L.Berryles
14-sep.-2009, 11:28
Caminando por un valle de incertidumbre,
en un pueblo que una vez estuvo lleno de vida y ahora está desierto,
rodeado por montañas entrelazadas, que con rareza miro y se me hacen familiares;
sin dirigir a lugar alguno, más que al mismo valle en donde me encuentro;
y voy transitando por las calles vacías y desoladas,
donde aún se ven las casas que en algún momento
estuvieron llenas de gente, de vida,
y de emociones que ya no siento.
Observando vitrinas, que raramente no están cubiertas por el polvo que habita en las aceras y esquinas de la plaza, que en su tiempo estuvo concurrida de risas, encanto y alegría.
Se siente la extrañéz de que tengo compañía, pero también se distingue q soy el único respirar a kilómetros de distancia, lejos de todo aquello que una vez fueron praderas de regocijo y hoy son sembradíos desiertos. Y es cuando me pregunto, ¿Dónde quedó el arduo trabajo?, ¿Qué habrá pasado con el pueblo de la gente optimista y trabajadora?
Mientras sigo abriéndome camino, miro hacia atrás y aún veo las pisadas sobre las piedras polvorientas; y es en ese instante que me doy cuenta de que todo fue un sueño. Y al mirar a mi alrededor veo, las sonrisas impregnadas en los rostros de la gente, veo el trato amable y despreocupado de una persona que habla conmigo y al parecer la estoy escuchando; asiento con mi cabeza, sin saber de qué se trata, y a lo lejos del salón resuena una grata carcajada.
Aparentemente me hace bien, sentirme parte de algo; pero aparentemente nadie ve, lo que en mis sueños estoy observando.
en un pueblo que una vez estuvo lleno de vida y ahora está desierto,
rodeado por montañas entrelazadas, que con rareza miro y se me hacen familiares;
sin dirigir a lugar alguno, más que al mismo valle en donde me encuentro;
y voy transitando por las calles vacías y desoladas,
donde aún se ven las casas que en algún momento
estuvieron llenas de gente, de vida,
y de emociones que ya no siento.
Observando vitrinas, que raramente no están cubiertas por el polvo que habita en las aceras y esquinas de la plaza, que en su tiempo estuvo concurrida de risas, encanto y alegría.
Se siente la extrañéz de que tengo compañía, pero también se distingue q soy el único respirar a kilómetros de distancia, lejos de todo aquello que una vez fueron praderas de regocijo y hoy son sembradíos desiertos. Y es cuando me pregunto, ¿Dónde quedó el arduo trabajo?, ¿Qué habrá pasado con el pueblo de la gente optimista y trabajadora?
Mientras sigo abriéndome camino, miro hacia atrás y aún veo las pisadas sobre las piedras polvorientas; y es en ese instante que me doy cuenta de que todo fue un sueño. Y al mirar a mi alrededor veo, las sonrisas impregnadas en los rostros de la gente, veo el trato amable y despreocupado de una persona que habla conmigo y al parecer la estoy escuchando; asiento con mi cabeza, sin saber de qué se trata, y a lo lejos del salón resuena una grata carcajada.
Aparentemente me hace bien, sentirme parte de algo; pero aparentemente nadie ve, lo que en mis sueños estoy observando.