tu esposa” pero yo un poco repuesto de la vergüenza les contesté “ya lo hizo, ahora que se aguante” y las llevé hasta donde iban. Por supuesto que estaba furiosa y discutimos una vez más, era el pan nuestro de cada día, a veces con razón y a veces sin ella, mi trabajo, en el que tenía que imprimir con un viejo mimeógrafo los volantes de las diferentes corrientes del sindicato en ocasiones me obligaba a trabajar hasta muy tarde, por otro lado, los funcionarios descubrieron que mi manejo de automóviles era seguro y que yo era muy discreto y me usaban como chofer para sus correrías por la zona de tolerancia en Las Tamacuas, los llevaba a sus casas totalmente ebrios, oliendo a tabaco y perfumes baratos de las meretrices, pero no me quejaba, todo era tiempo extra que reforzaba mi economía familiar, pero debilitaba la relación con mi pareja.

En el sindicato, mis ocupaciones eran diversas, trabajaba como si yo fuera el Secretario Tesorero (el puesto de mi jefe directo) y no solamente su auxiliar contable, controlaba también que las compañías constructoras estuvieran al corriente con sus pagos de Ayuda Social y cuotas sindicales, haciendo lista negra de las que no cumplían, para que los funcionarios les pararan la obra. Cuando algunas de estas compañías dejaba de cumplir, les visitaba en sus oficinas en el área donde estuvieran acampados y los conminaba a realizar los pagos correspondientes. Algunas también cumplían sin necesidad de coaccionarlas. Entre éstas se contaba una que dirigía un Ing. llamado Manuel. De sus asuntos se hacía cargo su hermana Ester, una mujer joven aún, morena, bien parecida, simpática y muy eficiente, ella presentaba los listados de sus trabajadores con puntualidad y hacía entrega de los cheques correspondientes a cada pago, me causó muy buena impresión conocerla, de presencia discreta y que se comportaba como la primera mujer empresaria que conocí –yo había conocido ya mujeres de muchos tipos diferentes: Secretarias, Educadoras, profesionistas, etc. Pero nunca a una que trabajara para su propia empresa, que en este caso era de su hermano, pero que representaba a la perfección, no la veía como una futura conquista – hubiera sido mirar muy alto- sino con auténtica admiración, por su desempeño.

pakasso
06-feb.-2012, 12:03
8.2.- Humberto y Yelly

Fue por este tiempo que conocí a Humberto y a Yelly. No recuerdo como se dio la ocasión, eran una pareja joven muy simpática, visiblemente fuereños, de tendencias políticas de izquierda. Él organizaba a los trabajadores del Fideicomiso y ella alfabetizaba a los policías industriales, iniciaron la organización de nuestra colonia de Infonavit Nuevo Horizonte, ya que el municipio no nos daba los servicios necesarios, con el argumento de que aún no le era entregado el conjunto habitacional, armaron toda una revolución para lograr que los colonos participaran y sin saber cómo, Ana y yo nos vimos involucrados en su grupo, de trato amable, se hacían querer con facilidad, en su casa tenían instrumentos que conocí por primera vez: un cuatro, una zampoña, un tresillo, Pandora, maracas y algunas flautas entre los que recuerdo. Enrolaron a un pequeño grupo de jóvenes y niños para formar un grupo de teatro que ofrecía funciones de vez en cuando en el Centro Social de la colonia, eran muy activos, pero les vino una persecución política que los hizo emigrar, él fue despedido de su trabajo en el Fideicomiso y a ella le negaron la entrada a la siderúrgica sin pagarle la última quincena. Se fueron a vivir a Acapulco, consiguieron trabajo en la Universidad de Guerrero y de vez en cuando venían a visitarnos. En una ocasión, llegaron por la madrugada, entraron y pidieron que apagara la luz, ya que los venían siguiendo, a la luz de una vela, encerrados en el baño lo pelamos al rape, se rasuró perfectamente el bigote y la barba y al amanecer parecía otro. Fue un remedio efectivo, nadie los molestó. En otra ocasión trajeron un proyector de cine y la cinta “La perla” una película de contenido social, que al amparo de la Universidad exhibían en comunidades pequeñas, la presentamos en el Centro Social con un lleno total por ser gratis y me propusieron ir con ellos a exhibirla a Caleta, un pueblito costero pequeño, al llegar solicitamos al dueño del cine local que nos permitiera exhibir la película gratuitamente y estuvo de acuerdo, anunciamos la función con un sonido desde un auto y llegada la hora, con el cine a reventar dimos principio, pero por alguna causa el audio falló, me pidieron que con un micrófono narrara la película, con la finalidad de que los asistentes entendieran, fue algo difícil, pero le puse entusiasmo y críticas al gobierno que usaba el ejército contra los desposeídos. Al terminar me sorprendió el aplauso del público, pero no me duró el gusto, cuando al encender las luces vimos que había venido todo el batallón de infantería, sin embargo no se dieron por ofendidos por mis palabras y nos agradecieron la distracción. Los visitábamos en Acapulco, disfrutábamos de su compañía, de la vista a la bahía que desde la colonia “La Mira”, donde vivían era estupenda y de la playa, también fuimos a ver una función de transvestistas
Reynaldo, un amigo común al enterarse que ya casi no venían Humberto y Yelly, nos trajo a presentar a René y Juana Rosa, otra pareja de fuera de esta región. Estos eran de Torreón, Coahuila, ella bonita de rostro apacible y muy amable; él, delgado, muy trabajador pero de ideología proletaria, luchador por los derechos de los trabajadores, inquieto, siempre activo, resultaron ser también excelentes amigos, nos visitábamos mutuamente y jugábamos dominó.
René militaba en un grupo cuya corriente ideológica era contraria a la del grupo de mis simpatías, sin embargo, esto no afectó nuestra amistad y fue él quien me introdujo en el mundo de la computación. Un día me comentó que habían abierto una pequeña escuela de computación, y me invitó a inscribirme en ella, haciéndome notar que eso tenía mucho futuro. Me convenció y fui a inscribirme, el plan de estudios contemplaba “Programación en “Basic”, “Cobol”, “Pascal”, “Fortran” y “RPG” no tenía idea de a qué se refería pero me inscribí, el maestro nos explicó sobre código binario, octal y hexadecimal además de otras cosas que nunca volví a escuchar, entusiasmado compré dos enciclopedias referentes al tema, pero no las entendía. Un amigo de mis tiempos de estudiante en Morelia, que ahora era Contador Público, de nombre Manuel, me solicitó que le prestara cuando menos una. Me explicó que trabajaba como maestro en el Conalep de la región y su cátedra era precisamente computación, a pesar de que nunca había visto una computadora antes de conseguir el trabajo, lo que me causó muy mala impresión de la calidad del plantel. Asistimos a la escuelita de computación durante treinta y seis domingos, de las 9 de la mañana a las 2 de la tarde y solamente nos enseñaron programación Basic. Se presentaba el maestro y después de pasar lista y dar los anuncios relativos a la operación de la escuela, escribía largos programas en lenguaje Basic, que nosotros copiábamos, procurando que no faltara ni una coma. René consiguió una pequeña computadora Comodore modelo 64, muy parecida a un Nintendo tecleábamos el programa para grabarlo en un casette de sonido, como cualquier otro, esto lo hacíamos con una grabadora a la que llamaban dátasete, parecería un proceso normal, pero cuando se daba la orden de ejecutarlo, la datasette, recorría el casette, buscando el programa y a veces no lo localizaba, esto era muy lento, pero mejor a la técnica de grabado de tarjetas perforadas, que acababa de pasar de moda. Capturamos varios programas, sin lograr que funcionaran, preguntamos en la clase, al maestro, cual era la razón y no supo explicarlo, tratando de demostrar que si funcionaban sus programas, nos hizo capturarlos nuevamente en la única computadora con que contaba la escuela y ahí corrieron muy bien. Investigando por fuera, nos enteramos que la mayoría de las computadoras eran compatibles con la marca IBM, mientras que muy pocas con la marca Apple-Mckintosh, precisamente la que había en la escuela, también descubrimos que las instrucciones de Basic para una u otra marca eran ligeramente diferentes. Abandonamos la escuela y decidimos probarnos qué tanto habíamos aprendido. La sección local del Sindicato de Mineros realizaba asambleas de agremiados cada semana y tenían un problema fuerte; en la asamblea, los asistentes ponían en boletos pequeños su número de trabajador y lo entregaban a la salida. Después el Consejo de Vigilancia y Justicia los ordenaba numéricamente, abrían el kárdex y anotaban la asistencia en la tarjeta personal de cada trabajador, después lo volvían a abrir y hacían un listado de los no asistentes. Este proceso les llevaba de tres a cinco días. René y yo nos pusimos de acuerdo, capturamos los datos de todos los trabajadores e ideamos un programa que al teclear el número, buscara el registro correspondiente y le pusiera una señal de asistencia y que al terminar de capturar, con otra rutina listara los que no tuvieran la asistencia, nos quedó bien, ahora todo lo hacía una secretaria en un tiempo de 3 o 4 horas, incluyendo los reportes, pero tenía un detalle, era muy lento, tardaba una hora en ordenar todos los números, pero de cualquier forma la diferencia era enorme, en lugar de 4 personas, se ocupaba solo una. Les entusiasmó tanto que me pidieron investigar cuánto costaba una computadora formal y una vez obtenido el dato -6`000,000.00 de pesos aproximadamente, me extendieron un cheque por esta cantidad, me prestaron un Volkswagen nuevo y me mandaron a la ciudad de México a adquirirla, me acompañaron Ana y el presidente de Consejo de Vigilancia. Encontramos una tienda especializada en equipo de cómputo y elegimos la que al parecer era la mejor, una computadora de escritorio horizontal –como eran las primeras computadoras de escritorio- con memoria RAM de 640 kb, un disco duro de 10 Mb y monitor monocromático en verde fosforescente, marca Elektra, complementada con una impresora de matriz de puntos –las que usaban cinta-, para tamaño carta, marca Electrón y una caja de hojas de papel stock de un tanto por el importe del cheque, solamente con un contratiempo, no podía traerla desde allá en el auto, ya que por el mal estado de las carreteras podría sufrir algún daño, por lo que me hicieron el envío en avión hasta Zihuatanejo. Tres días después me notificaron que debía ir por ella, la instalamos en la oficina de tesorería y al correr el recuento de la memoria nos marcó solamente 516 kb, hicimos el reclamo y la tienda aceptó que por un error no se habían puesto todos los chips de memoria me enviaron el faltante por la misma vía con la recomendación de usar una pulsera electrostática, ya que el tocarlo con las manos lo podría inutilizar.

pakasso
07-feb.-2012, 18:23
René lo instaló con mucho cuidado, resultando que efectivamente, el contador de memoria marcó 640 kb.
Por ese tiempo llegaron al sindicato una comisión de científicos de la UNAM, del campus Xochimilco, quienes venían a realizar estudios de salud a los obreros. Al mando de la Doctora Assa Cristina Laurel, que tenía toda la apariencia de extranjera, blanca, alta, delgada y muy amable, atraído por la curiosidad de los estudios que realizaban me acerqué y le escuché decir a uno de sus asistentes “si al menos contara con una computadora, esto sería muy fácil” sin pensarlo y con mucho orgullo le dije, yo tengo una, me miró incrédula, -en Lázaro Cárdenas casi nadie las conocía- me preguntó ¿en dónde? Aquí mismo, en las oficinas, le respondí. Después de consultar con el Secretario General, se la prestamos, pero me quedé para ver que hacían, con unos disketts de 3.5 pulgadas instaló sus programas y ahora si, avanzaba muy rápido, con sorpresa, me di cuenta que lo que se visualizaba en la pantalla no se parecía a lo que desplegaba nuestro programa de asistencia a las asambleas, después de contarle lo poco que sabía, me informó que estaba usando un programa de bases de datos llamado D´base III, que era muy rápido y seguro, que además permitía programación lineal, por lo que era muy fácil de aprender. Convirtió mi lista de trabajadores en una hoja de cálculo de Lotus – programa que después se llamaría “Quatro” y finalmente “Excel” hasta la fecha. Posteriormente, transformó la hoja de cálculo en una base de datos y me enseñó las ventajas de ordenar los registros alfabéticamente, numéricamente o por algún campo. Bastó una orden “sort” o “index” para lograrlo en un minuto, mientras que nuestro programa tardaba una hora o más en hacerlo. Emocionado le pedí una copia y accedió de inmediato. Corrí a contárselo a René, que no me creyó, hasta que hice la misma demostración quedando convencido. Él, mucho más inteligente, se dio a la tarea de investigar el manejo de este programa, compró algunos libros y en 15 días, se encontraba programando a cualquier hora – comentaba Juana, que se despertaba en la madrugada y encendía su pequeña computadora-. A partir de ahí me ayudó cada vez que tenía un nuevo reto que realizar en la mía, los trabajadores se admiraban, cuando por alguna causa el sindicato tenía que hacer pagos. Solicitaba la nómina de Sicartsa en formato de hoja de cálculo, actualizaba la última que me hubieran facilitado y diseñaba un programa para imprimir recibos, el editor de texto se llamaba “side Kick”, ya que aunque el editor de textos “Wordstar” estaba de moda, no me servía y D`Base no lo ejecutaba. Por defecto conocí, –todos regalados- otros programas, entre los que recuerdo “BannerManía”, que permitía hacer grandes letreros en varias hojas, con diferentes tipos de letra y agregaba algún dibujo sencillo; “PrintMagic”, que aunque solamente usaba una hoja, tenía muchos dibujitos y del mismo modo “PrintMaster”. Éste lo trajo mi antiguo maestro de la escuelita de computación, porque no sabía cómo usarlo, yo tampoco, pero observé que la impresora hacía una raya repintada muchas veces y se me ocurrió avanzar un brinquito entre cada pasada, descubriendo que se formaban dibujitos, después aprendimos a configurarlo y era una maravilla.

Biby
07-feb.-2012, 19:53
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http://www.maths-tuition.co/images/computer-work2.jpg

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pakasso
11-feb.-2012, 09:43
De algún modo llegaron unos diskettes de 5 ¼ de pulgada con tutoriales llamados “Aprendam… os Lotus, Word y algunos otros, me fueron de gran ayuda, mi puesto en el sindicato era muy respetado.

Por este tiempo se corrió un rumor de que a mi hermano Mauricio lo habían matado, le pedí ayuda al Secretario de Asuntos Políticos para investigar y él , valiéndose de sus relaciones, lo hizo en varios municipios, sin encontrar nada, pero sucedió algo extraordinario, Lourdes, la última mujer que había traído a la casa, se presentó llorando y nos dijo que le habían contado del supuesto asesinato de mi hermano y luego se fue, traté de localizarla, por supuesto, en las cantinas, Ana me acompañó a la zona de tolerancia para preguntar por ella y en un lugar donde lo hice, me atendió una señora ya entrada en años y le conté más o menos porqué la buscaba, sorprendida me preguntó ¿Tú eres Francisco Tapia de Apatzingán? Le contesté afirmativamente y entonces me volvió a preguntar ¿tu padre se llama Bonifacio Tapia? Le dije que si, entonces me abrazó y me dijo “él fue mi “viejo” por un tiempo, pero lo perdí” entonces me volvió a preguntar ¿tienes un tío que se llama Francisco Tapia también? Nuevamente le dije que si, entonces me dijo muy amable, “ven cuantas veces quieras, puedes disponer de todo lo que hay aquí, bebida, música o mujeres, me siento feliz de conocer a un hijo de Bonifacio” me sorprendió, pero agradecí su oferta, aunque nunca volví por ahí, a Lourdes no la encontramos por ninguna parte, pero un día una de mis hermanas me comunicó que Mauricio estaba bien, al parecer en el estado de Colima. Efectivamente, pasado un poco de tiempo se presentó ante mí, venía sin dinero, los zapatos rotos y otra mujer, me contó que ésta era bailarina, le ayudé para la compra de zapatos y le di algo de ropa, así pasó algún tiempo, cuando regresaron, traían un hermoso niño güerito al que habían bautizado con el nombre de Cruz Candelario, mi nueva cuñada, Érika, era muy tranquila, bella y amable, a pesar de ser bailarina de cantina, nada en su personalidad lo delataba, los visitamos en Apatzingán y tiempo después les llegó una niña, de la que nos hicieron padrinos, la vida parecía normal, pero ahora tenían con ellos a una hermana de ella, una muchacha muy bella, de cuerpo escultural llamada Martha, que igual se dedicaba a bailar en cabarets, aún no cumplía los 15 años y era un bocado muy codiciado por los asistentes.

pakasso
14-feb.-2012, 12:46
Por este tiempo se corrió un rumor de que a mi hermano Mauricio lo habían matado, le pedí ayuda al Secretario de Asuntos Políticos para investigar y él , valiéndose de sus relaciones, lo hizo en varios municipios, sin encontrar nada, pero sucedió algo extraordinario, Lourdes, la última mujer que había traído a la casa, se presentó llorando y nos dijo que le habían contado del supuesto asesinato de mi hermano y luego se fue, traté de localizarla, por supuesto, en las cantinas, Ana me acompañó a la zona de tolerancia para preguntar por ella y en un lugar donde lo hice, me atendió una señora ya entrada en años y le conté más o menos porqué la buscaba, sorprendida me preguntó ¿Tú eres Francisco Tapia de Apatzingán? Le contesté afirmativamente y entonces me volvió a preguntar ¿tu padre se llama Bonifacio Tapia? Le dije que si, entonces me abrazó y me dijo “él fue mi “viejo” por un tiempo, pero lo perdí” entonces me volvió a preguntar ¿tienes un tío que se llama Francisco Tapia también? Nuevamente le dije que si, entonces me dijo muy amable, “ven cuantas veces quieras, puedes disponer de todo lo que hay aquí, bebida, música o mujeres, me siento feliz de conocer a un hijo de Bonifacio” me sorprendió, pero agradecí su oferta, aunque nunca volví por ahí, a Lourdes no la encontramos por ninguna parte, pero un día una de mis hermanas me comunicó que Mauricio estaba bien, al parecer en el estado de Colima. Efectivamente, pasado un poco de tiempo se presentó ante mí, venía sin dinero, los zapatos rotos y otra mujer, me contó que ésta era bailarina, le ayudé para la compra de zapatos y le di algo de ropa, así pasó algún tiempo, cuando regresaron, traían un hermoso niño güerito al que habían bautizado con el nombre de Cruz Candelario, mi nueva cuñada, Érika, era muy tranquila, bella y amable, a pesar de ser bailarina de cantina, nada en su personalidad lo delataba, los visitamos en Apatzingán y tiempo después les llegó una niña, de la que nos hicieron padrinos, la vida parecía normal, pero ahora tenían con ellos a una hermana de ella, una muchacha muy bella, de cuerpo escultural llamada Martha, que igual se dedicaba a bailar en cabarets, aún no cumplía los 15 años y era un bocado muy codiciado por los asistentes.

pakasso
15-feb.-2012, 11:27
En el sindicato, con motivo de fin de año, se hizo tradición que los funcionarios ofrecieran a los empleados una “Cena-Baile” de ambiente familiar, nos regalaban arcones navideños y hacían rifas de algunos electrodomésticos pequeños, lo pasábamos muy bien, varias veces fui el ganador de arcones y me tocaba agradecer, al micrófono, por la bondad de los patrones y sin querer me volví el representante del personal. De igual manera conseguí la confianza de mis jefes directos, los tesoreros que se sucedían, al grado que en ocasiones yo sabía la combinación de la caja fuerte y ellos no, llevaba el manejo de bancos, las declaraciones ante la Secretaría de Hacienda, sin recibir nunca una multa por errores, tramitaba placas y tarjetas de circulación para los vehículos y hacía pequeños servicios de mantenimiento del edificio, tenía un juego de llaves de todas las oficinas, arreglaba puertas y ventanas, dirigí la construcción de un aljibe y la instalación de la bomba, cambiaba focos fundidos y hasta arreglaba desperfectos en los baños. En una palabra, me puse la camiseta y recibía a cambio mejor trato y consideraciones, cumplía a tiempo y nadie me pedía cuentas por mi trabajo. En algunas ocasiones, al terminar de pagar en Sicartsa nos quedaban muchos sobres no cobrados, llenaba mi portafolios con ellos y mientras que la basura y los comprobantes salían en una caja grande, que transportaban en una camioneta, custodiados por varios trabajadores, yo salía con mi portafolios en mi carrito –Volkswagen, tipo Caribe- sin protección alguna. Afortunadamente nunca tuve un tropiezo. En una ocasión se lo confié a un vecino y me dijo “amigo, no sea pendejo, pélese de una vez, con ese dinero puede ir a donde quiera, cuando lo busquen, ya no lo encontrarán”. Sonaba fácil, pero no era mi estilo, solamente que aquello me hizo pensar en dos cosas: Primero, que corría un riesgo muy grande al transportar dinero ajeno, y Segundo, que fue un error haber comentado con el vecino el sistema, ya que hasta él, llevado por la codicia podía asaltarme. Razoné la primera idea con los funcionarios y contratamos los servicios de una empresa de seguridad para el traslado de dinero en adelante.

pakasso
17-feb.-2012, 13:34
Una ocasión, con motivo de un intercambio de regalos por el fin de año entre los empleados, vi que llevaron una hermosa guitarra y comenté con mi mujer “ya llegó mi regalo” y nos reímos, cuando subió el compañero que la llevaba anunció que era para mí. Fue una sorpresa muy agradable.

