pablo ramos
04-sep.-2008, 02:24
Hay en Solo Jóvenes un tema que platea "que quieres ser de mayor",y claro, tal como está planteado, a mi no me cabe. Porque son cosas que uno se pregunta o comienza a intentar cuando todavía biológicamente es jóven, etapa que recientesmente he dejado para entrar en los albores de la adultez. Así que me reformulé el tema, preguntándome ¿que me hubiera gustado ser?
Y al más puro estilo del Vago Amargura de Carlos de la Pua (disculpad confusiones posibles), apurando mi "troli cabrero" pero sin un gramo de amargura, me repasé -aunque sin entrar en detalles- algunos de los oficios que ora por vocación, ora por autoimposición, ora por necesidad, me toco desarrollar a lo largo de la vida. Algunos más largamente, otros menos extensos, cada uno de ellos tuvo su miga.
Sin duda, los dos ue lo fueron por vocación, son los que recuerdo con más cariño, y no porque no haya sufrido lo mío con cada uno, y aún por su causa, sino porque fueron los que más me marcaron. Y tengo marcas que no me gustan mucho. Estas sí.
Gané mucho con ambos, también pague mucho por ambos.
No se enderezó por allí mi pensamiento aunque ganas no le faltaron. Pero quise regresar al tema de que mu hubiera gustado ser.
Y la verdad, la verdad, es que me hubiera gustado mucho ser marino. Mi hijo sostiene que es por aquello de tener una novia en cada puerto, pero está equivocado: igual se puede tener una en cada esquina sin necesidad de echarse a la mar. No, no es eso, ni la inescrutabilidad de sus profundidades, ni lo apasionante/atemorizante de sus tempestades, ni babor ni estribor, proa o popa -como me gusta la popa-, ni derrota, deriva, latitud o longitud. Me impresiona la mar como una magia desconocida que se puede conocer. Pero tampoco sé si es por eso.
Tengo un par de amigos -amigos de bar-, hombres sgrandes ya con los que compartimos muchas cervezas y algunos silencios, que se han afincado por aqui transformados en pescadores de esos que salen a la mar de noche y regresan al alba. Han sido marineros y conocen casi todo el mundo -que es un punto a considerar en el porqué-, tipos curtidos sin estridencias excepto alguna estrepitosa carcajada que de vez en cuando rueda por incompletas dentaduras.
Hace pocos días estuve con ellos. Me sdsorprendí de verlos porque hacia tiempo venían programando sus tresinta días de vacaciones en la Sierra de Guadarrama.
- Macho...se iban por un mes, y en uince días están de regreso. A que se gastaron el dinero en putas...
- No, no... bueno, algo tal vez -y uno se rió seguramente recordando a alguna-.
Es que extrañábamos, hombre...
- Vamos -dije-, ustedes se pasaban meses sin volver a casa.
Se quedaron callados, solo un momento-
- La sal....¿no hueles la sal tu?
Y no. Yo no la huelo. Pero creo que sí, que me hubiera gustado ser marino
Y al más puro estilo del Vago Amargura de Carlos de la Pua (disculpad confusiones posibles), apurando mi "troli cabrero" pero sin un gramo de amargura, me repasé -aunque sin entrar en detalles- algunos de los oficios que ora por vocación, ora por autoimposición, ora por necesidad, me toco desarrollar a lo largo de la vida. Algunos más largamente, otros menos extensos, cada uno de ellos tuvo su miga.
Sin duda, los dos ue lo fueron por vocación, son los que recuerdo con más cariño, y no porque no haya sufrido lo mío con cada uno, y aún por su causa, sino porque fueron los que más me marcaron. Y tengo marcas que no me gustan mucho. Estas sí.
Gané mucho con ambos, también pague mucho por ambos.
No se enderezó por allí mi pensamiento aunque ganas no le faltaron. Pero quise regresar al tema de que mu hubiera gustado ser.
Y la verdad, la verdad, es que me hubiera gustado mucho ser marino. Mi hijo sostiene que es por aquello de tener una novia en cada puerto, pero está equivocado: igual se puede tener una en cada esquina sin necesidad de echarse a la mar. No, no es eso, ni la inescrutabilidad de sus profundidades, ni lo apasionante/atemorizante de sus tempestades, ni babor ni estribor, proa o popa -como me gusta la popa-, ni derrota, deriva, latitud o longitud. Me impresiona la mar como una magia desconocida que se puede conocer. Pero tampoco sé si es por eso.
Tengo un par de amigos -amigos de bar-, hombres sgrandes ya con los que compartimos muchas cervezas y algunos silencios, que se han afincado por aqui transformados en pescadores de esos que salen a la mar de noche y regresan al alba. Han sido marineros y conocen casi todo el mundo -que es un punto a considerar en el porqué-, tipos curtidos sin estridencias excepto alguna estrepitosa carcajada que de vez en cuando rueda por incompletas dentaduras.
Hace pocos días estuve con ellos. Me sdsorprendí de verlos porque hacia tiempo venían programando sus tresinta días de vacaciones en la Sierra de Guadarrama.
- Macho...se iban por un mes, y en uince días están de regreso. A que se gastaron el dinero en putas...
- No, no... bueno, algo tal vez -y uno se rió seguramente recordando a alguna-.
Es que extrañábamos, hombre...
- Vamos -dije-, ustedes se pasaban meses sin volver a casa.
Se quedaron callados, solo un momento-
- La sal....¿no hueles la sal tu?
Y no. Yo no la huelo. Pero creo que sí, que me hubiera gustado ser marino