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Dasein
02-abr.-2011, 03:49
A lo largo de las dos últimas semanas ha habido una gran cantidad de alusiones a FE-JONS en razón de la querella presentada por ésta contra el juez Baltasar Garzón. Todas las alusiones apuntan a FE-JONS como un partido ultraderechista, nostálgico del franquismo, que se opone a la investigación de los crímenes del régimen nacional-católico (que no nacional-sindicalista) y al reconocimiento y honores a los caídos por la república.
FE-JONS ya aclaró en el número 8 de Patria Sindicalista que no se ha querellado contra Garzón por investigar los crímenes del franquismo, sino por defender la dignidad de los falangistas de la época, con una clara voluntad, además, de desvincularse del régimen de Franco. FE-JONS no pudo cometer crímenes porque, desde 1937, y en virtud del Decreto de Unificación, dejó de existir y se creó una nueva organización política que, lamentablemente, conservó el mismo nombre con el añadido Tradicionalista. En efecto, FET y de las JONS es un partido independiente de FE-JONS y, de hecho, nació después de la disolución de ésta. Además, los falangistas auténticos eran minoría frente a una mayoría cedista-carlista. Por lo tanto, FE-JONS no existió durante la dictadura franquista. Es cierto, empero, que gran parte de los antiguos falangistas se subieron al carro del franquismo, y que camisas viejas como Arrese, Girón de Velasco o Fernández-Cuesta aparcaron su ideario revolucionario para adaptarse al nuevo régimen y que, tal vez, incluso se acomodaron. También es cierto que ellos fueron los que promulgaron una legislación laboral y social encaminada a servir a los más humildes, desde prestaciones sociales como sanidad asequible o facilitar el acceso a estudios superiores a los hijos de trabajadores, hasta normativas laborales como la prohibición del despido libre. También hay que recordar que muchos de los intelectuales falangistas promovieron una reconciliación cultural entre los dos bandos de la guerra civil, sobre todo desde la revista Escorial, donde se daban cita intelectuales de todas las tendencias. Esos mismos falangistas salvaron las obras literarias de Machado, Lorca o Miguel Hernández. “Esta defensa de la cultura de las dos Españas por parte de los círculos universitarios falangistas es generalmente admitida”[1] . Recordemos también que la familia Rosales, todos falangistas, escondieron a Lorca en su casa para salvarle la vida, poniéndose todos en peligro en pos del poeta republicano. Recordemos a esos falangistas que intercedieron en juicios durante la posguerra a favor de dirigentes sindicalistas o socialistas como Peiró o Pestaña. Y, finalmente, leamos el libro La Falange del silencio, con los escritos del que fue sucesor efímero de José Antonio, Hedilla, que escribió decenas de circulares exigiendo a los falangistas que no participaran en actos de represión, sino que abrieran los brazos a todos aquellos que luchaban por la justicia social, fueran del bando que fueran.
Ahora bien, no es de estos falangistas de los que quiero hablar, sino de aquellos que vivieron bajo el régimen franquista y fueron disidentes y opositores al régimen, precisamente porque consideraban que era un régimen socialmente injusto y políticamente vengativo, lo cual no cuadraba con el ideario joseantoniano de justicia y unión.”Tras la rebelión de Hedilla contra el Decreta de Unificación, siempre existieron focos falangistas en mayor o menor desacuerdo con la Falange oficial”[2] . Existió la ORNS (Ofensiva de Recobro Nacional Sindicalista) de Eduardo Ezquer, siendo éste detenido seis veces y llevado a los tribunales en cinco ocasiones. Durante los años 50 y 60 vuelven a surgir focos de disidencia falangista, como la centuria Alejandro Salazar que, en 1956, y durante un desfile de altos jerarcas del régimen, en el cual debían rendir honores ante el Caudillo, le volvieron la espalda en público al grito de “¡Fuera el capital!”. En 1961 se crea el Círculo Manuel Mateo, para reivindicar la base obrera que necesariamente debe tener la Falange, y que fue olvidada por el franquismo en pos de un populismo insertado en el marco del capitalismo. Dicho Círculo participó activamente en la creación de las Comisiones Obreras junto con católicos, comunistas y socialistas. Durante los años 70 surgen una gran variedad de grupúsculos falangistas disidentes que aprovechan todos los 20-N para “manifestar su disconformidad vilipendiando públicamente a los falangistas oficiales”[3] . Los Círculos José Antonio de Diego Márquez, actual jefe nacional de FE-JONS, organizaron una concentración popular el 22 de noviembre en Alicante, criticando las instancias oficiales de los falangistas del régimen (que, hay que decirlo, no eran falangistas, sino francofalangistas, movimiento ajeno al ideario joseantoniano).