8.3.- Pleito de borrachos

Precisamente en un evento de este tipo tuve una pelea de esas sin motivo que se dan entre borrachos, llegué con mi esposa al lugar del evento (para empleados del sindicato) y me encontré con una mesa muy larga en la que había varias botellas de ron refrescos y hielo. Nos ubicaron y empecé a tomar, de pronto de otra mesa, vino un comisionado sindical y sin decir agua va se llevó los refrescos, una acción normal, pero un poco más adelante pensé servir una cuba a mi esposa y al no encontrar refrescos, con la misma naturalidad fui a la otra mesa y les tomé un refresco, regresé a mi mesa y hasta ahí llegó el comisionado anterior, quien me tomó por el cuello con insultos, me levanté para responder a la agresión, pero había invitados de el “Nacional” y de las autoridades locales, por lo que no me lo permitieron y se llevaron al sujeto evitando la pelea, sin embargo, ya estaba encendida la mecha. Cuando el conjunto anunció el final de su contrato, le ofrecieron pagar otra hora para que siguiera tocando. Todo parecía normal, pero al no haber refrescos en mi mesa, me levanté para ir a la barra a pedir una agua mineral, mi rival ocasional vio la acción desde su mesa, se levantó de inmediato y se dirigió a mí, nuevamente con insultos, ahora no hubo tiempo de que nadie interviniera, nos lanzamos el uno contra el otro y no le pegué ni él me pegó, llevado por el impulso, fui a caer bajo una mesa desde donde me di cuenta que él se levantó primero y venía nuevamente a atacarme, me levanté apresurado, volcando la mesa y los vasos y botellas que tenía sobre, ahora si, el intercambio de golpes fue intenso, curiosamente, no sentía que él me tocara y mis golpes parecían leves empujoncitos. De pronto me sujetaron los amigos tratando de tranquilizarme, yo, pensando que aquél intentaría aprovechar que me tenían sujeto, di vuelta con todas mis fuerzas, derribando otras mesas, no podían detenerme. En esta lucha trataba de localizarlo, pero no lo veía, hasta que mi esposa enojada por el ridículo que estaba haciendo me dijo “ya lo tiraste”, ¿qué más quieres? Efectivamente, estaba derrumbado al pie de la batería del conjunto, pero como estaba muy borracho, ya encarrerado, pedía que lo sacaran para golpearlo más. Algunos me llevaron a mi casa y pensando que iría a buscarlo a la suya se quedaron a seguir tomando conmigo, en el patiecito de enfrente, amanecía cuando tuvieron la idea de ir al menudo , y allá fuimos, con el menudo acercaron cebolla rebanada y limones. Yo creyendo que le ponía cebolla a mi plato lo surtí de rebanas de chile perón y cuando me di cuenta del error era tarde, tomé agua en cantidades industriales buscando alivio, limón y sal, después me fui a casa y dormí el resto del día.

Los funcionarios se iban de parranda a donde quiera, por ejemplo, en una ocasión fueron llamados por el nacional, a la ciudad de México. Llegaron con un día de anticipación y se fueron de parranda a un tugurio que se anunciaba mediante tarjetas de presentación como “Pieles Finas”, en lo más emocionante de su estancia, llegó un grupo de malandrines con pistola en mano y los despojaron de todo: dinero, carteras, identificaciones y hasta las mochilas con su ropa para 2 días. Totalmente despojados tuvieron que presentarse ante Don Napo, quien los regañó por no haber llegado directamente al hotel Minero y les prestó dinero suficiente para que regresaran. En ocasiones inventaban alguna comisión para no presentarse a sus casas durante algunos días, pero se olvidaban de dejar lo necesario para el sustento de la familia, sus mujeres me llamaban angustiadas y después de enterarlas a dónde, supuestamente, habían tenido que ir. Les daba algún dinero, que lógicamente informaba a ellos a su regreso para que hicieran los arreglos necesarios para borrar la deuda.

pakasso
19-feb.-2012, 16:20
El personal, todos en general, apoyábamos parejo, en sus huelgas o paros preparábamos ollas de café, que distribuíamos a los piquetes de vigilancia durante la noche, en una ocasión, apoyados por una camioneta de la Cooperativa sindical, fuimos rodeando por la segunda etapa de la planta, hasta la playa, aún no se hacía una carretera, y nos sorprendió la tormenta, se inundó el estero y se alborotaron los pequeños caimanes, los veíamos pasar frente a las luces como saetas, lo normal era que hubieran caimanes adultos, la brecha estaba también inundada, solo que al ser camino era más compacta, de pronto caímos en una pequeña depresión y la camioneta se apagó, el agua llegaba hasta la plataforma y no teniendo más remedio bajamos a empujar en medio del agua hedionda del pantano.
En otra ocasión tuvieron la desafortunada idea de hacer una huelga de hambre, aguantaron una semana, en la que les surtimos de sueros y miel, eso sin contar con la elaboración de miles de volantes. Total apoyo, en ocasiones nos lo agradecían con un pequeño aumento de salario, en ocasiones nada.
Un suceso que causó revuelo ocurrió cuando mediante movimientos políticos, le movieron el tapete a mi jefe directo, el tesorero, un joven muy activo llamado Gilberto. De alguna forma lograron que “El Nacional” anunciara una auditoría a la tesorería de la sección. Enterado, mi jefe, dijo con alarma: ¡ahora sí nos llevó la…! Lo tranquilicé, haciéndole saber que la mayoría de los informes estaban bien fundados con documentos reales y estados de cuenta bancarios. Llegaron muy serios y solicitaron la entrega de todos los documentos, se les proveyó de una cafetera y 2 secretarias, a su elección para que los auxiliaran, se les instaló en un buen hotel y por las noches se les invitaba a los antros, muy bien atendidos. Como yo era el más cafetero, hice amistad con el auditor, quien poco antes del término me dijo “en general van bien, pero tienen un brinquito muy importante, tienen un recibo por una cantidad muy fuerte, de la que no veo, ni el ingreso al banco ni la salida correspondiente y rebasa la tolerancia que normalmente concedemos, alarmado, lo comenté con Gilberto, quien al parecer no le dio importancia y me dijo, “ya mañana veremos, te invito a beber hoy”. Lo llevé a su casa perdido de borracho, sin que mencionara una sola vez el problema. Al día siguiente, ante mi sorpresa, dijo ¡ya sé qué es!. Todo se reducía a que la empresa entregó al sindicato , mediante el tesorero, un cheque por una cantidad muy grande, conteniendo la caja de ahorro de los trabajadores, pero el sindicato local, decidió que mejor el pago lo hiciera la propia empresa y sin guardar las formas, al regresar el cheque para este procedimiento no recogieron el recibo correspondiente, por lo que sólo había registro del ingreso, pero no de salida. Se reclamó de inmediato el documento a la empresa, donde manifestaron que estaba disponible desde hacía meses, sólo esperando a que pasaran por él. Una vez recuperado, se presentó a los auditores y todo quedó dentro de lo normal. Fue un proceso dentro de lo cotidiano, pero me atribuyeron el triunfo.

pakasso
24-feb.-2012, 14:06
Fue por esta temporada en que ingresó una nueva secretaria a las oficinas del sindicato; ¿su nombre? Silvia, de Playa Azul, de estatura regular, más o menos 1.70 m. rubia, muy bien formada, a todos nos llamó la atención, de carácter desenfadado, alegre y muy cordial. Los hombres la mirábamos con codicia y las mujeres con envidia, resultó ser muy eficiente y buena compañera, me hice adicto a ella, pero solamente como compañero de trabajo. Me gustaba mucho. A pesar de su juventud, su escultural cuerpo y su belleza, era muy sencilla. Mi esposa la veía con desconfianza y me inventaba amoríos con ella ¡Que más hubiera querido yo!, sólo fuimos buenos amigos. Mi hijo, aún pequeño, de forma inocente comentó un día que llegamos tarde a comer porque la llevamos al mercado a comprar queso. Eso abrió la llave a un chorro de reclamos celosos y pleitos interminables. Un día por fin, Silvia renunció al empleo.
Con este motivo se abrió una convocatoria para buscar una secretaria nueva. Me comisionaron para seleccionarla entre varias aspirantes, invité a la maestra de taquimecanografía del Seguro social para que realizara estas pruebas y eligiera a la mejor, este concurso lo ganó una señora de aspecto agradable, pero muy decente, de igual manera resultó, para mí, ganadora en urbanidad y en ideología laboral, conforme a lo que se manejaba, pero al presentarla a los funcionarios, la rechazaron, ya en confianza, me dijeron que querían a una secretaria que engalanara con su presencia las oficinas, que la señora estaba muy bien de conocimiento y eficiencia, pero no. Les dí carta abierta para que eligieran la que les pareciera mejor y lógicamente eligieron por sus atributos femeninos, no por su eficiencia.

pakasso
26-feb.-2012, 13:57
La señora del aseo – Doña Santos- era la clásica mujer costeña, alegre, dicharachera y pícara-, la parte trasera de las oficinas daban al malecón del río balsas, ahí las parejitas iban por la tarde a noviar. Una tarde de esas entró a mi oficina y me dijo “Paco, asómate a la ventana, hay función gratis, no le entendí de pronto y me asomé. Efectivamente, una pareja se acariciaba un poco más de lo normal, volví a mi lugar pero a poco rato llegó mi jefe y me pidió que fuera a la oficina contigua a recoger un documento, y al llegar me sorprendió ver que varias secretarias y comisionados se arremolinaban en la ventana para ver los desfiguros de la parejita. El señor del aseo – Don Luis-, que también era un pícaro, con ese pretexto se pegó a Doña Santos, pero imagino que lo hizo de forma muy notoria porque ella, sin decir agua va, le dirigió una cachetada con mucha fuerza. Él, hombre de campo, delgado y muy ágil, la evitó agachándose pero la mano no se detuvo hasta chocar con el rostro de un comisionado gordo que se encontraba cerca. Se tambaleo y estuvo a punto de caer. Doña Santos enrojeció de la vergüenza por el error y a punto de llorar pedía perdón, mientras Don Luis escapaba a todo correr. La carcajada general fue tan fuerte, que la parejita, que se encontraba como a 15 metros, fuera de las instalaciones, se separó, retirándose de inmediato.

pakasso
27-feb.-2012, 09:49
IX.- PROBLEMAS FAMILIARES

Mi hermano Mauricio seguía su vida, sin preocuparse de nada, con fuertes problemas conyugales, ya que al parecer, ahora tenía dos mujeres, mi cuñada Érika y su hermana Martha, a las que regenteaba y se había vuelto adicto a la cocaína, según nos llegaban los rumores, hasta que un día, el hilo se rompió. Entonces ellas huyeron de su casa y vinieron a refugiarse a la mía, nos contaron que él las explotaba mucho para poder sufragar sus gastos de drogadicto, que en un principio los tres ingerían droga, pero que ellas ya se habían retirado y él no quería hacerlo, hasta que decidieron no soportarlo más y terminaron a golpes, por eso se habían salido de la casa. Conociendo a mi esposa, con su carácter celoso y queriendo evitar también un pleito en mi casa, fuimos Ana y yo a Apatzingán, ahí vimos a Mauricio y platicamos con él, le dije que viniera por sus mujeres y efectivamente, regresó con nosotros a Lázaro Cárdenas, pero no solucionó nada, él y Érika llegaban por la madrugada con Martha cayéndose de borracha y sus pleitos eran continuos, por lo que previendo el mal ejemplo que daban a mis hijos, les pedí que se marcharan, fijamos un plazo razonable y poco antes de que se cumpliera, recibí, en mi trabajo un llamado telefónico de Ana, que me decía que Érika se había salido de la casa con sus hijos y Mauricio estaba borracho y agresivo, regresé a la casa y traté de hablar serenamente con él, pero no me escuchó, insistía en que yo me había llevado a su mujer y me daba un plazo de 7 días para que le entregara a las dos en Apatzingán o en caso contrario se olvidaría de que éramos compadres, se fue y anduvo un par de días en Lázaro, diciendo a mis amigos que me iba a matar, increíble por ser mi hermano, Martha me pidió ayuda para no regresar con él y presentó una denuncia penal, por ser menor de edad. Mauricio, mientras tanto visitó a Pedro, a Reynaldo y a mi hermano Gonzalo, regando amenazas en mi contra y buscando apoyo, pero en todos lado recibió la misma respuesta negativa. Se fue a Apatzingán y continuó su campaña en mi contra, visitó a mi tía Felipa –hermana de mi papá- y le pidió a Rubén su esposo, que le vendiera una pistola, Anselmo, me previno en una ocasión de que pensaba venir, entonces le dije “si Mauricio viene, apenas baje del autobús lo meto al bote, sus mujeres metieron denuncias y sólo porque no he querido, no está en la cárcel, puedo hacer que lo detengan allá”, lógicamente no lo haría, a mí nunca se me olvidó que es mi hermano, Me avisaron que mi hermano Felipe estaba muy grave, de unas úlceras y fui a Apatzingán, llegaron también mi hermana Estela y mi hijo y cuando esperábamos que nos permitieran verlo en el hospital, llegó Mauricio, quien me veía con el ceño fruncido, después me enteré que había intentado agredir a mi hijo, lo que no sucedió por la intervención de los hijos de Abraham, y eso estuvo bien, mi hijo, estudiaba en la Militar de Aviación en Zapopan, Jalisco y ya no era el niño que Mauricio conoció, sino un joven fuerte físicamente y preparado para la defensa personal. Felipe estuvo muy grave, mi amigo Armando, que ahora era Doctor, nos recomendó a un colega de oficio que tenía una clínica y lo llevamos ahí, dado que en el hospital se declaraban impotentes para salvarlo. Fue necesario conseguir sangre de su tipo AB+ -difícil y escasa- por lo que tuve que recurrir al Banco de Sangre de Uruapan en 3 ocasiones. Un hermano de Roselia –mi ex de la infancia- me acompañó y donó sangre, ya que aunque no la vendían, era necesario llevar dos donadores y 750 pesos por cada unidad –supuestamente para prepararla- y de esa forma en 10 días lo dieron de alta para continuar su vida. Nosotros, como siempre nos habíamos hospedado en la casa de mi suegra y nos contaron que una noche, Mauricio y un malandro habían estado espiando la casa para atacarnos, un día antes de que Felipe fuera dado de alta, nos despedimos de él recomendándole que no lo comentara con nadie, y emprendimos el regreso, después nos enteramos que habían ido a esperarnos en la carretera.

pakasso
04-mar.-2012, 16:13
9.1.- Mis hijos

Después de mi primer hijo varón, al año siguiente nos nació una mujercita, con lo que ya teníamos la pareja, decidido a no procrear un montón de hijos a los que no pudiera dar una educación adecuada – como nosotros, los hijos de mi padre y de mi madre- y un tanto por evitarle riesgos a mi esposa, decidí que no habría más hijos, lo comentamos Ana y yo y ella empezó a tomar anticonceptivos, orales e inyectables. Pero ocho años después, tal vez tuvo un descuido porque resultó embarazada nuevamente, me enojé mucho, pero tuve que aceptarlo y llegó una niña más.

La insté para que se operara de una vez, pero no quiso, en una consulta con mi doctora del Seguro Social, comenté esto y me aconsejó que me hiciera una vasectomía, me gustó la idea, pero tenía miedo de perder la libido y dejar de funcionar sexualmente, me comentó que esto no sucedía, que su marido funcionaba perfectamente, sin la preocupación de embarazo, la pareja disfrutaba plenamente del sexo, para reafirmar lo dicho me nombró a otras parejas que habían pasado por esa experiencia. Tomé nota y en un arranque de audacia, entrevisté a algunas de las señoras mencionadas, sobre el tema. Las reacciones fueron muy diversas, desde incredulidad hasta indignación, pero obtuve información muy importante para mí.
Me decían por ejemplo y a usted, ¿Qué le importa?, explicaba el motivo lo mejor posible y conseguía que me dijeran en confianza “pues, si se hizo la vasectomía y funciona muy bien” pero ahora que sabe que no dejará hijos regados se ha vuelto más coscolino”, o el problema es que ahora quiere tener sexo a cada rato, donde sea, se ha soltado. En general todos continuaban su vida sexual sin problemas, sólo una me dijo, “el mío no funciona bien, pero creo que es porque tenía mucho miedo de hacerse la operación”. Eso me motivó y enterado que llegaría un cirujano muy experimentado hice mi cita, que llegó muy rápido, recibí un aviso con la fecha, era en domingo por la mañana, acudí puntual al área de urgencias, expliqué el motivo de mi visita y me enviaron a una enfermera muy joven para que me preparara, trajo un pequeño jabón, una navaja de rasurar y un rastrillo, me pasó a un baño y me pidió que rasurara el área genital. Con mucho cuidado procedí, pero la enfermera entraba a cada rato para preguntar si había terminado, tuve que decirle, apenado que no era fácil, que la cara estaba lisita pero los testículos arrugados y no me quería cortar, cuando al fin terminé dijo que tenía que cerciorarse de que lo había hecho bien y con una mano examinó los testículos, eso me provocó una fuerte erección, a pesar de la vergüenza que tenía, no se inmutó, de su pequeño maletín extrajo un cubito de hielo, lo aplicó a los testículos y la erección desapareció como por arte de magia, pasamos al quirófano y preguntó por el cirujano, la respuesta fue burlona “anda afilando el tranchete . Me pusieron en el quirófano y me hicieron una ráquea , después procedieron a embadurnar mi zona genital con un desinfectante , supongo, lo hacían tres enfermeras y cuando llegó el cirujano me dijo “a ver, ¿cuando habías tenido a tres bellas mujeres masajeándote ahí?, se rieron, no supe que decir y aún siguiendo la broma me dijo “me tardé un poco porque fui a capar un puerco a Las Guacamayas”, ahora me reí yo y procedió, vi como hacía un pequeño corte con el bisturí por la parte baja de los testículos, después, con una pinza extrajo una tripita delgada, la amarró en dos lugares y cortó en medio, extrajo dos pequeñas muestras y procedió a coser nuevamente me indicó que debería descansar un rato antes de incorporarme, las enfermeras en tono burlón me decían como una canción de moda “prometes y prometes y nada”, una media hora después, me ayudaron a incorporarme, me indicaron que no debería comer carne de puerco hasta que cicatrizara el corte y que no tuviera relaciones sexuales con mi esposa durante un mes, tiempo en que debería volver para que me hicieran un análisis a fin de comprobar que no había espermas. Regresé a casa como “charrito” con las piernas arqueadas, procurando ni siquiera rozar las herida que por supuesto no dolía gran cosa, al día siguiente teníamos una invitación a un 15 años y no podíamos faltar, fuimos y bailamos, pero no tomé alcohol, me dieron 14 días de incapacidad que no fueron necesarios, trabajé todos los días y cobré mi salario y la incapacidad, al mes regresé para el estudio y nuevamente la enfermera me llevó al baño con un pequeño frasquito, donde debía depositar el semen, le indiqué que yo solo no me inspiraba, se rió mucho y me trajo una revista con algunas mujeres en bikini, indicándome que sólo esa ayuda me podía dar, que le echara imaginación, entregué la muestra y en una semana me dieron un documento con los resultados: El semen no contenía espermas. Lógicamente mi familia se dio cuenta de esto. Una de mis cuñadas me dijo burlona “ahora si ya valiste, no vas a servir para nada” contesté la burla con un “no doy muestras gratis” y así quedó el asunto. Obviamente, no tuve problemas de ningún tipo, por el contrario, llegué a recibir insinuaciones de probar que funcionaba bien, pero Ana me era suficiente, nuestros pleitos y reconciliaciones requerían de mucha energía de mi parte.

pakasso
09-mar.-2012, 09:51
9.2.- Un nuevo giro

Los nuevos funcionarios eran cada vez menos concientes y esto fue cambiando la relación entre ellos y nosotros, después de algunos recortes de personal, en 1992, decidieron que al ser menos obreros, recibían menos por las cuotas sindicales, por lo que recortarían también el personal del sindicato, nos iríamos los que tuviéramos sueldos más elevados o mayor antigüedad, ya que habían hecho algún arreglo para que la empresa los apoyara económicamente para las liquidaciones. Me pusieron en la lista de prospectos a dejar mi empleo. Me lo notificaron y estuve de acuerdo, empecé a buscar empleo nuevamente para estar seguro cuando éste llegara a su término. René había iniciado un negocio de venta de equipo de cómputo, consumibles y accesorios, que, según él no le daba para ganancias ni para comer. Consiguió empleo con una Compañía Constructora en la Termoeléctrica de Petacalco y me propuso que fuera a trabajar a su negocio, como administrador. Me daría un poco más de sueldo y la garantía laboral de un año, acepté. En el sindicato habían acordado darme como liquidación, incluyendo una compensación la suma de 22,500.00 pesos, bastante justa, y solicitaron a la empresa el apoyo necesario, Les entregaron un cheque por la cantidad solicitada, que incluía a otras tres compañeras, Pero como suele suceder, empezaron a despedir al personal femenino sin respetar el orden, dado que no me daban una fecha definitiva, empecé a trabajar con René en su negocio. Era un local de tamaño mediano, ubicado en el centro de la ciudad, pero con la ventaja de tener a un costado la biblioteca municipal. Por principio elaboré un listado de productos con sus precios respectivos, y los comparé con otros establecimientos. Como lo sospechaba, eran más altos, por lo que propuse un descuento de un 5%, René estuvo de acuerdo, pero en lo que fue necesario hacer una fuerte terapia se presentó cuando me solicitaron, vía telefónica, varias cajas de papel stock a una colonia lejana y las entregué allá. Puso el grito en el cielo, expresiones como ¡si ocupan el papel, que vengan por él!, las hubieras enviado en un taxi y que allá lo paguen ellos. Su negocio no hacía entregas a domicilio. Le recordé cuando compramos la primera computadora y nos la enviaron por avión, sin hacer un cargo extra por el envío y después de mucho platicar, aceptó a regaña dientes. Con los precios más bajos y con entrega a domicilio, el negocio empezó a despegar.

