Lucian
10-ene.-2009, 07:16
Anoche, mientras tomaba unos mates en soledad escuchando la radio, a través de una web periodistica, escuché el llamado de atención que
hacía un habitante de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, debido a la
gran cantidad de inmigrantes bolivianos (obviamente, todos ilegales) que
se apiñan en los barrios más emblemáticos de dicha ciudad, ensuciandolo
todo, literalmente.
amontonándose como ganado a vender en las calles, adueñandose prácticamente de todo el epacio público posible y dando un aspecto que si no es asqueroso, al menos desagradable.
Yo estoy muy de acuerdo con esto, con el hecho de que no deberían aceptarlos más en este país, obviamente el gobierno jamás tomará cartas
en el asunto debido a que se rigen por la constitución, así que más que nada
es un sentimiento de ira el que expongo aquí:
Mientras que un argentino, escogería a Bolivia como el último lugar del
mundo en donde tenga que habitar, los bolivianos, muy contrariamente
siempre se hayan felices de venir a mi tierra. ¿A qué se debe esto?
A que aquí hay demasiada tolerancia.
Son personas verdaderamente despreciables, sus costumbres, sus modismos,
hasta su físico.
Vienen a esta tierra, según ellos, a trabajar. Lo que hacen es ofrecer mano
de obra barata quitándole así el pan de la mesa a un trabajador legítimo
de esta tierra y acrecentando así la desocupación de mis compatriotas, quienes, obviamente tienen mucho más derechos que ellos.
Una vez que llegan aquí, lo hacen siempre en papel de víctimas. Ah, pero en cuanto logran hacerse de algún bien (un negocio, una propiedad) se
transforman en seres repugnantes, traicioneros, mezquinos, egoístas
irrespetusos.
Una vez, mi mamá me contó algo que siempre me dejó pensando:
Se encontraba ella trabajando en un restaurant, hace ya varios años, cuando un grupo de muchachos de la ciudad había llegado a comer, claro, con
un compañro de trabao, este último... boliviano.
Al terminar de almorzar y luego de algunas charlas informales, este sujeto
se levantó, tiró el dinero sobre la mesa y dijo lo siguiente: "Me c*go en la bandera argentina". Inmediatamente uno de los muchachos se levantó,
y le rompió una botella en la cara de la bebida que estaban tomando para
bajar el almuerzo.
¿Cómo es posible que sean capaces de tales actos contra la tierra que
los recibió, les dió la posibilidad de crecer económicamente?
Sin ir más lejos, la hermana de mi papá, tuvo que cumplir una condena
de un año y dos meses en la penitenciaría porque apuñaló a uno de estos
tipos, una noche de verano, cuando volvía de su trabajo, porque había intentado violarla. El desgraciado sobrevivió y a pesar de las acusaciones
de mi tía jamás las autoridades se encargaron de castigarlo, mientras que ella
tendría que pasar un tiempo privada de su libertad sólo por defenderse.
Cuando pasas delante de ellos, te miran con desprecio, como si ellos
fuesen superiores a vos, se dan la fama de grandes trabajadores, voluntariosos y demás como dije anteriormente, pero esto es solo una artimaña para llegar a hacerse de bienes. No tienen códigos, ni siquiera entre ellos mismos se respetan. Lo que más me ofende y desierta en mí ese sentimiento de ira, como supongo que quedó claro ya, es que lo hacen
permaneciendo aún en esta tierra.
Si fuese por mí, los cargaría a todos en un tren y los mandaría de vuelta,
no sin antes hacerles pasar un buen tiempo en la cárcel, a ver si aprenden
a ser más respetuosos. Esto ya está en la idiosincrasia de ese pueblo, si es que se le puede llamar pueblo. Claro, esto es porque ellos no tuvieron la suerte de una oleada de inmigrantes italianos, españoles, alemanes, polacos rusos, como nosotros.