Así pues, durante el franquismo, hubieron muchos falangistas que, consecuentes con las ideas de José Antonio, se rebelaron contra el régimen de Franco. Muchos sufrieron persecución y cárcel. Si hay que revitalizar la memoria histórica, hay que acordarse también de estos luchadores por la libertad que no consideraban justo el régimen que se implantó, en parte, gracias a sus esfuerzos durante la guerra civil. Los falangistas auténticos lucharon en la guerra civil por un ideal político de justicia, tan o más revolucionario que el ideal comunista o socialista. No lucharon por los privilegios, sino por la abolición de los privilegios, sintiéndose decepcionados por el régimen que surgió de su victoria.
Narciso Perales, que dimitió del cargo de gobernador civil y jefe provincial de León (con las palabras “me voy porque esto es una mierda”), fue confinado durante más de un año cerca de Gibraltar, dirigiendo desde ahí focos de rebelión contra Franco. El propio Perales dice: “Yo no he hecho otra cosa que trabajar, luchar y conspirar contra Franco (..). Enlazamos [los falangistas disidentes] también con los sindicalistas de la CNT, pero somos descubiertos en una reunión que mantenemos con ellos”[4] . El franquismo hizo un daño irreparable a la Falange debido “al falseamiento de su revolución”[5] .
Tengamos, pues, auténtica voluntad de recobrar la memoria histórica. Recordemos a los represaliados por el franquismo. Pero recordémosles a TODOS, incluso a los falangistas que lucharon contra el franquismo. Y recordémosles leyendo estas palabras de Perales, cuyo espíritu refleja el de todos esos falangistas antifranquistas: “[Yo no llevo la camisa azul] porque la llevan Blas Piñar y Fernández-Cuesta, (…) [el cual] no hizo más que poner la Falange a disposición de Franco, disfrutando a cambio los beneficios correspondientes a tal actitud. Y, al final, pretende identificar a José Antonio con Franco, que son totalmente inidentificables”[6] .
La Prensa del sistema, así como los intelectuales de izquierda, están intentando borrar a FE-JONS del panorama político mediante la mentira y la calumnia. Y lo hacen aprovechándose de la ignorancia de muchos, que desconocen esta parte de su historia reciente que es la historia de Falange. Tratan a los falangistas de monstruos sedientos de sangre, cuando intentaron salvar a personas de signo político opuesto. Tratan a los falangistas de ultraderechistas, mientras que los falangistas defendemos la abolición de la propiedad privada en sentido capitalista y la sustitución de ésta por la propiedad comunal; los falangistas queremos sustituir la división de la sociedad en clases por la eliminación de esta división no a través de la lucha de clases, sino a través de la colaboración y la concordia, instaurando el trabajo como único título de nobleza. Defendemos la entrega de la plusvalía al trabajador, no al empresario; defendemos el respeto a los inmigrantes en tanto que son personas y repudiamos el racismo y la xenofobia; defendemos la promoción de todas las culturas de España en contra tanto del monoculturalismo derechista como de la separación cultural y política.
No hay que intimidarse, ni retroceder. Tampoco hay que avergonzarse. Los falangistas hemos sido, somos, y seremos revolucionarios, tanto en lo social como en lo nacional; en lo moral como en lo espiritual.


[1]Arnaud Imatz ( 2005) José Antonio: entre odio y amor, Editorial áltera, P 467
[2]Ibidem, P 479
[3]Ibidem, pp 484-485
[4]Narciso Perales (2007), El falangista rebelde (Compilación e introducción de Martínez Morant), Ediciones Nueva República, P 118
[5]Ibidem, P 119
[6]Ibidem, P 122