pakasso
10-mar.-2012, 13:31
Pasados tres meses y viendo que del sindicato no me resolvían nada, me decidí y fui a cobrar mi liquidación, me dijeron que regresara a trabajar como si no hubiera estado ausente, y como no llegamos a un acuerdo, prepararon mi liquidación que en esta ocasión solamente llegó a 3,500.00 argumentando que como yo salía de forma voluntaria no alcanzaba ni la prima de antigüedad, alegué que Sicartsa ya había aportado la cantidad ofrecida en la ocasión anterior y me dijeron sin ninguna vergüenza que la habían gastado en otras cosas, que regresara a trabajar y más adelante veríamos, enojado por la forma ruin que se estaban portando al pagar así 10 años de trabajo fiel y entregado, les recibí la cantidad y salí. En mi lugar contrataron a un muchacho que había servido en el sindicato de empleados del H. Ayuntamiento Municipal, pero no sabía nada de computación, mi ex jefe, me pidió que lo entrenara un poco y me pagarían, me presenté varias veces y ponía al tanto varias cosas pendientes, pero cuando intentaba decirle cómo se hacía me respondía “hazlo tú, de todos modos te pagan”. Presenté mi factura por varias noches de trabajo y se les hizo caro, la pagaron a regañadientes, porque además el muchacho no aprendía, me negué a ir más y solamente me presentaba cuando les urgía mucho, entonces hicieron algo más que terminó de romper nuestra relación laboral. Los programas que usaba la computadora, todos sin excepción los había conseguido o los había programado yo, valiéndome de D´base III plus, pero llevaron a un supuesto ingeniero que intentando ver el código fuente los abrió y guardó con “wordstar” echándolos a perder, se vieron obligados a llamarme, lo hicieron un día sábado como a las once de la mañana, acudí y me di cuenta del desastre, sabiendo que no podría repararlo antes de la una de la tarde, cuando cierran las oficinas ese día ofrecí regresar el lunes, con el pensamiento de llevar una copia del original que yo había hecho, pero una compañera fiel me dijo que habían discutido el asunto y consideraron que no sabría hacerlo, que uno de ellos conocía a otro ingeniero que era muy eficiente aunque un poco caro. Decidí no ir hasta que me llamaran, ya era mucho colaborar sin que se apreciaran mis servicios, para terminar la siguiente semana se rindieron, nuevamente me plantearon la necesidad de reparar el programa, esta vez les dije que yo tenía mi programa original y que se los instalaría y les actualizaría las asambleas anteriores por una cantidad mayor a la que me dieron de liquidación, pero que subiría el precio cada vez que me enterara de que personas ajenas le metían mano, cosa innecesaria, ya que trabajaba perfecto solamente capturando los datos. Por supuesto no estuvieron de acuerdo y dejaron pasar 15 días más, entonces desesperados se rindieron y me pagaron lo que pedía, cumplí instalando de nuevo el programa y actualizando el trabajo. Supongo que ahora le hicieron las copias necesarias y volvieron a los respaldos, porque no fui llamado más. Pasado algún tiempo por fin tomaron la cultura de usar computadoras en cada oficina, las que les vendí yo, a buenos precios y con algunas planeaciones para el mantenimiento normal.

pakasso
13-mar.-2012, 13:57
En la tienda de computación, uno de los empleados, el técnico, Beto, era muy inteligente y se desempeñaba también como instructor, daba cursos del programa informático que hizo el boom en computación “Windows” y de la suite complementaria “Office”. Además de reparar equipos, nos integramos rápido a la competencia, había en aquel tiempo 11 tiendas más, pero la mayoría sólo vendía equipo y consumibles, mientras que nuestra oferta era más integral. Dábamos servicio de reparación y mantenimiento de equipo de cómputo a varias compañías que construían la Termoeléctrica “Plutarco Elías Calles” de Petacalco, Guerrero, para esto teníamos que recorrer aproximadamente 20 kilómetros de carretera en mal estado, pero nos sirvió para catapultarnos hasta Zihuatanejo, ampliando nuestro radio de acción. Estos servicios los realizábamos los domingos, para no estorbar las operaciones de las compañías. Un caso muy sonado ocurrió, cuando en época de lluvia, que a veces es torrencial o prolongada por estos lugares, una compañía se vio inundada y sus diez computadoras, sepultadas bajo el lodo. René recibió el llamado y regresó con varias de ellas convertidas en auténtica chatarra, custodiadas por los representantes de la compañía, quienes estaban desolados por la pérdida total, dado lo delicado de estas máquinas. René en un destello de audacia, las desarmó totalmente y después de lavar las tarjetas electrónicas al chorro de agua de la llave las puso a secar como ropa. En un cable que instaló en nuestro taller y al día siguiente, vimos con sorpresa que algunas aún servían y respondían conforme se esperaba de ellas. Rehicimos 6 de 10, ante el beneplácito de nuestros clientes. Esto nos hizo famosos ante las compañías constructoras que habían dado el pésame a la siniestrada. Llegó 1994, que fue un año fatídico para México, Una crisis económica azotó al país, de 12 negocios de computación, 8 se fueron a la quiebra, sólo sobrevivimos los que teníamos otro giro, además de la venta, los otros 3, eran propiedad de Ingenieros.

pakasso
16-mar.-2012, 16:21
René tenía un compadre, Martín, que por andar en la política había gastado su liquidación sin lograr destacar, por lo que se mantenía trabajando de lo que fuera en las compañías constructoras, en ocasiones nos acompañaba a la Termoeléctrica a hacer mantenimiento, por lo que me pidió que convenciera a René de que le diera empleo, lo hablamos y se integró al equipo, Beto lo inició en los asuntos técnicos.
René nos prestaba como medio de transporte un carrito, pero su compadre lo chocó, por lo que usábamos un Volkswagen de modelo antiguo, sin piso y muy carcomido por la salinidad de la región.
Como dos años después, a Juana Rosa, que trabajaba para el Seguro Social, la enviaron a Torreón y fue necesario hacer arreglos con René para el tiempo que estuviera ausente. Primero le enviábamos su sueldo íntegro cada semana, después propuso desligarse totalmente y le pagamos doble sueldo por un año, para finalizar pagándole una cantidad razonable por su negocio.
Solos ahora y bajo mi dirección, nos propusimos mejorar en todo, empezamos a rentar equipo bajo contrato a las compañías que lo solicitaran y tuvimos un auge importante, Cuando René regresó, se sorprendió de encontrar el negocio bien surtido, con una cartera importante de clientes, con un prestigio muy alto y un Volkswagen nuevo. Comentó que se le antojaba regresar, Beto y yo lo animamos a hacerlo, pero su compadre le dijo que no, que esto lo habíamos logrado nosotros y que ya le habíamos pagado por el negocio. –debí haber puesto atención a este primer indicio.-
Como René ya se encontraba a gusto en su tierra no regresó. Entonces cometí un grave error, les dije a Beto y a Martín que deberíamos asociarnos, si, como sociedad anónima, para aprovechar los beneficios fiscales que esto nos concedía y así lo hicimos, ahora ya éramos todos iguales, yo me encargaba de la administración, las compras, las ventas, los clientes y la cobranza y ellos a los asuntos técnicos, subimos a la cumbre, éramos los “número uno”.
Esto me hacía feliz, comentaba con mis hermanos, lo bien que marchaba el negocio, decidimos aumentar nuestras percepciones semanales, nos fijamos la meta de que en un plazo de un año, compraríamos otros 2 autos para no tener que turnarnos el Volkswagen con el que nos transportábamos, pero había un Judas entre nosotros, Martín ambicionaba ser el propietario absoluto y hacía pequeñas operaciones a nuestras espaldas, Confiado no puse atención a estas señales, guardaba pequeñas cantidades en la bolsa de su camisa, como de forma inocente, luego empezó a llegar con un auto caribe de modelo atrasado, Revisando los deudores, descubrí que un compadre de él que era mecánico no abonaba la deuda contraída por una computadora nueva, como era costumbre, manifesté que se la recogería, pero entonces explicó que él, -Martín- se la había cambiado por el auto caribe, pero que en poco tiempo nos la pagaría. En ese momento debí haberme plantado, pero pensando en que de alguna forma también lo necesitaba, pasé por alto la trasgresión y como Beto no dijo nada, nuevamente no le di importancia, Así las cosas pasaron como 2 años más,.

pakasso
20-mar.-2012, 11:34
Mi hijo manifestó su deseo de prepararse como piloto aviador, fue a la ciudad de México, a presentar exámenes de admisión, pero no logró quedarse, sin embargo aún tenía oportunidad de intentarlo nuevamente un año después. Diariamente recorría los 5 o 6 kilómetros a la población de Las Guacamayas, para mejorar su condición física y leía sobre diferentes materias. Mientras, Mi yerno le comentó que la compañía con la que trabajaba en el muelle, estaba solicitando un empleado para varias labores: Auxiliar contable, capturista y paramédico,. Como mi hijo Había estudiado un curso de contabilidad en el Centro de Estudios Industrial y de Servicios, tenía un título de “Técnico en Contabilidad”, después prestó sus servicios en Protección Civil en el área de “Rescate”, también obtuvo un título de Técnico en Urgencias Prehospitalarias y como me ayudaba en el ciber, además de usar el Internet como entretenimiento, sabía usar computadoras, lo que completaba los requisitos solicitados, presentó pues sus documentos y se quedó a trabajar, sólo con una condición, debería aprender a manejar, ya que no tenían chofer para la ambulancia, hubo pues que darle entrenamiento en mi pequeño Volkswagen, pero cumplido el plazo pasó la prueba. Cuando por fin hubo transcurrido el año y llegado el tiempo de ir nuevamente a México para intentar la admisión en el Colegio del Aire, estaba indeciso, no quería arriesgar el trabajo, porque ya ganaba bien. Me puse serio y le dije “no necesitas trabajar, tienes casa, comida y lo necesario, en cambio quieres ser Piloto Aviador y la oportunidad es ahora, hizo arreglos con los compañeros e intercambió turnos de trabajo, por mi parte, lo llevaba al aeropuerto de Zihuatanejo y después iba por él, pagando sus gastos, en ocasiones, regresaba con él apenas a tiempo para que se pusiera el uniforme y se fuera a trabajar. Una mañana recibí una llamada telefónica, donde me comunicó que por fin había sido aceptado, pero lo enviarían a Guadalajara, Jal., pero tenía una preocupación, debería presentar análisis de salud diversos. Comenté esto con los compañeros y un cliente, doctor de profesión me dijo “No te preocupes, mándamelo mañana temprano a Las Guacamayas, yo le hago todos los estudios gratis” resultó ser el Director de la Clínica del Seguro Social de esa población y así lo hicimos. Se fue pues a Guadalajara y se reportaba continuamente, a veces me comentaba de los malos tratos que recibían por parte de sus compañeros avanzados –las famosas novatadas- que son abusos permitidos en las instituciones, pero aguantó. Ya comentaba a mis conocidos, con orgullo, que próximamente mi hijo se recibiría de Subteniente Piloto Aviador, pero nuevamente sucedió algo imprevisto. Una tarde me sentí muy mal de una gripe, no soportaba el dolor de cabeza, mi hija me ofreció una pastilla para este tipo de enfermedad, pero en lugar de aliviarme, me dolió más, tanto, que contra mi costumbre, acudí a un doctor de mi colonia, le conté lo que sentía y de inmediato me hizo una receta de antigripales, muy efectivos me dijo, pero antes de retirarme me preguntó y ¿no sufres de la presión? No, le contesté, que yo sepa, no. Por si las dudas me revisó la presión arterial y una vez terminado me pidió la receta y dijo “no podrás volver tomar antigripales si no te los receta un médico, tienes la presión altísima y hoy te va a dar un infarto” no lo creí, pero me preguntó ¿tienes dinero para ir a un cardiólogo? “no te voy a cobrar la consulta para que te alcance” y llamó a un cardiólogo amigo suyo, pidiéndole que me esperara, me dio el domicilio y me instó a tomar un taxi, efectivamente, el cardiólogo ya tenía cerrado su consultorio y me estaba esperando, me hizo un chequeo con una lamparita en los ojos y me dijo que era hipertenso desde hacía mucho tiempo, me explicó que en los ojos tenemos venas por pares, una delgada y otra un poco más gordita, pero que cuando había presión alta la gordita oprimía a la delgada que con el paso del tiempo adelgazaba más, me tomó la presión y me hizo un electrocardiograma, mientras se dio tiempo para escribir una carta y me dijo que era urgente que fuera de inmediato al hospital, porque en cualquier momento me daría un infarto, ahora si lo creí. Por lo que había escuchado, en los hospitales no dan de comer, así que fui a mi casa y le pedí Ana algo para cenar, me bañé y le informé que iba al hospital, rogándole que no informara a la familia, posiblemente por la mañana estaría de regreso.

pakasso
26-mar.-2012, 23:01
Llegué al hospital, me recibió un amigo que hacía servicio voluntario y me preguntó qué se me ofrecía, “vine a internarme” le dije despreocupado, me miró burlonamente y dijo “Ya te peleaste con tu esposa y te quieres ahorrar el hotel”, le pedí que entregara la carta al doctor de guardia y esperé, salió muy pronto y me dijo “que pases de inmediato”. Una vez adentro, me tomaron nuevamente la presión y me preguntaron cuanto tiempo hacía que había visto al cardiólogo, y al saber que aproximadamente una hora, me puso una capsula sublingual y llamó a las enfermeras voluntarias para que me pusieran un suero después me pasaron a una sala, yo tenía muchísimo calor, me explicaron que era por la presión altísima, que sin embargo no podrían bajar rápidamente, me estuvieron chequeando la presión cada hora hasta la una de la mañana, entonces a través del suero agregaron alguna substancia que bajo mi presión y ahora por el contrario, tiritaba de frío, me pusieron en el pasillo ya que en la sala no soportaba el aire acondicionado y desde ahí fui testigo de los muchos y variados casos que se presentan en una noche de hospital: un futbolista con una pierna rota, un niño con astillas en una rodilla, una mujer embarazada a la que el bruto de su marido había pateado, fue una noche muy larga, cuando por fin amaneció, me sentí mucho mejor y procedí a ponerme los zapatos, pero no me lo permitieron, avanzó el día y trajeron alimentos para algunos, no para mí, pero tampoco recibía la visita de nadie, ni de Ana, como a las dos de la tarde, algunas enfermeras platicaban de comida mexicana, decían, por ejemplo: “los tamales estuvieron exquisitos, pero no me gustó el atole, el pozole me gustó mucho, hasta pedí doble ración, yo, hambriento y molesto las regañé “si no me dan de tragar, ¿porqué vienen a hablar de comida? Se disculparon y se retiraron, regresaron un rato después con un tazón de consomé de pollo y arroz, todo simple, sin sal, sin sabor, pero se los agradecí, como a las 5 de la tarde me enteré que había llegado el doctor y nuevamente intenté prepararme para salir, mandó nuevos chequeos de mi presión y avisaron a mi casa para que vinieran por mí, con la advertencia de que si a las 7 de la tarde no lo habían hecho, me quedaría hasta el día siguiente, afortunadamente Ana llegó a tiempo.

pakasso
29-mar.-2012, 23:13
Pocos días después regresó mi hijo, regresó del Colegio del Aire, enterado de mi ingreso al hospital, aunque no logré investigar quien se lo informó. Ya supongo quién lo hizo.
Después me pidió que lo ayudara para ingresar al Instituto Tecnológico de Lázaro Cárdenas, para estudiar la carrera de Ingeniería en Sistemas Computacionales, por supuesto no le iba a retirar mi apoyo, estudió con mucho entusiasmo y se recibió en 5 años.

En el trabajo decidimos crecer un poco más, poniendo una sucursal, que planeamos estaría ubicada sobre la avenida más importante del pueblo y empezamos a buscar en renta un local para ese fin.

Justamente, en esos días mi hermana Dora María me invitó, con mi familia a su boda en la ciudad de Puebla, después de muchos años de vivir con mi cuñado, aprovechando que me tocaban vacaciones, decidimos ir. La boda no se realizó, era sólo un pretexto para motivarnos a ir, de cualquier forma lo pasamos muy bien. Al regreso, me encontré con la novedad de que ya había un local para la sucursal, pero ahora Martín no quería ir a atenderla, abrimos el primer ciber café en Las Guacamayas y Beto, como vivía allá, fue comisionado para atenderlo, de común acuerdo me hice cargo de la sucursal, que no se encontraba sobre la avenida como se había planeado, sino en una calle que la cruzaba, me llevé una computadora y algunos accesorios y consumibles, pero cuando lograba vender algún equipo y avisaba a Martín para que lo pidiera a México, me contestaba que no había efectivo, si intentaba obtener recursos del ciber, me decían que generaba muy poco, 100 o 150 pesos por día y así me fueron ahorcando, hasta que decidí terminar con la situación, cerré el local y como junto a la tienda del centro se desocupó un local, lo rentamos provisionalmente. Beto manifestó interés por separarse, argumentando que su niño de 8 años era un problema que no podían controlar, a pesar de que recibía su salario íntegro y se le daba oportunidad de asistir al Tecnológico, se puso firme, dividimos los activos en tres partes iguales y le dimos la suya, pasaron unos días y fui a hacer cobranza, encontrándome con la sorpresa de que Beto se había anticipado quedándose con lo cobrado, le reclamé y dijo que lo había tomado como préstamo ya que también quería poner un negocio propio. Obviamente, nunca pagó ese dinero, recuperé algunas computadoras, pero ninguna nueva, ignoro como estuvo, pero todas presentaban piezas de segunda, eran un auténtico rompecabezas, lo que me hizo entender el robo que habían sufrido. Fue necesario elaborar formas para el control de los ingresos por la renta de computadoras en el nuevo ciber y sin darse cuenta de lo que hacían me prestaron el block de las formas de control del ciber de Las Guacamayas, ahí se podían ver ingresos desde 300 hasta 700 pesos por día, lo que era muy diferente de lo que reportaban. Martín se quejaba de que cada día ingresaba menos a la matriz y por supuesto, no ayudaba en nada para el nuevo ciber. Viendo el descaro con que se manejaba, decidí dar por terminada la sociedad y aún pretendía quedarse con el Volkswagen, pero se lo impedí, de cualquier forma, tenía muy poco para que cada uno llevara su parte. Me quedé con el ciber y él con la tienda, a la que una vez separado, surtió de inmediato, volviendo a aparecer las mercancías que no tenía. Esther, la mujer empresaria, que ahora era mi cliente, intentó ayudarme con un préstamo, pero ya la situación no se pudo componer. Me sostuve un año más pero con el incremento de ofertas de crédito por Teléfonos de México, los bancos, las mueblerías, no pude competir y tuve que ir a la quiebra.

pakasso
06-abr.-2012, 07:51
X.- DE CHOFER

Ahora si estaba en un problema muy grave, pero como dicen, cuando se te cierra una puerta se abre otra. Un cliente y amigo me ofreció que trabajara con él como chofer, manejando una combi. No creí que pudiera hacerlo, manejar, cobrar, atender al pasaje, me parecía imposible, él se desempeñaba como Juez del Registro Civil y pidió a uno de sus hijos que me mostrara las rutas y me enseñara algo del oficio con la idea de que yo le hiciera posturas , ya que él era trailero. Así lo hizo, revelándose como un buen amigo y compañero de trabajo, los primeros días no sacaba ni para la gasolina, mucho menos para cubrir la cuenta, pero Álvaro el propietario de la combi, fue muy paciente conmigo. Me decía “no te preocupes, ¡ya saldrá! Y así sucedió, a los diez días completé la cuenta, llené el tanque y me quedó algo para la familia, contaba con su protección y apoyo, siendo político activo, temían enfrentarse con él y eso me libraba de abusos, voy a ilustrarlo con sólo un ejemplo: Los agentes de tránsito hicieron balizamiento de las calles principales, por ese motivo endurecieron su actitud. Haciendo recorrido de paso, hubo necesidad de detenerse por el cambio de luz de un semáforo, esto sucedió justo antes de pasar el área peatonal, a la cual invadía un poco la defensa de la combi, de inmediato subió un agente de tránsito y me indicó que por invadir el área peatonal me llevaría al corralón, resignado devolví los pasajes entre protestas airadas y palabras altisonantes de los pasajeros para el agente, quien, enojado me dijo “¿ves lo que provocas?” me pidió la licencia de manejo y la tarjeta de circulación. Llegamos al corralón y me hicieron inventario, me preguntó por extinguidores y al decirle que no había, me dijo “este carro va a pasar por lo menos un mes aquí” después por un botiquín para emergencias, nueva negativa y otra amenaza, después alegó que las placas estaban sobrepuestas, todo enfocado a que ofreciera una mordida, pero aguanté, entonces me hizo la pregunta clave ¿de quién es este carro? Le dije de quien y entonces le dijo a su compañero que comunicara al delegado lo que sucedía, lo hicieron por radio agregándole agravantes, recibieron como respuesta, “pues ya saben que hacer” si, le dijeron, pero el carro es de… De inmediato cambió la actitud del Delegado, dijo “suéltenlo de inmediato par de pendejos, ¿porqué me buscan problemas con ese cabrón? Por mi parte, usando mi celular había informado a Álvaro lo que ocurría, me dijo “No te preocupes, no pelees con ellos pero no les des mordida, yo arreglo esto” cuando terminaron su comunicación, me dijeron “te puedes ir”. Ahora me tocaba a mí, ¿Irme? ¿ya no hay delitos? No, dijeron, te puedes ir. Divertido les dije “Son peor que los cuicos, aquellos piden una disculpa por sus errores, y ¿los pasajes regresados quién me los paga?, llevo aquí más de una hora detenido y debo pagar una cuenta del carro ¿van a ir a explicarle a mi patrón? Me miraban compungidos y me pidieron, por favor, que me retirara, me fui sin solicitar mis documentos para obligarlos a que se los regresaran a Álvaro cuando los fuera a solicitar. Esto ocurrió al día siguiente, Álvaro se presentó ante el Delegado de Tránsito, supuestamente indignado por lo sucedido y los agentes de tránsito debieron de ofrecerle sus disculpas. Nunca más tuve una molestia, aún cuando deliberadamente hiciera paradas en sitios prohibidos frente a ellos.

