FUHRER
31-oct.-2010, 18:55
Hace aproximadamente un mes, me encontraba en Belice, por cuestiòn de negocios, y despuès de unos Xtabentunes, se me ocurriò una idea para probar mi modo de supervivencia.
Yo, con la gracia de Dios, he tenido una muy buena posiciòn social, cultural y econòmica, y siempre habìa yo criticado a los seres caìdos en desgracia de que no hacen nada por salir de su muladar, Se me ocurriò que al retornar a mi villa, yo me despojara de todo lo que tengo y saliera en pos de una gran aventura para probar mi gran capacidad de diversificar las oportunidades de vida de mis congèneres.
Salì de Can cùn una mañana lluviosa sin ningùn centavo, ni tarjetas, ni alhajas, ni nada, sin identificaciòn, y sin mi MAGGUI, nunca me habìa yo desprendido de ella por ningùn motivo, solo llevè mi mochila y un crucifijo de Cursillista.....y mi destino : San Diego, Cal.
Salì a los lìmites de la ciudad y en una gasolinera me dispuse a pedir aventones a los transportistas, pasè màs de una hora, hasta que un trailero que iba a Tabasco me diò el aventòn, pero me tenìa que ganar el favor, tenìa que contarle mil aventuras pa' que no se durmiera, y al principio fue ameno, pero al paso de las horas ya no lo fue tanto, pero logrè aguantar las 18 horas que durò el viaje.
Ya en la ciudad con hambre y frìo, y sin bañarme y sin saber a donde ir o que hacer, optè por dormir en la central de camiones pa' estar un poco protegido de todo y de cualquier necesidad nocturna que me acechara.
Pero la tira me impidiò dormir en la central camionera y tuve que mendigar por el mercado en busca de un refugio y algo de comer, y recibì ayuda de los que menos me esperaba, de personas de la calle, de esos seres que viven en la interperie y comen de sobras de las personas que tiran sus desperdicios y los maltratan.
No lleguè a los EUA, solamente pude llegar Teteles Puebla, pero aprendì una gran lecciòn, o muchas lecciones.
No debo de juzgar a mis semejantes, debo de ayudar a los que me necesitan sin esperar recompensa alguna, compartir con justicia lo que Dios me ha dado para administrar y valorar lo que hacen los que te rodean.
Para terminar este relato cabe que yo mencione que regresè a ver a mis benefactores del mercado de Villahermosa y los ayudè en lo que ellos me solicitaban, y lo hice con mucho afecto, y siempre que me necesiten ellos me saben contactar.
Es necesario estar en la situaciòn de otros para valorar lo que la vida nos da.
Yo, con la gracia de Dios, he tenido una muy buena posiciòn social, cultural y econòmica, y siempre habìa yo criticado a los seres caìdos en desgracia de que no hacen nada por salir de su muladar, Se me ocurriò que al retornar a mi villa, yo me despojara de todo lo que tengo y saliera en pos de una gran aventura para probar mi gran capacidad de diversificar las oportunidades de vida de mis congèneres.
Salì de Can cùn una mañana lluviosa sin ningùn centavo, ni tarjetas, ni alhajas, ni nada, sin identificaciòn, y sin mi MAGGUI, nunca me habìa yo desprendido de ella por ningùn motivo, solo llevè mi mochila y un crucifijo de Cursillista.....y mi destino : San Diego, Cal.
Salì a los lìmites de la ciudad y en una gasolinera me dispuse a pedir aventones a los transportistas, pasè màs de una hora, hasta que un trailero que iba a Tabasco me diò el aventòn, pero me tenìa que ganar el favor, tenìa que contarle mil aventuras pa' que no se durmiera, y al principio fue ameno, pero al paso de las horas ya no lo fue tanto, pero logrè aguantar las 18 horas que durò el viaje.
Ya en la ciudad con hambre y frìo, y sin bañarme y sin saber a donde ir o que hacer, optè por dormir en la central de camiones pa' estar un poco protegido de todo y de cualquier necesidad nocturna que me acechara.
Pero la tira me impidiò dormir en la central camionera y tuve que mendigar por el mercado en busca de un refugio y algo de comer, y recibì ayuda de los que menos me esperaba, de personas de la calle, de esos seres que viven en la interperie y comen de sobras de las personas que tiran sus desperdicios y los maltratan.
No lleguè a los EUA, solamente pude llegar Teteles Puebla, pero aprendì una gran lecciòn, o muchas lecciones.
No debo de juzgar a mis semejantes, debo de ayudar a los que me necesitan sin esperar recompensa alguna, compartir con justicia lo que Dios me ha dado para administrar y valorar lo que hacen los que te rodean.
Para terminar este relato cabe que yo mencione que regresè a ver a mis benefactores del mercado de Villahermosa y los ayudè en lo que ellos me solicitaban, y lo hice con mucho afecto, y siempre que me necesiten ellos me saben contactar.
Es necesario estar en la situaciòn de otros para valorar lo que la vida nos da.