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Aleshita
27-dic.-2008, 15:29
Muchas veces por orgullo nos alejamos de cosas que nos hacen bien, que nos hacen felices.. De cosas que alumbran nuestras vidas… En varias ocasiones perdemos otras tantas que valen oro, por un arrebato de rabia, por un malestar de momento.
Es mucho lo que perdemos a lo largo del camino por no saber apreciarlo, y es mucho también lo que ganamos sin tener una idea de cuán valioso puede llegar a ser; como un diamante en bruto, como idea sin explotar en la mente de un genio distraído.
Pero también hay muchas cosas que creemos excesivamente valiosas y al verlas en perspectiva, nos damos cuenta que no importan tanto como creíamos, que en sí fue un espejismo, de esos que tiene la gente en el desierto a causa de la sed, de esos que quizás nos pintamos por necesidad de una vida más brillante, un futuro más rosa, un sueño que tal vez no podemos hacer realidad y pintamos en nuestra vida diaria para hacerla más bonita.
Quizás en ningún momento nuestra condición irremediable de humanos nos permita apreciar y conocer exactamente cuánto valor (o falta de él) pueden tener los momentos de la vida, las personas a lo largo de ella, los instantes que se pintan de la manera más inesperada, y así tan exactamente como pueden ser brillantes, se pueden convertir en nuestra más profunda pesadilla.
Ni llorando todas las lágrimas del mundo, ni teniendo la experiencias de millones de personas, aprenderemos a vivir. Y es precisamente esto, lo que hace el arte de transcurrir este tiempo de una forma divertida, inesperada, inevitable. Nadie espera que se espiche un caucho el día de la reunión mas importante, ni conseguir el amor de su vida haciendo las compras del supermercado, nadie espera una sonrisa a la hora de pagar el periódico, ni mucho menos que se arruine su vida en un ínfimo, minúsculo minuto.
Y qué mas nos queda? Vivir, seguir… Caminar porque corriendo se nos hará demasiado rápido, nos cansaremos demasiado temprano, respirando porque si no lo hacemos perdemos ese suspiro de la hora de la merienda… Susurrando como niños evitando las miradas del severo profesor, sencillamente para vivir, para hacerlo todo un poquito más ‘spicy’, para aprender de cada golpe, de cada sonrisa, de cada ‘cada’... En fin… Para vivir.