pakasso
14-abr.-2012, 12:24
10.1.- Algunas anécdotas

Ser chofer de servicio público es un trabajo un tanto cansado, un tanto peligroso, ya que además de los riesgos de la carretera, te enfrentas a los de la delincuencia, se trabaja desde muy temprano hasta altas horas de la noche, con descansos muy restringidos y salvo algunas líneas, la mayoría no paga lo que marca la ley conforme a días festivos, vacaciones, aguinaldo, seguridad social, etc. Se vive al día, sin seguridad laboral, el carro está bajo tu responsabilidad y los pasajeros también, como compensación, conoces a gente de todo tipo, las mujeres –algunas- te ofrecen favores que en ocasiones no has solicitado, tienes la oportunidad de informarte de casi todo lo que pasa en el pueblo y de prestar ayuda en ocasiones a quienes han sufrido algún accidente. Por ejemplo, en la carretera que entronca con la de Las Guacamayas hay una gasolinera, frente a la que, en época de lluvias se forma un gran charco en el carril derecho viniendo de allá, pues bien una mañana como a las seis y media, llovió muy fuerte, venía con mi combi llena de pasajeros, cuando me rebasó una camioneta, venía muy rápido y se encontró de pronto con el charco, intentó frenar, pero perdió el control y quedó atravesada en la carretera, detrás de ella venía otra similar, que sorprendida por el repentino frenado de la primera, no reaccionó y se estrelló contra ella, molestos, bajaron a reclamar, cuando llegó una tercera y chocando con la segunda la dejó convertida en auténtica chatarra. Desde el primer choque, orillé mi combi y desde ahí veía los sucesos. Antes de pensar en continuar mi camino, pude ver a una motocicleta, tipo Harley Dadvidson, grande y vieja que se sumaba al accidente, el motociclista se dio cuenta muy tarde del problema y viendo que no alcanzaría a frenar, atravesó la moto para obtener más agarre, pude observar como su pierna rebotaba contra el pavimento antes de salir despedido de su asiento, la moto fue a meterse bajo una camioneta, mientras él caía fuertemente sobre la carretera, considerando que podía llegar otro vehículo y rematarlo, atravesé la combi y me dispuse a ayudarlo, se arrastraba con desesperación, tratando de ganar la seguridad del camellón y pude ver que tenía la pierna rota, le pedí que no se moviera más a fin de no hacer mayor la fractura. Llegó el Federal de Caminos y a continuación la Cruz Roja, el Federal de caminos me dijo “lo acabaste” creyendo que lo había atropellado, pero el motociclista, desde el lugar donde estaba tirado le aclaró que yo no lo había atropellado, que por el contrario mi combi lo estaba protegiendo de otros vehículos, el Federal enojado me dijo “pues ya no tienes que hacer aquí” ¡vete!, mi pasaje protestó por el trato grosero pero no le di importancia y ahora si, continué con mi ruta.

pakasso
15-may.-2012, 10:13
Estimados compañeros: hoy estoy de fiesta, finalmente me repararon mi pc, la falla fue muy simple, una pequeña lagartija SE ELECTROCUTÓ EN LA FUENTE DE PODER. y ahora que estoy de regreso continuearé enviando más partes de mi libro para que ustedes me evalúen

No todo era desagradable, en una vuelta matutina, observé a una pasajera joven, unos 27 años de edad, morena, esbelta y bonita, que con una niña en brazos, lloraba muy despacio, le pregunté el motivo de su llanto y me contó que su pareja se había ido a Estados Unidos para buscar un mejor modo de vida y que no sabía nada de él, -nada extraño, es una historia común- pero, su niña estaba enferma y no tenía dinero para la medicina, conmovido le pregunté cuánto le faltaba y me dijo “ochenta pesos” tomé el dinero de la marimba y se lo ofrecí, diciéndole, “cuando regrese tu pareja me los pagas” me miró agradecida y la bajé frente a una farmacia, llegué a mi base y esperé a que me dieran salida y al pasar frente a la farmacia la descubrí haciéndome nuevamente la parada, traía un pequeño envoltorio con las medicinas, me contó que habían inyectado a la pequeña y notaba alguna mejoría en ella, por el camino platicamos y entonces me sorprendió con una pregunta ¿No quieres ser mi novio por un día? Le dije que le presté el dinero de buena dé y que no era ése el pago que esperaba, ya algún día podría regresarme el dinero, bajó en Las Guacamayas y se fue feliz con su niña, posteriormente se me aparecía casi a diario y me proponía conocer algún motel nuevo, ir a la playa solos y cuanta opción se le ocurría. Un amigo a quien apodábamos “el amuleto”, que recién se había divorciado, creyendo que ella era mi amante me felicitaba y cuando le conté brevemente la historia me dijo “pues que buey eres, la chica está para chuparse los dedos, total, ¿Quién le va a contar a tu mujer de un brinquito?, terminó pidiéndome que lo recomendara con ella si yo no pensaba aprovechar la oportunidad, lo mandé al diablo, bonito me iba ver yo de cupido

pakasso
19-may.-2012, 12:50
Una señora, también pasajera frecuente, me preguntó un día porqué no llevaba música “se descompuso el estéreo” le dije y pienso comprar otro, me miró sonriente y me dijo “no lo haga, yo tengo uno en muy buenas condiciones ¡se lo regalo!, sólo pase por mi casa una tarde. Muy bien y ¿su marido estará de acuerdo? Se rió abiertamente y me explicó que se había ido para el norte a trabajar, había quitado el estéreo de su camioneta para poner una pantalla y ver películas porno, ya no lo necesitaría, yo podría perder una vuelta y tomar un refrigerio con ella e instalar el estéreo en mi carro tranquilamente, le dije que si, pero no le dije cuando, la mujer ya estaba entrada en años y yo no estaba vendiendo amor, cuando conté esto en la casa, Ana se reía a carcajadas ya que no conocía a la mujer. Pero también me tocó conocer mujeres bravas. En una ocasión al rebasar a otro vehículo, una camioneta, atrás de mi, sonaba su claxon con insistencia molesta, regresé a mi carril y escuché los cinco toques con que en este país se recuerda y degrada a la madre, un pasajero me preguntó ¿se va a dejar? Le dije “esa mujer está loca”, acompañando mis palabras con una señal, seguramente me vio por el espejo retrovisor, porque se detuvo y me dejó pasar para a continuación volver a usar su claxon de forma insultante. Me detuve y acto seguido me situé tras de su camioneta a una distancia que rebasaba la prudencia, Tal vez pensó que pretendía darle un empujón con la combi, porque sin disminuir su velocidad salió de la carretera dando tumbos, seguí mi ruta y al llegar a la base en Las Guacamayas vi venir una camioneta de lujo, paró junto a mi combi, bajó un sujeto mal encarado con una pistola en la mano y preguntó quien manejaba esa combi, me presenté y apuntándome con la pistola me reclamó que hubiera empujado a su mujer fuera de la carretera, me sorprendió un poco ya que no creí en ningún momento que me fuera a disparar y le pedí que revisara mi combi buscando algún indicio, un pequeño golpecito o rayón que se habría producido si nuestras unidades hubieran tenido un contacto estando en movimiento, le referí como ocurrieron los hechos y le pedí que considerara hablar muy en serio con su mujer, que lo exponía inútilmente, por ganar un pleito que ella empezó, lo convencí y se retiró pidiendo una disculpa. Trabajé tres años como chofer, con cuatro patrones diferentes, con Álvaro el primer año, sin descansar un solo día, después, un compañero me presentó con el propietario de un negocio donde hacían cambios de aceite y que tenía, como Álvaro, varias unidades de servicio urbano, con él llegamos a un acuerdo rápido, ya que el compañero me recomendó ampliamente, a este señor le decían “El Veloz”, era cristiano, de la congregación de “El Shadai, muy estricto con sus choferes, tuvimos buenas relaciones laborales y sólo recuerdo una ocasión en la que no salimos de acuerdo. Sucedió que una conocida requería un viaje especial con su familia a Taretan –un pueblo pequeño cerca de Uruapan- lo consulté con el veloz y me dijo que si, que le avisara cuando llegara la fecha, así lo hice con solo dos días de anticipación y entonces cambió de opinión, me expuso que las unidades eran también de su esposa y sus hijos, que no estaban de acuerdo en que saliera a carretera federal, porque era muy peligroso, era una buena razón, pero fuera de tiempo, yo ya había aceptado hacer el viaje, ¿cómo les diría ahora que no? Enojado, fui a buscar a Álvaro y le comenté lo que me pasaba, me ofreció la Urvan y llamó a su chofer para que me la entregara lavada y con el tanque lleno. Hice pues el viaje con la Urvan llena y todo salió muy bien, su familia nos recibió con júbilo y hasta nos cantaron algunas pirecuas , no tomé bebidas alcohólicas y regresamos al finalizar el día. Cuando me presenté con el veloz por mi combi, me preguntó si había ido al viaje especial programado y le conté que Álvaro me había prestado una Urvan, sin costo alguno, no era cierto, pero lo hice para remarcarle que Álvaro confiaba en mí, aún cuando ya no trabajara para él. Hubo una temporada baja en donde con mucho esfuerzo completaba la cuenta, el veloz era muy exigente y no estaba dispuesto a esperar cuando no sucedía así y terminamos nuestra relación laboral pero previendo que esto sucedería me presenté con otro patrón, que tenía una Urvan vieja pero que trabajaba muy bien, le decían Don José, éste era comprensivo y no ponía trabas al trabajo, gustaba de cultivar una huerta, el carro era en realidad de un hijo suyo, Ingeniero de una siderúrgica que resultó de la segunda etapa de sicartsa y que se llamaba Imexsa. Nos entendimos bien, yo llevaba la cuenta a su casa por la noche o al día siguiente y fue en ese tiempo que me ocurrió el único asalto a mano armada que sufrí. Ese día llevé dinero para pagar una impresora que había adquirido a crédito pero encontré cerrada la tienda y no lo hice, como a las siete pasé a la casa de Don José a entregar la cuenta y no lo encontré, las dos cantidades sumaban como dos mil pesos, recordando que era una época en la que habían asaltado a varios compañeros, introduje el dinero en una bolsita y lo escondí bajo el tapete, poniendo después los cables para pasar corriente, por si revisaban, al meter la mano se toparan con ellos. A las 8:35 p.m. circulaba en la última vuelta oficial, con rumbo a Lázaro Cárdenas, cuando al pasar frente a la colonia “Comunal Morelos” me hicieron la parada dos jóvenes de 17 o 18 años, subieron y ninguno intentó pagar los pasajes, yo los vigilaba por el espejo interior para que de no producirse el pago, solicitarlo o hacerlos bajar de la unidad, de pronto uno de ellos sacó de entre sus ropas un revólver y me gritó ¡Párate aquí!, en ese momento estaba rebasando a otro vehículo por lo que no acaté la orden, furioso me apuntó a la cabeza, expliqué que no podía parar a media carretera y provocar un accidente, me permitió orillarme mientras me amenazó con dispararme si hacía algo sospechoso, una vez estacionado, me pidió la llave de encendido, se la dí y posteriormente el dinero, le señalé la marimba, que mostraba, además de las monedas, algunos billetes la tomó y la vació en una bolsa que llevaba ex profeso, me preguntó ¿No traes más? Ante mi negativa sentenció “te voy a revisar y si traes un solo peso más, ya te llevó la chin…” no lo hizo, despojó de sus pertenencias a los 4 pasajeros que transportaba, uno de ellos, chofer de otra línea se resistió –de palabra- le arrancaron una cadena del cuello, le quitaron su celular y estuvieron a punto de dispararle cuando no se podía sacar un anillo, lo vi desencajado y le ofrecí un poco de jabón líquido del que usaba para el aseo y de esa forma logró sacarlo. Pero algo no le gustó al asaltante y junto con su compañero que nos encañonaba con la pistola golpeaban a los pasajeros, protesté diciendo “ya tienen el dinero y las cosas, ¿qué más quieren? Furiosos me golpearon cobardemente ya que yo estaba de espaldas, sujeto por cinturón de seguridad y totalmente desarmado, cuando se sintieron satisfechos me ordenaron ¡jálate! Contesté “regrésame la llave”, pero en un acto más de maldad la aventaron entre la hierba del camino y bajaron muy tranquilos, ahora me quité el cinturón y atendí a mis pasajeros, uno de ellos había recibido un cachazo en la cabeza y sangraba mucho, les pedí que esperáramos a que pasara otra combi par enviarlos a una clínica para atención médica pero se negaron y prefirieron huir caminando, temerosos de que los asaltantes regresaran, crucé la carretera para solicitar el teléfono de la gasolinera y dar aviso a la policía y a la cruz roja, pero a lo lejos venía una patrulla de la Policía Federal de Caminos y la obligué a detenerse, expuse brevemente al oficial el motivo y le pedí que detuviera a los asaltantes, advirtiéndole que estaban armados, me contestó que no era su jurisdicción y que no podría detenerlos a pesar de que yo había visto muchas veces como entraba a la colonia a perseguir carros que habían cometido alguna infracción, se limitó a llamar a la policía por su celular y dijo que también lo hizo a una ambulancia pero mintió, 10 minutos después y viendo que nadie llegaba, fui a la gasolinera y llamé a la policía, me dijeron que habían recibido el reporte del federal de caminos que en un momento llegarían y así fue, muy tarde llegaron 7 patrullas con torretas encendidas y sirena abierta, parecía un desfile, pero habían transcurrido 15 minutos desde el reporte, lógicamente no los encontramos. Por lo pronto había enviado el aviso a Don José con un compañero que pasó, pero no dio la razón bien, se presentó a la casa de Don José y le dijo a su esposa que habían asaltado la Urban, dando a entender que me habían golpeado mucho. La señora, alarmada, llamó a sus hijos y como resultado, llegó toda la familia, en alguna parte encontraron una llave que pensaron podría servir y la trajeron, con ella Don José arrancó el vehículo y lo estacionó frente a la gasolinera, pero lo apagó y cuando regresé con la policía después de haber buscado infructuosamente a los asaltantes, encontré a muchas personas que comentaban el hecho. Solo sacamos en claro que podrían ser los hijos de un ex policía, que vivía en esa colonia, los cuales se reunían en el billar por las tardes, la familia quería llevarme a una clínica porque mostraba la cara hinchada por los golpes pero me resistí. Cuando después de intentar conseguir un cerrajero decidimos dejar la urvan estacionada en la gasolinera, saqué el dinero escondido y entregué a Don José la cuenta, me llevaron a mi casa y pasaron al día siguiente para avisarme que ya estaban haciendo un juego de llaves nuevas, Don José me dio 100 pesos para gasolina, ni la mitad del tanque, que ocupaba un poco más de 400, pero así empezamos el nuevo día. Don José comentó esto con sus compañeros, propietarios de carros y mi fama creció, ya que normalmente los choferes a los que asaltan, aunque les hayan quitado lo mínimo, no entregan nada con el patrón.

pakasso
25-may.-2012, 20:54
El otro chofer que había sido asaltado en mi carro vino a buscarme, me contó que había dado una vuelta por la colonia donde se suponía que vivían los asaltantes y que creyó reconocer a uno, lo abordó y le comentó que en el asalto le habían quitado un anillo que le dio su novia y que debería presentarse con él si quería verla, le ofreció una cantidad si se lo regresaba y no hacer nada contra ellos, el muchacho negó haber participado y le enseñó a 3 hermanos más, ninguno era y entonces le informó quienes eran los asaltantes, donde se drogaban y todo lo referente, pero le pidió no revelar de donde había conseguido la información, en una camioneta con vidrios ahumados recorrimos toda la colonia sin encontrarlos y cuando vimos la última calle, nos encontramos con un grupo grande que consumían cervezas en la calle, ahí estaba uno de ellos, se lo dije y se detuvo en seco, llamando la atención, para evitar un problema le dije que siguiera de frente y así lo hizo por media cuadra más, pero se dio la vuelta y eso fue suficiente para que se iniciara la desbandada, seguimos al malandrín, pero cruzando entre las casas se nos perdió, no podríamos hacer nada, regresamos a Lázaro Cárdenas, dirigiéndonos a la policía municipal, nos escucharon y después preguntaron si habíamos interpuesto la denuncia penal, asentí y entonces me dijeron que era asunto de la policía judicial, fuimos a la policía judicial y solicitamos que acudieran a detenerlos y entonces nos dijeron que hasta que llegara el licenciado de segunda instancia, el cual se presentó hasta las 7 de la tarde, después alegaron no tener unidad para desplazarse, mi compañero llevaba un taxi de un amigo y se ofreció a llevarlos, se fueron y me quedé a esperar el resultado, como una hora después llegaron en varias camionetas, traían a 5 individuos, a los que bajaron con malos tratos y los pasaron por una sala bien iluminada, mientras que nosotros permanecimos en una oscura, por lo que los podíamos ver muy bien, pero ellos a nosotros no. Un agente judicial me preguntó ¿cuál es? Ninguno, pero ese moreno se parece, pues entonces dime que es ése y le damos para adentro. Por supuesto que no estuve de acuerdo, el objetivo no era encerrar a cualquiera, sino a los culpables. Me hizo notar que 3 de ellos traían droga y de todos modos se iban a quedar. Al día siguiente como a las cuatro de la tarde me llamaron para avisarme que ahora ya lo tenían pero era necesario que lo identificara, por lo que solicitaban que llevara al compañero, desgraciadamente no lo pude localizar, pero le dejé avisos con sus compañeros de ruta y cuando me presenté a las instalaciones de la Judicial, él ya me esperaba, no me dejaron cruzar palabra con él, nuevamente sacaron al detenido a la sala iluminada, de inmediato lo reconocí como el que me asaltó y me golpeó, me citaron para el día siguiente y me solicitaron que avisara a los compañeros de mi ruta que habían sido asaltados para que lo identificaran, fui a la base y los compañeros me recomendaban que abandonara el caso, porque en esa colonia había tres familias de asaltantes y me podrían matar por haber hecho detener a ése, los más recientes: uno de 25 años a quien apodaban “el temerario” me dijo que él no iría, porque pensaba vivir muchos años más. El otro, un hombre hecho y derecho fornido, se unió a lo dicho y ninguno fue, pero los judiciales habían citado a muchos pasajeros comunes que habían sido sus víctimas y con su testimonio, lograron una sentencia de 8 años. Fue por estos días- Noviembre de 2006 que mi hermano Gonzalo sufrió un accidente mortal en la siderúrgica, él manejaba un Euclide , trabajó toda la noche y al amanecer posiblemente le gano el sueño, se estrelló contra una casetita, el carro entró, pero la cabina del chofer no y murió prensado. Nunca creí que me dolería tanto su muerte, pero verlo en el ataúd, rompió los diques de mis sentimientos, lo lloré mucho, sin importarme lo que pudiera decir la gente, mis sobrinos, a quienes había ido a consolar me brindaban su consuelo y lo tuvimos que enterrar al día siguiente en el panteón ejidal.

la lore
25-may.-2012, 22:16
en verdad pakasso que, admiro tu proceder, continúo leyendote...
saludos!

