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Nietzscheano
05-oct.-2009, 16:04
“Siempre he procurado atar el corazón para dar libertad a los sentimientos”

Por un pequeño desliz he estado a punto de caer en un mundo de pasiones, pasiones a las cuales fluimos todos los hombres esperando obtener a cambio los placeres que nos da el instinto que guía al ser humano según Freud: la líbido, el placer de la carne

La divina suerte me ha librado de tal (des) dicha, tantas veces que en ocasiones me doy a pensar que se ha cerrado mi camino hacia el amor, cosa que, objetivamente es propicia y aplicable a la máxima de Nietzsche mencionada al principio, pero no eterna, no sé si durante o después de escribir estas palabras vaya a estar enagenado con alguna bella musa, pero por ahora dejemos eso de lado y aprovechemos mi soledad, mi bienestar.

¿Por qué se presenta la duda, y se da el deseo de entablar relaciones? Simplemente por el hecho de tratar de encontrar lo que los estultos llaman media naranja, cosa de fábulas, sobra decirlo. ¿Por qué querer entrar en una lucha constante de género, lucha que algunos traducen en amor? Quizá nadie lo supo, nadie lo sabe y nadie lo sabrá y todos algún día estuvieron, están o estarán enamorados, pobres ingenuos e ilusos.

Solo ruego a todos los dioses del Olimpo que contengan a mi “media naranja” a su lado tanto tiempo como les sea posible y que cuando decidan que mi destino se cumpla hagan que mis gustos se trastornen y que mi mente crea que la peor desdicha que me ha sido concedida es mi mayor deleite y que no hay enteógeno que me pueda brindar tanto éxtasis como el que me brinda la “bendición” que han derramado sobre mí los excelsos seres que habitan la morada de Zeus, pues de qué otra manera he de soportar ese sempiterno y monótono día a día al lado de lo que ya es mi “medio limón”

Amor puede perfectamente ser traducido en relaciones peyorativas de poder, no existe la pareja idílica, no existe el amor instantáneo, ni el que nace con el tiempo, lo que solemos encontrar son seres débiles que se dejan gobernar por la decisión del uno de sentir “amor” sobre el otro, decisión que finalmente le lleva a convertirse de igual manera en un ser débil y a esperar ser amado, a dejarse gobernar por el gobernado, aunque realmente nunca nadie gobierna, sino que son títeres del titiritero que monta, con nuestros deseos y pasiones, la escena perfecta para burlarse de nosotros.

Vuelvo a la pregunta entablada arriba: ¿Por qué querer amar? O debo decir más bien ¿Por qué querer amor? Dentro de mi contexto la primera no existe, sólo la segunda. No amamos, nunca, a nadie, solo buscamos ser amados. Es un constante engaño: yo amo es igual a busco que me amen, cuando finalmente encuentro a alguien que me ama, resulta que, aunque no me doy cuenta, esa persona no me ama, sino que busca que yo la ame; el resultado es: cero amor, como diría Freud: “la constante exaltación del YO”.

Querer amor, es no bastarse a sí mismo, es tener el corazón lleno de superficialidades y temporalidades, es tener un alma que se deleita el gusto en cosas tan vanas que no vencen al tiempo, es tener un alma vacía que necesita ser llenada con otra. Es querer tapar el hueco de la soledad, esa soledad que tan bien nos hace. El hombre en soledad se conoce a sí mismo, el hombre enamorado no.

Es tan fácil enamorar (se) y tan difícil ser auténtico. Quien busca al Amor, primero busca lo externo y luego lo interno: un bello rostro, un cuerpo esbelto, unas manos perfectas... y luego: lo que sea, lo que el bulto trae consigo es una lotería en la que nadie acepta que perdió. El símbolo del corazón flechado es el fetiche perfecto del amor; desde el momento en que la flecha cruza el corazón lo rompe, y qué es el amor sino corazones enteros que se dejan romper por la nada, la nada de almas vacías que se llenan mutuamente con su vacío. Eso es querer amor.

