Temerario
18-nov.-2008, 05:16
Cualquiera supone --lo afirma la tradición y lo sostiene a rajatabla el imaginario colectivo-- que los jóvenes son los que mejor se lucen en la cama. Los que más disfrutan del sexo, los que más lo practican, los que menos dificultades tienen a la hora de entregarse al cuerpo a cuerpo y a la búsqueda de placer. Sin embargo, las estadísticas de los expertos alumbran una realidad distinta y vuelven mito lo que alguna vez fue verdad: por estos días, la mayoría de las personas que consultan por problemas sexuales tiene menos de 40 años.
Según los especialistas, los jóvenes se han convertido en el principal grupo de consulta porque las disfunciones sexuales son cada vez más frecuentes en ese segmento y porque tienen menos pudores y prejuicios para buscar ayuda.
Los principales problemas que llevan al consultorio son eyaculación precoz y disfunción eréctil, en el caso del varón, y anorgasmia, vaginismo y dispareunia (dolor durante la relación sexual) en la mujer. Para ambos sexos, son cada más frecuentes las fobias y contrafobias sexuales (esto es, el sexo compulsivo e irreflexivo) y la falta de deseo. Según los expertos, los jóvenes vuelcan gran parte de su libido en la profesión y el trabajo y viven inmersos en una velocidad y un nivel de estrés que desvinculan el deseo sexual a niveles inéditos para una edad en la que --históricamente-- la vida sexual atravesaba sus mejores tramos.
Según los especialistas, los jóvenes se han convertido en el principal grupo de consulta porque las disfunciones sexuales son cada vez más frecuentes en ese segmento y porque tienen menos pudores y prejuicios para buscar ayuda.
Los principales problemas que llevan al consultorio son eyaculación precoz y disfunción eréctil, en el caso del varón, y anorgasmia, vaginismo y dispareunia (dolor durante la relación sexual) en la mujer. Para ambos sexos, son cada más frecuentes las fobias y contrafobias sexuales (esto es, el sexo compulsivo e irreflexivo) y la falta de deseo. Según los expertos, los jóvenes vuelcan gran parte de su libido en la profesión y el trabajo y viven inmersos en una velocidad y un nivel de estrés que desvinculan el deseo sexual a niveles inéditos para una edad en la que --históricamente-- la vida sexual atravesaba sus mejores tramos.