pakasso
27-may.-2012, 15:18
Nuevamente el refrán de que “a buen servicio, mal pago” se hizo realidad. Un chofer antiguo que trabajó con Don José empezó a intrigar contra mí, Una tarde Don José me interceptó como a las cinco de la tarde y me pidió la cuenta –algo inusual- lógicamente aún no la tenía. Me dijo que en adelante debería entregarla de 4 a 5 de la tarde porque así lo quería su hijo, el ingeniero, propietario del vehículo, esto se repitió por 3 días consecutivos, terminé por entregarle la urvan, fui a buscar a Álvaro, pero lo encontré cuando me dirigía a su casa. Le conté mi problema y nuevamente fue solidario conmigo, me ofreció su combi viejita, ya que la urvan de su propiedad tenía entonces chofer, de inmediato acepté, pero esa combi era la más viejita de todas y me hacía pasar vergüenzas, no por el aspecto, se paraba a cada rato, fallaban los frenos, el clutch, se calentaba, etc., era pues una carcacha que los pasajeros evitaban, con el lógico deterioro de mi economía. La relación laboral con Álvaro, su esposa y sus hijos era casi familiar, me trataban con confianza y amabilidad, pero yo tenía mi propia familia que mantener,. Una tarde se presentó un señor muy amable, me ofreció trabajo en su combi, que aunque viejita también, estaba en mejores condiciones que la de Álvaro y con una cuenta más cómoda y el ofrecimiento de cierta tolerancia, me pareció buena oferta y entregué a Doña Eva –la mujer de Álvaro- su combi y me cambié, al nuevo patrón nunca lo conocí por su nombre, lo apodaban “el ranchero” –Es de hacer notar que en este medio, casi a nadie le llaman por su nombre y hay apodos chuscos, entre los que recuerdo están: el faramañas, el conde, el cocacolo, el mascafierros, el mole, el tontín, etc. Sin embargo, prefieren ser llamados así que por sus nombres, yo no acepté ninguno y me llamaban “Don Paco” que no sonaba mal.
En este oficio, las comidas normalmente se hacen cuando se puede, me levantaba a las 5:00 de la mañana para empezar entre los primeros, el horario formal es de las 8:00 a las 20:30, pero si empiezas temprano y Dios te socorre, la mañana puede ser muy buena, ya que hay poca competencia y mucha gente que le urge desplazarse a sus trabajos, por lo que a la hora de almorzar, más o menos a las 9:00 de la mañana, ya andas dando vueltas y no hay tiempo para ir a casa, así que haces esta comida donde se pueda. Yo la hacía frente a la Siderúrgica, había un local muy rústico donde vendían tacos de carnitas o con los taqueros de los alrededores, que venden tacos de cabeza de res y cuando estaba en Las Guacamayas, compraba “gorditas de manteca” – tortillas hechas a mano, gruesas y con manteca de cerdo , que llevan pedacitos de chicharrón, muy ricas y económicas ya que nunca fui afecto a comer la clásica comida chatarra (papas fritas). Había en mis recorridos algunas huertas de mangos de diferentes variedades y cuando tenía oportunidad, hacía buena provisión, llenaba bolsas de ellos. También, en temporadas, en el entronque con la carretera a Las Guacamayas se detenían camiones que vendían toronjas, traídas del valle de Apatzingán a muy buen precio, así aunque mis horarios de comida no fueran fijos, no dejaba de alimentarme. Cargaba siempre mi provisión de pastillas para la presión alta, pero muchas veces no las tomaba, a menos de experimentar dolor de cabeza. Me sentía muy tranquilo, ya que mi carácter no es colérico, sino tranquilo y eso me protegía de los riesgos de desarrollar diabetes, enfermedad muy común entre los choferes, causada por el estres del trabajo. Don Carlos, un cliente de mis tiempos en la tienda de computación, periodista de oficio, vino a mi casa y me solicitó que le hiciera el periódico en mi computadora, me ofreció la suya, pero era muy viejita, el programa para este trabajo se llama PageMaker, pero tampoco sus diskettes servían, lo bajamos gratis del Internet y dibujé – con Corel Draw- el logotipo y empecé a hacer intentos. El amuleto me ofreció ayudarme un poco con el Page Maker, pero resultó que se había quedado obsoleto en sus conocimientos, éste, como es común en los programas informáticos había sufrido muchas modificaciones. Por esos días y casualmente, Bonifacio – el último de los hijos de mi Papá- trabajaba en un periódico en Apatzingán y me enseñó algunos trucos básicos para el diseño de páginas, tabulaciones y distribución del texto, con eso fue suficiente.
Hacía un periódico por semana, -pretendiendo que era diario-, el cual se enviaba al gobierno de Michoacán, en Morelia –El Gobernador en turno era Lázaro Cárdenas Batel- y daba a Don Carlos un “chayotazo” de 7,500 pesos mensuales, de los cuales, yo recibía 2,500, dado que el titular era él. Componía el periódico de las noticias encontradas en el Internet, nacionales e internacionales, le puse la clásica sección del horóscopo y otra para efemérides y para las noticias locales, pirateaba las noticias importantes, las cuales traducía a mis palabras. Inserté una sección de crítica a la situación local, bajo mi óptica, ocupaba media página y en él vaciaba mis opiniones sobre diversos tópicos, las tranzas del gobierno municipal, la deficiente educación de los jóvenes que dicen groserías sin importarles que haya mujeres o niñas, los problemas con el transporte, los manejos de los trabajadores para conseguir conquistas laborales, las promesas de políticos locales en busca del voto de los electores, etc. Era una sección diferente, la llamé “mi ciudad soñada” y en una ocasión, Don Carlos me transmitió una felicitación generada en Gobernación del estado, me llenó de satisfacción, porque a pesar de que solamente trataba problemas locales, lo hacía de forma abierta y documentada, ¡Ya me sentía periodista!

blancaalicia
27-may.-2012, 15:31
ANA es un nombre bonito, igual que tu cuento,¡¡felicidades!!

pakasso
03-jun.-2012, 08:45
10.2.-Un auténtico milagro

Al parecer podía realizar las dos actividades – manejar un Carro de servicio público y producir el periódico, sin afectar ni una ni otra, pero una vez, a las once de la noche, mientras trabajaba en el periódico, experimenté un intenso hormigueo en la cara, me desconcertó ya que no era algo conocido, suspendí mi trabajo y me senté en un sillón, de pronto tuve la sensación de que algo me atraía hacia el piso, me asusté y pensé de inmediato ir a dormir para descansar, pero mi recámara está en la parte alta de la casa y para ir a ella, hay que subir una escalera de caracol. Temí caerme y me senté en los primeros escalones, recuerdo haber pensado “ahorita pasa” y no supe más.
Lo siguiente fue una serie de acontecimientos que conformaron un milagro, según me contaron mi esposa y mis hijos. Como a las tres de la madrugada, mi esposa escuchaba que estaba vomitando, intrigada se asomó a la sala y me encontró tirado, muy cerca de la puerta, vomitado y con los lentes rotos –supongo que me levanté y me caí- hacía gestos raros y desesperados, asustada llamó a mi hijo y solicitaron el apoyo de la Cruz Roja, pero al intentar subirme a la ambulancia, de algún modo me afiancé de un tubo y no podían lograr que lo soltara, fue necesario que usaran un desarmador como cuña para conseguir que abriera la mano. Me llevaron al Hospital General, pensando que estaba borracho, pero cuando se enteraron que casi no tomaba, preguntaron si me gustaban las drogas y al saber que ni siquiera fumaba, dedujeron que era algo más grave y me hicieron las primeras tomografías, que revelaron una hemorragia intensa en el cerebro. Ahora si estaban seguros. El Director del Hospital, dijo a mi familia, que seguramente moriría, que era necesario operar para desalojar la sangre, pero en Lázaro Cárdenas no había cirujanos que realizaran esa operación, ni contaba con instalaciones e instrumentos médicos apropiados, que si se quería intentar algo debían llevarme a Morelia o México, además de que disponía de sólo 48 horas de vida a partir del momento en que sufrí el derrame, nadie sabía en que momento ocurrió, la situación era desesperada, se solicitó ambulancia a la Cruz Roja a Protección Civil y a otras instituciones, pero en ninguna parte había una disponible, por lo pronto se comunicó a mis hermanos la mala noticia, seguros de que no la iba a librar. Mi hermana Elsa, a quien nunca pregunté dónde trabajaba, lo hacía precisamente en el Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía en la ciudad De México, de inmediato respondió, ¡tráiganlo!, pero no había ambulancia, un amigo de mi hijo, compañero del Colegio del Aire, le ofreció su avioneta, fueron al hospital pero les informaron que el traslado debería hacerse por tierra, ya que subir a un avión podría terminar conmigo. El tiempo corría y entonces se recibió de Servicios Portuarios la disponibilidad de una ambulancia, entrevistaron a una doctora de la Cruz Roja y aceptó acompañarme hasta Morelia para cuidar de mí. La ambulancia sólo podría llevarme hasta Morelia, pero Bonny, mi hermano, miembro del Cuerpo de Bomberos de Apatzingán, consiguió una ambulancia con Protección Civil de Nueva Italia, relevó a la otra en Morelia, me pasaron de una a otra y así pude llegar a tiempo a México, aunque debo decir, en justicia que el esposo de la doctora –aún pasante de medicina- me cuidó de Morelia a México, mientras, mi hermana había hecho los trámites necesarios para que me operaran apenas fuera recibido allá, como sucedió, me bajaron de la ambulancia y me pasaron directo al quirófano. Todo un milagro que ahora agradezco a Dios por esta segunda oportunidad de vida.

Biby
03-jun.-2012, 10:19
10.2.-Un auténtico milagro

Al parecer podía realizar las dos actividades – manejar un Carro de servicio público y producir el periódico, sin afectar ni una ni otra, pero una vez, a las once de la noche, mientras trabajaba en el periódico, experimenté un intenso hormigueo en la cara, me desconcertó ya que no era algo conocido, suspendí mi trabajo y me senté en un sillón, de pronto tuve la sensación de que algo me atraía hacia el piso, me asusté y pensé de inmediato ir a dormir para descansar, pero mi recámara está en la parte alta de la casa y para ir a ella, hay que subir una escalera de caracol. Temí caerme y me senté en los primeros escalones, recuerdo haber pensado “ahorita pasa” y no supe más.
Lo siguiente fue una serie de acontecimientos que conformaron un milagro, según me contaron mi esposa y mis hijos. Como a las tres de la madrugada, mi esposa escuchaba que estaba vomitando, intrigada se asomó a la sala y me encontró tirado, muy cerca de la puerta, vomitado y con los lentes rotos –supongo que me levanté y me caí- hacía gestos raros y desesperados, asustada llamó a mi hijo y solicitaron el apoyo de la Cruz Roja, pero al intentar subirme a la ambulancia, de algún modo me afiancé de un tubo y no podían lograr que lo soltara, fue necesario que usaran un desarmador como cuña para conseguir que abriera la mano. Me llevaron al Hospital General, pensando que estaba borracho, pero cuando se enteraron que casi no tomaba, preguntaron si me gustaban las drogas y al saber que ni siquiera fumaba, dedujeron que era algo más grave y me hicieron las primeras tomografías, que revelaron una hemorragia intensa en el cerebro. Ahora si estaban seguros. El Director del Hospital, dijo a mi familia, que seguramente moriría, que era necesario operar para desalojar la sangre, pero en Lázaro Cárdenas no había cirujanos que realizaran esa operación, ni contaba con instalaciones e instrumentos médicos apropiados, que si se quería intentar algo debían llevarme a Morelia o México, además de que disponía de sólo 48 horas de vida a partir del momento en que sufrí el derrame, nadie sabía en que momento ocurrió, la situación era desesperada, se solicitó ambulancia a la Cruz Roja a Protección Civil y a otras instituciones, pero en ninguna parte había una disponible, por lo pronto se comunicó a mis hermanos la mala noticia, seguros de que no la iba a librar. Mi hermana Elsa, a quien nunca pregunté dónde trabajaba, lo hacía precisamente en el Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía en la ciudad De México, de inmediato respondió, ¡tráiganlo!, pero no había ambulancia, un amigo de mi hijo, compañero del Colegio del Aire, le ofreció su avioneta, fueron al hospital pero les informaron que el traslado debería hacerse por tierra, ya que subir a un avión podría terminar conmigo. El tiempo corría y entonces se recibió de Servicios Portuarios la disponibilidad de una ambulancia, entrevistaron a una doctora de la Cruz Roja y aceptó acompañarme hasta Morelia para cuidar de mí. La ambulancia sólo podría llevarme hasta Morelia, pero Bonny, mi hermano, miembro del Cuerpo de Bomberos de Apatzingán, consiguió una ambulancia con Protección Civil de Nueva Italia, relevó a la otra en Morelia, me pasaron de una a otra y así pude llegar a tiempo a México, aunque debo decir, en justicia que el esposo de la doctora –aún pasante de medicina- me cuidó de Morelia a México, mientras, mi hermana había hecho los trámites necesarios para que me operaran apenas fuera recibido allá, como sucedió, me bajaron de la ambulancia y me pasaron directo al quirófano. Todo un milagro que ahora agradezco a Dios por esta segunda oportunidad de vida.

Y yo agradezco también esta manifestación divina.
Me siguen gustando tus escritos. :)


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pakasso
05-jun.-2012, 16:36
Mis primeros recuerdos posteriores son muy confusos, desperté en un hospital de la ciudad de México, me informaron que había sufrido un derrame cerebral, que estuve a punto de morir, que me operaron la cabeza para extraer la sangre y que estuve en coma por 26 días, no lo creía, para mí fue como haber dormido la noche anterior, sin un sueño. Estaba en una sala con otros dos pacientes, uno de ellos –Rubencito- con una enfermedad degenerativa que, me enteré no podría superar, era joven, blanco y muy amable, en una ocasión, me pusieron en un reposet tapizado de vinil negro, yo aún no tenía movimiento en mi cuerpo y me dolía la espalda, después de un mes en la misma posición boca arriba, hice esfuerzos, tratando de ponerme de costado y lo único que conseguí fue caer al piso y como no tenía fuerzas, quedé con la mejilla pegada a él. No quería que me descubrieran tirado, pero Rubencito, que ocupaba la cama contigua me descubrió y preguntó ¿qué hace ahí? Ante lo absurdo de la pregunta, me enojé y le contesté de mala gana “hace un tiempo vine y perdí unas canicas, a lo mejor aún están por ahí” llamó a la enfermera y ella dio la voz de alarma, pedía ayuda a gritos “Ayúdenme, se me cayó don Paquito”, vinieron otras enfermeras y me levantaron como a un costal. Había una enfermera por cada uno de los pacientes de la sala, así que eran tres en total, todas mas o menos de 18 a 21 años, para no aburrirse platicaban entre ellas y se ayudaban en lo posible, una mañana me preguntó mi enfermera ¿cómo amaneció? Bien, le contesté y me dijo sonriente “que bueno por que le toca piquete” y levantó una mano en la que traía una jeringa grande. Las demás enfermeras rieron a carcajadas, posiblemente porque como me dan pánico las inyecciones debí hacer algún gesto de espanto. Creyendo que se burlaban de mi, pregunté a mi vez “¿me toca piquete? ¿dar o recibir? Una nueva carcajada, me dijo mientras se reía, “usted no está para dar nada, sólo para recibir y por estar de vacilador se la voy a poner en el estómago” y así lo hizo, repitiendo esta operación como 20 días más, no dolía y me acostumbré, después me informaron que me inyectaban heparina – al hígado- para evitar que se me formara un “trombo” que por su desplazamiento podría llegar a mi cerebro con consecuencias fatales. En el hospital sucedían muchas cosas que cuando las recuerdo a la distancia me hacen reir, pero que en aquel momento eran muy serias. Una de ellas, muy molesta era Rubencito, despertaba en la madrugada y se ponía a gritar “Señorita, amiga”, me despertaba y le decía “Rubencito, ya está llamando a los fantasmas” abría mucho los ojos, asustado y preguntaba ¿hay fantasmas? Si, le decía, está llamando por una señorita y aquí no creo que haya, aliviado se reía y volvía a intentar dormir, al rato nuevamente llamaba “Amiga” “amiga” y nuevamente me despertaba y ya molesto le decía “Usted no tiene amigas está bastante feo” contestaba sonriendo con mucha paciencia “Don Francisco, estoy seguro que usted la va a librar, tiene muy buen humor”. Recuerdo que la enfermera que me cuidaba fue siempre muy amable y atenta conmigo, pero como mi cerebro no funcionaba adecuadamente, de pronto me encontré llamándola por un apodo, “chaneque”, no recuerdo en qué momento se dio, pero a la primera llamada venía corriendo solícita, ante las risas de las otras que se acostumbraron pronto, la explicación llegó después cuando preguntó a mi hijo ¿qué es un chaneque? Le explicó que al parecer era una especie de duende y entonces ella le contó que una tarde le llamé “cachetona” “cachetona”. Volteó y preguntó ¿es a mí? Y que yo le dije si, ¿cómo te llamas? “Maru”, pues pareces chaneque y que desde entonces le apliqué el apodo, cosa difícil de comprender, porque siempre he sido enemigo de poner o de que me pongan apodos. Pienso que esto surgió porque siempre estaba ataviada con su uniforme verde, una cofia y un cubre-bocas del mismo color, sólo podía ver sus ojos. Una madrugada, cuando todo estaba en silencio, desperté y vi a los pies de mi cama a una enfermera que me miraba intensamente, no la reconocí, pero al parecer se dio cuenta que la veía y retirando el cubre-bocas me sonrió, esa sonrisa me dio mucho miedo y me cubrí con la sábana, y cuando me descubrí, ya no estaba, después pregunté y ninguna enfermera aceptó haber estado ese día, a esa hora junto a mi cama, después me contaron acerca de un fantasma que se aparecía en el hospital. Por supuesto no lo creí, no podía ser un fantasma, juraría que era mi enfermera. Tengo un recuerdo muy confuso de un sueño que al parecer experimenté mientras estaba en coma. Me vi caminando por un campo plano, como un aeropuerto, había un edificio pequeño que parecía una garita de aduana y el campo estaba dividido por una raya amarilla, pintada en el suelo, iba hacia ella muy decidido, cuando me percaté que me acompañaban dos personas, de pelo casi al rape, uno de ellos me preguntó ¿vas a pasar? Si, le contesté, entonces el otro me preguntó ¿tienes visa?, esta vez la respuesta fue negativa. Nadie me detuvo, ellos cruzaron la línea. Antes de ella, el paisaje era por decirlo normal, un tanto sucio, pero del otro lado era muy bello, luminoso diría yo. Me quedé de este lado, triste por no haber cruzado. No sé que interpretación darle, posiblemente era el límite entre la vida y la muerte. Este sueño raro no lo olvidaré nunca.

pakasso
07-jun.-2012, 18:34
En el hospital las cosas para mis hermanas, mi hijo y mi esposa no eran fáciles, los controles propios para el acceso, les impedían estar mucho tiempo conmigo, durante el coma, en un principio les decían que iba a morir, pero al paso de los días cambiaron el diagnóstico, ahora les decían que posiblemente viviría, pero quedaría en estado vegetal, y 26 días después abrí los ojos, aunque no reconocía a nadie. Mis hermanas platicaban (hacían monólogos para mí) que yo no entendía y se retiraban llorando. Cuenta mi hermana Dora María que en una de estas visitas, cuando se retiraba, moví mi brazo derecho y la sujeté por un codo, como dándole ánimo. La primera vez que recuerdo algo, sucedió cuando me visitaron Estela y Elsa, Elsa me preguntaba Paco ¿sabes quien soy?, no sabía, la miré con mucho cuidado y dije “mi tía Beata”. “No estoy tan vieja”, me dijo, nuevamente la miré con atención “mi hija Heidi”. Tampoco tan joven, ¡mírame bien!, esta vez acerté “la cocona”, que fue el apodo familiar que le dábamos de niña y se soltaron a llorar. No entendía que dije mal hasta después que comprendí que lloraban de alegría por mi notoria mejoría, había sido un cuerpo sin alma por un periodo largo de tiempo y esta era la primera señal de recuperación. Estando inmóvil durante tanto tiempo mis músculos se atrofiaron, no tenía fuerzas ni para cambiar de posición en la cama –siempre boca arriba- . Una mañana llegó una doctora que me preguntó ¿quiere volver a caminar? Por supuesto le contesté. “Pues tendrá que hacer muchas terapias y ésta será la primera” tomó mi pierna izquierda, que yo no podía mover a mi voluntad y doblando mi rodilla trató de flexionarla, pero desde un costado de la cama debió serle difícil, por el peso natural, entonces subió a la cama, puso un pie a mi derecha y otro a mi izquierda y nuevamente intentó, esta vez con mayor éxito, flexionaba y trataba de acercar la rodilla a mi pecho, estos movimientos me resultaban muy dolorosos y me hacían gritar y derramar abundantes lágrimas, pero recuerdo que por la posición sobre mí, vi sus piernas, sus calzoncitos azules y todo lo que se puede apreciar desde abajo. Pero no tuve siquiera un mal pensamiento –algo raro en un patán como yo.- Entonces sucedió algo que dio fin a aquella tortura, en una flexión toqué con mi rodilla su área genital. Se sonrojó fuertemente y se quejó “ay Don Francisco, no está tan malito” no fui yo, protesté, usted me está moviendo la pierna, se retiró y no la volví a ver.

