ANGELCAIDOP4
05-nov.-2010, 22:28
Reporte de lectura.
En el siglo IV a.C se observan las biografías (bios) y panegíricos (encomium), para exaltar a las personas que reflejan las características deseadas en un miembro de la comunidad, que para el hombre de la antigüedad, su personalidad está definida por lo que los otros dicen que es. Además en este contexto el objetivo de la religiosidad es el bien de la ciudad, el que se busca no individualmente sino de forma colectiva. En este punto es interesante mencionar que la relación con lo divino es cívica, y no influye en las creencias personales.
Ya en el cristianismo el hombre busca su salvación y al formar parte del pueblo elegido (herencia judía), es vigilado y el ser supremo no permite ninguna infracción. Para su perfeccionamiento el cristiano cuenta con el ascetismo (askesis, que lo lleva a la renuncia de sí y a la culpa.), cuadernos de notas y epístolas. El cristianismo se convierte en filosofía y religión. Para la mayoría que no sabe leer ni escribir los eclesiásticos se valen de narraciones, que por su condición de subjetivas y emotivas transmiten las enseñanzas con mayor facilidad, en dichas narraciones la metáfora (trinidad y reencarnación) son útiles para convertir.
El tiempo que usa el cristianismo es historicista, pues el presente y el futuro dependen del pasado. Los acontecimientos en los que se basa el cristianismo son leídos (por unos pocos) y escuchados por una mayoría. En ese contexto San Agustín representa el retomar la lectura para la reflexión, para que el sujeto encuentre su identidad a partir de la fe que se encuentra en la verdad, que sólo está en la Biblia.
En contraste tenemos a los rústicos a quienes sólo les queda escuchar lo que el sabio les dice, en esta sumisión aparecen las figuras de los ascetas, quienes son represivos y supresores de los deseos, que en la hagiografía aparecen con dos elementos ineludibles: deseo y culpa. Buscaran repetir la vida de Jesús por medio del sufrimiento y la renuncia.
Aquí se definirá el pecado biológico (el de los antecesores) y el jurídico (falta/sanción), y la personalidad del yo medieval que no tiene independencia y debe tener resignación, o será castigado. Se recrea una interioridad vigilada por Dios que está simbolizada por imágenes (que le ayudan a memorizar el discurso), el yo se niega y se vuelve ascético. Para el cristiano que con fe y resignación debe obedecer, el dolor redime.
Norma Durán, Retórica de la santidad, México, Uia, 2008, pp. 161-230.
En el siglo IV a.C se observan las biografías (bios) y panegíricos (encomium), para exaltar a las personas que reflejan las características deseadas en un miembro de la comunidad, que para el hombre de la antigüedad, su personalidad está definida por lo que los otros dicen que es. Además en este contexto el objetivo de la religiosidad es el bien de la ciudad, el que se busca no individualmente sino de forma colectiva. En este punto es interesante mencionar que la relación con lo divino es cívica, y no influye en las creencias personales.
Ya en el cristianismo el hombre busca su salvación y al formar parte del pueblo elegido (herencia judía), es vigilado y el ser supremo no permite ninguna infracción. Para su perfeccionamiento el cristiano cuenta con el ascetismo (askesis, que lo lleva a la renuncia de sí y a la culpa.), cuadernos de notas y epístolas. El cristianismo se convierte en filosofía y religión. Para la mayoría que no sabe leer ni escribir los eclesiásticos se valen de narraciones, que por su condición de subjetivas y emotivas transmiten las enseñanzas con mayor facilidad, en dichas narraciones la metáfora (trinidad y reencarnación) son útiles para convertir.
El tiempo que usa el cristianismo es historicista, pues el presente y el futuro dependen del pasado. Los acontecimientos en los que se basa el cristianismo son leídos (por unos pocos) y escuchados por una mayoría. En ese contexto San Agustín representa el retomar la lectura para la reflexión, para que el sujeto encuentre su identidad a partir de la fe que se encuentra en la verdad, que sólo está en la Biblia.
En contraste tenemos a los rústicos a quienes sólo les queda escuchar lo que el sabio les dice, en esta sumisión aparecen las figuras de los ascetas, quienes son represivos y supresores de los deseos, que en la hagiografía aparecen con dos elementos ineludibles: deseo y culpa. Buscaran repetir la vida de Jesús por medio del sufrimiento y la renuncia.
Aquí se definirá el pecado biológico (el de los antecesores) y el jurídico (falta/sanción), y la personalidad del yo medieval que no tiene independencia y debe tener resignación, o será castigado. Se recrea una interioridad vigilada por Dios que está simbolizada por imágenes (que le ayudan a memorizar el discurso), el yo se niega y se vuelve ascético. Para el cristiano que con fe y resignación debe obedecer, el dolor redime.
Norma Durán, Retórica de la santidad, México, Uia, 2008, pp. 161-230.