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ivan82bcn
22-mar.-2009, 19:07
"SILENCIOS ENCONTRADOS" DE EDICIONES ATLANTIS.
AUTOR: Iván Ruiz Muñoz
1ª PARTE
-¡Suerte que lo cogiste, Nico!
-¿Qué pasa, Laura?
Nicolás Martínez habla con su mujer, Laura Figueroa, hacia la medianoche de un día de mediados de Agosto mientras atiende a la conducción de su taxi por el centro de Barcelona, el SEAT 131 que le ofreció su padre Alfonso, antes de morir catorce meses atrás en un hospital, tras no recuperarse de un accidente de tráfico.
-Nico...
-¿Laura? ¿Estás ahí, cariñete?
Espera que ella acabe la frase pero sólo escucha su respiración entrecortada al otro lado...
-¿Laura?
-Nico...
-¡Fuera de la carretera, idiota!
-¿Qué dices...Nico? Debes saber que...jamás volveremos a estar...
-¿Colgaste? ¿Laura? ¿Laura? ¡Cariño! ¡No!
El taxista frena bruscamente y evita el atropello de una mujer que se encuentra en el borde de la acera. En ese instante no sabe que su vida empieza a...
-¡Mierda! ¿Y el teléfono?
-¡Loco!-grita ella, que retrocede un paso, golpea el taxi y abre una de las puertas traseras.
-¿No me vio? ¡Vaya con más cuidado!-dice el taxista, que enciende la luz interior y observa cómo se sienta.
-¿Vas bebido?-pregunta ella agarrándole el brazo derecho.
-¡Suéltame tía! ¡No soy ningún delincuente!-responde Nico, deshaciéndose de su presión.
-¡Llévame a la calle Córcega! ¡Demuéstrame que sabes conducir, vamos! ¿No escuchas los cláxones?
“Ya me acostumbré a personas como tú, payasa. No me sacarás de quicio”-piensa él.
“Usa una buena colonia y un buen desodorante...Pero vaya ropa...Me dijeron que tiene treinta años...¿Será cierto? Yo diría que no...”-cavila ella.
El taxista busca entre sus pies, coge el teléfono e intenta encenderlo a la vez que acelera.
-Se me cayó el móvil y ya no funciona. ¡Parece mentira que ocurra esto a principios del siglo veintiuno!
-Esas cosas no me pasan a mí.
Nico sonríe, se embadurna cara y cuello con la colonia que siempre lleva a mano en alguno de los bolsillos de sus pantalones, guarda el móvil en la guantera y mueve su cabeza al observar a la mujer, que se oculta tras un sombrero negro y unas gafas oscuras.
“Ya podrías quitarte eso, que estamos en pleno mes de Agosto, nena...”
“¿Estarás preparado para lo que va a suceder? Espero que Ambrosio no te pierda de vista”
-Tengo que instalar el aire acondicionado, señorita.
-¿Señorita yo? ¿Crees que sigo soltera a mis cincuenta años?
-¿Y por qué no?-pregunta el taxista, sonriendo.
-Estoy casada-responde ella, que le mira resignada...
Nico, atento, observa por el espejo cómo se quita las gafas y fija la mirada en él, un taxista de cabello corto y negro, ojos marrones y labios gruesos.
-Por fin voy a ver esos ojos...
-¿Tienes pareja, chaval?
“¿Tú también quieres un revolcón? Seguro que tu marido no te da lo suficiente en la cama...”
-¿Qué piensas?
“Parece que vas a un entierro. No me pones nada cachondo...Si al menos tuvieras un buen “par” de razones para ver...”
-¿Me contestas?
-Me casé hace poco más de dos años.
-¿Y le dices esas cosas a tu mujer? No creo...¿Te gusta ligar con las clientas?
-¿Se tomó la pastilla tarde, señora? ¿Cree que me molan sus dos bellotitas caídas?...
“No quiero ponerle demasiado nervioso, que me dijeron que tiene mal genio”
“¿Desde cuándo no te lavas por ahí abajo?...Tu maromo no te dará lo duro y...”
-Ni a mí me gustas tú...imbécil. ¿Por qué sonríes ahora?
-¿No viste la pegatina que llevo en la parte delantera del coche?
-¿Crees que me paré a verla cuándo estuviste a punto de atropellarme, payaso?
“Que pena que no pueda pasar de cincuenta...Te pondría el estómago como corbata”
-Ahí lo puedes leer: “Sólo quiero tu sonrisa”. Esa es mi filosofía, señora.
-Pues conmigo te equivocas. No lo conseguiste...y vamos a llegar pronto.
“¿Te contesto? Mejor no. Podemos acabar mal”-medita Nico, antes de que ella...
-Déjame aquí. ¡Ya, para!
El taxista detiene la carrera, se gira y se fija en el anillo azul que lleva en la mano derecha.
-Bonito anillo...¿Qué significa el grabado?
-¡Todo lo que poseo es maravilloso!
-¿Y la M?
Pero ella no contesta, abre rápidamente la puerta y la cierra con firmeza.
“En el fondo te vas agradecida, como todos”-reflexiona él, que muestra en su rostro una leve sonrisa antes que...
-¿Y ahora qué quieres?
La mujer golpea dos veces el vidrio de la ventanilla delantera derecha, Nico la baja, ella asoma la cabeza y…
-Espero volver a verte, Nico.
-¿Cómo sabes mi nombre? ¡Dímelo, no te marches nena!-grita él, que no puede evitar que corra hacia la calle Aribau.
“¿Le dije mi nombre? Creo que no...Pero da igual, ya es hora de acabar...”
Y medita de camino a su piso, situado en la calle Escudellers, en el barrio de Ciutat Vella.