pakasso
18-jun.-2012, 10:44
En una ocasión que me tocó baño, dos enfermeras me cargaron desnudo hasta una silla de ruedas, que curiosamente tenía un agujero en el asiento, me taparon con una toalla grande y levantando las ruedas delanteras, como carrito de paletas, me llevaron por un largo pasillo, sentía el aire frío en la cola, les hice notar que iba enseñando la cola, se rieron y me contestaron “aquí nadie se fija en eso” les dije ¡claro que se fijan!, yo los veo pasar junto a mi cama con esas batas que no cubren nada, se les ve el culillo seco. Se rieron diciendo pero a usted se le verá mojado después del baño, me condujeron a un baño donde había muchas regaderas y mediaron el agua hasta que estuvo tibiecita, ni fría ni caliente y me empezaron a enjabonar, pero al llegar al área genital me dieron el estropajo enjabonado para que esa parte la tallara yo, se desentendieron de mí, platicando sus cosas. A haber varias regaderas, supongo que alguien más necesitó del agua caliente, lo que desequilibró el flujo a mi regadera y ahora el agua se tornó helada, no protesté y cuando la enfermera continuó lavando mis piernas, se dio cuenta de la situación, me apartó de inmediato y volvió a mediar el agua.
A pesar de todo no me sentía una víctima de las circunstancias y llevaba mi estancia con resignación, mis hermanas me visitaban a diario y yo las recibía con mucho gusto. De igual manera ocurría con los otros enfermos. Rubencito tenía una hermana, una mujer ya entrada en años, con la cabeza totalmente blanca, llegaba muy temprano y desde antes de entrar en la sala saludaba “buenos días ¿Cómo amaneciste mi amor? Rubencito aún dormía como resultado de sus despertadas por la noche, entonces yo le respondía “muy bien” se daba cuenta y rezongaba “no le digo a usted Don Francisco” yo reía y le contestaba “yo pensé que si, estoy acostumbrado a que me despierten con amor” después le improvisaba un piropo “que guapa viene hoy, si se descuida la van a raptar y Rubencito no se va a dar cuenta”, sonreía agradecida y platicaba brevemente conmigo, mientras Rubencito se esforzaba en despertar.
Como resultado de mi problema no controlaba mis esfínteres, pero de pronto no me daba cuenta de eso, lo supe cuando mi enfermera me preguntó ¿cómo amaneció? Y al tocar la sábana la sentí mojada, con pena respondí “orinado”, me dijo sonriente, “no se preocupe, ahorita lo limpio” trajo una toallita que apenas le cubría la mano y separó la sábana tratando de bajar mi pantalón de hospital, dándome cuenta que estaba desnudo bajo el pantalón le rogué que no lo hiciera, que no tardaría en llegar Ana, mi esposa y ella lo haría. Se puso seria y me dijo “No tenga pena, cuando usted estuvo en coma, no comía, no bebía, no sabía de nada, pero su cuerpo seguía trabajando y yo lo limpié de todo, lo conozco tan bien como su esposa, aquello aumentó mi vergüenza. Llegó el tiempo en que, tras evaluaciones dijeron a Rubencito, que el jueves lo darían de alta, lo mismo hicieron con Juan Antonio, el otro enfermo que compartía la sala con nosotros, ¿y yo? Pregunté, me dijeron que si lograba no orinar mis sábanas también me darían de alta el jueves, entonces hice una propuesta a mis compañeros “el último que salga paga las chelas”, me miraron sin comprender, “ o las vikis” les aclaré, nuevamente me miraron con interrogación en sus miradas, tuve que explicarles que me refería a las cervezas o por la marca, a las victorias, reímos contentos por la posibilidad de abandonar el hospital, pero fui el último en salir y como ya no estaban, lógicamente no pagué la apuesta. Tuvimos un tropiezo muy importante, el hospital presentó una cuenta muy elevada, tal vez justa pero fuera de nuestro alcance, ascendía a 130,000.00 pesos por hospitalización y operaciones, mis hermanas estaban muy preocupadas, pero después de un estudio socio-económico, el hospital aceptó recibir pagos razonables conforme se pudiera, y de esa forma me dieron de alta,

pakasso
21-jun.-2012, 09:59
Me platicó Ana que en Lázaro Cárdenas, mis vecinos rezaron por mí, durante 30 días pidiendo a la Virgen de Guadalupe su intercesión ante Dios, por que lograra superar el problema, posiblemente Dios escuchó su ruego, ya que en lo particular, aunque creía en Dios, no era merecedor de un milagro tan grande, por eso, una vez dado de alta, pedí a mi hermana que me llevara a la Basílica de Guadalupe para dar gracias, fue algo muy emocionante, me sentí como un pequeñuelo que ha hecho una travesura y es perdonado, lloraba sin reprimir mis sentimientos, en esos momentos el párroco explicaba que la Virgen y Dios no ocupan que usemos la voz para pedir o agradecer, “ellos escuchan nuestros pensamientos y a nuestros corazones” me pareció que el mensaje estaba dirigido a mí.

10.3.- Mi hermosa familia

mi hermana Estela me preguntó si quería ir a su casa, a la de Elsa o a la de mi sobrina Cinthia, hija de Elsa que se había divorciado y vivía sola, esta opción me gustó mas, pues no quería ser un estorbo y una molestia y viviendo Cinthia sola, no sucedería así. Vivía en un departamento ubicado en un tercer piso, pequeño pero confortable, el edificio tenía vigilantes que me ayudaban a subir al elevador en una silla de ruedas que una amiga de Elsa me había prestado, fueron muy amables siempre, Cinthia, a quien conocí recién nacida, era ahora una muchacha grande, güera y muy bella, de carácter amable, aunque resentida con los hombres por su fracaso matrimonial. En una ocasión escuchamos un grito destemplado que decía “Puuupi”, después nos enteramos que un perrito de ese nombre, propiedad de una vecina se había caído y para su buena suerte, un vigilante lo había cachado evitándole un golpe que pudo ser mortal, lo apodé “súpercan”, era pequeño y peludo, muy travieso y su propietaria un tanto histérica. Me sacaban a pasear a un parquecito , no tenía fuerza ni para mantenerme sentado, parecía una gelatina me iba de lado y si no me detenían me caía, cuando Ana se fue allá para cuidarme, la acompañó Cecibel, una novia de mi hijo, muchacha gordita, muy atenta y servicial, (Dios la bendiga siempre) en ocasiones me urgía ir al baño y como no podía siquiera levantarme, al no haber nadie más en casa, ella me cargaba como a un muñeco y me sentaba en la taza del baño y se quedaba a cuidarme, eso me avergonzaba mucho y en una ocasión, pedí que me dejaran solo, no lo hubiera hecho, mi cuerpo se empezó a cargar a la izquierda hasta dar vuelta completamente, mi cabeza pegó en el piso y como la pared estaba muy cerca de la taza, quedé atorado, en una vergonzosa posición de “tirador”, con la cola hacia arriba, acudieron, para auxiliarme mi hijo, Cinthia Ana y Cecibel, me limpiaron y trataban de sacarme, pero no podían, yo sentía como a cada movimiento, me lastimaba los puntos de sutura del cráneo, al fin lo lograron, me bañaron y al día siguiente solicité a una doctora que considerara la posibilidad de retirar los puntos, lo hizo, cortándolos con un bisturí que apoyaba contra el cuero cabelludo, muy rápido, pero con heridas superficiales. Los estudios médicos sobre diferentes aspectos de mi salud continuaron, descubrieron que tenía una glándula suprarrenal crecida, al parecer era la causa de mi hipertensión y me mandaron al Instituto Nacional de Nutrición para que un nefrólogo me pudiera tratar el problema, lo que logró remediar en casi un año. También me enviaron al Instituto Nacional de Cardiología. En este hospital, después de exigirme que consiguiera comprobantes de no ser beneficiario del IMSS o del ISSSTE, me atendieron muy bien. Me citaron a las 7:00 de la mañana, por lo que me presenté a las 6:00, hacía un frío tremendo, el hospital aún no abría sus puertas y la fila –triple- para entrar era mayor de una cuadra, la gente tomaba atole calientito y tamales, cuando ya casi llegaba a la puerta, me dí cuenta que había varios escalones, pedí a mi sobrino Lalo que preguntara como entrar con mi silla de ruedas y nos enviaron a dar la vuelta a la cuadra y entrar por una puerta totalmente despejada, siguiendo algunos pasillos, nos encontramos en una sala interior a donde ingresaban los que habían hecho fila, pasando antes por un control interior en donde hacían otra fila, un señor muy amable nos pidió que tuviéramos a la mano nuestros documentos y llamaba por su nombre a los que recibirían en el consultorio, fue hasta mi lugar y solicitó mis documentos, me dijo “creo que lo vi por aquí en la semana” y como me vio en silla de ruedas, se brincó el orden y me pasó a otra sala, ahí nos pidió que nos desnudáramos de la parte superior para después tomar una bata y cubrirnos nuevamente, lo hicimos todos sin protestar, en el grupo había mujeres, por respeto a ellas, les di la espalda mientras lo hacíamos, una vez que nos vestimos adecuadamente, una señora me agradeció que no las viera y le evitara la vergüenza mientras cambiaban sus blusas por la bata, nos hicieron varios estudios, electrocardiograma, el pulso, respiración y algunos que no recuerdo. Por la tarde, me comunicó que no tenía problemas con el corazón y que no sería necesario que volviera, a menos que mi doctor lo ordenara, salimos felices por el resultado, y porque eso eliminaba los gastos para acudir a ese hospital. Por alguna razón me enviaron a un nuevo hospital, el “Manuel Gea González” pero como la ubicación del departamento estaba justo a dos cuadras de la avenida que delimitaba su jurisdicción, no me aceptaron. Visité diversos hospitales, en lo que me hicieron muchos estudios, radiografías (que descubrieron que tenía luxado el hombro izquierdo), tomografías, resonancias magnéticas, electromiografías, análisis de sangre para muchos probables padecimientos: diabetes, sida, hepatitis, etc., análisis de orina y excrementos. En uno de éstos me pasó algo gracioso, me citaron para un análisis de sangre y para una revisión de la próstata. Pensando que me harían un tacto rectal, como yo había escuchado que se hacía, me resistí a la idea, pero mis hermanas, sabiendo que era necesario, me despertaron temprano y cuidaron muy bien de que no tomara alimento alguno, ni siquiera agua, me dijeron que los dos análisis me los harían en el mismo hospital, llegamos un poco antes y después de hacer los pagos correspondientes, esperamos hasta que fui llamado, una enfermera muy amable extrajo una muestra de sangre y me preguntó sonriente si verían lo de mi próstata, le dije que sí, pero que tenía un poco de temor, ya que nunca había hecho ese estudio y me habían contado que era doloroso. Me miró sonriente y me dijo “no hay porque temer, ya no se hace como antes, ahora mediante esta muestra de sangre veremos los antígenos y determinaremos como anda de la próstata” –uff, que alivio, ya me imaginaba, violado por un dedo extraño-, salí feliz, bendiciendo los adelantos de la ciencia. Uno de los análisis fue entregado a la Doctora Ríos, de Neurología, en él detectó la falta de una hormona llamada “levotiroxina sódica” y me dijo que mi glándula tiroides no estaba funcionando, por lo que debería tomar en adelante una pastilla diaria de “Karet”, que podría adquirir en ese mismo hospital, esta pastilla se toma por la mañana al despertar y es necesario esperar una hora antes de ingerir nada, con esta sumaban 30 pastillas que consumía diariamente, mas 2 que me recetaron posteriormente para prevenir el daño que todas las demás ocasionaban a mi estómago. Mi hermana Elsa consiguió que en el Hospital de Neurología aceptaran darme terapias de rehabilitación, me presentó con Adriana, una terapista joven, morena, muy eficiente y muy amable, quien me preparó con paciencia y sabiduría, me ponían en un cajón y después lo levantaban poco a poco, con la finalidad de que mis piernas recuperaran fuerza para sostenerme, me fijaban a un arnés y me ponían en una caminadora, me subían a una bicicleta fija y cuidaban mis movimientos, fue un aprendizaje intensivo, no exento de dolores, pero muy efectivo, Adriana sugirió que adquiriera una férula , ya que mi pie izquierdo se doblaba hacia adentro y me ponía en peligro de caer, lo que hubiera resultado fatal si me golpeaba la cabeza. Una persona acudía regularmente para proveer el servicio, lo entrevistamos y el precio ascendió a 900 pesos, un tanto cara para nosotros que dependíamos totalmente de Estela. Nuevamente nos auxilió el Comité de Damas Voluntarias”, con 500 pesos. Para esta férula, la persona se presentó al hospital y me vendó la pierna izquierda, desde el talón a la rodilla, poniendo bajo las vendas, por la parte delantera una tira de plástico, humedeció las vendas y oprimió para que el yeso quedara a la medida exacta, una vez que se hubo ventilado un poco, cortó por la parte delantera, -que me protegía la tira de plástico- y obtuvo un modelo de mi pierna, me ofreció tener la férula en una semana. Después me pasaron a terapia ocupacional. Ahí la terapista era Betty, joven también, muy respetuosa. Los movimientos eran diferentes usaban objetos propios de niños, los que había que ensamblar o cambiar de lugar, además de trabajar en la sensibilidad del lado izquierdo. Mi brazo no se movía nada y sobre él deslizaba guantes de peluche, de toalla, de tul, etc., de ese modo empecé a percibir cuando alguien me tocaba el brazo.

pakasso
21-jun.-2012, 16:16
Ya me da pena con ustedess se alargó mucho el relato, pero estamos a poco para terminar si alguno desea el libro completo, no tengo nada en contra de enviárselos solo lo tendrán que solicitar a mi correo que es [email protected]. ya que aún no consigo que me lo impriman

la lore
21-jun.-2012, 20:34
pakasso, cual pena ni que nada! lo que sucede es que, estamos atentos a tus escritos, aunque posteamos poco, para no interrumpirte ;)
tus relatos son bastante buenos, asi que aqui seguimos leyendote.

te reitero mi profunda admiración, por esa fortaleza tan grande que tienes.
saludos!

pakasso
28-jun.-2012, 12:27
Ahora me enviaron al Instituto Nacional de Rehabilitación –ubicado por Xochimilco- Quedé maravillado de sus instalaciones, muy amplias y con salas llenas de aparatos para rehabilitación. Localizamos el consultorio donde debíamos presentarnos y nos llevaron a una sala donde explicaron a todos los solicitantes que no podían ser admitidos todos, por lo que se estudiaría la necesidad real de cada uno y nos darían los resultados, me enviaron con una doctora muy joven pero muy sabia, midieron el ángulo hasta donde podían mover mi brazo y me envió a realizar 10 terapias, (una cada día), a las 8 de la mañana. Ingresar era todo un problema, había que identificarse plenamente, justificar el motivo de ingreso y dejar la identificación para recogerla a la salida, los métodos eran un poco duros, me movían el brazo luxado y me hacían llorar de dolor, me enseñaron una rutina de ejercicios, que hoy –después de 4 años- aún practico, y que gracias ellos, camino, auxiliándome de un bastón. Contrariamente a mi opinión de la gente de la ciudad de México, recibí muchas muestras de apoyo, en ocasiones se ofrecían a empujar mi silla para ir de un lado a otro, me cedían el paso, me trataban con mucha consideración, aunque no faltan los patanes que estacionan sus autos en las rampas o en los lugares para estacionamiento de discapacitados, pero son los menos.

Para entonces, mis hermanas me llevaban a dar la vuelta a los viveros de Coyoacán y en una ocasión, que tenía mucha sed, le pedí a mi hijo un vaso de agua y me situaron bajo un árbol, con mi vasito térmico. Imagino que mi imagen debió causar lástima, unos jóvenes, de los muchos que van ahí a correr, preguntaron a mi hijo si estaba pidiendo limosna, les contestó que no y agradeció la intención. Una caso parecido me sucedió días después, Ana me sacaba a tomar el sol a la esquina, bajo un árbol y me dejaba en mi silla de ruedas, aprovechaba el tiempo leyendo un libro de nombre “El sueño de Inocencio” de Gerardo laveaga, que habla sobre el Papa Inocencio III, de pronto, una pareja se detuvo a mi lado y me ofrecían un billete de 50 pesos “para que se ayude”, sentí una vergüenza terrible y rechacé la ayuda, cuidando de no parecer grosero, se disculparon y se retiraron, mi familia rió mucho cuando conté el incidente, pero aunque no recibí la ayuda, agradecí a Dios porque aún haya gente solidaria con las desgracias ajenas.
En la calle, una vez fui interceptado por los Testigos de Jehová, quienes me dieron una invitación impresa para un evento de conmemoración de la muerte de Jesús, el cual se celebraría en el Estadio Azteca, no fui, pero supongo que debió ser multitudinario por la cantidad de asistentes que caben en el estadio.

pakasso
30-jun.-2012, 13:38
Coyoacán me gustó mucho, es un remanso de paz en el trajín de la ciudad moderna, es una delegación muy bella, parece un pueblito de provincia, con calles adoquinadas, pocos edificios altos y un diseño sencillo, la plaza principal está rodeada de locales donde se venden artesanías y se enseña como realizarlas, en esta plaza se presentan cada domingo, grupos artísticos que hacen la delicia de los visitantes, que son muchos y muy variados.

Afortunadamente todo salió bien y un año y medio después pude regresar a Lázaro Cárdenas, en una silla de ruedas ya que aún no podía caminar. Mi hermana Estela – Dios la bendiga siempre- me proveyó de un bastón, pants y zapatos tenis.

Regresar a este pueblo costeño fue un triunfo, me sentí feliz de experimentar su clima caluroso. Visité a algunos vecinos para agradecerles que hayan rezado por mí y Doña Maura, una vecina que vende cena, me regalo una pequeña estatua de la virgen de Guadalupe, me hizo llorar, y es que después de mi estancia en el hospital experimentaba una depresión terrible, me había convertido en un ser débil, sentimental y llorón, algún tiempo después descubrí que era un proceso normal postoperatorio. Por lo pronto, a mi regreso a Lázaro Cárdenas, me encontré con malas noticias, mi equipo de cómputo, la impresora y el escáner se habían dañado y no funcionaban, Mi hijo hizo los arreglos necesario para adquirirlos de nuevo, muchos de mis cds se perdieron, mi biblia, que me había regalado un testigo de Jehová, que me visitaba cuando tenía el negocio de computación, había desaparecido, no es que fuera asiduo lector, por el contrario, como la mayoría de las personas, tenía ese libro sagrado, pero casi no lo leía y ahora que estaba muy agradecido con Dios por haberme dado una segunda oportunidad, tenía hambre de conocer algo más de él. Al parecer el creador me escuchó, me visitaba un compadre, originario de Morelia, Médico Veterinario Zootecnista, muy buen veterinario, pero con la desgracia de ser alcohólico, que ahora era miembro de la Congregación Cristiana “El Shadai”. Me llevó a un acto religioso, muy interesante, Sucedió lo siguiente: al llegar a su templo, escuché una música muy alegre, con teclados, batería y guitarra eléctrica, muchos feligreses cantaban alabanzas, bailaban y aplaudían, después un pastor hizo un extenso discurso sobre temas bíblicos, de pronto se interrumpió y nos pidió que los que asistíamos por primera vez levantásemos la mano. Nos dio la bienvenida en nombre de la congregación, recibimos sus palabras y un aplauso, varias personas vinieron hacia mí y me felicitaron por estar ahí, me preguntaron si estaba de acuerdo en que hicieran una oración por mi, ¡claro que si! No me perjudicaba en nada y si Dios lo quería, podría ayudar en mi recuperación. Esperaba que uno de ellos dijera la oración mientras los demás escuchaban, pero no fue así, todos hablaban al mismo tiempo, expresando su oración, que lógicamente era diferente. Yo guardaba silencio respetuoso, pero pensaba –como buen incrédulo- si yo, aquí, en medio de ellos, no los entiendo, Dios hasta allá en el cielo, menos. Una vez terminado el acto, llamaron al “apostol”, nuevamente me salió lo incrédulo, pensaba “si los apóstoles acompañaron a Jesús hace 2000 años” (después me enteré que le llaman así por haber iniciado varios grupos de cristianos de esa congregación), vino éste señor, de avanzada edad y mirándome fijamente me dijo “Tú, tú no tienes fe”, acepté porque era verdad, “pero la fe los hermanos te atraerá las bendiciones de Dios”, entonces tocó mi hombro y mi pierna izquierdos, ya que era muy evidente que todo el lado izquierdo de mi cuerpo no funcionaba y dijo “declaro que todo tu cuerpo está sano” de inmediato pensé “órale, ya no se van a ocupar los hospitales, pero enseguida complementó “esto lo declaro en el nombre de Jesús” y ahí mi mente no ofreció ninguna objeción, mi compadre, que estaba ubicado a mi lado derecho, me sujetó fuertemente y me levantó y el apóstol lo hizo por el lado izquierdo y echaron a caminar, para evitar que me arrastraran, trataba de mover ambas piernas, el apóstol dijo “¿ya ves? Estás caminando?” esto me decepcionó, porque yo sabía que no era así y esa muestra para exhibirme no me gustó. En otra ocasión me llevó al auditorio municipal, ahí se realizaba una reunión y cuando llegamos, algunas mujeres exponían sus testimonios, que se pueden resumir en “mi marido se volvió borracho pecador y mujeriego, pero le pedí a Dios que me ayudara y ahora es un marido fiel y amoroso” tal vez, estaban en lo cierto y para ellas era un milagro, pero a mi me pareció algo común, mi caso (jajaja) si era un milagro. Pregunté a mi compadre si podría contarlo y me explicó que el desarrollo ya estaba planeado, pero podría hacerlo, si lo deseaba en una próxima ocasión. Esto llegó a su fin, cuando insistió en que acudiéramos –Ana y yo- a una cena con gente de su congregación. Ana se negó rotundamente y mi compadre no volvió a visitarnos, su hermano, el Contador Manuel y Rosita, su esposa vinieron una vez a visitarme y juntos hicieron oración por mí. Recibí visitas ocasionales de otras personas con fines religiosos los testigos de Jehová, venían cada semana y me explicaban asuntos bíblicos y me hacían conocer aspectos de Dios, el primero, ya me lo había preguntado yo mismo cuando rezaba el padre nuestro “Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre” pero ¿cuál es su nombre? ¿cómo se llama Dios? Ellos me enseñaron, con la biblia en la mano – como todo lo que enseñan- que Dios se llama Jehová, cómo es Él y sus propósitos para la humanidad. Llegó el día en que realizarían la conmemoración –aquél acto para el que fui invitado en la ciudad de México, tuve curiosidad por conocerlo y acepté acompañarlos, si me llevaban y me traían. Fui, esperando algo así como una misa común, pero fue algo diferente, muy emotivo. Las personas me recibieron muy amablemente, me instalaron y una vez terminado el acto, me trajeron a casa, quedé gratamente sorprendido del ambiente cordial que se respiraba en esa congregación, a partir de ahí y con su ayuda, empecé a asistir a casi todas las reuniones. Poco tiempo después, una señora amiga de Ana, Doña Eli, me invitó a una congregación cristiana llamada “Emmanuel”, vino con su esposo en una camioneta y entre los dos me subieron, llegamos a su templo y al igual que en “El Shadai”, los asistentes cantaban, aplaudían y bailaban, después pasaron las muchachas con pequeñas charolas para recoger las ofrendas monetarias, se ofrecieron sobres vacíos en los que quien lo deseaba, depositaba billetes, me tocó ver algunos de alta denominación, 200 o 500 pesos. Una vez terminada la recolección, se dio principio al discurso sobre temas bíblicos y al igual que en la otra congregación, nos dieron la bienvenida a los que asistíamos por primera vez y también aquí oraron por mí. Sería un ingrato si no agradeciera sus oraciones, me estaban haciendo falta. El siguiente jueves por la tarde, Doña Eli y su esposo pasaron por mí. En esta ocasión, me llevaron a una célula , resultó ser la casa de Aidé, una ex compañera de trabajo de Redap (Sicartsa), quien en varias ocasiones había intentado hablar conmigo de religión, pero que no lo había logrado, le extrañó verme por ahí, esta célula la conformaban unas 30 personas, entre jóvenes y adultos, después de los saludos de rigor, acordaron leer un libro de la biblia, para ello, cada uno de los asistentes debería leer un versículo y al finalizar, su esposo “ChavA” haría los comentarios correspondientes para explicar un poco mejor lo leído, me ofrecieron una biblia, pero como yo llevaba una que me había regalado mi yerno, de las que editan los Testigos de Jehová, la rechacé, se dieron cuenta de inmediato y me criticaron por ello, leímos, según lo acordado y al terminar les pregunté si lo que yo había leído era diferente a lo que decían sus Biblias, me respondieron que no –Siempre he pensado que las Biblias las extraen de los mismos antiguos rollos-. Una señora gorda de nombre Julia preguntó ¿Qué creen que soñé? Lógicamente no hubo respuestas. Entonces explicó “soñé que era una viejecita y explicaba la palabra de Dios a una gran congregación” No me pareció una falta de respeto explicar que los Testigos de Jehová tienen ancianos de 20 años, les llaman así por lo que saben, no por la edad, así que no era necesario que estuviera de muy avanzada edad para ser una anciana y enseñar la palabra de Dios, me miró furiosa y me dijo “Don Paco, usted está en la peor religión que pudo encontrar, la nuestra es la buena, estuve a punto de reírme – un vecino que me había visitado recientemente que asistía con los adventistas me había dicho lo mismo, me contuve y todo quedó en paz.