Hasta hoy han sido pocos los hombres que han podido ser libres, que se han soltado las cuerdas y que han salido de la escena, que han visto desde fuera ese círculo, debo decir vicioso, del amor. Han sido hombres solos, a los cuales, la elección de una yerma existencia les ha traído la gracia de una serena existencia. Nótese bien que son hombres que han tomado una decisión y sobre todas las cosas no quiero que se confunda a esos grandes hombres con las paupérrimas gentecillas a las que su silencio aplasta por no saberlo disfrutar, tratando siempre de entonar la melodía de su vida con notas innecesarias.

El amor extravía el pensamiento, y he ahí el trasfondo del asunto, enamorado ya no se piensa en si mismo, sino que la mente se pierde especulando sobre lo que habrá dentro de la cabeza de esa otra persona. Disipamos la energía que tanta lucidez nos podría brindar si la enfocáramos hacia dentro, que tantos frutos rendiría si fuera dirigida a llenar esos vacíos del alma, a contrarrestar las pasiones profanas.

Pero no sólo en ese modo se extravía la mente, sino que es tal el desconcierto que genera el amor, que se tiende a tergiversar el mundo de los sentidos en dos vías: primero, cuando no se sabe si hay correspondencia, entonces las palabras, las caricias, en fin, todos los gestos naturales son convertidos en acertijos que de otro modo o en otras circunstancias no resultarían ni tan siquiera en simples incógnitas; y segundo, cuando existe la creencia de que dos personas se aman, entonces se deja de lado el ser, la esencia para dar paso al ente que el otro desea, al anhelo de convertir mi realidad en la realidad de ese que “me ama”.

Es una total degeneración de la realidad, de la simple realidad. Degeneración en la cual, todo se mantiene firme, lo único que se balancea es la forma en cómo percibimos las ideas, como dije antes, la forma como tergiversamos este mundo verdadero

Termino este breve manifiesto con lo siguiente: como hombres de pensamiento agudo no hay peligro de caer en el precipicio hacia la transformación del mundo legítimo, pero como hombres débiles de criterio hay peligro de enamorarse y por lo tanto de creer que no hay más realidad que la de esa otra persona moldeada a nuestra apetencia o nosotros moldeados a su apetencia; la distancia mínima entre dos puntos siempre tiende a crecer lo que significa que esos dos puntos nunca van a estar juntos, claro está, a menos que se rompan las leyes del espacio-tiempo.

Ocaso
07-oct.-2009, 11:57
No estoy de acuerdo, el amor es lo que mueve el mundo, si no amas nunca ¿que tienes? Sí, tu soledad,yo disfruto mucho con la mía, pero no sabría vivir sin amar, no hablo ya de una pareja, ¿qué hay del amor de madre? del que sientes por tus hermanos, por tu mascota incluso, no sé solo te dejo mi humilde opinión.Un saludo.Bienvenido.:)

Nietzscheano
07-oct.-2009, 12:17
Gracias por la bienvenida y por el post. Honestamente esto lo escribí hace mucho tiempo y para ser sincero mi pensamiento ha cambiado desde entonces, pero decidí postearlo sin modificarlo porque nunca lo enseñé a nadie!!

Es como si fuera una pieza empolvada de mis recuerdos y no quise limpiarla para ver cómo se percibe entre los que lo lean.

Sinceramente gracias por la bienvenida!!

Ocaso
07-oct.-2009, 12:27
Me dió la sensación de alguien que ha pasado por un momento muy duro, me alegra que ya no te sientas así......:001_smile:

Gracias por compartir

kasmek
07-oct.-2009, 12:40
Me has hecho pensar bastante... en muchos momentos pienso igual... pero por otra parte estoy de acuerdo con Ocaso. Gracias por compartirlo. saludos!