Me da asco ver parte de mi ciudad poblada por estas personas, sucias, malolientes, comportándose como verdaderos salvajes, dándonos el
aspecto de una Calcuta de Sudamerica. Esto no debe ser tolerado de ningún modo. Tienen que aprender a respetar, pues están en casa ajena.
hacía un habitante de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, debido a la
gran cantidad de inmigrantes bolivianos (obviamente, todos ilegales) que
se apiñan en los barrios más emblemáticos de dicha ciudad, ensuciandolo
todo, literalmente.
amontonándose como ganado a vender en las calles, adueñandose prácticamente de todo el epacio público posible y dando un aspecto que si no es asqueroso, al menos desagradable.
Yo estoy muy de acuerdo con esto, con el hecho de que no deberían aceptarlos más en este país, obviamente el gobierno jamás tomará cartas
en el asunto debido a que se rigen por la constitución, así que más que nada
es un sentimiento de ira el que expongo aquí:
Mientras que un argentino, escogería a Bolivia como el último lugar del
mundo en donde tenga que habitar, los bolivianos, muy contrariamente
siempre se hayan felices de venir a mi tierra. ¿A qué se debe esto?
A que aquí hay demasiada tolerancia.
Son personas verdaderamente despreciables, sus costumbres, sus modismos,
hasta su físico.
Vienen a esta tierra, según ellos, a trabajar. Lo que hacen es ofrecer mano
de obra barata quitándole así el pan de la mesa a un trabajador legítimo
de esta tierra y acrecentando así la desocupación de mis compatriotas, quienes, obviamente tienen mucho más derechos que ellos.
Una vez que llegan aquí, lo hacen siempre en papel de víctimas. Ah, pero en cuanto logran hacerse de algún bien (un negocio, una propiedad) se
transforman en seres repugnantes, traicioneros, mezquinos, egoístas
irrespetusos.
Una vez, mi mamá me contó algo que siempre me dejó pensando:
Se encontraba ella trabajando en un restaurant, hace ya varios años, cuando un grupo de muchachos de la ciudad había llegado a comer, claro, con
un compañro de trabao, este último... boliviano.
Al terminar de almorzar y luego de algunas charlas informales, este sujeto
se levantó, tiró el dinero sobre la mesa y dijo lo siguiente: "Me c*go en la bandera argentina". Inmediatamente uno de los muchachos se levantó,
y le rompió una botella en la cara de la bebida que estaban tomando para
bajar el almuerzo.
¿Cómo es posible que sean capaces de tales actos contra la tierra que
los recibió, les dió la posibilidad de crecer económicamente?
Sin ir más lejos, la hermana de mi papá, tuvo que cumplir una condena
de un año y dos meses en la penitenciaría porque apuñaló a uno de estos
tipos, una noche de verano, cuando volvía de su trabajo, porque había intentado violarla. El desgraciado sobrevivió y a pesar de las acusaciones
de mi tía jamás las autoridades se encargaron de castigarlo, mientras que ella
tendría que pasar un tiempo privada de su libertad sólo por defenderse.
Cuando pasas delante de ellos, te miran con desprecio, como si ellos
fuesen superiores a vos, se dan la fama de grandes trabajadores, voluntariosos y demás como dije anteriormente, pero esto es solo una artimaña para llegar a hacerse de bienes. No tienen códigos, ni siquiera entre ellos mismos se respetan. Lo que más me ofende y desierta en mí ese sentimiento de ira, como supongo que quedó claro ya, es que lo hacen
permaneciendo aún en esta tierra.
Si fuese por mí, los cargaría a todos en un tren y los mandaría de vuelta,
no sin antes hacerles pasar un buen tiempo en la cárcel, a ver si aprenden
a ser más respetuosos. Esto ya está en la idiosincrasia de ese pueblo, si es que se le puede llamar pueblo. Claro, esto es porque ellos no tuvieron la suerte de una oleada de inmigrantes italianos, españoles, alemanes, polacos rusos, como nosotros.
Me da asco ver parte de mi ciudad poblada por estas personas, sucias, malolientes, comportándose como verdaderos salvajes, dándonos el
aspecto de una Calcuta de Sudamerica. Esto no debe ser tolerado de ningún modo. Tienen que aprender a respetar, pues están en casa ajena.