Biby
01-jul.-2012, 07:28
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Coyoacán es mi primera cuna... continúa que aquí te sigo...


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pakasso
02-jul.-2012, 21:17
Antes que otra cosa Felicitaciones Biby, la verdad Coyoacán me encantó.
Continuamos
El domingo siguiente, nuevamente fui al templo de Emmanuel, en esta ocasión, además de repetirse la ceremonia del domingo anterior, decidieron quedarse a una clase de religión, para mi sorpresa, la maestra era, Rosita la esposa de mi amigo Manuel el contador. Yo sabía que ellos no eran católicos, pero nunca pregunté por su religión, ahora lo sabía Cristianos. El siguiente jueves, volvimos a la célula y nuevamente lectura y explicación de la Biblia.

Doña Julia preguntó entonces ¿Qué creen que soñé? Como ella era la que me atacó en la reunión anterior, decidí vengarme, le dije “que se puso a dieta y bajó 30 kilos” se le acabó la sonrisa y vino contra mí “A ver señor Testigo de Jehová, ustedes que todo lo saben, dígame ¿qué soñe? “yo duermo con mi esposa y no se que o con quien sueña” le contesté. Entonces dijo, “Soñé que estaba muerta y mi familia lloraba desesperadamente y del cielo bajaban serpentinas”. Precisamente, en la reunión e los Testigos de Jehová se había expuesto ese tema en la semana, lo tenía fresco en mi mente. Pregunté ¿Usted enseña la palabra de Dios y ha leído la Biblia? ¡Claro! Me contesto, tres veces. Entonces por favor lea, con voz fuerte y clara lo que dice Eclesiastés 9.5 al respecto. Leyó “porque los vivos tenemos conciencia de que moriremos, pero los muertos no tienen conciencia de nada en absoluto”. Entonces le dí la puntilla “si soñó que estaba muerta y veía a su familia llorar y del cielo caían serpentinas. No estaba muerta, andaba de parranda” todos los asistentes rieron de la ocurrencia, menos ella que me contó una historia en la cual se había peleado y dejado con su marido, le remordió la conciencia y pensó regresar, pero justamente ese día encontró a su marido corriendo a su hija de la casa por lo que se volvió a ir, ahora con su hija, a la calle, pero unos amigos –Testigos de Jehová- le ofrecieron un cuartito para que vivieran temporalmente. Pasado un tiempo le dieron respuesta a su solicitud de empleo en Sicartsa y los testigos, enterados de que asistía al templo cristiano y a la célula, le habían pedido que se fueran para que nos les causara tropiezo con su religión ni causárselo a ella con la suya . ¿Dónde estaba pues, el amor a Dios de los Testigos de Jehová? Le contesté mundanamente “dicen que el muerto y el arrimado a los tres días apesta”. Aidé, queriendo reforzar lo platicado nos contó otra historia similar: Una muchacha –que se encontraba entre nosotros- tuvo un problema con una hermana cristiana, de su misma congregación y después de unos días se arrepintió, por lo que le pidió a su marido que la acompañara a pedir disculpas, Él se negó, pero fue y le comunicó a la parte contraria lo que pensaba su mujer. Ésta buscó a Aidé para que la acompañara y fueron las dos para hablar con la hermana, quien las recibió con insultos, a pesar de que Aidé le hizo notar que no era eso lo que se aprendía en el cristianismo, fueron despedidas del mismo modo. Ahora me tocó preguntar ¿Dónde está el amor a Dios de los Cristianos?. Ya de regreso, Doña Eli me decía que no debería andar con una congregación y con otra “hay que ser fieles a Dios” pues si, a Dios, pero ustedes no son Dios son gente imperfecta como yo y quieren dictar normas para adorarlo, yo busco la forma de saber más de Él y eso me lo enseñan los Testigos con la Biblia en la mano, con sus actitudes, con su amor de congregación, allá no hay chismes, ni malas palabras, ni chistes obscenos, definitivamente, me quedo con ellos. Agradecí su interés y ayuda y decidí no regresar a la congregación cristiana.

pakasso
04-jul.-2012, 08:45
Pedro, mi gran amigo, a quien llamo compadre por pura estimación, que estuvo al pendiente de mi salud y se encargó de que nuestro celular siempre tuviera saldo e inclusive me prestó una mini-televisión para que estuviera menos triste o aburrido en México, me visitó varias veces a mi regreso. Ha sido como un hermano conmigo, siempre dándome ánimo y mostrando su estimación, lo que no han hecho mis hermanos los varones –porque mis hermanas se han portado muy lindas conmigo-. Con el tiempo libre por no poder realizar ninguna actividad dado que la parte izquierda de mi cuerpo no funciona, me dediqué a navegar por el Internet, veía películas, videos, libros y entonces me volví a acordar de mi amiga Adriana, de Arteaga, la busqué en el Internet y primero hallé referencias de su hermana María Eugenia y después en una página de tratamientos electromagnéticos encontré un testimonio de ella, ahí se informaba de su teléfono, lo anoté y seguí buscando, de pronto la localicé en Facebook, pero no tenía muchos datos, ni fotografía. Me animé a enviarle un mensaje y en una semana recibí respuesta, me dio mucho gusto, hacía 40 años que no sabía nada de ella, a excepción de una ocasión que mi hermano Efrén fue a Morelia y la conoció en una fiesta, tomándose una foto al lado de ella, misma que presumió en la casa de Algarín, pero le amargué la fiesta cuando le dije que la conocía. Eso fue hace unos 35 años y ahora de pronto, nuevamente estábamos en contacto, como cuando éramos unos chiquillos nos contamos cosas que nos sucedieron durante el tiempo que no nos vimos, ella sigue siendo una persona encantadora. Curiosamente, también por estas fechas recibí una solicitud de amistad de Evelia, con otros apellidos, le respondí, pidiendo que me disculpara, pero no andaba buscando amistades y no recordaba que la conociera, me envió un nuevo mensaje, me dijo “yo si te conozco, eres de Apatzingán y tu papá es dentista” pues sí, pero a la única Evelia que recuerdo, era de San Antonio y se apellidaba diferente “Esa soy yo, quiero pedirte me disculpes porque me porté mal contigo.” Ahora si la recordé muy bien y me renació un poquito el coraje de la vez que me dio el papelito en la terminal, así que a modo de venganza le escribí “No te preocupes, no me rompiste el corazón”. Una vez pasado este momento reiniciamos la relación, como amigos a través de la distancia. Se hizo costumbre chatear con Adriana, mi mujer no le tiene celos, porque ya le había contado de ella, pero a Evelia si. En estas sesiones de chat, me informó que su marido es escritor, yo, en cambio le contaba anécdotas de mi vida y en una ocasión me dijo “deberías escribir tus anécdotas para conformar un libro”, me reí de la idea, pero pasados unos días, nuevamente me dio ánimo, entonces decidí intentarlo, empecé sin ningún orden, primero lo más sentido de mi vida, mi romance con María y después con Salud. Una vez empezado, agarré vuelo y en 7 pedazos, conformé la primera parte, que comprende desde mi infancia hasta los 20 años.

pakasso
06-jul.-2012, 20:59
Los envié a Adriana y sus opiniones fueron alentadoras y de igual manera las de su marido, vinieron a vacacionar a Lázaro Cárdenas y fuimos a la playa. Ella, su marido, su hija y su nieta, además de una comadre y su hija, se vieron felices, disfrutando del aire marino y de la vista que ofrece la playa del mar y su inmensidad, pero no tanto como yo disfruté de su compañía. Su marido, Arturo, resultó ser un señor muy agradable, tranquilo y alegre, su hija –Una güerita muy linda y educada, me fue muy simpática, su nieta, una pequeña muy inquieta me Adoptó como tío y por último, su hijo, de unos 10 años, niño muy educado, quien se expuso durante mucho tiempo al sol y regresó rojo como camarón. Estuve muy feliz con ellos, pero la visita terminó en 2 días. Ahora sólo me quedará el consuelo de la comunicación vía Internet, pero sé que nuestra amistad será aún muy larga, espero no estropearla como he hecho con lo mejor de mi vida. Ana y Adriana congeniaron bien.

Desde mi regreso de México, hace 4 años, no he podido trabajar, por lo que la economía familiar anda muy baja, sobrevivimos por la ayuda que nos da mi hermana Estela o mi hermana Dora María y la de mis hijos.

Por la necesidad de regresar a la ciudad de México para mis citas médicas, me presenté a la base de las combis para solicitarles su ayuda económica. Me encontré con la mala noticia de que “el temerario” había muerto al no resistir una operación que le practicaron después de encontrarle cáncer, los compañeros se mostraron generosos conmigo y logré completar los pasajes, desde entonces los he molestado cada 4 o 5 meses.
El único de mis hermanos que me ha prestado un poco de ayuda es Anselmo, quien también se encuentra convaleciente de la fractura de sus codos, él y mi cuñada Eloísa han estado muy atentos de mis progresos. A partir de que me decidí a escribir estas anécdotas, he revivido muchas cosas de mi pasado y me siento muy bien, aún cuando mi recuperación es muy lenta, pero después del primer milagro, por el que aún estoy con vida, mi fe en Dios ha crecido enormemente y ahora confío en que me recuperaré totalmente.

FIN

pakasso
07-jul.-2012, 08:26
Pues si, esta es la historia de mu vida en anecdota, Muchas geacias a los que se tomaron la molestia de leerla, Falta aún que me publiquen el libro, creo que será la parte más difícil y cara, bueno, no tanto pero como hace más de 5 años que no puedo trabajar así me lo parece, pero les prometo que cuando lo logre, de inmediato se los comunicaré.
Gracias a el foro por las facilidades para dárlo a conocer a istedes y Gracias a los foristas que con sus opiniones me alentaron a no dejar quebrado este sueño. Los quiero a todos. sEAN FELICES SIEMPRE.

MagAnna
07-jul.-2012, 15:28
Pues si, esta es la historia de mu vida en anecdota, Muchas geacias a los que se tomaron la molestia de leerla, Falta aún que me publiquen el libro, creo que será la parte más difícil y cara, bueno, no tanto pero como hace más de 5 años que no puedo trabajar así me lo parece, pero les prometo que cuando lo logre, de inmediato se los comunicaré.
Gracias a el foro por las facilidades para dárlo a conocer a istedes y Gracias a los foristas que con sus opiniones me alentaron a no dejar quebrado este sueño. Los quiero a todos. sEAN FELICES SIEMPRE.

El placer fue nuestro, querido Pakasso. Gracias a ti.
En cuanto consigas publicar tu libro, nos lo comunicas por aquí sin falta y con mucho gusto difundiría tu libro a través de páginas literarias, librerías, autores, lectores, etc...
Mucho ánimo y mucha suerte en tu meta! :)

Biby
10-jul.-2012, 11:09
Pues si, esta es la historia de mu vida en anecdota, Muchas geacias a los que se tomaron la molestia de leerla, Falta aún que me publiquen el libro, creo que será la parte más difícil y cara, bueno, no tanto pero como hace más de 5 años que no puedo trabajar así me lo parece, pero les prometo que cuando lo logre, de inmediato se los comunicaré.
Gracias a el foro por las facilidades para dárlo a conocer a istedes y Gracias a los foristas que con sus opiniones me alentaron a no dejar quebrado este sueño. Los quiero a todos. sEAN FELICES SIEMPRE.



Igualmente Pakasso, te felicito por este esfuerzo que a momentos sentí doloroso, nostálgico, melancólico... y con tintes amenos y positivos...

Deseo que muy pronto nos comuniques que tu libro ha sido un éxito y que ya está disponible para todos.

Escribe mas cosas porque si no te voy a extrañar... ok...??


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pakasso
18-jul.-2012, 15:21
Muchas gracias Biby y Magana. Por supuesto que pienso seguir escribiendo, este libro fue como una catarsis para mí, me liberó de muchas situaciones que venía cargando y estoy a punto de dar vuelta a la historia de mi vida, pero tengo un par de cosas aún por resolver, por supuesto mis amores, María y Carolina, de las que no sé cual es su vida actual y me duele no saberlo, a la primera deseo pedirle perdón por la forma tan irresponsable en que puse fin a nuestra relación. Aún me pregunto cómo pude hacer eso si la quería tanto. Aún la amo, pero lo nuestro ya no tiene futuro así como yo ya no soy aquél que presumo ella amó y Carolina, el misterio de su desaparición de mi vida. A ninguna puedo ofrecer nada que no sean recuerdos. Tengo nostalgia, sobre todo de María, pero me gustaría saber de Caro, tal vez sólo para descubrir en qué fallé pero ha pasasdo tanto tiempo que tal vez yza me olvidaron, lo que yo no he podido a pesar de que me operaron de la cabeza.

la lore
18-jul.-2012, 16:11
PAKASSO.... las personas honestas son cada vez menos, asi que cuando se tiene la fortuna de conocer y/o convivir con una de ellas, es IMPOSIBLE olvidarlas.
asi que, con seguridad, ellas te recuerdan bastante. ;)
al menos yo he comprobado que, cuando se piensa mucho en alguien, ese pensamiento es recíproco y mucho más aún, cuando se ha tenido un lazo fuerte con esa persona.
y bueno, no me queda más que desearle que su nuevo ciclo en la vida, le compense tanto esfuerzo, esperemos que tu libro sea publicado y te vaya muy muy bien siempre.
saludos!

pakasso
19-jul.-2012, 10:39
Por eso amo este foro, pura gente positiva, aún cuando a vrces se enfrascan en discusiones absurdas, pero son los menos.

H.M
19-jul.-2012, 10:51
Ya me gustaría tener la voluntad, ganas, decisión y ánimo de Pakasso para escribir lo que desde Abril del 2011 viene escribiendo aquí.

Suerte Pakasso!

gabin
19-jul.-2012, 11:19
Por eso amo este foro, pura gente positiva, aún cuando a vrces se enfrascan en discusiones absurdas, pero son los menos.

_pakasso, un "avatar" mío (desde un pc de varios usuarios revueltos) te insinúo, podías ir escribiendo en este foro, una págína de tu relato cada día o cuando lo creyeras conveniente.

_Así lo hiciste y lo terminaste de postear: ¡te felicito!

_Deseándote lo mejor, saludos cordiales.

pakasso
20-jul.-2012, 19:03
UNA FANTASÍA
Caminar nuevamente desde la entrada a la ciudad hasta la salida a Charo, detenerme sobre la calzada, frente a la escuela primaria que tiene un talud cubierto de pasto, donde tantas veces esperé ilusionado a que salieras de tu casa para asistir a la cita de amor acordada el día anterior. Llegar hasta la tiendita de la esquina que tenía un jardín de bellas rosas, pedir un refresco y alguna guzguera, preguntar como no dándole importancia si aún vives ahí.
La señora que me atiende, responde que hace mucho tiempo te fuiste, aunque tu madre y hermanas aún habitan la casa, Te casaste, me cuenta, hace más de 25 años, seguramente tendrás más de tres hijos, que es la cantidad de hijos que yo tengo, al menos registrados y reconocidos, recuerda que te veías feliz después de una época de tristeza y este comentario me lastima profundamente el corazón, porque presumo que yo fui el responsable, precisamente esta búsqueda de ti es con la finalidad de verte aunque sea una sola vez. Decirte que fui un tonto al no valorar tu amor, al dejarme llevar por el remolino de la vida, los pocos que han leído mi libro sabrán perfectamente a qué me refiero. Han pasado 38 años. Toda una vida desperdiciada. 38 años que pudieron haber sido de felicidad a tu lado y no de recuerdos de épocas felices contigo. Cuánto lamento no haber tenido el valor de buscarte cuando aún era libre de elegir mi rumbo y como dice una canción de Roberto Carlos “Pero la distancia fue mayor “.
Poco a poco tu imagen física se me ha borrado, pero tu hermosura espiritual y tu amor por mí no lo he podido olvidar, ni lo he intentado, no puedo dar vuelta de hoja a mi pasado, mi mente no te olvida porque tu recuerdo lo llevo en mi corazón y me causa una dulce nostalgia que me reconforta en mis múltiples etapas de tristeza. Bendita seas.
Después de investigar arduamente, he conseguido por fin tu domicilio, es una casa pequeña en una colonia de clase media, tiene un coqueto jardincito con abundantes rosales, cuyas flores perfuman el paso de los peatones por la acera, me llama la atención que revueltas con otras plantas de ornato se distinguen algunos mirasoles, tu flor silvestre favorita y me envuelvan los recuerdos de correrías, cuando buscándolas, nos encaminábamos allá, por el cerezo o por el panteón, en donde abundaban, regresábamos con enormes ramilletes de ellas, todas cortadas como un homenaje a tu belleza y aquí estoy frente a la puerta de tu casa aunque sé que no tocaré hasta estar seguro de no causarte un problema.