“Volveré a ver pronto sus calles estrechas, sus balcones antiguos, sus gentes...El paseo por las ramblas con Laura, cada Domingo, lo echaría de menos”-suspira observando el tráfico por su espejo, sin apreciar que en el asiento trasero...
“Se nota que media ciudad se marchó de vacaciones. Hay hasta aparcamientos”
Se detiene, se perfuma, coge una bolsa de plástico del asiento de al lado y la abre.
“Qué buenos los plátanos de la frutería de Manolo...La semana que viene empezaré el régimen...Con esta barriga fabricarían buenos chorizos”-sonríe.
Le encanta cenar siguiendo las costumbres de su padre, que también lo hacía en ese taxi comprado a principios de los noventa.
“Debo arreglar todo esto, collons...Hace mucho que no los pongo. ¿Estarán rayados?”-piensa, mientras da un mordisco al plátano y mira los casetes de música que escucha cuando se encuentra decaído.
“Metro setenta, setenta y seis kilos. Claro...Sólo como porquerías...”
Da un último bocado y al echar la vista al asiento trasero, encuentra...
-Vaya...¡Alguien se ha dejado el bolso! Papá devolvía en persona lo que se encontraba, no esperaba a que lo reclamaran. Más chulo que ninguno, claro que sí...¿Y si meto la mano? Si es de una con pasta me dará dinero para llevar a Laura a París...
El taxista lo abre y encuentra innumerables objetos personales...
-Diez mil pesetas, un paquete de compresas, pañuelos... ¿Pero de quién?
Encuentra después un documento nacional de identidad, la fotografía de una joven pelirroja y una pequeña agenda.
-Raquel Mohedano García, Calle Londres. ¡Aquí al lado!...Como Fernando siempre llega tarde aprovecharé para devolver el bolso. Lo llamaré...¡Pero vaya mierda de móvil!
Nico sale del taxi y se acerca a una cabina telefónica situada en la calle Roselló. Allí encuentra a una mujer de cuarenta años.
-¡Vamos señora! Su hombre debe estar esperándola en casa para hacer guarrerías. ¿No es un buen vaquero?...Al menos, usted tiene cara de hacerlo muy bien...
-¡Cállese!
Espera mirando los coches que circulan por su izquierda hasta que ella acaba la conversación. Entonces se acerca a la cabina, apoya el bolso, coge el teléfono y marca el número de Fernando Gutiérrez, un mexicano al que ayudó a venir a España para ganarse la vida cuando tenía dieciocho años. Ahora, con treinta, parte de la vida de Fernando se encuentra en Barcelona; la otra al otro lado del Atlántico...
-Hola Nico. Voy conduciendo, me encuentro en un atasco.
-Yo llegaré tarde al bareto, me surgió un pequeño problema, nen. Una mujer se dejó el bolso en el taxi. ¿Quedamos a la una en el lugar de siempre?
-Espero llegar a tiempo.
Se despiden rápidamente, mete otra moneda y llama a Laura, pero…
“¿Dónde estará? Bueno, ya dará señales de vida...Voy a devolver esto...”
Y al darse media vuelta se golpea de frente con una señora de pelo cano, ojos azules y nariz puntiaguda.
-¡Señor! ¡Qué torpe es...!
-Mierda.
A él se le cae el bolso y la mujer lo recoge aprovechando que Nico se precipita sobre la acera.
-¿Adónde crees que vas? ¡Devuélveme el bolso!-exclama el taxista, que le pone las manos sobre la cintura.
-No me hagas perder el tiempo.
-Lo escondes debajo de la blusa...¿O tienes una talla doscientos de pecho?
-¡Engreído!
-¿Fue barata la operación? Tengo una vecina interesada en aumentárselos...¡Dámelo!
-¡No!
-Me lo devuelves y te doy dos mil pelas. Sé que te hacen mucha falta, no disimules más, tía...
Ella se deshace de las manos del taxista, lo ignora y se aleja con paso ligero...
“¿Crees que esto quedará así, yaya?”
Nico la sigue por la calle Provença, por donde no circulan ni coches ni peatones, la alcanza, se pone a su derecha y...
-¡Mío!
-¡Policía!-grita ella, sin que aprecie a su alrededor persona que pueda detener al taxista.
-¡Ayúdenme!
La mujer le sigue pero él, veloz y sudoroso, consigue llegar en solitario a su taxi.
“Mierda, mierda...Hay que largarse rápido”-cavila Nico, que arranca y acelera angustiado, escuchando insistentes gritos.
-¡Ese bolso no es tuyo! ¡Policía!
“Esa mendiga oportunista...”-medita mientras se dirige, ya, hacia la calle Londres.
-¡Nos volveremos a ver algún día, loco...!
Cuando llega a la calle París aparca en el primer sitio libre que encuentra, justo en la esquina con Aribau. Apaga el motor, se seca el sudor de la frente y vuelve a mirar la cartera que se encuentra en el interior del bolso.
“Muy guapa, sí...¿Pero estuvo hoy en mi taxi?...Bueno, da igual, lo devolveré...Si me da dinero, podré viajar con Laura a París...Claro que sí...Estiraré las piernas un rato...”
Sale del taxi sujetando un bolso ajeno que ya forma parte de su vida, pasando por donde se saltó el semáforo con su última clienta.
“Y ahora esto...vaya noche llevo...”
Se apagan las luces de las farolas, de los hogares, de la calle...En ese momento no pasan coches; no escucha a gente pasear por los alrededores, ni dialogar en los pisos que se encuentran a su lado. Sólo queda él, el silencio y la soledad...

CONTINUARÁ

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Kinlob reencarnacion
22-mar.-2009, 23:06
xD continuara, me dio pereza el solo tener que bajar la rueda del mouse para escribir esto