He soñado tanto con este momento y ahora que lo tengo a la mano, tiemblo al pensar que no quieras escucharme, que no me permitas decirte que no espero que aún me quieras, que sé que no puede haber ya nada entre nosotros, ha pasado demasiado tiempo y la vida nos llevó por caminos diferentes, pero sí quiero pedirte que me perdones por haber sido infiel, explicarte que lo he pagado muy caro, que la vida me ha tratado inmerecidamente bien y aunque he tenido mujeres que me quisieron, nunca volví a querer como te quise a ti, con aquel amor puro y casto que me inspiraste, con ellas conocí la pasión carnal que nunca intenté contigo porque fuiste sagrada para mí, y que he llorado muchas veces por tu recuerdo. No quiero volver a empezar, sólo quiero tu perdón para esperar la muerte en paz conmigo mismo.

pakasso
03-abr.-2013, 17:23
Esrimados foreros, vuelvo a escribir para contarles que hoy 03/04/2013 estoy muy feliz, recibí una propuesta editorial para publicar mi libro "Una vida común", el mismo que puse a su dispocisión el año pasado en este foro, en fragmentos, algunos de ustedes muy amablemente me dieron sus opinioines y me echaron porras, muchas gracias, parece que por fin lo veré publicado por Chiado Editorial de España, esto no hubiera sucedido sin el ánimo que me inyectaron y que me llevó a buscar, me sugieren 13 euros como precio al público, apenas salga a la venta les comunicaré en donde podrán adquirirlo. Les comunico a ustedes esta noticia antes que a nadir, ni siquiera mi mujer lo sabe aún. Michísimas gracias compañeros.

gabin
03-abr.-2013, 20:16
Esrimados foreros, vuelvo a escribir para contarles que hoy 03/04/2013 estoy muy feliz, recibí una propuesta editorial para publicar mi libro "Una vida común", el mismo que puse a su dispocisión el año pasado en este foro, en fragmentos, algunos de ustedes muy amablemente me dieron sus opinioines y me echaron porras, muchas gracias, parece que por fin lo veré publicado por Chiado Editorial de España, esto no hubiera sucedido sin el ánimo que me inyectaron y que me llevó a buscar, me sugieren 13 euros como precio al público, apenas salga a la venta les comunicaré en donde podrán adquirirlo. Les comunico a ustedes esta noticia antes que a nadir, ni siquiera mi mujer lo sabe aún. Michísimas gracias compañeros.

Hola.
Gabagaba me ha comentado que está muy satisfecho por partida doble; por haberte sugerido en el posteo nº 3, que podías en este mismo hilo, ir posteando fragmentos de las treinta páginas que por entonces tenías escritas de la primera parte de tu libro, y porque al hacerlo, te han podido leer muchos foristas y darte aliento, consiguiendo con su ánimo -según nos dices- y tu esfuerzo te lo editaran. ¡Enhorabuena! Sí, comunícanoslo para adquirirlo.

Saludos cordiales.

pakasso
06-abr.-2013, 22:11
Así es estimado Gabin, después de algún tiempo buscando editorial, recibo una propuesta de Chiado Editorial de Salamanca España para publicarlo y no puedo negar que este esfuerzo se logró gracias a ustedes que me dieron tanto ánimo.

la lore
06-abr.-2013, 22:15
felicidades pakasso!!!!!!!en verdad me alegra saber que vas a publicar! bien merecido lo tienes!
ahora a disfrutar la cosecha de tus escritos, no podía ser de otra manera porque son bellisimos, saludos!

pakasso
28-jun.-2013, 16:29
Me sentí infinitamente feliz. Después de una búsqueda intensa por internet y después de algunas decepciones localicé a un sobrino de María, la mujer que fue el amor de mi vida, la luz de mi juventud, la única bien amada por mi corazón y a la que sin embargo traicioné. Hace 40 años la perdí, por correr inconsciente tras los placeres carnales con otra, a la que pasado un tiempo, perdí de vista, salió de mi vida, así como entró, sin sentimientos profundos, sólo atracción sexual.
Pies bien, Omar, sobrino de María, a quien acabo de conocer me ofreció enviarme una fotografía de ella y lo hizo de inmediato, llenándome de felicidad al contemplarla. Mi María, con su belleza, que refleja la pureza de su alma y a cuya vista late nuevamente mi corazón al recuerdo del viejo amor. Un mundo de sensaciones bellas con tan solo ver su imagen, tantos lugares recorridos a su lado, toda una época de mi vida en una sola foto.
Pero la felicidad es efímera, la comunicación continúa y me comenta: Murió hace 4 años… No puedo seguir… Lo he perdido todo.

Esto lo esceibí hace muy poco, la vida continúa. Es el karma que me hace pagar esta deuda de amor con ella.

pakasso
27-nov.-2013, 10:49
Hola, después de una ausencia un tanto prolongada, vuelvo para compartir con ustedes mi desilusión, en la última vez, les comuniqué que tenía una propuesta editorial que parecía seria, pero que resultó un fraude, después recibí otra, aún mejor y hasta firmamos un contrato para publicar mi libro, pero simple y sencillamente no lo hicieron, me dijeron que lo lanzarían en España y Austria en un plazo de tres meses, pero ya pasó un año y nada, yo no aspiro a ganar una fortuna, sólo deseo que la gente lo lea, ya ustedes lo conocen, lo publiqué fragmento a fragmento desde diciembre de 2011 en este foro. No sé qué hacer, ¿alguno de ustedes quisiera darme una orientación para lograrlo? yo soy discapacitado y no tengo movilidad y eso me resta posibilidades, sólo cuento con mi compu y el internet, al parecer necesito recursos económicos (que no tengo) para las editoriales o en el último caso llevarlo a una imprenta, acepto sugerencias.

EsquizOfelia
27-nov.-2013, 11:04
Hola Pakasso.
Aqui te envío un link que te puede ayudar en algo.

http://lapasionporescribir.blogspot.com/2012/03/he-terminado-de-escribir-un-libro-que.html


Mi opinión, sería que te presentes a cuanto concurso literario esté organizándose. El solo hecho de participar en Tal o Cual, ya te sirve para el currículo, cosa importante para el que todavía no es conocido.

Un abrazo y suerte.

hinojosaaguayo
27-nov.-2013, 13:41
Busca en internet "Tregolam.El pais de los escritores".Maraino Jose de Larra decia que
"escribir en España es llorar".Cuando escribas hazlo por la escritura no por la publicacion.Parece una tonteria,pero no es asi:Te quita la tension

pakasso
28-oct.-2014, 18:29
Hola, estimados compañeros de el foro, hace ya mucho tiempo que no me conectaba, pero ahora tengo una pena m,uy grande y leerlos me reconforta, agregué una pequeña parte a mi libro, que por cierto no he logrado que me lo publiquen, con mucho gusto se los comparto:
Han pasado aproximadamente 4 años de que escribí el fin de la historia, hoy es 28 de octubre de 2014, y estoy muy triste, el día 24 falleció mi esposa Ana, la diabetes le ganó la batalla final, durante estos 4 días he recibido el pésame de amigos y conocidos, hasta desconocidos, sólo palabras que no alivian mi dolor, vinieron mis hermanos a acompañarme brevemente en el duelo y si, me sirvió de consuelo, al velorio acudió mucha gente, después la llevamos a una misa de cuerpo presente y finalmente a cremar, no tuve valor de ir al crematorio, esperé en mi casa y ahora tengo sus cenizas en una pequeña urna, junto a mi cama, y aunque parezca tétrico, no tiene nada de eso, antes de dormir platico un poquito con ella y le dedico mis oraciones y al despertar, le doy los buenos días, lo que ya no hacíamos y la siento junto a mí, no se ha ido del todo, creo que nunca se irá, fueron 38 años de convivencia diaria, siempre juntos, más de la mitad de mi vida, tomando en cuenta que actualmente tengo 59 años y los últimos 8 vivió cuidándome con amor, eso borra los primeros años de nuestra vida juntos, en los que los pleitos conyugales fueron el pan de cada día. Estoy empezando una nueva etapa de mi vida, tendré que aprender a vivir sin ella y es muy doloroso, mis hijas Heidi y Magali se han hecho cargo de este pedazo de hombre que ahora vive lloroso. Me siento como perro sin dueño, y me da por reflexionar lo tonto que fui, vivía recordando el pasado, busqué vía internet a la que fue el amor de mi vida y descubrí que murió en 2009, en un accidente de auto en el free-way en California, USA, de Carolina no logré saber nada y menos de mi hija desconocida, pero en la búsqueda me desentendí de mi esposa enferma de diabetes que día a día agravó, hace un año le cortaron un dedo del pie y en este, estuvo hospitalizada dos veces, mis hijas la cuidaban, pero no fue suficiente y el 24, a las 7 de la mañana, nos dejó para siempre, ya le he pedido perdón y estamos en el novenario, pero ya no podemos remediar nada. Espero haber aprendido la lección y desde ahora darle a cada quien la importancia que tiene.

MagAnna
29-oct.-2014, 06:53
Hola, estimados compañeros de el foro, hace ya mucho tiempo que no me conectaba, pero ahora tengo una pena m,uy grande y leerlos me reconforta, agregué una pequeña parte a mi libro, que por cierto no he logrado que me lo publiquen, con mucho gusto se los comparto:
Han pasado aproximadamente 4 años de que escribí el fin de la historia, hoy es 28 de octubre de 2014, y estoy muy triste, el día 24 falleció mi esposa Ana, la diabetes le ganó la batalla final, durante estos 4 días he recibido el pésame de amigos y conocidos, hasta desconocidos, sólo palabras que no alivian mi dolor, vinieron mis hermanos a acompañarme brevemente en el duelo y si, me sirvió de consuelo, al velorio acudió mucha gente, después la llevamos a una misa de cuerpo presente y finalmente a cremar, no tuve valor de ir al crematorio, esperé en mi casa y ahora tengo sus cenizas en una pequeña urna, junto a mi cama, y aunque parezca tétrico, no tiene nada de eso, antes de dormir platico un poquito con ella y le dedico mis oraciones y al despertar, le doy los buenos días, lo que ya no hacíamos y la siento junto a mí, no se ha ido del todo, creo que nunca se irá, fueron 38 años de convivencia diaria, siempre juntos, más de la mitad de mi vida, tomando en cuenta que actualmente tengo 59 años y los últimos 8 vivió cuidándome con amor, eso borra los primeros años de nuestra vida juntos, en los que los pleitos conyugales fueron el pan de cada día. Estoy empezando una nueva etapa de mi vida, tendré que aprender a vivir sin ella y es muy doloroso, mis hijas Heidi y Magali se han hecho cargo de este pedazo de hombre que ahora vive lloroso. Me siento como perro sin dueño, y me da por reflexionar lo tonto que fui, vivía recordando el pasado, busqué vía internet a la que fue el amor de mi vida y descubrí que murió en 2009, en un accidente de auto en el free-way en California, USA, de Carolina no logré saber nada y menos de mi hija desconocida, pero en la búsqueda me desentendí de mi esposa enferma de diabetes que día a día agravó, hace un año le cortaron un dedo del pie y en este, estuvo hospitalizada dos veces, mis hijas la cuidaban, pero no fue suficiente y el 24, a las 7 de la mañana, nos dejó para siempre, ya le he pedido perdón y estamos en el novenario, pero ya no podemos remediar nada. Espero haber aprendido la lección y desde ahora darle a cada quien la importancia que tiene.


Hola, mi buen Pakasso.
Te mando mi más sentido pésame.

http://i57.tinypic.com/k3opc6.jpg

Siento mucho que estés pasando por este tremendo dolor. En este momento, pocas palabras te pueden servir de ayuda, pero te tendré presente en mis oraciones y también pediré Luz para Ella.

http://i57.tinypic.com/2nlsml5.jpg

Biby
29-oct.-2014, 10:26
Hola, estimados compañeros de el foro, hace ya mucho tiempo que no me conectaba, pero ahora tengo una pena m,uy grande y leerlos me reconforta, agregué una pequeña parte a mi libro, que por cierto no he logrado que me lo publiquen, con mucho gusto se los comparto:
Han pasado aproximadamente 4 años de que escribí el fin de la historia, hoy es 28 de octubre de 2014, y estoy muy triste, el día 24 falleció mi esposa Ana, la diabetes le ganó la batalla final, durante estos 4 días he recibido el pésame de amigos y conocidos, hasta desconocidos, sólo palabras que no alivian mi dolor, vinieron mis hermanos a acompañarme brevemente en el duelo y si, me sirvió de consuelo, al velorio acudió mucha gente, después la llevamos a una misa de cuerpo presente y finalmente a cremar, no tuve valor de ir al crematorio, esperé en mi casa y ahora tengo sus cenizas en una pequeña urna, junto a mi cama, y aunque parezca tétrico, no tiene nada de eso, antes de dormir platico un poquito con ella y le dedico mis oraciones y al despertar, le doy los buenos días, lo que ya no hacíamos y la siento junto a mí, no se ha ido del todo, creo que nunca se irá, fueron 38 años de convivencia diaria, siempre juntos, más de la mitad de mi vida, tomando en cuenta que actualmente tengo 59 años y los últimos 8 vivió cuidándome con amor, eso borra los primeros años de nuestra vida juntos, en los que los pleitos conyugales fueron el pan de cada día. Estoy empezando una nueva etapa de mi vida, tendré que aprender a vivir sin ella y es muy doloroso, mis hijas Heidi y Magali se han hecho cargo de este pedazo de hombre que ahora vive lloroso. Me siento como perro sin dueño, y me da por reflexionar lo tonto que fui, vivía recordando el pasado, busqué vía internet a la que fue el amor de mi vida y descubrí que murió en 2009, en un accidente de auto en el free-way en California, USA, de Carolina no logré saber nada y menos de mi hija desconocida, pero en la búsqueda me desentendí de mi esposa enferma de diabetes que día a día agravó, hace un año le cortaron un dedo del pie y en este, estuvo hospitalizada dos veces, mis hijas la cuidaban, pero no fue suficiente y el 24, a las 7 de la mañana, nos dejó para siempre, ya le he pedido perdón y estamos en el novenario, pero ya no podemos remediar nada. Espero haber aprendido la lección y desde ahora darle a cada quien la importancia que tiene.

Mi querido y admirado amigo Pakasso recibe todo mi apoyo y toda mi fortaleza en estos momentos tan difìciles... no hay palabras que puedan mitigar el dolor que sientes por esta pèrdida irreparable, pero Dios con su infinito poder te confortarà cada dìa... y nosotros contigo.. a tu lado..

Te quiero mucho... si de algo te puede servir...


http://poemaspara.com/wp-content/uploads/2013/06/manos-amiga.jpg

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Keny
29-oct.-2014, 14:46
No tengo palabras que sirvan de consuelo, pero le mando un fuerte abrazo y pronta resignación.

recuerde que siempre esta el consuelo del Volverte a ver...

la lore
29-oct.-2014, 15:34
Que lamentable noticia, pero estoy segura pakasso, que ella seguirá cuidando de ti y te guiara por bellos senderos, donde seguro sentirás su presencia.
Por tus escritos, sabemos que fue una gran mujer, y tuviste la fortuna de tenerla a tu lado por muchos años.
Te mando un fuerte abrazo, ella seguirá viva mientras le recuerdes.

pakasso
31-oct.-2014, 12:42
Gracias compañeros: Lore, Biby, MagaAnna, Keny y todos los foreros, staba seguro de su empatía, de verdad muchas gracias, me conectaré m´as seguido, porque ya no vi a algunos que de vez en cuando leía, no puedo decir que eran mis amigos porque tengo ewl defecto de no ser muy social, pero en algunos temas discutíamos tonterías con charpe y aunque a veces me desesperaba ver los largos debates de algunos foreros, me entretenía y ahora que estuve viendo varios temas, ya no los vi para nada, como sea, un saludo cordial para todos.

pakasso
23-mar.-2015, 20:28
Hola queridos compañeros de foro, nuevamente por aquí, ahora les voy a compartir una breve historia ficticia de amor que me fué publicada en una revista cultural de la ciudad de Morelia, espero que les guste
UTOPÍA
A ti querida amiga, que me viste llorar y comprendiste mi dolor, quiero decirte, aunque parezca fuera de lugar, que, lo sabes, mi fiel compañera de vida se fue al creador y me quedé sin su compañía y sin amor.
Pero no sabías que dentro, muy dentro, guardaba como un dulce secreto la atracción hacia ti, secreto, porque no hay futuro para ese sentimiento, en un principio, tenías dueño y yo no era dueño de mi vida, los dos debíamos fidelidad a nuestras parejas. Pero el destino intervino de formas diferentes en tu vida y en la mía, en tu caso, él buscó otro rumbo y quedaste triste, pero tu naturaleza guerrera se negó a dejarse caer y con esfuerzo admirable luchaste para seguir adelante con tus hijos y hoy la vida te premia, al verlos convertidos en adultos felices, gracias a ti.
Yo, he vivido una vida feliz con mi pareja, pero la felicidad es efímera y quiso el destino, volverla al creador y heme aquí, solo y triste. Y a raíz de esta desgracia te vuelvo a ver, después de muchos años, radiante, hermosa como siempre, adornada, además por mi admiración hacia una mujer fuerte, que ha vencido a la adversidad, segura de sí misma, triunfadora, digna de la mejor de las suertes, ¡que alegría volver a verte!, pero…. Tenía que haber un pero, te acompaña un hombre joven de quien declaras, estás enamorada, ha logrado conquistar tu corazón herido.
Al dolor profundo de la pérdida de mi mujer, uno, inconscientemente, un nuevo sentimiento; triste, decepción, y una sensación de pérdida de algo que nunca fue mío, pero que alguna vez desee, como cuando niño quise algo que nunca pude comprar.
Otra vez, estás fuera de mi alcance y ahora si soy libre de amarte, pero tengo la esperanza de que también él te falle y entonces, yo que estoy esperando mi oportunidad, estaré a tu lado para curar tu corazón destrozado, sólo espero que no me niegues la oportunidad. Y entonces volcaré en ti toda mi ternura.
Ya pasaron mis mejores años, pero te amaré serenamente, con la convicción de que serás mi inspiración para luchar por una vida mejor, que disfrutes, por fin, y juntos avanzaremos en la vejez que está a las puertas de nuestras vidas.

pakasso
21-nov.-2015, 10:03
Nuevamente HOLA QUERIDOS AMIGOS estoy de regreso, ha pasado un año de ausencia y mi vida ha dado un giro, la ùltima vez les comuniquè mi tristeza profunda por el fallecimiento de mi esposa y tuve su comprensiòn, apoyo y consejos, les estoy muy agradecido y como bien dijeron, la vida sigue y Dios no ha terminado conmigo. Ahora, nuevamente me pone ante el amor, volvì a encontrar a una mujer divina que de adolescente me rechazò y que en esta ocasiòn, es mi novia y si Dios lo quiere, algùn dìa, mi nueva esposa, e de mi pueblo. en el que no vivo desde hace como 40 años jejeje todo se me ha hecho viejo, con ella ha renacido la ilusiòn y las ganas de vivir esta hermosa vida, no lo creeràn, me refugiè en la religiòn cristiana, buscando consuelo, me bauticè sin presiones de nadie y me encontrè con ella en el face, descubrì que tambièn es cristiana, nos entendimos y me aceptò, con ella he vuelto a escribir algunos versos, lo que no hacìa desde hace muchos años, les dejo uno y les ruego me comenten si les gusta HOY NO ESTARÁS A LA CITA, ME HAS CONTADO
QUE A UNA FIESTA FAMILIAR, TE HAN INVITADO,
Y DISFRUTARÁS CON ELLOS, Y CELOSO
ME ENCONTRARÉ YO, EN LA DISTANCIA, COMO UN OSO
EN SU CUEVA, CONFINADO.

ES NECESARIO Y ESENCIAL QUE ASÍ CONVIVAS,
LA FAMILIA ES PARTE DE LA VIDA
IMPOSIBLE ES EVITAR QUE ELLOS TE QUIERAN
IMPOSIBLE SERÍA QUE ASÍ NO FUERA,
CUANDO HAS SIDO POR TODOS MUY QUERIDA.

PERO NADIE TIENE PARA TI UN AMOR
COMO EL QUE YO TE OFREZCO, CON VALOR,
Y CON PASIÓN Y ANGUSTIA, SIN IGUAL
SOY JARDINERO Y EMPIEZO A CULTIVAR
CON CARIÑO Y ESMERO, BELLA FLOR

MI LUZ, MI SOL, MI PRIMAVERA,
MI BOTÓN DE ROSAL, FUISTE PRIMERA
EN DESLUMBRAR, MI DESPERTAR, AL MUNDO
DEL AMOR, QUE ES PURO Y ES PROFUNDO
Y BELLO, COMO ROSA MAÑANERA.

CON EL PASAR DEL TIEMPO TE HE ENCONTRADO
COMO ADÁN A LA MANZANA DEL PECADO,
FRESCA, RADIANTE, MUY HERMOSA,
ATRACTIVA, MADURA Y CANDOROSA.
ASÍ ME GUSTAS MÁS, PORQUE LA VIDA
HA DESPERTADO EN TI, ROSA NACIDA
DE UN ROSAL, BONITA Y ORGULLOSA.

HOY, ESTARÉ MUY TRISTE, TE CONFIESO
QUE EXTRAÑARÉ TUS RISAS, Y LOS BESOS
QUE TE ESCRIBO Y TE MANDO EN MI TRISTEZA
ME LLENARÁN DE GOZO Y DE ENTEREZA
AL SABERTE FELIZ, TAMBIÉN LO SOY ¡QUE DURO ES ESO!

ESTAR CONTENTO Y TRISTE AL MISMO TIEMPO
MI RAZÓN ME DICE, NO TEMAS QUE TE OLVIDE, ES UNA FIESTA
MAÑANA VOLVERÁ Y UNA ORQUESTA
TOCARA UNA DULCE MELODÍA,
REGRESARÁ LA PAZ Y LA ARMONÍA
PORQUÉ TE AFLIGES PUES? VIVE CONTENTO.